Amigos lectores de Engormix. Nuevamente, después de largo tiempo, me pongo en contacto con ustedes para contarles un sueño que tuve hace unos días.
Siempre me dijeron que si uno quería que se cumpliera un sueño, no debería contarlo, sin embargo, yo resolví hacerlo con la esperanza de que existieran varios criadores y aficionados que sueñen mi propio sueño.
Corría el año 2018, más precisamente marzo; yo estaba absolutamente excitado y nervioso porque me habían elegido para juzgar el concurso nacional en Lima.
Me sentía con una carga de responsabilidad tremenda, por ser parte del nuevo rumbo que había tomado la Asociación Nacional, con las autoridades electas el año anterior.
Hacía varios años que nuestra querida raza se encontraba en crisis y ya habían empezado a levantarse voces, no sólo en el Perú, sino también en el extranjero, preocupadas por el destino incierto de nuestro caballo.
Se hablaba de profesionalizar los juzgamientos, de que los jueces no podíamos ser criadores, en fin, muchos trataban de encontrar soluciones a problemas que sólo los necios no querían ver.
Los concursos se habían transformado en un fin en sí mismos, y no en un medio, para hacer de esta raza de silla, cada vez mejor en su función.
Por esto, los grandes campeones con 4 o 6 años, no pueden, al año siguiente de su logro, sostener sus lauros pues, siendo tan jóvenes, empiezan a mostrar algunas dolencias que les impiden caminar en su plenitud, como el año anterior. Una prueba de ello es que el último laureado macho data del año 2003. Hasta la fecha, sólo uno, según creo, de los Campeones de Campeones ha podido repetir su campeonato al año siguiente.
El problema se agrava pues, los campeones reproducen sus virtudes y defectos por cientos, ya que una gran cantidad de criadores usan sus servicios, pretendiendo lograr su propio campeoncito, pero sin importar si tienen las condiciones de transmitir a sus crías la posibilidad de ser utilizadas en la verdadera función. Lo único que realmente importa es la roseta.
En síntesis, estábamos viviendo en una mentira. Nos mentíamos a nosotros mismos y le mentíamos al mundo. Decíamos tener el mejor caballo de silla, pero no podíamos asegurar que pudiera caminar. Era como sostener que criamos los mejores caballos de salto que, aunque preciosos, con unos cuellos y cabezas espectaculares, no tienen la posibilidad de saltar.
En mi sueño, una nueva manera de disfrutar los caballos se impone. Las cabalgatas se ponen de moda, como una manera extraordinaria de compartir con la familia y los amigos. Es entonces necesario que los reproductores generen animales para esta función. Miles de usuarios en el mundo esperan que nosotros les ofrezcamos un caballo único, pero durable en el tiempo.
Ante esta realidad, un grupo de antiguos criadores y jóvenes aficionados con una visión global, y que conocen otras razas de silla en el mundo, con las cuales debe competir nuestro caballo, han visto ya, la necesidad de recuperar las características fundamentales de rusticidad y longevidad funcional, ante el desprestigio que ha sufrido el caballo peruano de paso frente a esas otras razas de silla.
Fue así que se presentan a la elección del año anterior y luego de una disputada contienda electoral, logran ganar.
Una de las primeras medidas que toman, es la creación de una Comisión Asesora Técnica (CAT), compuesta por cinco miembros: tres criadores, con no menos de 30 años de experiencia en la crianza, uno representando al norte, otro al centro y el tercero al sur del Perú. Integra también esta comisión, el presidente del comité de Jueces, y el quinto miembro, es un veterinario de reconocido prestigio, acostumbrado a tratar los problemas que tienen nuestros caballos con tanta frecuencia. Mediante su accionar, esta comisión tiene la tarea de rescatar las virtudes perdidas de la raza. La CAT, renovará sus miembros cada cinco años para que su trabajo tenga permanencia en el tiempo, con objetivos a mediano y largo plazo.
A la CAT, le lleva algún tiempo hacer un diagnóstico preciso de los problemas y las acciones necesarias que, en cada caso, deben llevarse a cabo en la búsqueda de las soluciones.
Los jueces nos reunimos dos veces al mes con la CAT, y allí recibimos las instrucciones que debemos cumplir, obligatoriamente, en los distintos concursos. Se nos hace saber en la primera reunión que, si no estamos dispuestos a seguir, a rajatablas, las indicaciones que nos dieran, debíamos renunciar. Algunos jueces, en desacuerdo, toman esta postura.
Durante años, y antes de la creación de la CAT, los jueces realizaban su tarea de acuerdo a sus propios gustos actuando libre y honestamente, sin que existiera ninguna directriz institucional que los orientara a recuperar o mejorar, tal o cual factor, para una mejor función.
Se resuelve instrumentar un Jurado de Admisión en cada concurso como los que existen, por ejemplo, en Argentina. El jurado de admisión admite, valga la redundancia, todos aquellos animales que se ajustan a la alzada que establece el patrón de la raza, con un margen, en más o en menos, de hasta 5 cm. Todos aquellos productos que tienen la grupa más alta que la cruz, son rechazados para participar en los eventos.
