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Maiz Manejo y Fertilización

Publicado: 28 de agosto de 2006
Por: Inta Pergamino


Cómo combinar fechas de siembra, densidad, arquitectura de cultivo y dosis de nutrientes de acuerdo con la potencialidad del ambiente. Los puntos críticos de un cultivo indispensable en la rotación.
El comportamiento reproductivo del maíz lo hace muy susceptible frente a modificaciones en la fecha de siembra, densidad de plantas y/o distanciamiento entre surcos, de modo que se debe prestar especial atención a la elección del híbrido en función de sus particularidades y las del ambiente.

Como sucede con otras variables de manejo, una vez tomada la decisión no hay camino hacia atrás, por lo cual pasa a ser uno de los principales determinantes del rendimiento.

A su vez, la expresión del potencial genético de una semilla está condicionada por una serie de limitantes: adversidades bióticas como plagas, enfermedades o malezas, disponibilidad de agua y nutrientes, condiciones edáficas, etc.

Pero si logramos anular estas deficiencias a través de prácticas de manejo como, por ejemplo, una fertilización adecuada, la producción queda limitada por dos factores ambientales sobre los cuales es poco lo que puede hacerse: la radiación y la temperatura.

Potencial ambiental

La radiación aporta la energía necesaria para que las plantas crezcan. La temperatura, a su vez, determina la tasa y condiciona la duración de las fases de crecimiento de ese cultivo.

Por su parte, las temperaturas cálidas aceleran el crecimiento y acortan la duración de las fases, mientras que temperaturas más frescas producen el efecto contrario.

Alrededor de la floración es conveniente que el cultivo se encuentre con días de alta radiación solar y temperaturas frescas, de modo que esta fase se extienda lo más posible y pueda generar un elevado número de granos.

Cuanto más temprano se siembre, la floración atravesará mejores condiciones de radiación y temperatura, mientras que los retrasos en la fecha de siembra determinan que las condiciones de cultivo empeoren.

Sin embargo es necesario reconocer que el potencial ambiental de cada lugar es distinto. Determinar las condiciones ambientales y las limitantes de cada zona resulta útil a la hora de definir los recursos que se utilizarán y evita hacer un uso ineficiente de éstos en aquellas zonas donde la radiación y la temperatura no permiten superar cierto techo de rendimiento.

Si bien el número de granos depende de las condiciones en esa ventana crítica, el rendimiento del cultivo está vinculado a la cosecha de energía a lo largo de todo el ciclo.

En una localidad del sudeste como Balcarce, las condiciones alrededor de la floración pueden ser muy buenas (alta radiación y temperaturas frescas) pero el balance completo de la estación de crecimiento se ve limitado por las bajas temperaturas. Pergamino, que se encuentra más al norte, tiene temperaturas más altas y, por ende, una estación de crecimiento más amplia.

En todos los casos conviene buscar cultivares de ciclo completo para toda la estación de crecimiento. Este criterio es válido tanto para lugares de alto potencial ambiental como para escenarios con limitaciones, con la salvedad de que en estos últimos podemos vernos en la necesidad de acortar el ciclo para escapar a las limitaciones en torno a la floración.

En los mejores ambientes con elevada inversión de insumos apuntamos a aquellos cultivares de alto potencial de rendimiento, con la máxima captura de luz y la máxima duración del ciclo.

Cuando empiezan a jugar limitaciones de difícil control buscamos una mayor estabilidad del rendimiento ante estas situaciones. En lugares donde hay adversidades conocidas todos los años, éstas condicionarán el criterio predominante en la elección.

Densidad de siembra

El maíz es un cultivo poco plástico ante cambios en la densidad. Superada una cantidad óptima de plantas, el crecimiento individual se ve afectado. Cuanto mayor es el potencial ambiental de una zona, más recursos habrá para distribuir entre una mayor población.

En este caso se recomienda el uso de cultivares modernos, que son más tolerantes a planteos más densos. Si, por el contrario, nos encontramos en un ambiente con recursos limitados, la capacidad de crecimiento en floración disminuye y aumenta el riesgo de aborto de granos. Se deberá optar por densidades más bajas y cultivares con mayor plasticidad de granazón, que puedan aprovechar un año con una buena oferta de recursos.

A medida que se demora la siembra, el ambiente empeora y se deben utilizar cultivares de ciclo más corto. Esto se acentúa cuanto más al sur nos movemos, ya que la estación de crecimiento disminuye.

Cuanto mayor es el retraso (y cuanto más al sur nos encontremos) debemos elegir ciclos cada vez más cortos y siembras cada vez menos densas, adecuadas para la menor disponibilidad de recursos.

Distancia entre surcos

Muchas veces la siembra de maíz se ve condicionada porque la maquinaria está preparada para sembrar soja en surcos más estrechos. Pero ¿es lo mismo sembrar el maíz en surcos más angostos? En realidad, la mejora en la captura de luz es muy pequeña y surgen nuevos inconvenientes.

Hay que tener en cuenta que el cultivo sembrado a 50 centímetros tiene más biomasa expuesta al sol en las primeras etapas y, por ende, transpira más. En condiciones de secano, este estrechamiento puede intensificar los efectos de una sequía, ya que el cultivo pierde más agua.

El maíz es extremadamente sensible a la falta de agua durante la floración, y esto se refleja en una demora de la floración femenina (protandria) y en un menor número de granos.

