En el campestre poblado santacruceño de La Sierra del Arzobispo, a unos 30 kilómetros al Este de la capital cubana, está enclavada la única granja habanera dedicada a la llamada avicultura alternativa.
Cada año, su colectivo obtiene en incubadoras un poco más de 200,000 pollitos hembras de primera clase, que, después de inmunizados, son vendidos para su cría a granjeros y a núcleos familiares de zonas urbanas y rurales.
Al cabo de los 90 días, los polluelos se convierten en la llamada gallina semi rústica, capaz de poner un huevo diario sin la necesidad de alimentarla con piensos exclusivos para aves, indicó el Licenciado Inti Tabares López, administrador de la entidad.
Con los residuos de la alimentación hogareña, maíz u otro grano rico en proteínas y minerales, esa ave, resistente a los rigores del clima caribeño, contribuye a paliar en cierta medida el déficit nutricional de la dieta familiar, afectada por las restricciones del bloqueo yanqui a la Isla.
Al llegar al área que podemos clasificar como la guardería de los pollitos, la médica veterinaria Danaysi Pérez me explicó que este tipo de gallina se logra mediante un cruce genético entre varias razas.
Por su parte, Tabares López confesó que la eficacia de sus 42 empleados posibilita ser rentables, ya que en las liquidaciones del pasado año, los ingresos fueron de más de 850,000 pesos, con utilidades por encima de los 340,000.
Tanto es así, que el costo por peso de producción no excede los 38 centavos, y el salario promedio oscila entre 650 y 670 pesos cada mes.
Con la satisfacción reflejada en el rostro, destacó que el plan de producción de huevos lo sobrecumplieron en el 22%, y en el 73 la obtención de pollitos.
Con estas cifras huelgan los comentarios, aunque quedé impresionado por la entrega cotidiana de los hombres y mujeres de esta joyita de la avicultura alternativa, que suministra la productiva gallina a las provincias de Ciudad de La Habana y La Habana.
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