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El posible impacto de los biocombustibles sobre la actividad económica interna

Publicado: 23 de junio de 2006
Fuente: BCR. Rosario
Es impensable que la aplicación de un programa de este tipo no produzca un impacto positivo en la actividad económica y en el empleo (para ejemplos, basta ver las experiencias de EE.UU. y Brasil). Considerando que el mercado interno de gasoil es del orden de los 12 y el de nafta de 3,6 millones de m3 anuales respectivamente, con un crecimiento previsto del 3,5 % y 2 % anual acumulativo respectivamente, el corte obligatorio al 5 % previsto a partir del cuarto año de vigencia de la ley 26093, generará un mercado anual de 632.000 toneladas de biodiesel (equivalentes a unas 650.000 tns. de aceites) y 160.000 toneladas de etanol anhidro (cifra próxima al volumen de etanol hidratado actualmente producido en Argentina, que se destina para fines no combustibles y proviene de caña de azúcar en un 90%). En el caso del etanol anhidro, su participación en el mercado interno puede aumentar alrededor de 75.000 toneladas anuales, toda vez que aprovechando los incentivos fiscales previstos en el proyecto de ley que nos trata, la producción de ésteres para biodiesel, se efectúe a partir de alcohol etílico. Paralelamente, en la medida que se consolide la oferta interna de biocombustibles, surgirán importantes oportunidades de exportación a los países centrales como las que antes referimos, no solo para el biodiesel, sino también para el etanol anhidro, sea puro o bajo la modalidad de ETBE. A largo plazo (15 años) la implementación del programa de biocombustibles, llevará a un crecimiento de la producción, hasta alcanzar un 10 % de participación en el mercado de combustibles interno. Sumando estos orígenes a la participación de biomasa en la generación de energía en el sector eléctrico y otros menos importantes, es probable para esa época, que el referido porcentaje sea también el de participación de las energías renovables no hidráulicas, sobre el total de nuestra matriz energética. Los biocombustibles y el sector agropecuario Los biocombustibles representan para el sector agropecuario argentino una excelente oportunidad de desarrollo de nuevos negocios, sustentables desde el punto de vista ambiental y agronómico. La probabilidad de extender la frontera agrícola es alta, como así también, la posibilidad de diversificar cultivos, más allá de los tradicionales (considerando que existe una gran cantidad de especies aptas para la generación de biocombustibles, como colza, ricinotartago- mamona-cartor, nabo forrajero, cynara cardunculus, jatropha curcas-pinhao manso, palma, cocotero, cartamo, etc.). Se generarán muy buenas condiciones para participar al maíz de las rotaciones agrícolas con mayor frecuencia, con el consecuente beneficio sobre los suelos, por los aportes adicionales de carbono, nivel de emisiones de CO2 y conservación del ambiente en general. Se producirán impactos adicionales sobre la economía agrícola, debido a la interacción entre la producción regional de biocombustibles y demanda de cercanía de los mismos. Ellos llevarán a contabilizar menos fletes, a favorecer la actividad ganadera por reducción en el costo de los alimentos forrajeros –a partir de la utilización de nuevos subproductos- y a potenciar economías de escala, por la creación de nuevos grupos de interés participantes en negocios colaterales, destinados a abaratar insumos o a reducir ciertos elementos del denominado «costo tranqueras afuera». Los productores tendrán la posibilidad de involucrarse como socios de los nuevos emprendimientos, asociados en cooperativas o no, o bien asociándose con compañías petroleras y/o aceiteras, para potenciar las sinergias del negocio. Alternativamente, podrán celebrar acuerdos estratégicos con los emprendimientos que se instalen, para la provisión de cereales y oleaginosas, como así también para el consumo de biocombustibles y subproductos, potenciando los beneficios de los institutos de canje agropecuario, maquila u otros instrumentos específicos. Se tornará indispensable así, formar opinión en el sector agropecuario de la importancia de involucrarse en la producción de biocombustibles, para crear un marco