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El herrador de caballos como vendedor de un servicio

Publicado: 7 de mayo de 2008
Por: Daniel Anz
Con frecuencia, se escucha decir “no se puede cobrar más porque el cliente no quiere pagar”. Y es cierto, porque el cliente, siempre, deseará pagar nada a cambio del mejor servicio. La realidad radica en que es el herrador quien debe decidir cuál es el valor de su trabajo. Debe ser conciente de que está prestando un servicio y de que el valor de su servicio está definido por el resultado de su trabajo, y no me refiero al trabajo físico en sí de herrar un caballo, sino a todo aquello que lo rodea y lo define como servicio al cliente. Si el herrador espera a que el cliente pague lo que quiere ganar para, luego, pensar en ofrecer un buen servicio, puede prepararse para sólo esperar… y esperar. ¿Cuántos herradores existen, que ofrecen un buen servicio, que hacen un buen trabajo y que, además, cobran lo que deben cobrar?, personalmente, considero que son pocos. Y es el resto el que dice que el cliente no quiere pagar lo que se necesita cobrar. En mi caso particular, comencé brindando mi servicio en un sector determinado de la Patagonia, al sur de Argentina. Comencé cuando los propietarios acostumbraban a cambiar el herrado de un caballo por poco dinero o, simplemente, practicando la técnica del intercambio. Eran sumas de dinero que no alcanzarían jamás para crecer y llegar a ser un herrador profesional. En aquel entonces, tomé la decisión de que sería yo quien impulsaría al cliente a pagar el costo real de mi servicio. Si bien el proceso duró varios años de educación hacia los propietarios de caballos, luego, con el tiempo, la demanda de quienes solicitaban mi servicio definiría el valor de mi trabajo. El proceso de educación hacia los propietarios de caballos, consistió en una lenta tarea de informar y dar a conocer una nueva cara del trabajo de herrador, una cara que mostraba la existencia de una mejor calidad de trabajo, acompañado de profesionalismo y servicio al cliente. Se les comenzaba a vender un servicio diferenciado. Quien tenga deseos de crecer, ofreciendo un servicio diferenciado, debe procurar tener presencia, debe dar a conocer una imagen que demuestre profesionalismo y humildad. Debe mostrar seguridad, orden y limpieza. Debe ser disciplinado con los precios. Debe contar con buenas herramientas, con materiales de buena calidad y con un vehículo que le permita viajar y cumplir horarios. Debe permanecer abierto a los cambios y debe respetar a sus colegas, y por sobre todas las cosas, debe contar con la mayor cantidad de conocimientos posibles sobre su especialidad en el oficio. En otras palabras, debe hacer valer el precio que necesita cobrar para poder comer, vestirse, capacitarse, permanecer a la vanguardia de la profesión y continuar ofreciendo un buen servicio. Además de cumplir con un buen trabajo, hay que considerar que una buena imagen personal permite al cliente contar con un fundamento más, de todos aquellos que necesita, a la hora de preguntarse por qué nos elegiría. No es lo mismo llegar bien vestido que llegar con la camisa afuera, todo sucio y con signos de decadencia personal. El herrador de caballos se encuentra frente a una profesión cada vez más competitiva, y el grado de esfuerzo que destine a crecer, será la diferencia entre permanecer y desaparecer. Aquellos herradores que no se esfuerzan por aumentar la calidad del servicio, son los que suelen intentar competir disminuyendo los precios, achicando así el margen de su ganancia. Dan paso a la etapa final de su incompetencia donde, por no tener un margen de dinero suficiente, no pueden invertir en herramientas y capacitación. Estos