La labranza esta tan antigua como el origen de la agricultura. El hombre incorpora esta práctica cuando intenta controlar la vegetación natural, para desarrollar especies de su interés.
El adelanto más importante en esta materia, alcanzado en los últimos 35 años, es la agricultura de precisión. (AP), que en Venezuela se viene utilizando desde hace más de 20 años.
La caña de azúcar posee exigencias específicas en el laboreo del suelo por ser un cultivo de ciclo largo y de altas exigencias hídricas y nutricionales, lo que ha provocado el deterioro progresivo del suelo con el uso de las técnicas tradicionales de labranza. En consecuencia, es necesario evaluar bajo las condiciones técnico bio-socioeconómicas del país la labranza conservacionista en caña de azúcar ya que, las experiencias nacionales en esta área son escasas y se ha comprobado su conveniencia en este cultivo bajo ciertas condiciones (Zérega y Amaya, 2005).
1. Concepto de Labranza
La labranza convencional o tradicional contempla la roturación de toda la superficie a sembrar y en consecuencia emplea un conjunto de implementos específicos que lo hace más costoso. Comprende a todas aquellas labores destinadas a perturbar el suelo con el objeto de provocar cambios en las condiciones físicas del mismo (romper los terrones hasta un tamaño menor a un centímetro sin pulverizarlos, aunque esto depende del grado de estabilidad estructural que tenga ese suelo) que favorezcan la germinación, la emergencia de plántulas y desarrollo del sistema radical así como el control de malezas y ciertas plagas e incorporación de residuos vegetales al suelo.
El relativamente nuevo enfoque de labranza, denominada conservacionista, plantea un mínimo de disturbación del suelo, disminuyendo el número de pases de maquinarias sobre el terreno, dejando al menos un 30% de residuo sobre la superficie del terreno, para preservar las propiedades del mismo, controlar o revertir los procesos de degradación del suelo, mejorando los rendimientos o la rentabilidad de los cultivos, elementos necesarios dentro de una agricultura sostenible.
La labranza debe garantizar humedad, aireación, estructura y temperatura adecuada para el desarrollo de los cultivos en forma sostenible.
Este enfoque conservacionista lo vienen aplicando desde la antigüedad los agricultores que producen en pequeña escala: tales como los conuqueros, caficultores y cañicultores paneleros de Venezuela.
2. Efectos de la labranza sobre el suelo y el cultivo de la caña de azúcar
La labranza juega un papel primordial en el manejo de los recursos suelo y agua, específicamente por sus efectos sobre los procesos (sellado y encostramiento, compactación, erosión, etc.) y propiedades del suelo (tamaño y estabilidad de los agregados, retención de humedad, conductividad hidráulica, etc). Sin embargo su mal uso o aplicación, en momentos no adecuados y/o en forma no ajustada al suelo, clima, etc; puede y ha conducido a la degradación del suelo y del ambiente (Zérega, 1994; Cuellar, 1996).
Si el sistema radical en el cultivo de caña no alcanza una profundidad mayor de 20 cm, espesor más común de la capa vegetal del suelo en Venezuela, habrá que aplicar mayor cantidad de agua y fertilizantes que no afecte el crecimiento y desarrollo de la plantación.
Zérega (2007) evaluó la influencia que tienen la labranza, el transito vehicular (camiones y cargadoras de caña) y el pisoteo de las personas que realizan labores al cultivo de la caña de azúcar antes, durante y después de la zafra en el espacio entre hileras de caña versus dentro de las mismas, en diez (10) tablones cañeros en igual número de localidades (Estación Experimental Yaritagua, Chivacoa, Las Majaguas, Píritu, Pie de Cuesta, La Pastora, Central Azucarero Carora, Humocaro Bajo, San Mateo y Ureña) por medio de la determinación de algunas propiedades físicas a estos suelos (densidad aparente, tasa de infiltración básica de agua, profundidad de humedecimiento del suelo, lámina de agua almacenable y porosidad total), todos de texturas fina y media.
Se realizaron las determinaciones físicas mencionadas en el surco y camellón de cada tablón, en sitios muy cercanos entre si (menos de20 mde distancia) para reducir la influencia de la variabilidad superficial del suelo, sembrados con caña en una u otra posición (surco o camellón), dependiendo de la localidad, transitando generalmente las personas, tractores y otros vehículos dentro de los tablones sembrados, por los surcos o camellones sin caña.
Los resultados indican que las propiedades físicas del suelo que se afectan sensiblemente por el laboreo en todos los casos evaluados son, en un 70% de las localidades, la lámina de agua almacenable y la porosidad total, asociado a los más bajos valores de conductividad eléctrica y contenidos de materia orgánica registrados, y quizás con las mayores concentraciones de arcilla y/o limo. Las otras variables del suelo evaluadas variaron en partes iguales (50% y 50%) en las dos hileras y localidades analizadas.
Esto indica que, como el laboreo tradicional contribuye a disminuir la retención de humedad en el suelo, esto reduce el crecimiento y por ende el rendimiento de campo en el cultivo de la caña de azúcar en esa condiciones de suelo y manejo. La reducción del espacio poroso total, además de afectar la entrada de agua en el suelo, incrementa los riesgos de encharcamiento o escurrimiento superficial de la misma, produciendo mal drenaje superficial o erosión
3. Factores que influyen en la calidad de la preparación del suelo
Esto comienza con saber elegir cual es el sistema de labranza a utilizar, y para esto se debe considerar que lo más importante es, para preparar el lecho de siembra idóneo:
- Contribuir a manejar residuos de cosecha e incrementar rendimientos,
- Reducir los riesgos de producción,
- Facilitar la conservación de suelos y agua,
- Mejorar el desarrollo del sistema radical,
- Optimizar los regímenes de temperatura y humedad del suelo
- Mantener niveles adecuados de materia orgánica, y
- Controlar y revertir procesos de degradación.
A pesar de que los principios en los que se sustentan los diferentes sistemas de labranza son los mismos independientemente de otros factores, los sistemas apropiados para cada situación son específicos para suelos y cultivos y su adaptación depende de factores: 3.1 biofísicos y 3.2 factores socioeconómicos (Karwasra 1991, citado por FAO, 1992). La transferencia de sistemas de labranzas que no han tomado en cuenta lo anterior ha llevado en muchas ocasiones, especialmente en las regiones tropicales, a resultados desastrosos (FAO, 1992).
