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Argentina - San Miguel: Una granja que apuesta a la producción de huevos a pesar de la incertidumbre

Publicado: 4 de octubre de 2022
Fuente: Kitty Vaquero, Diario Clarín, Suplemento Rural
En 2022, las empresas avícolas argentinas producirán más de 14.000 millones de huevos de los cuales el 96% se destinará al mercado interno donde se consumen 301 unidades per cápita al año. Una de ellas es la Granja San Miguel, ubicada en las afueras de Bahía Blanca, una empresa familiar fundada en 1969 por los hermanos Cangelosi. “En el 91, mi tío quiso vender, yo le compré su parte y desde entonces, junto con mi padre, Antonio, llevamos adelante la empresa hasta que hace cinco años, él decidió retirarse”, explica Ricardo Cangelosi.
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Ricardo y Antonio Cangelosi en la Granja San Miguel
Él estudió ingeniería industrial y con esa nueva mirada, comenzó una transformación en la granja, tecnificando los procesos de un sector que hasta ese momento se manejaba de manera un tanto artesanal. En aquel entonces, recién empezaba a haber galpones automatizados y climatizados en Europa y en 1996 logró traer el primero a su establecimiento. A partir de allí, fueron incorporando mejoras de manejo y genética, apuntando a incrementar la eficiencia de la producción y en 2004 sumaron una planta para de elaboración de huevo líquido pasteurizado y otra de huevo en polvo.
Para tomar dimensión de los cambios, cuando Ricardo Cangelosi arrancó tenían 50.000 ponedoras y hoy llegan a 300.000. En tanto, por su genética, un animal podía dar 280 huevos por año productivo y en la actualidad dan de 330 a 340 huevos, 50 más por gallina anualmente. Gracias a su gestión, en 2015 fue distinguido por la Asociación Latinoamericana de Avicultura con el Premio al Empresario Avícola del Año en 2015.
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El establecimiento
Dentro de las instalaciones cuentan con una parcela de 60.000 metros cuadrados donde se encuentran las naves de cría y recría de las pollitas que compran a cabañas de reproductores y otra de 90.000 metros cuadrados donde están las naves de postura, la sala de clasificación, empaque, administración y logística, las plantas de huevo líquido pasteurizado, la de elaboración de huevo en polvo, la de acopio de cereal y la de elaboración de alimento balanceado. Eso les da una capacidad para alojar a 70.000 aves en cría y recría, y 280.000 en postura, producir diariamente entre 18.000 a 20.000 docenas de huevos por día que se clasifican en una máquina que procesa 90.000 unidades por hora, generar ocho toneladas de balanceado por hora. Además pueden hacer la pasteurización de 1.000 kilos de huevo por hora y elaborar 25 kilos en polvo.
Genética, ambientación y alimentación son las tres patas fundamentales de la productividad de una gallina ponedora. “Hoy por hoy, con galpones con ambiente controlado el animal está en una primavera permanente. El concepto del productor es totalmente distinto al que tenía hace 30 años, hoy se busca tener la mayor productividad posible entendiendo que para eso el animal tiene que estar en óptimas condiciones y gracias a eso hoy las producciones son máximas”, explicó Cangelosi. Para eso, se le debe suministrar alimentos de alta calidad en un ambiente que le brinde el mayor confort.
En su granja cuentan con siete galpones blackout con ambiente controlado donde se mantiene una temperatura de entre 22° y 25°, se regula la humedad y la ventilación, y se suministra alimento y bebida a cada animal de forma automatizada. En tanto, la extracción de las deyecciones se hace por medio de cintas transportadoras para mantener las mejores condiciones de sanidad. Esos residuos son convertidos luego en fertilizante orgánico.
Las gallinas consumen una dieta compuesta por maíz, soja, algo de pellet de girasol, cebada, un núcleo vitamínico y carbonato de calcio para que mantengan su estructura ósea y puedan darle una buena cáscara al huevo. Con ese objetivo, siembran 600 hectáreas con cebada, mayoritariamente, y parte de maíz. El resto de los granos los compran y luego los utilizan para la elaboración del alimento de las aves en su planta de balanceados.
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El huevo en polvo y el líquido pasteurizado se venden principalmente a las industrias de la alimentación de la zona de influencia, aunque el último subproducto también se destina en menor medida a restaurantes y rotiserías locales.
Por otra parte, desde hace cinco años, también exportan huevo con cáscara a Chile. “Hay una barrera sanitaria para ingresar, exigen que el huevo está lavado y parafinado. Para eso tuvimos que instalar una máquina lavadora en el lugar donde hacemos la clasificación y empaque, y luego se le aplica un spray de parafina, una especie de aceite que lo impermeabiliza para protegerlo del ingreso de patógenos ya que la cáscara es porosa”, detalló Cangelosi.