de referencia creíble a los futuros inversores provenientes de dicho sector, superando el dilema «tierra – industria». Inversiones y costos estimados para el biodiesel La instalación de una planta con tecnología de punta para producir biodiesel y refinar glicerol para obtener glicerina calidad farmacoea –incluyendo todos los elementos para la puesta en marcha- requiere una inversión que se puede estimar en: US$ 10 - US$ 13 millones para capacidades de 40.000, US$ 12 - US$ 16 millones para capacidades de 60.000, y US$ 16 – US$ 25 millones para capacidades de 100.000 toneladas anuales de biodiesel. Si analizáramos la estructura de costos de una planta de 100.000 toneladas anuales de biodiesel, probablemente el costo del aceite represente cerca del 80 % del costo de producción y poco más del 70 % de su precio de venta teórico en refinería de petróleo, a los efectos de realizar el corte obligatorio con diesel que demanda la ley. Tomando en cuenta un precio de aceite crudo de soja FOB Argentina en torno a los US$ 500 por tonelada –cercano al promedio de la última década- y descontando sobre el mismo, un 20 % de Derechos de Exportación y gastos varios de transacción para llegar al FAS, el costo de producción del biodiesel sería aproximadamente de US$ 490 por tonelada más IVA, cifra que se elevaría a US$ 555 por tonelada más IVA, si agregáramos los gastos de estructura y un margen razonable de utilidad. Además, para llegar al surtidor, hay que agregar un margen para la compañía petrolera que efectúa el corte de diesel con biodiesel como así también, más un margen para la distribución y comercialización, y flete. De esta forma, podemos concluir en que el precio del biodiesel está muy lejos de poder competir con el diesel en el mercado local, aunque no esté gravado con los tributos que gravan a los combustibles fósiles, según lo estableció la ley N° 26.093. Hay que destacar que actualmente y como consecuencia de los altos Derechos de Exportación que gravan la exportación de petróleo crudo, el precio de éste en el mercado local es muchísimo menor al precio internacional, registrándose valores de entre US$ 33 a US$ 38 por barril, cifra que explica los bajos precios en términos internacionales de los combustibles fósiles en el mercado local y, por ende, la brecha con el precio teórico de los biocombustibles. En cambio, el precio del biodiesel es competitivo cuando se lo compara con el precio del gasoil importado y en este caso, Argentina tendrá un déficit estructural en la oferta de gasoil, hecho que hay que resaltar. A pesar de ello, muy probablemente se forme la oferta interna requerida, debido al impacto positivo que genera el corte obligatorio de nafta y gasoil con un 5 % de bioetanol y biodiesel respectivamente, establecido por Ley N° 26.093, con vigencia a partir del 1 de Enero de 2010. El gran desafío local será –además de formar esta oferta a escala- superar las barreras tecnológicas que hoy presenta la incipiente industria local de maquinarias y equipos – salvo honrosas excepciones-, en especial vinculado a los temas de calidad de los productos obtenidos, seguridad y cumplimiento de normas ambientales. Por otra parte, en los mercados internacionales, los altos precios del petróleo y los compromisos asumidos por los países centrales en el marco del Tratado de Kyoto, con relación a la reducción de Gases Efecto Invernadero, están provocando un significativo aumento de la demanda de biocombustibles y concomitantemente, buenas perspectivas para el comercio internacional, con precios muy razonables. De ahí que comience a registrarse un importante auge de inversiones en Argentina para la producción de biodiesel y de bioetanol, destinada a atender esos mercados; hacia el año 2010 –sin contar la oferta destinada al mercado interno- se puede estimar que la capacidad instalada ascenderá a 2 millones y 1 millón de toneladas anuales de ambos productos respectivamente. Es muy probable que en este segmento de mercado operen todas las grandes compañías aceiteras, como así también varias compañías petroleras y distintas empresas internacionales de los rubros más diversos, vinculadas a negocios en el marco del Tratado de Kyoto.
Fuente
BCR. Rosario
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