3.1 Entre los factores biofísicos a considerar en la selección y aplicación de un sistema de labranza se destacan:
- Clima
- Cultivo
- Propiedades del suelo
- Topografía
- Requerimientos energéticos
3.1.1 Clima
El factor climático más importante para determinar la elección de sistemas de labranza es la lluvia y su distribución anual, las cantidades e intensidades influyen sobre los tipos de cultivo que puedan desarrollarse y producir sin riego en un área determinada, y sobre los tipos de prácticas de labranza requeridos a lo largo del año para neutralizar los problemas causados por la escorrentía o por excesos o déficits de agua en el suelo y el impacto de las gotas de lluvia sobre los suelos desnudos, que producen sellado del mismo, disminuyendo la infiltración de agua en el suelo y aumentando la escorrentía y con ello se aceleran los procesos de erosión (Pla 1988).
La evaporación, determinada por factores climáticos como temperatura, radiación, humedad relativa y viento, es uno de los principales componentes de la pérdida de agua del suelo que puede incrementar a corto plazo la pérdida de agua por evaporación.
El efecto protector de cobertura de residuos de cosecha con cero labranza, ya sea para mejorar la infiltración o reducir la evaporación, puede verse limitado en regiones semiáridas sin riego por las reducidas cantidades de residuos, los cuales a su vez pueden necesitarse para su uso como alimento de animales o combustibles (Pla 1990a).
Considerando que en Venezuela que el principal problema de degradación de suelos es la erosión causada por el agua y el viento, la cobertura con residuos de cosecha debe ser una práctica obligada tanto en zonas secas (Ej. Semi-árido de Lara y Falcón), sub-húmedas (Llanos orientales, Trujillo y Sur del Lago de Maracaibo) y húmedas (Llanos Occidentales). Sin embargo se deben diferenciar los sistemas de labranza a aplicar en cada condición: En la primeras, estos deben ir dirigidos a reducir también las pérdidas de agua por evaporación, retener “in situ” toda el agua de lluvia, con sistemas de labranza que mantengan o mejoren la infiltración, reduzcan la escorrentía, aumenten la capacidad de almacenamiento de agua del suelo, y disminuyan las pérdidas por drenaje y evaporación.
En las zonas húmedas y sub-húmedas con lluvias abundantes o excesivas, los sistemas de labranza deben proveer micro-relieve, drenajes, y desagües adecuados para evitar anegamientos y eliminar excesos de agua, y controlar escorrentía en tierras con pendiente, pero permitiendo al mismo tiempo suficiente infiltración y almacenamiento de agua en el suelo para cubrir los requerimientos de los cultivos en períodos de sequía.
3.1.2 Cultivos
Las exigencias agrocológicas y la tolerancia de los cultivos a problemas de suelo pueden ser modificadas a través de la labranza. Así se tiene que, en zonas húmedas con mal drenaje, tales como al sur de los llanos occidentales venezolanos, donde los cultivos que se adaptan a esas condiciones son el arroz y algunas especies de pastos. Cuando se quiere cultivar maíz en esas condiciones, que no tolera mal drenaje, hay que sembrarlo en bancales que son camellones altos y anchos, construidos con ciertos implementos agrícola.
También la caña de azúcar, establecida en suelos inundables, como al sur de Guanare, debe sembrase sobre el camellón o aporcarse según el tiempo de proximidad de inicio del periodo lluvioso.
3.1.3 Suelo
Las exigencias agroecológicas de un cultivo deben ser satisfechas por las condiciones de suelo, clima y manejo para optimizar su potencial de rendimiento. Si el suelo tiene limitaciones, solo a través de la labranza, el uso de enmiendas y/o fertilizantes, manejo del clima, riego, aplicación de prácticas agrícolas especiales (implantación de cortinas rompe vientos, siembras en contorno o en curvas de nivel, entre otras) pueden ser controladas.
Los problemas edáficos más comunes para la producción de cultivos, que se detallan más adelante en el capítulo sobre el suelo, y que se pueden identificar en campo y corregir con la labranza y otras prácticas, son: 1) Poca expresividad o espesor del horizonte “A”, también conocida como capa vegetal. 2) Erosión. 3) Baja estabilidad estructural, compactación y sellado superficial asociados a altas concentraciones de limo y/o de arcillas dispersivas. 4) Acidez o alcalinidad. 5) Mal drenaje interno y/o superficial, de ocurrencia en zonas húmedas principalmente. 6) Salinidad, que se presenta en zonas áridas, semi áridas y en general en áreas con mal drenaje. 7) Textura gruesa o alta pedregosidad. 8) Posición del suelo en la parte más baja del paisaje (bajío, estero), asociadas a suelos con texturas finas, mal drenaje y salinidad. 9) Cambios texturales drásticos en el perfil del suelo cerca de la superficie, que genera problemas de mal drenaje o baja retención de humedad del mismo. 10) Agregados o terrones del suelo muy grandes y muy duros que limitan la preparación del suelo para la siembra y la retención de humedad. 11) Fuerte agrietamiento del suelo superficial asociado a altas concentraciones de arcillas expansibles del tipo 2:1 que rompe las raíces de los cultivos permanentes y semi permanentes durante el periodo seco. 12) Riesgo de inundación prolongada y, 13) Alta concentración de concreciones de hierro o manganeso en o cerca del suelo superficial que provoca toxicidad en muchos cultivos. 14) Suelo de alta pendiente.
Para controlar estas limitaciones, la primera recomendación es utilizar como punta de lanza especies y/o variedades de cultivos tolerantes a cualquier de estos problemas. Los sistemas de labranza a emplear ante estas situaciones son:
- Para compactación, baja estabilidad estructural, poca expresividad del horizonte “A”, texturas gruesas a muy gruesas, escasa profundidad del suelo y altas concentraciones de limo, se debe utilizar labranza conservacionista que incluye cobertura. En caso de utilizar riego, emplear los de alta frecuencia de humedecimiento del suelo (goteo, aspersión, chorrito)
- Evitar o reducir el sellado superficial del suelo mediante protección (cobertura de residuos, vegetación, etc.), estabilización o roturación adecuadas del suelo superficial en etapas críticas del clima y desarrollo del cultivo.
- Para mal drenaje superficial, comenzar con una nivelación adecuada del terreno; elaborar obras de drenaje como el tipo espinazo de pescado, producir una rugosidad superficial (roturación en terrones grandes) y estructuras (camellones en contorno con o sin represamientos, terrazas de absorción, etc.) que retengan temporalmente el exceso de agua para facilitar su infiltración.
- Para mal drenaje interno, la construcción de obras de drenaje generalmente son obras de alta ingeniería y resultan antieconómicas. Ante esa situación de inviabilidad económica, existe la alternativa de excavar zanjas profundas en la periferia de los tablones para abatir el nivel freático, construir sistemas de bancales o mini bancales.