A nosotros, jueces, se nos indica que, de ninguna manera podemos poner en primero o segundo lugar, a aquellos caballos que cedan sus cuartillas por debajo del horizontal. Se nos dice que en el futuro se exigirá que no puedan ceder a menos de 20° aproximadamente. Al evitar premiar a los ejemplares que cedan sus cuartillas, por buenos pisos que tengan, se logrará algo más de longevidad funcional. También se nos indica que los pisos, son una parte muy importante en el juzgamiento, pero que no son el todo. De nada sirve un ejemplar que tenga pisos exquisitos si, a la vista, demuestra su fragilidad. Están convencidos de que las formas hacen a la función. Insisten en que debemos buscar los animales con grupas caídas, con inserción de cola baja y ángulos correctos.
En cuanto a la velocidad del juzgamiento, se nos ordena juzgar por lo bajo, premiando aquellos ejemplares que tengan mayor cadencia.
Con estas pocas medidas, la CAT busca, en primer lugar, frenar la tendencia hacia la baja en la talla, y revertir las grupas más altas que las cruces, que tiene como consecuencia la pérdida de soltura en los posteriores y por ende de la cadencia.
En la última reunión que tuvimos, presento una moción para mejorar la resistencia de los caballos y consiste en que, los reproductores machos, debieran realizar una marcha de, al menos, 150 kilómetros, en cinco días, solamente con la idea que demuestren que se los puede disfrutar, y llegar, por supuesto, sin asistencia veterinaria. Esta prueba se llamaría Prueba de Acceso Registral (PAR) para que, sólo aquellos potros que lleguen a la meta sin ningún tipo de problemas, sean admitidos en el Registro como reproductores, y sea además, condición para participar en los concursos para que, dentro de los potros que demuestren, primero que nada, su capacidad funcional, se elija al mejor. Sólo sería necesaria una participación en la PAR para quedar habilitados de por vida. No es una prueba demasiado exigente, si la comparamos con la que realizan los caballos Criollos, en Argentina, que consiste en una marcha de 700 km en 15 días. No sé qué resolverá la CAT, pero quedaron en que lo analizarían. Ellos también tienen en claro que, EL MEJOR CABALLO DE SILLA DEL MUNDO, tiene la obligación de poder caminar.
Y llega el día del concurso, el jurado de admisión ha trabajado los dos últimos días y yo empiezo mi tarea este día. Me siento con el corazón henchido de orgullo y responsabilidad. No puedo dormir bien las últimas noches. Una nueva historia está comenzando y yo, soy parte de ella.
Mamacona está de fiesta, no cabe un alma en las tribunas. Se escuchan las barras de cada región del Perú alentando a sus ejemplares llegados a la meca del caballo peruano de paso. Un nutrido número de extranjeros también tienen su lugar. Hay una gran expectativa por lo que pueda suceder con mi juzgamiento.
No voy a contarles todas las categorías porque sería aburridísimo. Pero llega el momento del juzgamiento del Campeón de Campeones Macho. Tengo en la pista a mi campeón del año y a tres campeones de años anteriores. Dos de ellos no están en la competencia. A pesar de su corta edad (uno tiene 7 y el otro 8 años), ya dan pena al caminar.
Me queda el campeón del año anterior y el de este año. El primero es un caballo muy fino, su piel, su cuello, su expresión, en fin, como diría mi amigo Mariano, tiene “ángel”. Posee todas las virtudes que hasta este momento se han privilegiado, salvo la solidez de los bajos del caballo que he elegido en mi juzgamiento. Prefiero lo bueno sobre lo bonito. Era lo que se me había ordenado y, además, sobre todas las cosas, yo estaba convencido de que estaba eligiendo a un reproductor y, por lo tanto, debía escoger al mejor caballo que pudiese transmitir sus virtudes en crías fuertes y sanas, con condiciones de funcionar por largo tiempo. Sabía que mucha gente no estaría de acuerdo. Que aun fundamentando mi fallo, les sería difícil entender. La pasión, muchas veces, se opone a la razón. Además, por qué no decirlo, afectaría muchos intereses. Finalmente, haciendo lo que debía y sentía, declaro como Campeón de Campeones, al Campeón del Año.
Luego de fundamentar mi fallo, se escucha un aplauso cerrado. Debo reconocer que también, varios silbidos me anuncian problemas….
Recojo mis papeles de una mesa que está en el centro de la cancha, con la agradable sensación de plenitud por el deber cumplido cuando, de pronto, observo que por la puerta de ingreso de los animales, se dirige al centro del campo un grupo de unas 20 personas. Mientras se acercan, reconozco a varios amigos peruanos de toda la vida, también a algunos argentinos y de otros países. En sus rostros descubro que una pasión ciega los conduce hacia mí para darme mi merecido. Inmediatamente intuyo que debo alejarme rápidamente del lugar, por aquello de que “soldado que huye, sirve para otra batalla”. Empiezo a caminar a lo que me dan mis piernas buscando la esquina opuesta. Estando ya cerca de la baranda, siento que este grupo enceguecido se lanza sobre mí, me han dado alcance y escucho claramente sus voces agresivas. No entiendo cómo las pasiones pueden cambiar tanto a las personas.
Quiero defenderme, angustiado, agitado y con el corazón en la boca, pretendo gritarles su necedad. Despierto de pronto y miro a mi alrededor. No hay nadie, solo la oscuridad de la noche. Respiro profundo…Descubro que todo, ha sido un sueño.