prestadores de servicio, invariablemente, concluyen en el escalón más bajo de la profesión. En cambio, para aquellos que se esfuerzan en marcar una diferencia, basada en la calidad de servicio, existe la certeza de que llegarán a conservar una profesión económicamente rentable, y de que llegarán a formar parte de los elegidos y reelegidos a la hora de herrar un caballo. Es importante no cometer el error de concentrarse sólo en el trabajo, olvidando el buen servicio al cliente. Esto es fundamental para competir sin disminuir el margen de ganancia. No obstante, bien utilizado, puede llegar a incrementar dicho margen. El costo de incrementar la calidad del servicio suele ser alto, porque requiere de disciplina, pero nunca es tan alto como el costo de perder clientes o el de bajar escalones en la profesión. Al mejorar la calidad de servicio sin sacrificar los precios, nos aseguramos la permanencia en el mercado y, siempre, nos permitirá posicionarnos en los escalones más altos del oficio, obteniendo, además, mayores posibilidades de establecer diferencias. El límite de bajar los precios se encuentra en nuestra propia desaparición, en cambio, el límite de mejorar el servicio se encuentra en nuestra propia voluntad de trabajo y en la capacidad de diferenciarnos del resto. Competir con calidad de servicio, a fin de mantener la posición en el mercado, significa pensar, permanentemente, en cuáles serán los mejores beneficios para el cliente y caballo, en innovar en herramientas, ideas y conceptos, y en trabajar intensamente en la posibilidad de crear una diferencia respecto de otros herradores. No hay que olvidar que, debido a los actuales medios masivos de información, la unificación de conocimientos dentro del herrado de caballos es cada vez más amplia. Es aquí donde la calidad de servicio es la que debe marcar la diferencia. El cliente, al saber que existe un grupo de herradores que trabaja de forma similar, se volcará a quien ofrezca el precio más bajo. Generalmente, ocurre que los demás herradores, ante la desesperación, bajan sus precios también y dan comienzo al juego de ver quien desaparece más rápido del mercado. En este caso, es común que este grupo de herradores termine herrando los caballos en un tiempo demasiado breve, sin prestar atención a la calidad del trabajo. Pues lo correcto sería atraer y mantener a ese cliente por calidad de servicio y no por el precio más bajo. Si el herrador vecino baja los precios, debemos aumentar la calidad de nuestro servicio. Si se entra en el juego de competir bajando los precios, se termina disminuyendo la calidad del trabajo, dando lugar a que el cliente opte por cambiar de herrador. La profesión del herrador de caballos está sostenida sólo por los herradores, nadie de afuera responderá o actuará por nosotros, por lo tanto, somos los herradores quienes debemos esforzarnos para generar los cambios, y cada ingrediente que podamos aportar para que nuestro servicio de herrado se acerque a la calidad total, es otra razón que se le está dando al cliente para que nuestro trabajo prevalezca sobre las alternativas existentes en el mercado.
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Daniel Anz
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Daniel Anz
7 de junio de 2012
Estimado Jonathan, es un gusto saludarte. Con el fin de lograr una aprendizaje completo te recomiendo asistir a alguna escuela de herrado, tanto de Estados Unidos, que lo tienes cerca, o de España, que hablan el mismo idioma. De lo contrario, tienes la opción de asistir a cuanto seminario sobre el tema se te presente, y luego trabajar con algún herrador profesional. En tu país cuentas con buenos herradores que te podrían ayudar. Recibe un cordial saludo.