- La susceptibilidad a la erosión eólica requerirá de sistemas de labranza que mantengan una alta rugosidad superficial con residuos de cultivo, estructuras (camellones perpendiculares) a la dirección predominante del viento) y formación de agregados superficial con mezclas de suelo sub-superficial más arcilloso con suelo superficial arenoso.
- La profundidad efectiva del suelo es determinada por la presencia de materiales (roca, grava, arena caliche, etc.), presencia y formación de horizontes o capas compactas y endurecidas cerca de la superficie del suelo, profundidad de la capa vegetal, u horizontes (ácidos, salinos, sódicos, etc) los cuales limitan física o químicamente el desarrollo radical con diferentes efectos de acuerdo al cultivo o variedad, y reducen la posibilidad de mezclarlos con el suelo superficial a través de operaciones de labranza.
También reducen la capacidad de infiltración del agua de lluvia, y los hace susceptible a la erosión, afectando generalmente en forma negativa los rendimientos de muchos cultivos. Los sistemas y prácticas de labranza deben buscar evitar la formación de dichas capas por efecto del tráfico de vehículos y maquinaria o por el uso inadecuado de ciertos implementos; o romper y mezclar dichos horizontes o capas cuando ya existen en condiciones naturales o fueron formados por efecto de sistemas previos de cultivo.
Con ello se busca permitir una mayor profundización de las raíces, y una mayor infiltración y conservación de agua utilizable en el perfil del suelo. En suelos de texturas arenosas y limosas la simple roturación de dichas capas no produce beneficios prolongados, ya que por la baja estabilidad de su estructura, los efectos de las roturaciones suelen desaparecer rápidamente (Pla, 1989, 1990). En el caso de limitaciones químicas, estas se pueden corregir aplicando enmiendas solubles para corregir problemas de acidez o sodio en el subsuelo con sales como el sulfato de calcio.
- La presencia de sales o sodio en la capa arable del suelo en cantidades por encima de límites críticos, los cuales varían según cultivos, suelos y clima, determinaran la selección de sistemas de labranza que permitan utilizar y recuperar estos suelos, facilitando la infiltración y precolación profunda de agua para el lavado de las sales. Algunos suelos sódicos pueden mejorarse directamente con sistemas de labranza que mezclen horizontes subsuperficiales con sales precipitadas de Ca (yeso, carbonatos), con horizontes sódicos más superficiales.
- No aplicar en forma continuada un sistema o método de labranza en el mismo suelo. Ej. El uso continuado de la sembradora directa en maíz y sorgo en el estado Guárico, provocó el crecimiento desmedido de la población de ratas, constituyéndose en una plaga severa para los cultivos difícil de controlar, ya que al no disturbar totalmente el suelo, como lo venían haciendo cuando utilizaban el sistema de labranza tradicional o convencional, esas ratas se refugiaron en las grietas a manera de huecos en el sub suelo, que se forman en los tipos de suelo llamados vertisoles que existen en esa zona y otras del país, impidiendo que sus depredadores naturales (gavilanes, lechuzas y serpientes, entre otros) no pudieran controlarlos de manera eficiente.
- Para cada condición existe un sistema o método de labranza apropiado. Ej. El Sistema de Labranza Conservacionista resultaría más apropiado en condiciones de suelos con poca vegetación, susceptible a la erosión, con textura gruesa y/o altas pendientes; mientras que el Sistema Convencional sería más conveniente aplicarlo en suelos susceptibles a compactarse (Ej suelos de texturas finas y media con más de 25% de limo y/o presencia en cantidades importante de arcillas dispersivas, como la illita y pirofilita), suelos con mal drenaje y en aquellos suelos con capas duras sub-superficiales.
- ü Antes de utilizar arado, se debe evaluar la profundidad de la capa vegetal. En Venezuela, esta suele tener20 cmde profundidad y eventualmente30 cm, por lo que los cortes o movimientos de tierra deberían ser muy cuidadosos o no hacerlos. Ej. Hay muchas experiencias desastrosas en ese sentido, es decir, al realizar cortes de suelo profundos, han eliminado la capa vegetal, que le costó millones de años a la naturaleza para formarla, acabado con la “vida” de ese suelo, al volverse improductivo, ya que su recuperación es muy costosa y no es sostenible. Ej. Los trabajos de nivelación realizados en los primeros grandes sistemas de riego construido en los años 40, 50 y 60 en Venezuela, fueron realizado por ingenieros civiles principalmente, y en varios casos se eliminó o redujo considerablemente a la capa vegetal, con lo que esas áreas aún siguen siendo improductivas.
3.1.4 Pendiente
La pendiente (grado y características) pueden hacer variar las prácticas y sistemas de labranza adecuadas para un determinado suelo. Generalmente, a mayores pendientes se limitan más las alternativas de sistemas de labranza a escoger. Un objetivo primordial en la selección del o de los sistemas de labranza en tierras de alta pendiente debe ser el control de la erosión hídrica y de las pérdidas de agua por escorrentía. El grado de pendiente, junto con las características de suelo y clima, determinan cuáles son los procesos predominantes de erosión hídrica (escurrimiento superficial de agua y arrastre de partículas en suspensión, o deslizamientos y movimientos en masa) en cada caso, y ello dependerá el tipo de prácticas de labranza (cobertura con residuos, cultivos en contorno, camellones en curvas de nivel, cultivo en fajas, terrazas, etc.) más adecuado para el control (Pla 1990).
3.1.5 Requerimientos energéticos
Según la FAO (1992) en los países en desarrollo, la principal fuente energética para la aplicación de labranza es la de animales de tiro (52%), tal como en los valles intermedio y altos de los Andes venezolanos, 26% por trabajo manual (propio de áreas pequeñas y suelos de alta pendiente (Ej. Los conucos venezolanos y áreas cultivadas de caña panelera) y 26% por tractores (Cuadro 1). Aunque en Venezuela esos porcentajes pudieran ser diferentes, donde el uso de tractores por unidad de superficie ocupa el primer lugar.
De acuerdo a FAO (1992) en la labranza el suelo es manipulado por un implemento directamente arrastrado o presionado por el hombre, por animales, o por maquinas. Los agricultores de subsistencia generalmente utilizan métodos manuales de preparación de suelos y control de malas hierbas, con uso intensivo de mano de obra (insumo principal), y sistema muy sencillos de labranza. Además, el alto costo, y los cultivos intercalados, hacen que el uso de herbicidas y fertilizantes no sea una práctica común. Todo esto limita mucho el área de posible cultivo y los niveles de producción de alimentos.
Del método manual se pasa al uso de implementos sencillos de labranza arrastrada por animales, y de ahí al conjunto y variedad de implementos movidos por tractores. En esta última situación, los sistemas van desde la llamada labranza conservacionista, con poca manipulación del suelo, hasta sistemas más intensivos, con gran número y variedad de operaciones de labranza y uso de insumos.