El negocio
Respecto de la exportación, contó que “hoy está bastante complicado” por el cambio retrasado. Y señaló que la actividad “está dentro de los avatares de todo el empresariado argentino”. “Todos los días tenés que estar reinventándote para ver cómo mantener determinado mercado, se hace muy difícil”, lamentó.
Gran parte lo que come la gallina es soja y con la disposición de un dólar superior para la venta de la oleaginosa durante septiembre ($200) “pasamos de pagar la soja un 40% más de un viernes a un lunes”, remarcó. “¿Cómo hacés para amortiguar esa suba en tus costos? Se hace imposible, sí o sí, en algún momento se va a trasladar al precio y es ahí donde quedamos fuera de mercado con nuestro cliente y otra vez hay que empezar a ver en qué momento se puede retomar la comercialización”, explicó.
Pero los costos no son solo los granos: "Más allá de que a nosotros, por las retenciones, la soja nos sale más barata que a otros países, después, cuando querés exportar lo hacés a un dólar oficial que no te da para pagar los costos porque los insumos y el resto se te van al dólar contado con liqui (contado con liquidación) o a dólar blue (no oficial) o al dólar MEP (mercado electrónico de pagos)", puntualizó.
El empresario indicó que “hoy los costos de producción son muy altos”. Es que en su granja, el rubro alimentación representa el 50% de los costos y los granos se encuentran en precios elevados en la actualidad. A esto le deben sumar mano de obra compuesta por 50 empleados, energía y distribución, teniendo esta última gran incidencia, de entre el 10% y el 20%, debido a las grandes distancias que deben recorrer.
“Lo nuestro es un negocio de escala, si tenemos un 15% a un 20% de rentabilidad, nos quedamos contentos”, aseguró Cangelosi. El año pasado la industria atravesó una crisis importante como consecuencia de una sobreoferta de huevos en el mercado, “hubo enormes pérdidas, muchos se fundieron, el huevo no valía nada, se perdieron animales que no se pudieron volver a reponer, por eso después se dio una caída en la oferta y este año se recuperó un poco el precio del producto este año aunque no logró recuperar todo lo que había perdido”, repasó el empresario.
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El futuro
En 2021, a pesar de la crisis y la incertidumbre, apostó a las energías renovables e hizo una importante inversión en 768 paneles solares instalados sobre 4.000 metros cuadrados del establecimiento para abastecer a la granja con 300 kilovatios. Sin embargo, consultado sobre las posibilidades de expansión, Cangelosi analizó: “Por la zona en la que estamos es muy difícil tener más crecimiento porque estamos distantes de centros con grandes poblaciones y los mercados ya están abastecidos con esta producción”.
Además, reconoció que se encuentra “a la expectativa como todos”. “El sector ha estado tan complicado últimamente que a veces da temor seguir creciendo, es muy difícil, son apuestas de mucho dinero y las reglas de juego cambian todos los días, no nos podemos arriesgar a perder todo. Es increíble porque uno a lo que más aspira es a seguir creciendo, a poder hacer cada vez un poquito más, pero no pensamos en expandirnos”, manifestó.
Cangelosi reconoció estar desanimado a pesar de que le gusta mucho la actividad. “Me ha cansado un poco toda esta incertidumbre con la que tenemos que manejarnos; esto requiere mucha dedicación, no paramos ni fines de semana ni feriado, entonces, con todos los problemas que venimos teniendo acá para producir, cuando no tenés la rentabilidad ni la estabilidad para seguir invirtiendo y creciendo, te desalienta, y es muy difícil entusiasmar a los jóvenes para que se sumen a la actividad o para conseguir personal”, dijo.
Así las cosas, sintiéndose “abrumado”, el empresario ha pensado en dejar la producción para irse a un rubro “más seguro y tranquilo” como la comercialización de huevos, aunque por ahora es solo una idea y mientras tanto sigue apostando por la innovación, la tecnología y la eficiencia. “Por supuesto que toda actividad tiene un riesgo pero esto no es una timba, uno estudia y hace una inversión para minimizar riesgos y tener la mayor eficiencia, pero en el medio tenés un montón de cambios. Producir cualquier cosa en Argentina es complicado...”, concluyó.
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Kitty Vaquero, Diario Clarín, Suplemento Rural
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Ricardo Raul Cangelosi
Cámara Argentina de Productores Avícolas (CAPIA)
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