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Daniel Anz
17 de abril de 2009
Estimado Josué, No tengo conocimiento sobre algún nombre en especial para el agujero donde se enroscan los tacos. Personalmente, lo conozco como agujero con rosca para tacos, en caso de que sean aquellos de quita y pon. La VIDIA es un material muy duro, formado por un conjunto de carburos de otros metales duros. Se suele utilizar con forma de tacos, colocados a presión, en herraduras de caballos que transitan por terrenos de pavimento o duros, con el fin de evitar deslizamientos. Existen clavos de herrar, que se utilizan en conjunto con los comunes, que poseen TUNGSTENO en la cabeza. También se utilizan con el fin de evitar deslizamientos. Este material deriva del Wolramio, un elemento químico muy duro y denso. Pero estos últimos son nombres de metales, no de los agujeros propiamente dichos. Le envío un cordial saludo Daniel Anz
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Daniel Anz
2 de junio de 2008
Estimado Erick, he respondido a su inquietud mediante un tema aparte en el foro de Manejo. Un cordial saludo Daniel Anz
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Daniel Anz
31 de mayo de 2008
Estimado Erick Alvarado Existe una gran cantidad de tipos de herraduras. Paso a comentarle acerca de la herradura más usada para trabajo o paseo. Esta herradura es apta para todo tipo de caballos. Por exigencias de determinadas disciplinas se utilizan herraduras que se adapten a la situación. La carrera exige un tipo liviano y con agarre, dependiendo también si es durante el entrenamiento o durante la carrera propiamente dicha. El Polo exige una herradura liviana con mucho agarre y con un taco, de quita y pon o no, en el talón externo de las patas. En zonas de mucho hielo se busca una herradura que soporte el desgaste y que tenga tacos en sus talones, con el fin de evitar el deslizamiento lateral y frontal. El salto necesita apoyo y, por otro lado, una buena ergonomía, con el fin de aliviar las exigencias al pie. Y así, cada disciplina exige algo diferente. Pero hablando de una herradura estándar, para caballos de trabajo, paseo, etc. se busca que la herradura soporte los 45 días de desgaste, que sea forjable en frío en el yunque, es decir, no demasiado dura o acerada. El espesor normal es de 8 mm. este espesor permite contar con un peso razonable. Su ancho puede variar entre 1.5 o 2 cm. Lo más importante es que cuente con buena distribución de claveras. Las claveras son los agujeros por donde pasará el clavo, actualmente vienen con 8, con el fin de que el herrador pueda elegir. Idealmente se deben utilizar las 6 de adelante. Las dos últimas de estas 6 debe llegar hasta la mitad del casco, es decir, hasta 1,5 cm. por detrás del vértice de la ranilla. Las 7º y 8º se utilizan en situaciones puntuales, donde alguna delantera no se puede usar o cuando realmente es necesario colocar los 8 clavos. Clavar más atrás de la mitad del casco significa impedir la natural dilatación horizontal del pie, parte del aparato amortiguador del mismo. Es importante también, que la contra estampa de la clavera, es decir, el orificio que se ve en la cara superior de la herradura, que toma contacto con el casco, se encuentre a unos 6 mm del borde externo. Si se aloja más adentro, o al centro de la pletina, se corre el riesgo de que el clavo llegue a las partes sensibles del pie. Una muy buena herradura, cuenta con la primera contraestampa ubicada a 7-8 mm del borde externo y la última a 5-6 mm, esto es debido a que hacia atrás, la pared es más delgada. La estampa debe ser rectangular, como la cabeza de un buen clavo, para otorgar un buen calce de éste último. Por otro lado, debe ser de un tamaño acorde a un clavo acorde. En caballos de pies tamaño estándar, hablamos de un clavo del tipo E4. El clavo E5 se usa para cascos ya más grandes. El clavo E3, para caballos de pies pequeños. Una buena estampa permite que el cuello del clavo permita alojarse en la unión del casco y la herradura, sin juego. Ya que es el cuello del clavo lo que debe soportar las fuerzas transversales de la herradura sobre el casco. Es la parte más firme del clavo. Si la herradura cuenta con bordes redondeados, mejor. Esto permite una mejor salida del pie al despegar. Aunque son accesorios que debe hacer el herrador de acuerdo al caso, forjando en el yunque. La forma es relativa. La fábrica realiza herraduras con forma estándar. Casi circulares las de mano y casi ovaladas las de pata. Pero es el herrador quien, luego, en todos los casos, debe adaptar, en el yunque, la forma de la herradura a la forma del casco desvasado o normalizado. La fábrica no puede abarcar o responder por todas las formas de pies existentes. En un mismo juego, de cuatro herraduras, deberían de ser las manos un nº más grande que las patas. Debido a que en un mismo caballo, las manos son más grandes que las patas. En caso de que desee saber algo más puntual, se puede seguir analizando cada tipo. Le envío un cordial saludo Daniel Anz