El uso de animales como fuerza de tracción reduce el requerimiento de trabajo manual de pequeños agricultores. Esto permite cultivos en mayores extensiones y con mayor rapidez. La labranza se reduce generalmente al uso de un arado de vertedera para las diferentes operaciones de preparación de suelos, aradura, control de malas hierbas, etc. Se presentan dificultades en regiones semiáridas sin riego, para la penetración del implemento en suelos secos y duros, impidiendo muchas veces culminar las labores de preparación de tierras y siembra suficientemente temprano.
Cuadro 1. Fuente de energía empleada en los países en desarrollo para la aplicación de labranza.
* Excluida China
FUENTE: FAO, 1992.
Esto podría resolverse en parte con la preparación de tierras al final de la estación de lluvias, con suelo más húmedo y suave, y con más tiempo disponible para dichas labores. Otros problemas derivados del uso de animales como fuerza de tracción se derivan de los costos de manutención, y de los requerimientos de alimentos y agua, así como del uso de parte de las tierras para producir sus alimentos, o del uso de los residuos de cosecha para ello.
Estos pequeños agricultores, sin posibilidad de poseer un tractor, a veces contratan las operaciones de labranza con servicios privados, los cuales usan generalmente discos para labores, aunque no sea lo más conveniente. Generalmente no hay servicios a los que se le puedan contratar las prácticas de siembra directa o labranza cero.
El uso de tractores permite preparar y cultivar superficies más extensas en un tiempo cuando las condiciones son las más favorables, y con el mínimo de requerimiento de trabajo manual. Con ello permite también un uso más continuo del suelo, lo cual puede influir en la aceleración de los procesos de denigración, si el sistema de labranza seleccionado, o las prácticas e implementos utilizados no son los indicados.
En algunos casos hay limitaciones en las posibilidades de selección de los implementos. En otros, la dependencia energética de costos combustibles líquidos, y la dificultad de encontrar y alto costo de los repuestos, pueden ser los factores que limiten la mecanización de las labores de cultivo, especialmente si la extensión de la tierra cultivada y el sistema de explotación agrícola utilizado no hacen económicamente factible dicha mecanización. Finalmente, existen ciertas situaciones en que las condiciones topográficas, de drenaje, y climáticas son las que no permiten mecanizar la labranza.
3.2 Factores socio-económicos que influyen en la selección del sistema de labranza
Capacidad económica del agricultor: los de bajos ingresos, requieren que las prácticas a aplicar les brinden buenos beneficios económicos a corto plazo con bajos riesgos.
Elementos socio culturales
- El proceso de extensionismo no puede darse en forma parcializada hacia un área del conocimiento, sino que debe enmarcarse dentro de una compleja realidad en la cual toda se entrelaza, pues en la mayoría de situaciones se deben superar, en primera instancia, carencias infraestructurales (salud, educación, vialidad, comercialización, etc) para avanzar posteriormente en el campo tecnológico, de lo contrario, ese enfoque puede conducir al fracaso el trabajo del extensionista; de esas experiencias negativas estamos hartos en este país.
- Por eso siempre se debe estudiar la historia agraria de la comunidad y sus actores. Los proyectos deben obedecer a necesidades sentidas o diagnosticadas de manera participativa (extensionista-agricultores) por los propios actores o comunidad. Jamás se deben diseñar proyectos en la oficina y luego ir a sembrarlos en las comunidades.? La capacitación o formación es el hilo conductor del proyecto, no es un mero requisito, o ponerlos a hacer algo mientras ingresan los fondos de la siguiente etapa. Se debe conocer también el grado de arraigo a la tierra que tiene el productor, lo cual son todas aquellas ideas, emociones o acciones que nos atan, nos unen o nos atraen para permanecer en una comunidad pueblo, lugar o región, para establecer el nivel de compromisos que este tiene con su comunidad.
- En otras palabras, para lograr una buena comunicación hay que tomar en cuenta elementos tan importantes como la diversidad cultural y étnica. no solo recomendadas y estudiadas para la educación del agricultor, sino también las características específicas de cada comunidad y de cada organización. De ahí que el extensionista debe ir al campesino convirtiendo su escritorio en un surco, y el campesino debe enseñar al extensionista convirtiendo el surco en escritorio, porque como bien dijo alguien: “No es posible el enseñar sin el aprender”, porque el desconocimiento o ignorar las experiencias locales puede conducir al fracaso, como el caso de la no adaptación de los maíces mejorados en el eje panamericano del estado Trujillo, donde la mayor rentabilidad los da o los daba una variedad local de maíz.
- Finalmente, todo educador o extensionista no puede tener éxito en su trabajo si no toma en cuenta las características específicas de la población con que trabaja, donde su estudio y reflexión estarán acompañados por las sugerencias, las preguntas y hasta las exclamaciones de los campesinos, y, no solo como un acto de cortesía o en busca de la efectividad, sino como un acto sincero, honesto dándole el valor merecido a las sugerencias y a las críticas.
4. Objetivos de la labranza:
Según FAO (1992) los principales objetivos de la labranza son los siguientes: (a) control de malezas, (b) preparación de la cama de siembra y (c) acondicionamiento de las propiedades
4.1 Control de malezas o mejor aún, el manejo integrado de las arvenses.
El propósito tradicional consiste en eliminar especies que compiten con el cultivo por el agua, luz y nutrientes. El control puede ser mecánico (con arados, rastras, cultivadores; rastras rotativas, escardillas, etc.) o químico, previo al cultivo o post-cultivo.
Sin embargo cundo se aplica el enfoque agroecológico, las mal llamadas malas hierbas o malezas se denominan con su nombre correcto, el cual es Arvenses (Del lat. arva, campo cultivado) cuando crecen en áreas cultivadas y sus alrededores.
Las arvenses se consideran como plantas que interfieren de una u otra forma con las actividades del hombre, sin embargo biológicamente éstas tienen un valor incalculable por constituirse en el eslabón fundamental de todo ecosistema.
Hay cultivos, como el de la palma aceitera, que siembran ex profeso ciertas arvenses, para utilizarlas como atrayentes naturales de insectos que controlan a ciertas plagas que dañan a esta especie.
No todas las arvenses interfieren de la misma forma el desarrollo del cultivo.
El concepto actual no es erradicar las arvenses, si no de tratar de disminuir la población hasta un punto donde permita que el cultivo rinda económicamente.
El estudio de las arvenses está avanzando actualmente hacia una era de cambio, la cual ha sido estimulada por una serie de presiones económicas, ambientales y sociales
Para aprovechar los beneficios que aportan las arvenses a los cultivos y evitar los efectos negativos, es necesario conocer la vegetación acompañante de los cultivos, y determinar las diversas relaciones que se establecen entre sí, así como aquellas con otros organismos que habitan en el agroecosistema.
