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Argentina - Taller de sorgo en MAIZAR

Publicado: 6 de septiembre de 2007
Fuente: Maizar / Milva Belloso
Un grupo de actores del negocio del sorgo se reunieron esta semana para trazar los primeros lineamientos que permitirán fortalecer el desarrollo del cultivo forrajero. Conocer la demanda del mercado y aplicar las tecnologías disponibles son dos de los primeros pasos que propone la cadena. “El único defecto histórico que siempre tuvo el sorgo fue el precio”, dijo Juan Gear, presidente de MAIZAR, la Asociación que nuclea a la cadena de maíz y desde hace un mes también a la del sorgo. En vísperas de una reunión de profundización técnica que se realizará el 26 de octubre en Pergamino, el taller convocado por la entidad para intercambiar información sobre la realidad del cultivo, contó con la exposición de Alberto Chessa, referente de Nidera en materia de sorgo, y de Víctor Tobin, titular de una empresa semillera de Salto, Buenos Aires, que lleva su nombre y se especializa en el cultivo. La última década de gloria para el sorgo argentino fue la de 1980. Por entonces, el grano equiparaba al maíz con una superficie de 2,5 millones de hectáreas y se cosechaban 8 millones de toneladas. Hace tres años el área apenas alcanzaba las 474 mil hectáreas con un precio de 40 dólares la tonelada. Para la próxima campaña, se espera cubrir una superficie de 650 mil hectáreas con un sorgo que cotiza a 120 dólares. · Hay otro escenario Ahora el sorgo tiene la misma chance que el maíz. “Los granos se desarrollan en un escenario distinto”, dijo el titular de MAIZAR durante el taller. Gear detalló que en este año, hasta la fecha, se han exportado 788 mil toneladas de sorgo a países tales como Japón, Holanda, España, Bélgica, Chile, Colombia y Perú. Aún falta embarcar unas 300 mil toneladas más y para el año que viene ya se han declarado ventas de exportación de otras 800 mil. En todos los casos, se trata de envíos que incluyen los tres tipos de sorgo (con taninos, rojos y blancos). Hace dos años, el sorgo se vendía a 40 dólares la tonelada. Ahora el precio es de 120 dólares, al igual que el maíz. Con la diferencia de que el sorgo no tiene impuestos para ingresar a Europa, en cambio el maíz paga 15 dólares la tonelada. Además, como grano, tiene la ventaja que algunos países le otorgan por no ser genéticamente modificado. Sólo en Estados Unidos, de las 12 millones de toneladas producidas, 2 millones van a la fabricación de etanol. De las 64 millones de toneladas de sorgo que se producen en el mundo. Solo 6 millones se comercializan entre países. Los dos grandes jugadores son Estados Unidos, con casi 5 millones de toneladas de producción y Argentina, con alrededor de 1 millón de toneladas. En tanto, los principales compradores son México, Japón y Europa, que estaría duplicando durante este año su demanda. · Hay tecnologías Alberto Chessa tiene una larga trayectoria en el cultivo de sorgo y trabaja en campos ubicados en la zona de Venado Tuerto, Santa Fe. Allí, en lotes de productores, viene obteniendo rendimientos que van de 10 a 15 toneladas por hectárea. Para Chessa, la razón radica en que “el sorgo responde con tecnología” y con estos precios, “vale la pena invertir en él”. Más allá de la buena coyuntura de precios que el sorgo disfruta en la actualidad, es un hecho que en algunas zonas del país su crecimiento se viene dando desde hace ya varios años. Básicamente, su aptitud para zonas marginales y sus virtudes para la alimentación animal lo ubican en un marco de preferencia en las regiones donde se mantienen planteos mixtos con mayor intensificación ganadera. Este es el caso del Sudoeste de Buenos Aires y de muchas otras zonas del país. Según Chessa, el sorgo granífero es la mejor gramínea para rotar con la soja. “Es agronómicamente perfecto, lo único imperfecto ha sido siempre el mercado”. El sorgo está preparado para funcionar con menos agua. “Mientras el maíz necesita 600 mm para dar su máximo rendimiento, el sorgo sólo 400. Se trata de un cultivo más eficiente en la conversión de agua en grano y materia seca”, comentó el investigador. El adelantamiento de la fecha de siembra es una de las estrategias de manejo que utiliza el técnico. En la última campaña sembraron el 4 de octubre en Venado Tuerto y cosecharon en marzo. El rendimiento fue de 12 t/ha promedio en ciclos largos. “Estamos perdiendo rendimiento en sorgo por trabajar por costumbre. No se tiene en cuenta que si se siembra antes se pueden obtener mejores rendimientos. El momento en que el sorgo necesita más agua es cuando encaña y florece. Si sembramos a mediados de