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Mercados de futuros, inestabilidad y moneda sana.

Publicado: 17 de mayo de 2006
Fuente: BCR. Rosario.
En un Semanario publicado recientemente por la BCR se publicó un artículo titulado "Algunos contratos de futuros de EE.UU.", donde se mostraba la importancia que tienen los mismos en la economía mundial. Así, por ejemplo, del contrato más negociado, el '3 Month Eurodollar', que se opera en el Chicago Mercantile Exchange y que sirve para la cobertura de las oscilaciones de la tasa de interés LIBOR, se negociaron durante el año pasado 410 billones de dólares, es decir 9,3 veces el Producto Bruto Mundial. El mencionado y otros contratos de futuros, especialmente financieros, han tenido un desarrollo importante a nivel mundial y sirven para la cobertura de tasas de interés, monedas, índices accionarios, etc. y, probablemente, de no existir, los perjuicios que producirían las oscilaciones serían tan numerosos que afectarían la economía mundial. Pero es importante realizar algunos comentarios a este respecto. En los mercados de futuros intervienen dos partes: aquellos que quieren cubrirse de las oscilaciones de precios (hedgers) y aquellos que quieren 'ganar' (especuladores). Si no actuasen estos últimos, los primeros no podrían cubrirse. La palabra especulación arrastra, lamentablemente, el falso concepto de algo 'pecaminoso', aunque la acción del especulador es fundamental en la economía moderna. En realidad, todo ser humano es un especulador. Como vimos en el Semanario anterior, la acción del empresario como especulador, comprando donde y cuando es más barato y vendiendo donde y cuando es más caro, para hacerse de una diferencia, estabiliza los mercados espaciales y de futuro. Al comprar donde o cuando el producto es más barato, agrega demanda y levanta el precio, y al vender donde o cuando el precio es más elevado, agrega oferta y baja el precio, con lo que iguala espacialmente o temporalmente los precios en los distintos mercados limando las diferencias (salvo la diferencia de costo del transporte espacial o temporal). Pero un problema surge y sería un error el no considerarlo. Los primeros contratos de futuros que surgieron fueron, generalmente, de productos agropecuarios, especialmente cereales. Al ser estos productos elementales para la subsistencia de los seres humanos, su demanda es, en la terminología de los economistas, 'inelástica', es decir que tiene una representación gráfica casi vertical. El ser humano tiene que alimentarse baje o no el precio. Por otra parte, la oferta de cereales está ligada al contexto climático, bastante 'imprevisible' (es por ello que la llamada 'teoría del caos' se aplica tanto a los fenómenos meteorológicos) determinando desplazamientos de la respectiva curva de oferta. Estas dos condiciones determinan lo que desde hace 350 años se conoce con el nombre de Ley de King que dice, en forma resumida, 'que las variaciones de precios son mucho mayores que las variaciones de cantidades'. Esto mostró la necesidad primaria de los mercados de futuros. Con el paso del tiempo, los mercados de futuros fueron agregando a los productos agrícolas otros, como carnes, maderas, metales, monedas, petróleo, tasas de interés, índices accionarios, bonos de los estados, etc., y aquí hay que hacer una nueva distinción: a) Contratos de productos o mercancías que están afectados por el ciclo climático estacional, como es el caso de los cereales u oleaginosos. b) Contratos de productos o mercancías que no están afectados por el ciclo climático estacional, como es el caso de los metales, el petróleo, las monedas y los contratos financieros. Para todo contrato de futuro es fundamental que las variaciones de los precios de las distintas posiciones (cash o disponible, junio, julio, agosto, setiembre, noviembre, y demás) varíen en forma parecida, es decir que cuando sube la posición disponible también lo haga, en cierta medida, la posición futura, pues esto permite comprar o vender en la posición cercana y tomar la posición inversa futura, vendiendo o comprando. De no ser así no existe ninguna 'cobertura'. Hecha la aclaración anterior, vemos que los contratos de futuros que mencionamos en a) y que dependen en forma importante del ciclo climático estacional, como son los granos, no pueden aspirar a ser contratos 'internacionales' en un sentido total. No ocurre lo mismo con los contratos de los productos mencionados en b), dado que estos últimos no están afectados por las oscilaciones estacionales. Como por un fenómeno astronómico, los ciclos estacionales del hemisferio norte no coinciden con los ciclos estacionales del hemisferio sur, los contratos de cereales u oleaginosos del Chicago Board of Trade no pueden considerarse 'internacionales' porque están lejos de 'ajustar perfectamente' la cobertura. Esto no quiere decir que no sirvan totalmente, pero sería mucho más útil que para ese tipo de productos existieran contratos regionales, como es la pretensión de un contrato sudamericano de soja. Volviendo al problema que insinuamos más arriba y que sería un error no considerar, si miramos en una lista cuáles son los contratos más importantes que se negocian en los mercados mundiales veríamos que son los 'financieros'. Mencionamos que del '3 Month Eurodollar' se negociaron 410,4 billones de dólares durante el año pasado. Es un típico contrato financiero. Por el otro lado, el principal contrato de commodity negociado fue el de Crude Oil, en el New York Mercantile Exchange, del cual se negociaron 4,2 billones de dólares, casi cien veces menos. El desequilibrio de volumen entre contratos financieros y contratos de commodity puede crear un cierto grado de inestabilidad en estos últimos dada la posibilidad que un pequeño porcentaje de operatoria de los financieros se traslade a los contratos de commodities. ¿Cuál sería la solución? No creemos que sea fácil encontrarla, de todas maneras suponemos que con el paso del tiempo habrá que orientar las baterías para tener un 'sistema monetario internacional sano' dado que todos los contratos, financieros o de commodities, se terminan expresando en una determinada unidad monetaria. Las oscilaciones de los tipos de cambio desde 1971 (cuando EE.UU. abandonó la convertibilidad del papel dólar en oro) han sido cada vez mayores y esas oscilaciones llevan a incrementos en las tasas de interés pero, también, al escape de los inversionistas hacia los 'valores reales'. Nuevamente hay que pensar en una moneda que, como se manifestó en el Semanario anterior, esté en 'equilibrio' con los bienes reales de la economía. Decía el gran economista francés Jacques Rueff: "Sed liberales o sed socialistas pero no seáis mentirosos" (de su obra "El orden social").
Fuente
BCR. Rosario.
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