El uso contemporáneo del término agroecología data de los años 70, pero la ciencia y la práctica de la agroecología son tan antiguas como los orígenes de la agricultura.
El concepto de Agricultura Sustentable ha dado lugar a mucha discusión y ha promovido la necesidad de realizar propuestas sobre una agricultura ambientalmente sana, socialmente justa, económicamente viable, que haga uso de tecnologías socialmente apropiadas y que este enmarcada dentro de los nuevos marcos políticos – jurídicos.
Experiencias realizadas demuestran que el control de malezas efectuando con arado de cincel durante el laboreo primario, permite llegar al momento de la siembra, con 2% más de agua almacenada en el suelo. En el cultivo de algodón, comparado el control químico con el mecánico en post-emergencia, se comprobó que el primer sistema provocó una disminución del 12% de agua almacenada en el perfil y un 30 % de disminución del rendimiento (FAO, 1992).
En suelos degradados, si bien el control de malezas puede ser químico, se recomienda que se acompañe de prácticas mecánicas en post-emergencia.
4.2 Preparación de la cama de siembra
Según FAO (1992) el propósito de la labranza consiste en lograr que las semillas germinen y las plántulas, tengan condiciones sastifactorias para desarrollar su sistema
En el pasado, la preparación de la cama de siembra se consideraba el conjunto de operaciones posteriores a la primera labranza, pero en la actualidad involucra al tratamiento del rastrojo del cultivo anterior.
Una buena cama de siembra debe poseer las siguientes características:
- Permitir la infiltración del agua de lluvia y retención de agua útil:
- Adecuada aireación;
- Baja resistencia a la penetración de raíces;
- Resistencia a la erosión; y mantener residuos en superficie.
4.3 Acondicionamiento de las propiedades físicas
De acuerdo a la FAO (1992) este objetivo tiene el propósito de favorecer el cumplimiento de procesos físicos-químicos y biológicos, que permitan incrementar el contenido de materia orgánica, mejorando la aireación, infiltración, exploración radicular y resistencia a la erosión.
Como objetivos secundarios de la labranza se puede mencionar su incidencia en el control de insectos y enfermedades, que en determinados cultivos reviste fundamental importancia.
Ej. El pase de rastra inmediatamente después de la cosecha de la caña de azúcar, con unos dos puntos de abertura de los discos para provocar el afloramiento de los huevos de candelilla enterrados y así propiciar su desecamiento por acción de los rayos del sol.
En cuanto al momento oportuno para la labranza según Papadakis (1980), citado por FAO (1992): “Debe variar al infinito para lograr sus objetivos y evitarnos inconvenientes, no pudiéndose tener un plan fijo aún en el corto plazo”.
5. Clasificación de los Sistemas de Labranza
Considerando la gran confusión que existe entre especialistas o expertos sobre conceptos en cuanto a términos y definiciones sobre clasificación de Sistemas de Labranza, la FAO (1992) decidió clasificarlos, con base al estado del conocimiento” de las prácticas de labranza de mayor difusión en América Latina, en los siguientes sistemas:
- Sistema de labranza convencional
- Sistema de labranza de conservación
- Sistema de no-labranza o siembra directa;
- Otros sistemas de labranza: de camellón, para arroz bajo riego, para recuperar suelos salinos.
Dentro de un mismo sistema de labranza puede haber variaciones de acuerdo al tipo de implementos que se usen. Por ejemplo puede haber labranza convencional con arado de vertedera, de discos o de cincel. La labranza de conservación puede consistir en el paso ligero de un arado de discos y una sembradora. La labranza cero puede consistir en la apertura de una ranura para colocar la semilla, etc (FAO, 1992).
El empleo combinado de cualquiera de los sistemas de labranza arriba mencionados puede ser una herramienta poderosa para reducir la compactación del suelo, mejorar la infiltración de humedad, prevenir la formación del sellado del suelo superficial, mejorar el drenaje y corregir regímenes de humedad y temperatura desfavorable. En contraste hay, indicaciones que el uso de un mismo método de labranza año tras año puede dañar la estructura del suelo y que una rotación de implementos es deseable en años sucesivos.
Por ejemplo: una rotación de labranza convencional con arado de vertedera, seguido de labranza cero y siembra directa, luego una aradura ligera de discos y finalmente un arado de cincel puede cumplir diferentes objetivos: tendencias a la conservación de los recursos del suelo, agua y energía, con vistas a una producción sostenible de alimentos (FAO, 1992).
5.1 Sistema de Labranza Convencional
Contempla la roturación de toda la superficie a sembrar y por ello emplea un conjunto de implementos específicos que la hace más costosa.
Este sistema consta de dos tipos de labores:
Primarias: aquellas destinadas a abrir por primera vez al suelo, después de la cosecha o en la habilitación de nuevas tierras para la producción agrícola, y emplea implementos como el arado (Figuras 1 y 2), subsolador (Figura 3) y bigrome (Figura 4).
El arado debe utilizarse con cuidado porque la capa vegetal en Venezuela suele tener poco espesor (20 a 30 cm), y este implemenro podría aflorar capas indeseables del subsuelo, tales como sales, piedras, suelo de baja fertilidad que podría inclusive aridizar. También el bigrome y la rastra producen un piso duro, denominado hard pan en inglés, a la profundidad de laboreo (20 cm en suelos de texturas medias y finas), que limita la penetración de raíces y del agua.
Secundarias: incluye a todas las labores finales para el refinamiento y preparación de la cama para la siembra. Emplea implementos como la rastra (Figura 5), niveladora (Figura 6), surcadora (Figura 7) y otros aditamentos para ejecutar labores como, construcción de drenajes y acondicionamiento de camellones. La niveladora debe utilizarse en casos extrictamentes necesarios, como por ejemplo, para riego por gravedad, por la escasa profundidad de la capa vegetal en los suelos venezolanos, ya mencionado.
Figura 3. Dos tipos de subsoladores.
Figura 6. Niveladora.
Figura 7. Surcador (Charruga).
