El poder en la era del silicio y el petróleo

Una mirada narrativa a las empresas más influyentes del planeta

La idea de “empresa poderosa” parece simple: la que más vale. Pero al observar el tablero global, se revela una escena más compleja, casi literaria: distintos tipos de poder conviven, se tensionan y se contradicen. A veces es el brillo del silicio; otras, la negrura del petróleo; y, en ocasiones, el ingenio de estructuras tan pequeñas que caben en un edificio modesto.

El imperio del valor: Titanes de la capitalización bursátil: A finales de 2025, las coronas del mercado descansan sobre las mismas cabezas: Nvidia (~4.37 billones USD), Apple (~4.02 billones), Microsoft (~3.51 billones), Alphabet (~3.57 billones) y Amazon (~2.33 billones). Son templos de algoritmos, dispositivos y nubes donde, paradójicamente, el verdadero producto somos nosotros: nuestra atención, nuestros hábitos, nuestra información.

Reflexión: La capitalización bursátil es un aplauso masivo, pero volátil. Hoy eres rey; mañana, una caída de expectativas te despeina la corona. El poder basado en el valor de mercado es un espejismo que refleja futuro más que presente. Depende tanto de la fe como de los números.

El imperio de las ganancias: Donde el dinero fluye en un río subterráneo

En la oscuridad cálida del petróleo, Saudi Aramco conserva otro tipo de poder: el de la rentabilidad pura. Año tras año, sus ganancias netas eclipsan a las de la mayoría de los gigantes tecnológicos, recordándonos que, aunque vivamos en la nube, el mundo aún se mueve sobre combustibles fósiles. A su alrededor giran Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon y Meta, generando miles de millones como si fueran intereses de una cuenta que jamás se agota.

Reflexión: La rentabilidad no brilla en titulares con la misma luz futurista que la inteligencia artificial, pero es un poder más antiguo, casi primitivo. Nos recuerda que el dinero real —el que entra, no el que prometen los inversores— sigue siendo la sangre del sistema económico.

El imperio de la eficiencia: Cuando pocos hacen mucho

Y aparece, como un personaje inesperado en el tercer acto, OnlyFans: 37.6 millones de dólares por empleado en 2024. Una empresa pequeña, casi diminuta frente a los colosos, pero capaz de una eficiencia asombrosa. En el teatro corporativo, sería la prueba de que el tamaño no siempre determina la fuerza.

Reflexión: La eficiencia extrema es un recordatorio de que la potencia puede surgir de estructuras mínimas. En un mundo que idolatra lo masivo, una empresa con pocos empleados puede superar en productividad a gigantes con cientos de miles de trabajadores.

Cierre abierto: ¿Qué es poder en realidad?

El poder corporativo ya no es un monolito. Es un prisma. Puede medirse en billones (como Nvidia), en ganancias netas (como Aramco) o en productividad por persona (como OnlyFans).
Hoy mandan el silicio y el petróleo; mañana tal vez lo haga la energía verde, o una inteligencia artificial que aún no nombramos.
Pero frente a estos gigantes, existe otra fuerza silenciosa: las pymes. Representan alrededor del 90% de las empresas del mundo, generan más de la mitad del empleo global y aportan entre el 40% y el 50% del PIB en la mayoría de las economías. No dominan titulares ni bolsas, pero sostienen el tejido económico real, el que toca la vida cotidiana.
La pregunta que queda suspendida en el aire es simple y enorme: ¿quién dominará cuando el próximo indicador de poder —uno que mida tanto la escala colosal como la influencia distribuida— todavía no haya sido inventado?

^{Publicado por el autor en https://www.kambiopositivo.com/ diciembre, 2025.}

El poder en la era del silicio y el petróleo

Institut de Recerca I Tecnologia Agroalimentàries (IRTA)