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Commodities: ¿se está gestando una nueva burbuja? Parte II

Publicado: 20 de noviembre de 2007
Por: Gustavo Giordano, Lic. en Comercialización y Director de Agricola.biz. Argentina
Deficiencias en el sistema de mercado: la especulación como factor de desequilibrio

En este informe, el que planteamos como una aproximación a detectar el origen o la causa del aumento de precios de los commodities y la consolidación de los mismos, analizaremos el elemento más importante (en mi opinión) por el cual muchos inversores, de un día para el otro, o se hacen millonarios o pasan a cobrar el seguro de “paro”.

La cuestión es ver que tan preponderante se ha convertido la especulación como un factor altamente distorsivo de los mercados en general y de algunos bienes en particular, generador de las llamadas burbujas.

Es interesante analizar el porqué del nombre “burbuja”. Ya sea una burbuja o un globo, lo que se pone a prueba es su capacidad de elasticidad. ¿Hasta dónde es capaz de expandirse antes de explotar?

De esta manera podríamos comparar cómo los mercados no pueden eludir las leyes físicas que rigen al mencionado globo para terminar explotando.

Pero veamos un poco las razones y comportamientos. Es cierto, el globo no puede escapar a la regla física de “resistencia de materiales” cuando la fuerza ejercida por el aire es mayor que la fuerza que realiza el “látex” en sentido contrario (ley de Newton, principio de acción y reacción: “Por cada fuerza que actúa sobre un cuerpo, éste realiza una fuerza igual pero de sentido opuesto sobre el cuerpo que la produjo”).

Entonces, en el precio de los commodities, surge el mismo dilema: ¿hasta qué punto son capaces de valuarse las materias primas antes de derrumbarse?

En el estudio de muchas de las crisis que se produjeron en la historia económica, resulta particularmente llamativo que surjan componentes prácticamente idénticos. En realidad lo llamativo es que, con todos los adelantos tecnológicos y científicos (computadoras que procesan millones de instrucciones, softwares de simulación cada vez más complejos y modelos matemáticos cada vez más predictivos) sigamos repitiendo siempre el mismo comportamiento erróneo.

Y la clave está en la intervención de un elemento de difícil “tabulación”: el factor humano.

Repasaremos brevemente dos de las crisis más emblemáticas para compararlas con la situación actual y detectar similitudes y semejanzas para aproximarnos (lo más posible) en la conclusión a un potencial escenario a futuro.


La madre de todas las crisis: La gran depresión del año 29

En el repaso y análisis de esta crisis surgen un conjunto de elementos a interrelacionar que hacen que el estudio de la misma sea complejo.
Consultar bibliografía al respecto remite a innumerables fuentes pero hay una que se destaca por encima de todas: la de John Kenneth Galbraith.

Para interpretar los sucesos hay que tener en cuenta que, los efectos que tienen un origen sistémico siempre forman parte de un proceso.

La crisis del 29 tuvo múltiples elementos que se fueron desencadenando en ese proceso que desembocó en el derrumbe de la Bolsa de Nueva York en octubre de 1929.

Como contrapartida de los desequilibrios económico-sociales que dejó en Europa la primera guerra mundial (endeudamiento, devaluación, millones de muertos, inflación, desempleo, etc.) ocasionó en EEUU. un notorio enriquecimiento.

Esto produjo una sensación de bienestar y de prosperidad ininterrumpida que se tradujo en una sobreproducción de bienes. Muchas familias se endeudaron para adquirir esos bienes pero, pronto, la demanda mostró la incapacidad para absorber semejante cantidad.
“El martes 29 de octubre fue el día más devastador en la historia de la Bolsa de Nueva York y, posiblemente, el más devastador en la historia de todos los mercados. Todo lo peor de todos los días anteriores se dio cita en él. El volumen de contratación fue inmensamente superior al del “Jueves Negro”; la degradación de los precios alcanzó profundidades sólo superadas el lunes. La incertidumbre y la alarma fueron tan grandes como en cualquiera de los días citados.
Tan pronto como abrió el mercado, se empezó a vender con enloquecida urgencia. Se ofrecían grandes masas de valores al precio que quisiesen dar; de haber continuado todo el día el ritmo de venta de la primera hora el volumen total habría sido de 33 millones de transferencias.”

John Kenneth Galbraith. El crack del 29.

Este escenario fue condimentado con otra bomba de tiempo que estallaría más tarde. En paralelo a esta situación los mercados bursátiles transmitían su euforia con cotizaciones que subían en forma continua.

De pronto la economía estadounidense traspasó un límite que mostró un cambio cualitativo: basada, ya, en fundamentos débiles, las empresas en vez de reinvertir en la cadena productiva (especialmente para perfeccionar la comercialización de los bienes que saturaban los stocks o mejorar las líneas de crédito para dar salida a su producción) comenzaron a derivar las ganancias empresariales a la bolsa de valores, construyendo un círculo vicioso especulativo que se retroalimentaba.