5.1.1 Preparación de terrenos para la siembra de caña de azúcar
En el cultivo de la caña de azúcar, la secuencia de labores primarias y secundarias dentro del sistema de labranza convencional más utilizado en Venezuela, son:
1. Bigrome-Subsolador (*)- Bigrome-Rastra-Nivelación-Surcado.
2. Bigrome-Nivelación-Subsolador(*)-Bigrome-Rastra-Surcado.
5.1.2 Cosecha mecanizada de la caña de azúcar
En Venezuela la caña se cosecha en forma manual o mecanizada, precedida de su quema (Figura 8), con la finalidad de eliminar ciertas alimañas (sepientes, escorpiones arañas, entre otras) que pudieran afectar a las personas que participan en la zafra, práctica esta que es criticada y atacada por los ambientalistas y por algunos políticos, por los problemas de contaminación y salud , y las cenizas que ensucian los inmuebles y ropas, por lo que se ha prohíbido la quema de la caña de azúcar para la zafra en muchos países como Colombia, Estados Unidos y Cuba.
En ese sentido, en Azucarera Guanare (hoy llamada Batalla de Araure) desde la zafra 2009-2010 estuvo cosechando la caña de azúcar en verde con equipos fabricados para esos fines (Figura 9), constituyendose en la primera experiencia de este tipo en el país, porque los que tradicionalmente cosechan la caña en verde en Venezuela, son los cañicultores paneleros y los azucareros de los Centrales Táchira y Cumanacoa, pero lo realizan en forma manual.
Figura 8. Quema de la caña de azúcar para la zafra.
Figura 9. Cosecha mecanizada de la caña de azúcar en verde.
5.2 Sistema de labranza de conservación o conservacionista
Esta tiene como propósito fundamental, además de incrementar rendimientos y disminuir los riesgos de producción:
- Reducir el número de pases de maquinaria
- Aumentar proporción de lluvia captada
- Prevención de la erosión
- Mantener niveles adecuados de materia orgánica
- Mejorar la aireación del suelo,
- Disminuir la compactación,
- Optimizar los regímenes de temperatura y humedad del suelo
- Mejorar el desarrollo del sistema radical
- Controlar o revertir procesos de degradación
- Retener en la superficie, después de la siembra, al menos 30% de residuos de los cultivos (Figura 43) para reducir la erosión hídrica e incrementar la infiltración del agua.
5.2.1 Métodos de labranza de conservación según FAO (1992)
5.2.1.1 Equipos de no labranza: Requiere una sembradora con capacidad para incorporar residuos, colocar la semilla a la densidad y profundidad apropiada y cubrirla con tierra asegurando que haya un buen contacto entre el suelo y aquella.
5.2.1.2 Labranza reducida: Se fundamenta en reducir en lo posible el número de pases de maquinarias sobre el terreno, para disminuir el grado de compactación, empleando implementos agrícolas tradicionales Al considerar este método como una forma de labranza de conservación, tendrá que conservar los residuos superficiales para que cubra 30%, como mínimo. El arado de cincel podría ser usado sobre todo si no ha sido usado primero la rastra de disco para cortar e incorporar los residuos.
5.2.1.3 Labranza en fajas o localizadas: En esta categoría se considera labranza de camellón, labranza de conservación con subsolador, y otras herramientas.
La labranza de camellón es un sistema que requiere un equipo para limpiar de malezas entre los surcos durante el cultivo y formar camellones a la vez.
La labranza con subsolador (Figura 4) es también un equipo especial. El subsolador es usado en la posición donde será sembrado el surco.
5.2.2 Otros términos o definiciones utilizadas en labranza conservacionista
Labranza Mínima: se aplica cuando se utilizan implementos construidos para estos fines. Con este método se busca disturbar lo menos posible al suelo, por lo que se hace antes de la siembra un pase de rotativa para cortar la vegetación existente; luego la siembra se realiza con una sembradora de mínima labranza o siembra directa, y después se aplica un herbicida alrededor del hilo sembrado.
Labranza en protección de cobertura (Munch tillage): Consiste en la preparación en forma especial de toda la superficie de suelo antes de sembrar, con cuidado de mantener una porción de residuos y también de minimizar la finura y firmeza de la superficie del suelo. Este sistema es considerado como labranza de conservación si mantiene un mínimo de 30 % de la superficie con cobertura después de la siembra.
Según la Universidad Central de Venezuela (2012) en el sistema de labranza conservacionista se identifican tres métodos: mínima, reducida y labranza cero o siembra directa
Labranza mínima se refiere cuando se utilizan los implementos diseñados para tales fines, como el implemento llamado multilabor, muy empleado en caña de azúcar en Venezuela (Zérega, 2010).
Cuando se requiere una renovación rápida y económica de las plantaciones de caña se recurre al sistema de labranza conservacionista denominado "Labranza reducida (LBR)", método que se aplica con los implementos tradicionales de mecanización; apropiado para los casos que no requieren nivelación y donde es posible efectuar la preparación del suelo con un número reducido de labores que proporcionen la cama de siembra necesaria para el desarrollo de la semilla. Dentro de estas labores se contemplan la destrucción de cepas, destrucción de terrones grandes y el surcado. En ocasiones se hace la siembra sobre el entre surco de la plantación anterior preparando este espacio con implementos de labranza vertical. Esta práctica redunda en una reducción de costos de producción y en una alteración menor del suelo (CENICAÑA, 2015).
Los aperos de siembra directa dan la posibilidad de reducir los costos de implantación y aumentar la productividad del trabajo. La duración de la siembra se reduce a la tercera parte en comparación con los sistemas tradicionales de labranza, se reduce el número de pasadas y con un solo tractor se puede sembrar toda la explotación, reduciendo con ello el consumo por hectárea (Universidad Central de Venezuela, 2012).
Los sistemas de labranza mínima y de labranza cero son muy similares ya que la tierra no se labra o se labra muy poco antes de la siembra; se dice que se hace una siembra directa. Este enfoque se ha extendido en los últimos años, llegando por ejemplo a ocho millones de hectáreas en Brasil e introduciendo importantes cambios tecnológicos en Asia (Universidad Central de Venezuela, 2012).
Estos métodos de labranza conservacionista se deben aplicar con precaución, porque hay casos donde estas prácticas pueden propiciar la reproducción desmedida de plagas como la candelilla (Aeneolamia varia) al refugiarse entre los terrones sobre todo si no se pasa la llamada rastra sanitaria para exponer al sol los huevos de este insecto. También las ratas, que se pueden alojar en las grietas subsubperficiales de los suelos vertisoles, comunes en Portuguesa, Barinas Cojedes, Guárico y Valle de Carora, protegiéndose así de sus enemigos naturales: serpientes, gavilanes y lechuzas.
5.2.3 Algunas experiencias sobre aplicación del sistema de labranza conservacionista en el cultivo de la caña de azúcar en Venezuela
A continuación se presentan tres modalidades o métodos utilizados en el país
1. Vertedera-Herbicida (glyfosato)-Surcado
2. Subsolado fondo del surco-Siembra-Tapado con charruga- Herbicida (glyfosato)-Aporcado (para suelos con mal drenaje y problemas de la plaga candelilla (Aeneolamia sp.).
