Gaston Jaureguibehere
19 de noviembre de 2006
Mi nombre es Gaston Jaureguibehere, soy un muy pequeño productor de la zona de la cuenca del Salado. Con respecto a la medida que acaba de tomar el gobierno de suspender las exportaciones de maíz, tengo dos opiniones encontradas. La primera es que por parte del estado, éste se tiene que preocupar siempre por el alza de precios de materias primas que luego inciden (cada vez menos) en los precios finales a los consumidores (personas), y si me paro desde ese lado, la medida de suspender exportaciones es una forma de control de precios. Claro está que no es la mejor forma de hacerlo, tiene demasiadas contras, entre las cuales estarían:
*dejar de percibir ingresos por retenciones
*frenar el crecimiento de muchos mini productores
*dar una imagen de inestable a los compradores internacionales, con lo que no se podrían hacer negocios a largo plazo (¿quién le va a comprar a alguien que no se sabe si LO VAN A DEJAR CUMPLIR?)
Por otro lado, supongo que el estado no puede controlar todo en forma absoluta, tiene que dejar actuar a los mercados con cierta libertad (no totalmente libres, porque jamás una persona que tiene un negocio enfrente de sus ojos, va a pensar a quién destruye si hace ese negocio, si no en cuánto le reditúa). Para esto existen muchas formas, algunas más ortodoxas que otras, para impedir el alza de precios internos. La materia prima pesa cada vez menos en el costo interno, por ende, ¿por qué no controlar los precios finales de las mercaderías con análisis de costos de la última cadena de comercialización en lugar de hacerlo de la primera? Sabido es que un productor tiene la menor de las ganancias en lo que es la siembra (por lo menos, los productores chicos de menos de 100 ó 150 hectáreas), a los precios de mercado, le tiene que restar los costos de siembra, que para este tipo de productores es elevadísimo, ya que no pueden comprar gas oil a precios mayoristas, como tampoco los granos ni los fertilizantes ni los agroquímicos necesarios. Una hectárea de maíz, para un productor chico, tiene un costo de $1200 más lo que salga la cosecha, pesos que seguramente tuvo que pedir prestado para sembrar, por lo que a ese costo hay que sumarle los intereses bancarios que no son nada bajos. Además corre con el riesgo de la sequía, de las piedras, del exceso de lluvia al momento de la cosecha, y que no la pueda levantar, de las enfermedades durante la siembra, y como si esto fuera poco, tiene que morir en el silo del pueblo que no paga los precios de mercado y siempre encuentra excusa para bajarlos por lo menos un 20 (que el chamico, que el tamaño y que...). También tiene que correr con los gastos del flete, y muy posiblemente (por lo menos en la cuenca del Salado) con el costo de arreglar el camino para que pueda entrar el camión, porque la provincia jamás pasa una sola máquina niveladora, y cuando lo hace, lo hace mal. Por todo esto, y por muchas cosas más, estoy convencido que no hay que controlar ni revisar los precios desde el campo, sino desde la cadena de producción inmediatamente siguiente a ésta, ya que por ejemplo, los supermercados restan todo el costo de la mercadería a los proveedores (le descuentan: costo de publicidad en la revista del super, costo de repositores, costo de limpieza por metro cuadrado que ocupe, y si no se vende la mercadería, devuelven lo que no se vendió, pero los costos los descuentan por el total que te habían pedido y no por lo que vendieron, por lo que la ganancia de éstos es muy superior a lo que ellos dicen).
Otra contra es que no quieren que se siembre tanta soja, y una vez que el maíz tiene un precio razonable para sembrarlo y no perder plata, lo atan a medidas populistas que nunca llevan a nada. Señores del gobierno de turno y siguientes, por favor dejen que los precios de las materias primas fluyan de acuerdo a ley de oferta y demanda (cuando todos siembren maíz, el precio va a bajar porque va a haber mucha oferta); no se olviden que fue el campo el que sacó adelante el país despues de la devaluación, y sobre todo los pequeños productores, que cuando cobraron la soja no se la fueron a jugar a Europa como muchos piensan, sino que arreglamos los alambres, compusimos las mangas, arreglamos nuestras casas, acomodamos mangas de animales, y eso fue lo que hizo que la plata se moviera y los pueblos crecieran. No detengan el crecimiento, y si detengan los monopolios que son los que realmente le hacen mal a un país.
Atte,
Gaston Jaureguibehere
DNI 24498347
Pequeño miniganadero