En un Semanario publicado recientemente por la BCR se publicó un artículo
titulado "Algunos contratos de futuros de EE.UU.", donde se mostraba la
importancia que tienen los mismos en la economía mundial. Así, por ejemplo,
del contrato más negociado, el '3 Month Eurodollar', que se opera en el Chicago
Mercantile Exchange y que sirve para la cobertura de las oscilaciones de la tasa
de interés LIBOR, se negociaron durante el año pasado 410 billones de dólares,
es decir 9,3 veces el Producto Bruto Mundial.
El mencionado y otros contratos de futuros, especialmente financieros, han tenido un
desarrollo importante a nivel mundial y sirven para la cobertura de tasas de interés,
monedas, índices accionarios, etc. y, probablemente, de no existir, los perjuicios que
producirían las oscilaciones serían tan numerosos que afectarían la economía mundial.
Pero es importante realizar algunos comentarios a este respecto.
En los mercados de futuros intervienen dos partes: aquellos que quieren cubrirse de las
oscilaciones de precios (hedgers) y aquellos que quieren 'ganar' (especuladores). Si no
actuasen estos últimos, los primeros no podrían cubrirse. La palabra especulación
arrastra, lamentablemente, el falso concepto de algo 'pecaminoso', aunque la acción del
especulador es fundamental en la economía moderna. En realidad, todo ser humano es
un especulador. Como vimos en el Semanario anterior, la acción del empresario como
especulador, comprando donde y cuando es más barato y vendiendo donde y cuando es
más caro, para hacerse de una diferencia, estabiliza los mercados espaciales y de futuro.
Al comprar donde o cuando el producto es más barato, agrega demanda y levanta el
precio, y al vender donde o cuando el precio es más elevado, agrega oferta y baja el
precio, con lo que iguala espacialmente o temporalmente los precios en los distintos
mercados limando las diferencias (salvo la diferencia de costo del transporte espacial o
temporal).
Pero un problema surge y sería un error el no considerarlo. Los primeros contratos de
futuros que surgieron fueron, generalmente, de productos agropecuarios, especialmente
cereales. Al ser estos productos elementales para la subsistencia de los seres humanos,
su demanda es, en la terminología de los economistas, 'inelástica', es decir que tiene una
representación gráfica casi vertical. El ser humano tiene que alimentarse baje o no el
precio. Por otra parte, la oferta de cereales está ligada al contexto climático, bastante
'imprevisible' (es por ello que la llamada 'teoría del caos' se aplica tanto a los fenómenos
meteorológicos) determinando desplazamientos de la respectiva curva de oferta. Estas
dos condiciones determinan lo que desde hace 350 años se conoce con el nombre de Ley
de King que dice, en forma resumida, 'que las variaciones de precios son mucho mayores
que las variaciones de cantidades'. Esto mostró la necesidad primaria de los mercados de
futuros.
Con el paso del tiempo, los mercados de futuros fueron agregando a los productos
agrícolas otros, como carnes, maderas, metales, monedas, petróleo, tasas de interés,
índices accionarios, bonos de los estados, etc., y aquí hay que hacer una nueva
distinción:
a) Contratos de productos o mercancías que están afectados por el ciclo climático
estacional, como es el caso de los cereales u oleaginosos.
b) Contratos de productos o mercancías que no están afectados por el ciclo climático
estacional, como es el caso de los metales, el petróleo, las monedas y los contratos
financieros.
Para todo contrato de futuro es fundamental que las variaciones de los precios de las
distintas posiciones (cash o disponible, junio, julio, agosto, setiembre, noviembre, y
demás) varíen en forma parecida, es decir que cuando sube la posición disponible
también lo haga, en cierta medida, la posición futura, pues esto permite comprar o
vender en la posición cercana y tomar la posición inversa futura, vendiendo o
comprando. De no ser así no existe ninguna 'cobertura'.
Hecha la aclaración anterior, vemos que los contratos de futuros que mencionamos en a)
y que dependen en forma importante del ciclo climático estacional, como son los granos,
no pueden aspirar a ser contratos 'internacionales' en un sentido total. No ocurre lo
mismo con los contratos de los productos mencionados en b), dado que estos últimos no
están afectados por las oscilaciones estacionales.
Como por un fenómeno astronómico, los ciclos estacionales del hemisferio norte no
coinciden con los ciclos estacionales del hemisferio sur, los contratos de cereales u
oleaginosos del Chicago Board of Trade no pueden considerarse 'internacionales' porque
están lejos de 'ajustar perfectamente' la cobertura. Esto no quiere decir que no sirvan
totalmente, pero sería mucho más útil que para ese tipo de productos existieran
contratos regionales, como es la pretensión de un contrato sudamericano de soja.
Volviendo al problema que insinuamos más arriba y que sería un error no considerar, si
miramos en una lista cuáles son los contratos más importantes que se negocian en los
mercados mundiales veríamos que son los 'financieros'. Mencionamos que del '3 Month
Eurodollar' se negociaron 410,4 billones de dólares durante el año pasado. Es un típico
contrato financiero. Por el otro lado, el principal contrato de commodity negociado fue el
de Crude Oil, en el New York Mercantile Exchange, del cual se negociaron 4,2 billones
de dólares, casi cien veces menos. El desequilibrio de volumen entre contratos
financieros y contratos de commodity puede crear un cierto grado de inestabilidad en
estos últimos dada la posibilidad que un pequeño porcentaje de operatoria de los
financieros se traslade a los contratos de commodities.
¿Cuál sería la solución? No creemos que sea fácil encontrarla, de todas maneras
suponemos que con el paso del tiempo habrá que orientar las baterías para tener un
'sistema monetario internacional sano' dado que todos los contratos, financieros o de
commodities, se terminan expresando en una determinada unidad monetaria. Las
oscilaciones de los tipos de cambio desde 1971 (cuando EE.UU. abandonó la
convertibilidad del papel dólar en oro) han sido cada vez mayores y esas oscilaciones
llevan a incrementos en las tasas de interés pero, también, al escape de los
inversionistas hacia los 'valores reales'. Nuevamente hay que pensar en una moneda
que, como se manifestó en el Semanario anterior, esté en 'equilibrio' con los bienes
reales de la economía. Decía el gran economista francés Jacques Rueff: "Sed liberales o
sed socialistas pero no seáis mentirosos" (de su obra "El orden social").