noviembre, está floreciendo a mediados de enero, cuando no hay agua, entonces rinde menos”, detalló Chessa. “Incluso durante la primera semana de setiembre se puede sembrar”, expresó el técnico. De esta forma se logra mayor período de cultivo, mayor rendimiento, en base a menos agua y en zonas donde no se puede hacer maíz. Las malezas son una de las principales dificultades del sorgo. Según lo informado por Chessa, se está trabajando en herbicidas especialmente diseñados para el cultivo. Actualmente, la atrazina es una de las que mejor funciona. Sobre este tema, la discusión entre los presentes fue la dosis a utilizar. El técnico de Nidera hizo hincapié en los buenos resultados obtenidos con hasta 6 litros por hectárea en dosis divididas. “El gran tema es el pasto cuaresma. Si trabajamos bien con atrazina y jugamos con la distancia entre surcos, se pueden lograr cultivos limpios”, destacó Chessa. En lo que hace a la nutrición, el técnico recomendó trabajar igual que con el maíz, ya que el sorgo tiene los mismos requerimientos nutricionales. “La única diferencia –según Chessa- es que con el rastrojo a los productores les vuelve la mitad de lo que invirtieron en nutrientes. El rastrojo que tiene el sorgo no lo tienen otros cultivos”. Otra de las líneas de trabajo del investigador es la intersiembra sorgo-soja, “una de las mejores asociaciones”, destacó. “Aunque hay que usar muy bien la atrazina”, aclaró. Según el técnico, con esta intersiembra se puede hacer silaje de planta entera, “que es el mejor silaje”. También es posible cosechar el sorgo para silaje húmedo y luego se le echa glifosato al sorgo para que no rebrote y queda la soja para la cosecha. En lo que hace a insectos, el pulgón del maíz no hace daño. Pero sí el pulgón verde de los cereales que está en el envés de la hoja. “Aunque hay sorgos con tolerancia a pulgón”, aclaró Chessa. El otro insecto del sorgo es el 7 de oro. Pero no hace daño. No hay que matarlo. Según Chessa, la información correcta es clave en el manejo sanitario del cultivo y permite ahorrar en labores e insumos. En relación a la aparición de hongos, el especialista sostuvo que si el sorgo florece bien, el hongo no entra, porque gana el polen. · Hay una demanda variada Hay tres tipos de sorgo: con taninos (marrones), rojos y blancos. El tanino está presente en algunos híbridos de sorgo ya que por su característica le da un cierto sabor amargo que ahuyenta los pájaros. “Pero hay lugares donde no hay pájaros y se pueden hacer sorgos sin taninos”, aclaró Chessa. Hoy se puede producir tan fácilmente sorgo con taninos como sin él. El tema no está en los rendimientos sino en la cantidad de proteínas que tiene disponible cada uno. “Un silaje de grano húmedo en sorgo es tan bueno como uno de maíz, sobre todo si no tiene taninos. Al margen del precio que tenga el grano, es un cultivo conveniente desde el punto de vista de la rotación y la alimentación, sobre todo en zonas donde por cuestiones de ambiente, no se puede hacer maíz”, sostuvo Chessa para aclarar que en el caso de los mercados de exportación, existe más demanda de sorgos rojos y blancos. Víctor Tobin hace mucho tiempo que trabaja con sorgo, particularmente en el Norte de Buenos Aires. En esta región, implementó junto a un grupo de productores, acopiadores y técnicos lo que denominó Proyecto Sorgo, un sistema de integración de oferta y demanda que ataca justo el problema del sorgo en los últimos años: la inexistencia de un mercado claro. El técnico coincide en que el tema es ubicar el sorgo en campos donde el maíz no rinde tanto. Pero también hace foco en otra cuestión clave: “hay que trabajar en lo que quiere la industria”. Tobin puso en consideración la experiencia de Brasil, que hasta hace tres años sólo contaba con 300 mil hectáreas de sorgo. Pero se reunieron semilleros e industriales y lo que hicieron fue comenzar a producir sorgo sin tanino. Brasil es un gran productor de cerdo, un mercado para el que este tipo de sorgo viene de anillo. De esta forma, pasaron a sembrar hasta 1 millón de hectáreas, para estabilizarse en unas 700 u 800 mil. En este país, una buena zafra ronda los 5 o 6 mil kilos. “Hay que arrimar a la industria para analizar la demanda”, sostuvo el empresario. Por un lado está la fabricación de etanol, también la de alimentos balanceados, se usan sorgos blancos para la elaboración de galletitas y con taninos para la industria farmacéutica. “Los productores están buscando cerrar la cadena. Es necesario unir requerimiento y producción”, reiteró Tobin.
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Maizar / Milva Belloso
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