3. Vertedera-Bigrome-Surcado-Siembra sobre camellones (para suelos con problemas de drenaje y candelilla).
(*): El subsolador más efectivo es el tipo “Delta”, pero requiere ser tirado por tractor de orugas. Esta labor o implemento puede ser sustituido por el arado de vertedera cuando no exista peligro de aflorar capas indeseables del subsuelo.
En L. Conservacionista se puede eliminar el pase de subsolador, pero se puede evaluar su necesidad cuando la cosecha se realice en forma mecanizada o por tránsito de vehículos y de maquinarias sobre el terreno en condiciones de relativa alta humedad. Pudiendo consistir el laboreo en este ciclo de cultivo, en remodelar surco o aporcar solamente.
Se ha comprobado que el efecto del subsolador sobre el suelo generalmente es efímero o pasajero, es decir después de haber pasado sobre el mismo este implemento y luego de más de 2 riegos o lluvias, desaparece su efecto disturbador del suelo, particularmente en aquellos muy limosos (más de 25% de limo) y/o con alta presencia de arcillas dispersivas como la illita y la pirofilita.
Zérega et al. (1998 y 1999) evaluaron durante cinco años el efecto de la labranza reducida versus la labranza convencional en caña de azúcar en El Taque, estado Lara. Esa investigación se condujo y tuvo como objetivo evaluar la influencia de dos métodos de labranza, convencional (LC) y reducida (LR). También se estudió el efecto residual de la cachaza, comparado con el de los fertilizantes tradicionales a base de N, P y K, nutricional y físico sobre el suelo y el cultivo de la caña de azúcar, variedad B75-403.
Cinco años después de iniciado el experimento, disminuyeron los valores de fósforo en el suelo en todos los tratamientos, sin diferencias estadísticas entre ellos. Los valores de potasio en el suelo aumentaron entre 8 y 204 % con ambos métodos de labranza. La conductividad eléctrica del suelo se elevó hasta en un 62%, siendo mayores los valores registrados en LC, los cuales sobrepasaron el nivel crítico de CE establecido para este cultivo en la zona (1,43 dS/m). Las concentraciones de materia orgánica se incrementaron hasta en un 26% con LR, pero disminuyeron en casi todos los sub-tratamientos con LC. La densidad aparente disminuyó ligeramente de20 a40 cmcon LR; mientras que con LC esta aumentó sustancialmente hasta en un 18%. La porosidad total disminuyó en ambos tratamientos de labranza. En general, no hubo mejoras importantes o sustanciales en las concentraciones de los nutrimentos ni en las propiedades físicas del suelo evaluadas.
La composición nutricional foliar varió, principalmente en cuanto a contenidos de N, P y K influido por las aplicaciones de fertilizantes químicos portadores de esos nutrimentos. Los contenidos de hierro, manganeso y zinc fueron afectados por los tratamientos de labranza.
Con LR se incrementó el número de raíces del cultivo entre 19 y 122%, excepto en el testigo absoluto, lo que explica porque con ese tratamiento de labranza se obtuvieron los mayores TCH. También se observó que el número de raíces disminuyó con la profundidad del suelo, pero éstas se encontraron a mayor profundidad donde no se adicionaron fertilizantes químicos, porque esto obligó a la planta a explorar un mayor volumen de suelo en procura de nutrimentos.
Con labranza reducida los valores de TCH y TPH fueron superiores a LC entre un 51% y un 81%, en los cinco años que duró el experimento, con diferencias estadísticas de 1% o 5%. No obstante, con el primer método de laboreo mencionado se registraron menores (ligeramente) valores de Pol % en caña, en la mayoría de los sub-tratamientos evaluados.
También Zérega et al. (2007) evaluaron durante dos años en dos localidades cañeras de las más importantes del país: áreas de influencia de las centrales azucareras Río Turbio y Portuguesa, en los estados venezolanos Yaracuy y Portuguesa, el efecto de la labranza convencional versus la labranza conservacionista y tres frecuencias de riego, según tres coeficientes evaporimétricos (kc) preseleccionados (0,35, 0,65 y 0,95) sobre el suelo y dos variedades de caña de azúcar con comportamientos opuestos al estrés hídrico: “Ragnar” como variedad susceptible a la sequía (SS) y CR74250 como variedad resistente (RS) a la misma en el área de Río Turbio, mientras que en Portuguesa se sembraron los cultivares PR692176 (RS) y RB855546 (SS).
Los mejores coeficientes evaporimétricos fueron 0,65 y 0,35 para las variedades resistentes a sequía. Para las variedades susceptibles a sequía, los mejores kc fueron 0,65 y 0,95. En las dos localidades, los más altos TCH se registraron con la mayor frecuencia de riego en cada caso (kc = 0,95), con LR en San Nicolás (localidad con unos 3 meses húmedos) y LC en Junteque (zona con unos 7 meses húmedos), independientemente de la variedad de caña. Los más altos valores de Pol % en caña se obtuvieron con la frecuencia de riego intermedia, con LR para las dos variedades resistentes a sequía utilizadas y, LC para las dos susceptible.
En Venezuela desde los años 90 se viene utilizando un implemento que realiza varias labores simultaneamente: subsola, aporca, abona y cultiva (Figura 10), denominado equipo de multilabores, por lo que se considera un implemento de labranza conservacionista.
Figura 10. Equipo de multilabores: abonadora - cultivadora - aporcadora- subsolador.
7.5.3 Diferencias entre la Labranza Convencional y la Labranza Conservacionista
6. Comentarios generales sobre tecnología integral para cañas nuevas
Ante todo hay que dividir los campos en pequeñas secciones de terreno llamadas tablón en Venezuela, el cual es una uunidad de terreno que mide generalmente hasta5 hectáreas, pudiendo tener una superficie mayor. Esta forma de dividir el terreno en las fincas de caña de azúcar es para facilitar el riego por gravedad, realizar la cosecha, y otras labores, determinado por la pendiente, textura del suelo y diferenciación de las diferentes variedades de caña sembradas en la finca, principalmente.
Elcultivo de cañas nuevas se realiza con implementos de brazos como el sub-solador, discos como el big-rome y la rastra, muy rara vez se utiliza el arado de vertedera propio para suelos pesados, pero peligroso porque puede aflorar a la superficie capas indeseables del sub-suelo, tales como sales, piedras o capas muy pobres en nutrientes. También se utiliza la niveladora, para cañas bajo riego por gravedad, sobre todos en áreas nuevas que se incorporan a la siembra de este cultivo y suelos que se han desnivelado por el mismo cultivo de caña, provocado por los vehículos utilizados para la cosecha (camiones, cargadoras o jaibas, entre otros) producen hundimientos en el terreno.
