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Rendimientos en sojas de 1º en Argentina

Causas de los bajos rendimientos en sojas de 1º en Argentina

Publicado: 17 de abril de 2009
Por: Ing. Gerardo Sugliano, AgroTerra - Manejo integrado de plagas (Capitán Sarmiento, Buenos Aires, Argentina)
Los rendimientos de los cultivos de soja de 1º en el Norte de la Provincia de Buenos Aires, sembradas en épocas normales, entendiéndose esto, para aquellos que se pudieron sembrar a fines de octubre y principios de noviembre y no para los que comenzaron a sembrarse luego del 20 de noviembre (gracias a algunas precipitaciones que empezaron a registrarse) tuvieron rindes que oscilaron entre 500 y 1.600 kilogramos por hectárea, muy por debajo de los rindes de 3.000, 3.500, 4.000 y más kilogramos por hectárea a los que estábamos acostumbrados en épocas normales. A esto debemos agregar lotes que ni si quiera se cosecharon o que se enrollaron, ya que no se justificaba su cosecha.

¿ A que se deben por lo tanto los escasos rindes obtenidos y además el rango en la variación de los mismos, en una zona que posee campos de muy buena calidad y en dónde se utiliza además una muy buena tecnología en el cultivo ?.
Las razones o factores que incidieron en estos resultados, podemos resumirlas en los siguientes puntos:
La terrible sequía sufrida a partir de marzo de 2008, determinó que se llegará a la época de siembra con muy escasas reservas de agua en el perfil, esto agravado por no haberse realizado en forma correcta barbechos químicos durante los meses que precedieron a la siembra, debido por un lado a las condiciones climáticas adversas, que no permitieron la realización del barbecho en forma oportuna, por temor a que los productos no actuáran de forma satisfactoria, debido a la falta de humedad en el suelo y con malezas en stress y por otro lado por falla en el control de las mismas, por dosis inadecuadas y/o aplicaciones en momentos de altas temperaturas con muy baja humedad ambiental. También tuvo su influencia el costo de los insumos que determinaron una disminución en la inversión en el cultivo. Todo esto hizo que las malezas que emergieron en menor cantidad que otros años, igual utilizaran la poca humedad existente en el suelo, quitándosela a la soja. Por lo tanto los lotes que venían con un sistema en siembra directa, con rotaciones adecuadas y con barbechos realizados con éxito, rindieron en general más que aquellos lotes con mala realización de los mismos, pocos rastrojos en superficie o con algún tipo de laboreo. Todo este análisis realizado desde el punto de vista de la acumulación del agua en el perfil, además de los otros beneficios que trae aparejado la directa, la cobertura del suelo y la rotación de especies.
En los lotes que alcanzaron a sembrarse en la época normal de primera, cuándo se tomo la decisión de realizarla, en general en el mejor de los casos, la humedad del suelo estaba justa como para permitir una germinación adecuada a la espera de lluvias cercanas que no ocurrieron, pero en muchos casos, se observaron emergencias desuniformes, como consecuencia de falta de germinación por humedad escasa en toda la superficie del lote o en sectores del mismo y/o profundidad de la semilla no adecuada a la espera de una lluvia. En muchos de estos casos se tuvo que resembrar el lote en forma más tardía o dejarlo con un stand de plantas que no era el ideal. También hubo nacimientos de plantas luego de que ocurrieran precipitaciones semanas después de la siembra, como consecuencia de que habían quedado ubicadas en el suelo seca. Podemos también explicar aquí variaciones en los rindes entre los lotes, debidas a la diferencia en el stand de plantas y al manejo indicado en el punto anterior de este análisis que permitió una mejor acumulación de agua en el perfil.
Las escasas precipitaciones durante el ciclo de cultivo, determinaron para estas siembras de 1º en época normal, que las plantas tuvieran un menor crecimiento, que en ningún caso permitió que el cultivo cerrara el surco. Como consecuencia de que la superficie foliar no era la adecuada, se resintió la fotosíntesis y por lo tanto la producción de materia seca del cultivo, como así también la fijación simbiótica de nitrógeno. Todo esto llevó a un menor potencial de rendimiento, implicando una menor producción de flores y vainas, como así también la intensa sequía provocó el aborto de flores y caída prematura de chauchas y hojas. Las plantas quedaron más bajas y muchas, ante la falta de humedad en el perfil murieron prematuramente con suelos extremadamente secos. A esto debemos agregarle que durante la etapa de llenado de grano, la falta de lluvias adecuadas, redujo la cantidad de vainas, de granos por vaina y del tamaño de los mismos. Aquí también todas aquellas prácticas que mejoran la acumulación de agua en el perfil, favorecieron un mayor rendimiento en general.
Las altas temperaturas reinantes durante parte del ciclo del cultivo muchas veces por encima de lo normal y la gran radiación existente debido a la presencia en general de una baja nubosidad, determinaron que se vean afectados procesos como la fotosíntesis y otros procesos metabólicos, como consecuencia de que las plantas no encontraban en el suelo la cantidad adecuada de agua, que exigía esta alta demanda ambiental. Esto se explica porque al ser mayor esta demanda, la transpiración aumenta y esto es un sinónimo de rendimiento, ya que los estomas permanecen abiertos y hay una mayor entrada de dióxido de carbono, que va a ser fijado por las plantas, determinando una mayor producción de materia seca. Si el suelo, no puede abastecer estos altos requerimientos de agua, la fotosíntesis disminuye e incluso puede anularse, afectando posteriormente en los rendimientos.
La presencia de plagas además del stress hídrico, tuvo un fuerte impacto sobre los cultivos, ya que se dieron ataques de insectos en una variedad y niveles de ataque que no tiene antecedentes. Muchas de estas plagas estaban asociadas a la situación de sequía y además eran de difícil control. Al respecto podemos indicar lo siguiente:

