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AGRICULTURA URBANA

Publicado: 21 de mayo de 2019
Por: Leopoldo Muro Gutierrez
Por todos es sabido que el suelo está compuesto por minerales, materia orgánica, diminutos organismos vegetales y animales, aire y agua y que su formación natural es muy lenta para convertirse en un sustrato que pueda ser utilizado por las plantas para su desarrollo. Las plantas que sirven para la alimentación de los humanos, toman del suelo estos elementos y los integran a sus raíces, tallos, hojas y frutos, de tal manera que cuando los ingerimos, en alguna forma penetran en nuestro cuerpo para que cumplan su función. Algunos minerales como sodio, cloro, potasio, calcio, fósforo y magnesio se consideran macronutrientes porque son necesarios para el cuerpo en cantidades relativamente grandes; son los denominados macrominerales. Otros minerales son micronutrientes porque el cuerpo los necesita en cantidades pequeñas; se denominan microminerales u oligoelementos. Son hierro, zinc, cobre, manganeso, molibdeno, selenio, yodo y flúor. Las deficiencias de minerales, con excepción del hierro y del yodo, son poco frecuentes. El exceso de algunos minerales puede causar intoxicación. Pues bien, resulta que la naturaleza necesita de cientos de años para integrar los minerales de las rocas al sustrato de los cultivos, de tal manera que si el tiempo de desgaste es mayor al de reposición, sobreviene una deficiencia de los mismos en el suelo y por lo tanto las plantas, sobre todo las de consumo humano, ya no los integran a su estructura biótica, originando el problema de deficiencia en el cuerpo de los consumidores. Por otro lado, los productores han integrado dichos minerales en forma química-artificial a los suelos, originando la salinización de los mismos. La deficiencia de minerales naturales en la alimentación humana, pudiera ser causa de múltiples enfermedades o padecimientos de salud. Lo he escrito en cursivas y subrayado porque no es lo mismo un mineral natural a uno químico aunque su estructura molecular sea la misma. Algo tienen los primeros que los hacen ser diferentes a los segundos. Lo he podido comprobar en un proyecto que estoy llevando a cabo en la azotea de mi casa y que he denominado “Agricultura Urbana”. Cultivo hortalizas en bolsas de polietileno de diez litros utilizando como sustrato composta hecha de rastrojos de jardín, desechos de la cocina, aserrín y cenizas de fogón. Tengo casi cuatro años trabajando con el mismo sustrato. Después de cada cultivo le doy un tratamiento al sustrato, aireándolo y reponiendo materia orgánica con la composta que produzco. Llegó un tiempo en el que las plántulas no crecían como en un inicio. Pregunté a un amigo que es agrónomo y me recomendó aplicar urea y algún fertilizante triple 20 en forma foliar. Debo aclararles que yo soy ingeniero químico pero me fascina la producción agrícola. Inicié con estas aplicaciones y en alguna forma hubo una mejora. Sin embargo, cayó en mis manos un artículo que mencionaba la aplicación de “harina de roca “ en los sustratos como una forma de reponer el desgaste de los minerales naturales del suelo. Conseguí rocas de río, de tezontle, rocas volcánicas, de alguna mina y de mármol y comencé a fabricar la harina de roca. La composición química de una mezcla de estas muestras fue la siguiente: ANALISIS QUIMICO DE HARINA DE ROCA (ABRIL 2019) No. ELEMENTO SIMBOLO MG/KG 1 Cobre Cu 25.5 2 Cromo Cr 46.8 3 Níquel Ni 37.8 4 Cadmio Cd 9.4 5 Plomo Pb 44.1 6 Zinc Zn 52.1 7 Magnesio Mg 1263.7 8 Sodio Na 1407.6 9 Fierro Fe 163.1 10 Potasio K 422.1 11 Calcio Ca 422400.0 12 Manganeso Mn 38.6 13 Arsénico As 8.5 Según he tenido cosechas, el procedimiento ha sido el mismo, solo que ahora aplico a cada bolsa de diez litros 20 gramos de harina de roca hecha con las cinco muestras de piedras mezclados con la composta. Los resultados obtenidos han sido muy satisfactorios: menor tiempo y mayor calidad en la producción. Considero que si a las grandes extensiones agrícolas las enriquecemos con harinas de rocas y con compostas hechas por alguno de los métodos conocidos y utilizando los desechos orgánicos de los residuos urbanos y del mismo campo, podríamos enriquecer los suelos de cultivo en una forma importante sin la dependencia de fertilizantes químicos. Gracias por su atención
Autores:
Leopoldo Muro Gutierrez
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