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Daniel Anz
30 de mayo de 2008
Estimado César A. Pérez. Muy acertados y útiles consejos. Son de gran provecho. Le envío un cordial saludo Daniel Anz
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Daniel Anz
30 de mayo de 2008
Estimado Lucio Flores Martínez. Lo invito a leer, aquí en Engormix, el artículo El bozalejo de cadena. Como primera alternativa, es algo que le recomiendo, ya que permite enseñar y no causa dolores innecesarios al caballo. Actualmente, en varios casos, he superado la utilización del bozalejo, recurriendo al cambio de liderazgo, con el fin de establecer la confianza necesaria caballo-herrador, para que éste último pueda trabajar tranquilo y realizar un mejor trabajo. Le envío un cordial saludo. Daniel Anz
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Daniel Anz
30 de mayo de 2008
Estimado Federico Sánchez. Estoy de acuerdo con su apreciación. De hecho me ha ocurrido un caso puntual en un lugar donde existen personas de las que usted hace referencia. Pero ello no me incita a bajar mis precios, por lo contrario, me anima a saber que todavía existe un largo camino por recorrer en el oficio, en lo que a educación se refiere. Al haber herrado un caballo en dicho lugar, se me ha manifestado que mi costo es elevado respecto del resto y que ello me impediría ingresar en ese mercado, hasta el día de hoy no deja de ser cierto. Y que mi tiempo de herrado por caballo era muy superior respecto del común de herradores que ejercen dentro de ese lugar. Lo normal, allí, es herrar un caballo en 20 minutos o media hora. No sólo es lo normal, sino que parece ser lo correcto. Ante esta situación, un herrador se ve ante la posibilidad de elegir entre dos posibles caminos. Uno de ellos es bajar los precios, sacrificar la calidad del trabajo, disminuir el margen de ganancia, no recambiar las herramientas, recibir los clavos de herrar del cliente aunque no sean aptos, y recuperar con velocidad de trabajo el dinero perdido. Le puedo asegurar que en poco tiempo aquel herrador estará herrando caballos en 20 minutos y con la calidad que ese tiempo permita realizar. De forma paralela, habrá conseguido tantos clientes que ya no tendrá tiempo para capacitarse o buscar, de forma permanente, nuevos conocimientos. El segundo camino, será mantenerse fiel a los principios, donde la convicción y pasión por el buen trabajo y salud del caballo prevalece sobre la mediocridad de aquellos que no respetan un servicio, posiblemente, correcto o apuntando a ello. Personalmente, opto, siempre, por el segundo camino. Le envío un cordial saludo. Daniel Anz
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Jose emanuel lopez gonzalez
11 de agosto de 2018
Buenas noches yo soy nuevo en el tema me dedico a herrar y me apasiona mucho el oficio soy de uruguay me gustaria llegar algun dia a ser profesional no tengo estudio del tema y me gustaria mucho mejorarme pero no me da en lo economico algun consejo de algun profecional gracias
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Jonathan Juarez
6 de junio de 2012
hola, soy nuevo herrando y me gustaria ser mejor, ustedes saben de algun curso en el que pueda tomar la especialidad en ortopedia?
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Luis Castillo Sanchez
28 de octubre de 2011
Si los propietarios se cultivan con las técnicas del herrado creo que si vemos un herrero que trabaja con buenas técnicas ,con herramientas apropiadas para esta profesión quedamos satisfechos con el trabajo y el herrero se gana ese respeto como herrador y entre propietario y amigos se riega esa calificación del herrero. Un buen herrero es el que se pone al dia con las técnicas nuevas como en cualquiera que sea la profesión.
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