Tal como reproduce el profesor Jorge Juan Lozano Cámara en su sitio, ohhh!! casualidad:

“la especulación no sólo afectó al mundo bursátil, también se extendió a ámbitos tales como el de la segunda residencia: hubo zonas, como Florida, que asistieron a un boom inmobiliario sin precedentes. Las viviendas se compraban y enajenaban con el solo ánimo de obtener rápidas ganancias y sus precios se duplicaban o triplicaban en tan solo unos meses.”

Cualquier semejanza con la actualidad ¿es sólo coincidencia?
Empero existe más peligro de exagerar el interés popular por el mercado que de infravalorarlo. El tópico de que en 1929 todo el mundo “jugaba en la bolsa” no es ni mucho menos literalmente verdad. Entonces, como ahora, el mercado de valores era para la gran mayoría de obreros, agricultores y empleados -es decir, la gran mayoría de los norteamericanos-, algo remoto y vagamente siniestro. Entonces, como ahora, pocos sabían cómo había que arreglárselas para comprar títulos; la compra de valores a plazo y con fianza era en todo caso un hecho tan alejado de la vida real de la masa de población como el Casino de Montecarlo. (...) De modo que sólo un millón y medio de personas -de una población de unos 120 millones de personas y de 29 a 30 millones de familias- participaron activamente de alguna manera en el mercado de valores.”

John Kenneth Galbraith. El crack del 29.

En 1929, poco antes del crack, que significó el principio de una crisis sin precedente del capitalismo, un periodista preguntó a un especulador donde estaba el secreto de la Bolsa: "Un inversor compra acciones de General Motors por 100$ y se las vende a otro por 150$, que a su vez se las cede a un tercero por 200$. Todos ganan dinero". Esta ecuación, que no por casualidad nos recuerda al juego de la pirámide, puede funcionar durante algún tiempo, pero el final es evidente: Algunos ganan y muchos pierden.

Revista EDM año 2000.

México y el efecto “Tequila”.


En el año 1994 se produjo una severa crisis en México cuyos efectos alcanzaron escala global y se conocieron internacionalmente como “efecto Tequila”.

Esta profunda crisis económica fue reconocida por los más destacados especialistas como “la primera crisis de la globalización”.

No vamos a ahondar en la repetición de los hechos que desencadenaron semejante trastorno que, la cita histórica, remite al agotamiento de una política forzada de tipo de cambio alto y a la fuga de capitales que se produjo al realizar una inevitable devaluación.

Pero la devaluación, ¿fue la causa o el efecto de la crisis?. Sin duda fue uno de los tantos efectos.
La verdadera causa fue la incapacidad de México de reducir o eliminar su déficit en la balanza de pagos el cual fue, negligentemente, financiado con el ingreso de capital de corto plazo.

árrafo para relacionar la conclusión del informe) es que (algo que se seguirá dando repetitivamente en todas las crisis) los flujos de fondos ingresados no fueron destinados al sector productivo sino que recayeron en la más antigüa conducta de falta de compromiso y facilismo: la especulación.

No hacía falta ninguna técnica de corrección de las dioptrías, hasta un miope podía ver que se estaba generando un enorme desbalance entre la economía real (sistema productivo) y la economía virtual (sistema de flujo de capitales)

Son verdaderamente ilustrativos los comentarios del economista Lester Thurow al respecto:
“Seis meses antes de la crisis, México era ampliamente citado como la nación que estaba en el rumbo correcto. Había eliminado los grandes déficit presupuestarios de comienzo de los ochenta y había logrado un equilibrio fiscal.

"Debido a las bajas tasas de interés bancario destinadas a combatir la recesión 1990-91, cientos de millones de dólares pasaron de las cuentas de ahorro norteamericanas a los fondos mutuales de más alto rendimiento. Pero para obtener mayor rendimiento, los gerentes de los fondos mutuales tenían que obtener más altas ganancias y con esa finalidad enviaban su dinero a México."
Era tan sólo cuestión de tiempo esperar a que la relación anterior se invirtiera y los capitales comenzaran a salir en grandes cantidades, hiriendo de muerte a las reservas mexicanas, exiguas para hacer frente a tamaña corrida.


El espejo para que las crisis se miren.

Podríamos regar de tinta estas páginas con la explicación de cada una de las crisis posteriores (Asia, Brasil, Argentina, etc.) y veríamos hasta el hartazgo la misma repetición de conductas (ya sea en lo social, político o económico) que sobrellevaron a que se originaran o tal vez magnificaran cada una de las crisis mencionadas.

Veremos en la conclusión si, tal vez pretenciosamente, logramos clarificar esta suerte de hipótesis planteada: los altos precios de commodities como elemento estructural o coyuntural por efecto especulativo.

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