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Usar los antibióticos con responsabilidad

Publicado: 11 de diciembre de 2020
Fuente: Maria Cristina SOTO, Ana Maria MATE, Matias Nicolas OTTAVIANI.
Cuando se habla de la resistencia antimicrobiana se hace referencia la capacidad de un microorganismo para resistir los efectos de un medicamento como puede ser un antibiótico o un antiparasitario. Esto puede producirse en forma natural, como por ejemplo por mutaciones al azar, cuando un antimicrobiano entra en contacto con una población de microorganismos y permite que proliferen aquellos que presentan alguna mutación que anula la acción de la droga antimicrobiana. En el caso de los antibióticos, si una bacteria porta varios genes de resistencia contra diferentes antibióticos, se le denomina multirresistente.
Sin antimicrobianos eficaces para prevenir y tratar las infecciones, las intervenciones como el trasplante de órganos, la quimioterapia del cáncer, el tratamiento de la diabetes o la cirugía mayor (por ejemplo, las cesáreas o las prótesis de cadera) se convertirán en procedimientos de muy alto riesgo, comenta Mariano Fernández Miyakawa –investigador del Instituto de Patobiología (IPVET) del INTA Castelar y coordinador del Proyecto Disciplinario “Resistencia a los antimicrobianos y desarrollo de alternativas”–, quien considera que es “fundamental tomar conciencia sobre los riesgos del abuso y mal uso de los antimicrobianos en los animales de producción con el fin de reducir y prevenir la aparición y propagación de la resistencia”.
La producción animal actualmente utiliza gran parte de los antibióticos producidos a nivel mundial, y la problemática ha llevado a tomar medidas, tanto a nivel global como regional o en países individuales. Esto afectará en poco tiempo el comercio internacional, por medio de restricciones de importaciones de países que no cumplan con los requerimientos del país importador en cuanto al uso de antimicrobianos.
La resistencia a los antibióticos es un problema de salud pública mundial, y su gravedad crece año tras año. En 2013 se produjeron al menos 700 000 muertes atribuibles a organismos antibiótico-resistentes y se proyecta que, de no cambiar la tendencia en el uso de antibióticos, para el año 2050 la cifra haya aumentado a 10 millones al año, superando al número de muertes por cáncer. Además, la resistencia en sí misma, supone un impacto de caída en la producción animal entre 3 y 8% en los próximos años y del casi 4% del PBI mundial, elevando la tasa de mortalidad por resistencia antibiótica al primer lugar de causas de muertes humanas.
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En el Instituto de Patobiología-IPVET, se está trabajando para combatir la resistencia a los antimicrobianos bajo el enfoque de Una Salud que reconoce la multidimensionalidad y la necesidad de una respuesta intersectorial que exige este problema. Como resultado de la resistencia, los medicamentos se vuelven ineficaces y las infecciones persisten, lo que incrementa el riesgo de propagación a otras personas/ animales.
Bibiana Brihuega –directora IPVET-  comenta que “la resistencia a los antimicrobianos (RAM) es un tema estratégico ya que representa una amenaza sanitaria global creciente, en la salud humana, la producción animal, agrícola y el medio ambiente porque pone en riesgo el tratamiento eficaz de infecciones causadas por bacterias, parásitos, virus y hongos, lo que resulta en enfermedades más prolongadas y mayor mortalidad, como lo afirma la OMS.”
 El impacto es mayor en las poblaciones más vulnerables. A su vez, la RAM pone en riesgo la sostenibilidad de los sistemas agroalimentarios y con ello la seguridad alimentaria, y las metas de desarrollo sostenible.
“Dos equipos de trabajo, uno de antibacterianos y otro de antiparasitarios, investigan la resistencia y las alternativas terapéuticas, en el marco de proyectos nacionales e internacionales”, explica Brihuega.
 La OMS está colaborando estrechamente con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) en un enfoque “Una salud” para fomentar las prácticas que eviten la aparición y propagación de la RAM, y en particular el uso prudente de los antibióticos tanto en el ser humano como en los animales.
“Desde hace más de 20 años, en el IPVET del INTA Castelar trabajamos en el desarrollo y evaluación de alternativas al uso de antimicrobianos de síntesis química para prevenir y controlar enfermedades bacterianas y parasitarias”, indicó Fernandez Miyakawa. A su vez, explicó que también estudian el impacto del uso de antimicrobianos en el desarrollo de la resistencia y el estudio de mecanismos de transmisión de dicha resistencia. La resistencia es un fenómeno esperado cuando se usan antimicrobianos. 
“El objetivo de este esfuerzo es reducir la generación y dispersión de la resistencia antimicrobiana en la producción animal, manteniendo o mejorando la eficiencia productiva”, explicó el investigador. El INTA lleva adelante sus estudios en el tema junto a socios estratégicos como OIE, OPS, CONICET, universidades nacionales y extranjeras, laboratorios, empresas y productores agropecuarios, entre otros. Así, se conformó un sólido grupo de trabajo con el ANLIS Malbrán y el SENASA a fin de generar información sobre la dinámica de la resistencia antimicrobiana en el sistema productivo argentino y el medio ambiente.
  “En INTA estamos enfocados en el estudio de la evaluación de la resistencia en determinados ambientes y microorganismos para poder diseñar estrategias de control, así como en el desarrollo de alternativas al uso de antimicrobianos y en la mejora de la salud animal”, detalló.
 Es muy importante impulsar la actividad de extensión, de asesoramiento y de interacción con los productores y con organismos y sociedades científicas y profesionales. De hecho, INTA es uno de los miembros activos desde el 2015 de la Comisión Nacional para el Control de la Resistencia Antimicrobiana (CONACRA) y participa de aquellas realizadas en el contexto de la misma. 
“En el marco del trabajo que Argentina viene realizando en materia de (RAM), el SENASA ha puesto en marcha una comisión de articulación público-privada para que entre todos los actores del sector agropecuario se puedan coordinar acciones conjuntas que ayuden a mitigar la generación y evitar la aparición de la RAM”, concluyó el investigador ante el escenario 2050 y la urgencia del sector agropecuario de no perder competitividad ante los cambios que se esperan que empiecen a visualizarse en uno o dos años.
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Fuente
Maria Cristina SOTO, Ana Maria MATE, Matias Nicolas OTTAVIANI.
Mencionados en esta noticia:
Ana Maria Mate
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria - INTA
Mariano Fernandez Miyakawa
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria - INTA
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