El surcado del suelo se realiza con implementos llamados charrugas, las cuales para el cultivo de caña son los de mayor dimensión, pues se requiere construir surcos de unos30 cma40 cmde profundidad y camellones de unos90 cmde ancho, dependiendo de la textura del suelo y las condiciones del drenaje superficial.
La práctica del aporque, que consiste en acumular o agregar tierra al pie de la planta de caña, realizado con implementos llamados aporcadoras, lo cual permite cubrir o tapar las raíces del cultivo para aumentar la absorción de nutrientes y agua, detener el macollamiento, favorecer la emisión de nuevas raíces, ayudar el riego y el drenaje. Esta es una práctica obligada en las zonas que registran problemas de mal drenaje, tales como el estado Portuguesa y Cojedes, la cual se realiza antes del inicio del periodo lluvioso y cuando las cañas hayan alcanzado una altura mínima de un metro. También el aporque es una práctica obligada en cañas a cosechar mecánicamente, para lograr el corte de los tallos a ras de suelo, de lo contrario habría que repicar a machete los tallos que hayan quedados muy alto porque sino no rebrotan.
La cosecha mecanizada genera problemas de compactación, sobre todo en suelos con alto contenido de limo (> 25%) y/o presencia de arcillas dispersivas como la illita y la pirofilita, lo cual reduce el espacio poroso del suelo, creando problemas de mal drenaje superficial y baja retención de humedad del mismo. Esto último afecta severamente el crecimiento de la planta de caña de azúcar, dada sus altas exigencias en humedad y nutrientes, porque restringe el desarrollo de las raíces, a menos que se aumenten las dosis de fertilizantes y se riegue con mucha frecuencia el cultivo, pero en la práctica o en grandes extensiones, esto solo es posible aplicando métodos de riego de alta frecuencia de humedecimiento, tales como aspersión o goteo. La compactación es una de las causas de la muerte de cepas de caña.
En los pisos bajos en Venezuela, el ciclo de cosecha de la caña es de 12 meses, produciéndose su renovación cada5 a6 cortes, provocado por el declínio de los rendimientos de campo en las sucesivas cosechas, debido a la desaparición o muertes de cepas por el pisoteo de vehículos en la cosecha, compactación del suelo, la variedad cuando es mala soquera, el ataque progresivo de organismos patógenos, entre otros. Esto se pudiera obviar en cierta medida si se realizan resiembras, siendo estas más efectivas cuando se hacen con cepas y mejor si se realiza al comienzo del periodo lluvioso.
En Venezuela, la caña para la producción de azúcar es quemada para la cosecha (solamente la caña para panela es cortada en verde; aunque en la zona de Ureña en el estado Táchira la caña con fines azucarero también es cosechada en verde), la cual es una práctica que ha sido eliminada en muchos países por los problemas de salud que provoca sobre todo en los núcleos poblacionales cercanos a las áreas cañeras; también porque las cenizas que son esparcidas por el aire, crean problemas de suciedad en muchos ambientes: hogares, sitios de trabajo, ropas y comidas expuestas, entre otros, inclusive en sitios distantes del sitio de la quema.
En Colombia no se quema la caña para la zafra desde el año 2005. En ese país, después de la cosecha, los residuos que quedan en el campo, estimado en siete a diez toneladas por hectárea como mínimo, son acomodados en forma alterna entre las hileras de caña: en dos hileras sí, seguido de dos hileras sin residuo. Luego le rocían caldos de bacterias y hongos a esas hileras de residuo, para que en unos seis meses sean reducidos o eliminados por esos microorganismos.
7. Tecnología integral para cañas socas
Luego de la cosecha de las cañas que han sido quemadas para la zafra, se incineran los residuos y se aplica un riego. Al secarse el suelo se pasa un sub-solador y por lo general se fertiliza simultáneamente, para luego aplicar herbicidas.
En las cañas cosechada en verde, los residuos que quedan esparcidos en el campo, constituidos principalmente por el follaje de la caña, es una condición deseable, ya que reduce el crecimiento de las malezas y por ende los costos para su control, aminora las pérdidas de humedad del suelo por evaporación, evita la erosión porque disminuye el arrastre del suelo por el agua y el viento, incrementa la actividad microbiana, controla la temperatura del suelo, estimula el crecimiento de la población de lombrices y mejora la fertilidad y retención de agua al incorporarse estos residuos al suelo.
Se ha demostrado que la paja de caña de azúcar libera sustancias alelotrópicas que intoxica y mata a muchas malezas. Sin embargo, estos residuos pueden propiciar y agravar los ataques del insecto plaga candelilla (Aeneolamia varia), particularmente en las zonas húmedas, la cual es una de las plagas más dañina para este cultivo. Pero por otro lado, la no quema de la caña propicia el aumento de las poblaciones de controladores biológicos de plagas que pudieran ayudar a combatir a esa y otras plagas, lo cual puede ocurrir en unos cinco años.
El incremento de nutrientes se detecta en unos cinco a diez años, tiempo en que se disminuyen las aplicaciones de fertilizantes.
En las zonas de mal drenaje los residuos de la cosecha deben ser incorporados al suelo. También pudiera optarse por acomodar los residuos sobre las cepas recién cortadas para disminuir el ataque de malezas, pero previamente debería haberse fertilizado en el centro de la cepa, con un implemento que fue diseñado para tal fin.
El pase de subsolador sobre el suelo no ha sido muy efectivo en suelos de texturas gruesas, también en aquellos con alto contenidos de limo que son la mayoría de suelos cañeros actuales en Venezuela, y los que registran altas concentraciones de arcillas dispersivas como la pirofilita y la illita. En esos suelos, el efecto del subsolado desaparece después de dos a tres riegos o lluvias. Sin embargo, en aquellos compactados porque fueron cosechados en condiciones de alta humedad o cosechadora mecánica, o provocado por el excesivo pase de maquinarias se deberían sub-solar.
La aplicación de la labranza conservacionista elimina el uso del subsolado, al menos en los cultivos socas, excepto en cañas cosechadas en suelos húmedos de texturas medias (franco, franco limoso, franco arcilloso, franco arcillo-arenoso) y finas o pesadas (franco arcillo limoso, arcillo arenoso, arcillo limoso, arcilloso).
La cosecha de caña en verde, debe hacerse con cosechadoras diseñadas para tal fin, porque hacerlo a mano, tal como se realiza en cañas quemadas, constituye un gran riesgo para la salud y vida de los hombres que realizan esa tarea, los llamados “corteros”, ya que dentro de los cañamelares se esconden todo tipo de alimañas: serpientes venenosas, alacranes, arañas, ratas, entre otras.