Dependiendo de las zonas y debido a la falta de agua durante el invierno y la primavera, situación esta que no favoreció la realización de barbechos químicos con herbicidas en forma oportuna y efectiva, determinó que se llegara con un enmalezamiento hasta prácticamente el momento de la siembra del cultivo y que actuó como refugio para las plagas. Esto permitió el ataque de isocas cortadoras y/o de la chinche diminuta en algunos casos, durante la emergencia de la soja, que impactaron en el establecimiento inicial del cultivo, disminuyendo el stand de plantas o determinando la necesidad de una resiembra de algunos lotes. A esta situación debemos agregar posteriormente un ataque en general importante de tucuras, de trips y arañuelas, además de la presencia de otras plagas como la vaquita Colaspis y la oruguita verde, atacando todas ellas en forma simultánea a muchos lotes, haciendo necesario en muchos casos, un control químico de una o varias de estas plagas con umbrales de tratamiento que eran muy distintos.

La "isoca bolillera" (Heliothis) comenzó a atacar a los cultivos desde prácticamente la implantación del mismo y durante el ciclo se dieron varias generaciones, que tuvieron su incidencia hasta la etapa de llenado de grano. Para controlar a esta plaga se hicieron numerosas aplicacio- nes de insecticidas, muchas de ellas en forma tardía por desconocimien-to del daño producido por esta plaga o por la utilización de los umbrales de tratamiento existentes que no eran los más propicios para las condiciones ambientales que se dieron, afectándose en algunos casos la cantidad de nudos por planta y en otros con incidencia en la etapa reproductiva, debido a que este insecto se alimenta en forma directa de los granos de las vainas. Cabe aclarar que también hubo de ficiencias en lo que respecta a la eficacia de los tratamientos, debido a las condiciones ambientales reinantes.
Los trips y arañuelas comenzaron a incrementarse desde el inicio del cultivo y son plagas muy asociadas a la sequía. Estos insectos aparecían en manchones en los lotes y fueron luego generalizándose a medida que la sequía avanzaba, causando daños en las hojas que hacían disminuir la fotosíntesis y provocaban en ataques importantes una intensa defolia- ción en forma anticipada y en muchos casos los cultivos prácticamente colapsaban en lo que respecta a la sanidad del mismo. Era muy común observar el el campo cultivos con una coloración amarronada debida al ataque de las arañuelas. Muchas veces se pasaba por alto este ataque inicial o la reinfestación era rápida a pesar de haber utilizado productos y dosis adecuadas, debidas generalmente a las fallas de los tratamientos químicos debidas a muchos factores como por ejemplo simplemente el de no haber utilizado un tensioactivo o porque en el momento de realizar la aplicación había en el lote de soja una presencia de gran cantidad de huevos de la plaga que el insecticida no eliminaba. Los trips provocaban detención en el crecimiento y muchas veces se confundían sus síntomas a los de la sequía y no se realizaba el control en forma oportuna. A veces se realizaban tratamientos tardíos con un nivel de plagas muy elevado, que no resultaban satisfactorios y hubo que repetir en muchos casos la aplicación de insecticidas.