Por lo tanto, el estrechamiento de los surcos sólo se recomienda cuando se tienen que sembrar densidades muy bajas, para lo cual deben utilizarse los híbridos más tolerantes a la sequía. Estrechar los surcos también puede ser una alternativa cuando se trabaja con ciclos cortos, siembras con suelos muy fríos o hay riesgos de heladas.

En ambientes más favorables, y por lo tanto en siembras con densidades más altas, el canopeo no presenta problemas de captura de luz. Incluso el angostamiento de los surcos puede provocar mermas en el rendimiento por problemas de sombreado de las hojas basales.

La luz se distribuye mejor durante el llenado de granos en plantas sembradas de forma espaciada, que no logran captarla toda sólo con las capas de hojas más altas.

Las plantas sembradas a 70 centímetros presentan una mayor tasa de crecimiento después de la floración, producto de esa mejor distribución de la luz, y llenan mejor sus granos.

Otro problema que se presenta es que, a medida que se aumenta la densidad, crece el porcentaje de vuelco, y esto empeora cuando las plantas se encuentran sembradas a 50 centímetros. En ambientes de alta productividad, sembrar surcos angostos no es una buena decisión.

Nuevos criterios en fertilización

El maíz es un cultivo muy eficiente en el uso de los nutrientes. Cuando se comparan sus requerimientos con los de la soja, se comete el error de considerar el rendimiento en grano y se olvida que el cultivo de maíz produce entre 3 y 4 veces más biomasa. El manejo de nutrientes debe planificarse desde esta óptica, si se apunta a altos rendimientos.

Fósforo (P)

La cantidad de fósforo que se cosecha en los granos no es grande: tan sólo 4 kilos por tonelada de grano (o 20 kilos de fertilizante fosfatado). Si a ese valor se lo multiplica por un rinde de 10 toneladas por hectárea, esos 4 kilos empiezan a notarse y se hace necesario aprender a manejarlos eficientemente.

El P tiene funciones específicas que atañen al crecimiento rápido de los cultivos durante la implantación: mejora la eficiencia de la cama de siembra y el crecimiento de las raíces. Así, se aprovecha mejor el recurso suelo y se deja un remanente de carbono más difícil de degradar y que va a estar aportando en forma directa a la rotación.

Como se sabe, este nutriente se mueve poco en el suelo, lo cual obliga a plantear su corrección con anticipación. El último momento en el que se puede incorporar es en la siembra. La planta lo captura por difusión y para ello realiza un gasto energético.

En lo posible, se debe localizar de forma tal que las raíces lo encuentren y no esperar a que el nutriente llegue. A esto hay que prestarle especial atención en condiciones de bajas temperaturas y reducidas tasas de crecimiento.

El análisis de suelo en los primeros 20 centímetros del perfil antes de la siembra es el método de diagnóstico más adecuado para determinar la dotación de P. Permite diferenciar ambientes de alta o baja probabilidad de respuesta a la fertilización.

Las aplicaciones de P en la línea son más eficientes que al voleo, se obtiene respuesta con una menor dosis de fertilizante. Pero de las dos formas se logran resultados. Si por circunstancias de manejo conviene aplicarlo al voleo, se puede realizar antes de la siembra y utilizando una dosis mayor.

Nitrógeno (N)

Para obtener una tonelada de grano se necesitan 22 kilos de N, que indefectiblemente van a tener que estar presentes en el suelo. El N actúa dándole el combustible necesario al área foliar para que se mantenga sana, verde, y llegue a la etapa de llenado de granos con altas tasas de crecimiento para obtener elevados rendimientos y granos de calidad.

Este nutriente tiene una altísima movilidad en el suelo. Es tan soluble que si uno hace la prueba de disolver un gránulo de urea en un vaso de agua, desaparece en una fracción de segundo.

Eso mismo ocurre en el suelo, lo cual da la posibilidad de aplicarlo en cualquier momento siempre y cuando haya agua. La planta lo toma por flujo masal e ingresa junto con el agua sin gasto energético.

Su aplicación debe realizarse de manera sincronizada con el momento de mayor demanda. La tasa de crecimiento del cultivo se incrementa en forma muy marcada a partir de las 6 hojas; ese es el último día en el cual se debe fertilizar con N. Después es muy tarde, porque el cultivo pierde la posibilidad de ganar más biomasa.

La cantidad que se debe aplicar depende del ambiente en el que se encuentre, pero en todos los casos se obtienen respuestas lineales a medida que se incorpora más fertilizante hasta un umbral crítico a partir del cual ya no es beneficioso aplicar más fertilizante.

Para los maíces de segunda, los requerimientos son algo inferiores que para los maíces de primera (15% menos). En estos casos se debe aplicar todo el fertilizante en el momento de la siembra, ya que el tiempo que transcurre hasta que el cultivo alcanza las 6 hojas es muy corto y si el clima u otro impedimento hacen que se deba entrar más tarde el cultivo, ya no lo va a poder aprovechar.

En lo que respecta a fertilizantes y fuentes, ocurren más pérdidas con aplicaciones en superficie que en aplicaciones incorporadas, sobre todo con fuentes como la urea. Se minimizan si se utilizan mezclas como el UAN o en forma conjunta con una fuente azufrada.

La presencia de rastrojos en superficie determina importantes pérdidas por volatilización, sobre todo en ambientes de altas temperaturas y bajas lluvias. Por ello, según dónde se encuentre el cultivo, varía la recomendación de cuánto utilizar y si se aplicará al voleo o se lo incorpora.

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Lenin Valera
25 de febrero de 2022
Quiero preguntar la efectividad de la aplicación de biol en la fertilización del maiz
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