La isoca "medidora" también hizo de lo suyo, ya que producía una defoliación a cultivos que ya tenían su área foliar muy disminuída y que por lo tanto no aceptaba la más mínimo defoliación (los umbrales normales de tratamiento no servían). A esto se debe sumar que las condiciones de stress hídrico no permitieron el desarrollo de sus enemigos naturales. A esta situación se debió sumar el ataque de la temible "anticarsia", isoca muy voraz que además de alimentarse de hojas, lo hace también de vainas.

Con respecto a las chinches, en general hicieron su aparición en forma tardía, debido al bombardeo de productos que se venía realizando para el control de otras plagas, que mantenía a las poblaciones en niveles más bajos, pero a medida que el ciclo avanzaba y en pleno período reproductivo, junto a las isocas bolillera, medidora y anticarsia, comenzó a hacerse importante la chinche de los cuernos, por lo que se debieron realizar tratamientos en forma conjunta de estas plagas, con el agravante de tener que incrementar la dosis para controlar esta chinche que se ha presentado como más resistente a las dosis habituales de insecticidas.
Toda esta combinación de plagas, agravó la situación ya delicada de los cultivos por la seca, contribuyendo también al listado de causas de la disminución de los rindes.
Tampoco debemos descartar las enfermedades en este análisis, espe- cialmente de aquellas que tienen una directa relación con la sequía y las elevadas temperaturas. Hongos habitantes normales del suelo que ante determinadas condiciones ambientales como las sufridas y al encontrar-se las plantas debilitadas, actúan atacando a las mismas y provocando una muerte prematura de ellas. Tal es el caso del hongo que produce la podredumbre carbonosa.
Por último hay que mencionar la falta de calidad en general en el grano cosechado, como consecuencia de una maduración despareja de las plantas, que al momento de la cosecha, se presentaban con chauchas totalmente secas, plantas con chauchas verdes y secas, y plantas con hojas y chauchas verdes, que determinó la presencia en el grano cosechado, de una gran proporción de granos verdes y otros podridos. A esto hay que sumarle un bajo peso de mil granos y pérdidas ocasionadas por la plataforma de la cosechadora, por desgrane de aquellas vainas que estaban muy secas y además de aquellas que no se podían levantar por tener una inserción en la planta muy cerca del suelo.
Todos estos factores mencionados actuaron sobre los componentes principales del rendimiento de un cultivo de soja:
a) Número de granos por unidad de superficie. Que depende a su vez del Nº de granos por chaucha, del Nº de chauchas por m2, del Nº de chauchas por planta y del Nº de plantas por m2. Cualquiera de estos componentes que se vea afectado, determinará un menor rendimiento del cultivo.

b) Peso promedio unitario de los granos. Que depende de la tasa de acumulación de biomasa en el grano y la duración de la etapa de llenado del mismo. Todo lo que incida en contra de la tasa de llenado y/o de la duración del llenado, se traducirá en un menor peso del mismo y por lo tanto de un menor rendimiento.
Un comentario final a este análisis: La soja no es un "yuyo" como parecía serlo.
 
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Autores:
Gerardo Sugliano
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Gerardo Garcia
23 de abril de 2009
Totalmente de acuerdo con el articulo, y tambien es cierto lo de la actitud dubitativa del productor, y uno como tecnico le tenia que dar la razon, como voy a gastar sino se si esto me va a dar algo te decia el productor, y mirabas el lote, y estaba mal en cantidad de plantas, un tamaño que no valia nada, suelo reseco, y pronosticos desastrozos. Estoy en la zona sur de buenos aires. Saludos
Mauro Molina
21 de abril de 2009
Exelente artículo, la falta de humedad creo que es la clave de los bajos rindes, acá en el Chaco productores con muy buena tecnología, suelos C.U.C. II con un sistema de rotaciones y lotes de directa de 8 años no superaron los 600 Kg. por has, en cambio otros productores en lotes de monocultivo de soja y en convencional están en lo 1.300 kg. Es como se dice vulgarmente al que le toca le toca, ya vendrán tiempos mejores. Lo saludo atentamente.
Claudio Lucero
17 de abril de 2009
Muy bueno el análisis del resultado de la soja en la presente campaña. Tambien agregaría como una de las causas importantes fue la actitd dubitativa del productor ante cada factor adverso que se presentaba en el cultivo de soja ya que no se animaba a gastar pensando en que iba a cosechar nada. Pero lo real es que aquellos que atendieron y se reocuparon por hacer los controles de plagas correspondientes recibieron como premio unos cuantos qq más por hectárea.
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