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TLC, Fin de nuestra Ganadería? O inicio de una industria altamente rentable?

Publicado: 2 de octubre de 2006
Resumen
El TLC nos obligará a enfrentar una nueva realidad: aprovechar la más clara oportunidad que haya tenido la ganadería tropical, o desaparecer. Con la actual práctica de la ganadería en Colombia será muy difícil competir frente a productos cárnicos de óptima calidad y posiblemente más baratos. Nuestra ganadería hasta ahora no ha sabido aprovechar las ventajas comparativas de que dispone, frente ...
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Autores:
Arturo Gil
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Andres David
Andres David
30 de agosto de 2007
Muy importante la discusión en curso. Muchos elementos y variables por analizar en resumidas cuentas, un problema comlejo. Me permito hacer un comentario: si bien es cierto que hay importantes elementos técnicos, políticos y económicos en juego, hay actores que no se reconocen aun bien (y no es fácil hacerlo) en estas discusiones. Me remito al papel que juega el deterioro ambiental, y no esos efectos de carácter puntual como la pérdida de suelos, fragmentación de ecosistemas, contaminación de aguas u otros de acance local o regional. Me refiero a un problema que pone en juego la estabilidad ya no de los mercados, sino la supervivencia de pueblos enteros e incluso de la civilización que conocemos: el cambio climático... Hoy en día se hacen evidentes sus impactos directos e indirectos. Y según especialistas, la cosa sólo está empezando. Según algunos cálculos, un aumento en la temperatura media del planeta de 2,7 grados centígrados es suficiente para que Groenlandia se deshiele de manera irreversible! si el aumento llega a los 4 grados centígrados sobre el nivel actual, desaparecerían las selvas del Amazonas el trópico quedaría reducido a un desierto! y esto podría ocurrir en este siglo!! Vean no más, lo que está pasando con el maíz y empieza a pasar con el trigo...en busca de encontrar alternativas a los combustibles fósiles, se promueven activamente los biocombustibles. Si bien es cierto que son menos contaminantes que los primeros, igualmente liberan gases de invernadero, y el proceso de producirlos ha significado el encarecimiento de materias primas para la alimentación animal y el encarecimiento de bienes de consumo de primer orden en la alimentación humana. No hay datos claros sobre el significado de esta expansión en cuanto a la fragmentación y pérdida de ecosistemas naturales. Pero plantea la duda al respecto de qué problems se quiere y de hecho se están solucionando con este tipo de intervenciones. Y a estas, qué papel juegan nuestras queridas y bonachonas vacas? pues bien, por causa de la actividad ganadera (no de las vacas) se han producido procesos reconocidos de deforestación y degradación ambiental de alcance global. Liberan, gracias al biodigestor ruminal, grandes cantidades de metano a la atmósfera. Un gas con siete veces el efecto del dióxido de carbono en cuanto a su poder de invernadero. Contribuyen al calentamiento global, no son la causa primordial, está claro. Pero puestos en el contexto de la producción animal, es preciso reflexionar sobre el alcance de estrategias de búsqueda de la sostenibilidad, incluyendo a la reconversión ganadera (sistemas silvopastoriles) que a buen momento y gracias al empuje de unos pocos visionarios se ha popularizado: para algunos investigadores, este tipo de intervenciones no será suficiente para evitar el cambio climático y debemos prepararnos para enfrentar un planeta varios grados más caliente, más seco y con una distribución diferente de los recursos productivos (ver La Tierra se Defiende de James Lovelock, autor de la teoría de GAIA) . En ese nuevo escenario, cómo queda la ganadería del trópico? qué dicen los modelos propuestos? además de baticinar que formaremos parte de un gran desierto, podría darse por el contrario la circunstancia de que la producción ganadera se tornara inviable en el hemisferio norte y que eso significara oportunidades de negocio? en esas circunstancias, y asumiendo que los mercados no se desplomen, con mucha probabilidad las actividades productivas (no solo las relacionadas con el agro) deberían garantizar su neutralidad frente a la liberación de gases de invernadero o incluso balances positivos de retención de carbono. En estos términos es viable la ganadería bovina (recordemos que los rumiantes liberan mayores contenidos relativos de metano que los monogástricos) y bajo qué esquemas? cuáles serían las prioridades de producción?
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Luis A Melo
CENTRO DE INSEMINACION ARTIFICIAL CIA
30 de agosto de 2007
Muy interesante el espacio que se nos presenta para dar un debate sobre este tema tan trasendental, a continuación les envio la intervención del senador Robledo en el senado en septiembre del 2006. Es muy importante tener en cuenta los aspectos politicos del tratado, los politicos no reparan los aspectos tecnicos, y de ahi las consecuencias. Espero sus comentarios. Muy interesante todo lo que se ha dficho en este foro, pero... para la reflexión les envio este articulo. Desgravación a diez años: ¿protege realmente? Entrando en materia, dejemos sentados unos cuantos criterios gruesos que nos van a permitir entender el tema del debate. El gobierno viene haciendo alarde de que en algunos productos se van a mantener las protecciones hasta por diez o más años y esos plazos los presenta como gran cosa. Aclaro primero que casi todos los productos del agro pierden su protección mucho antes. Y segundo, diez o quince años no es nada. Que no se hagan ilusiones los productores colombianos pensando que es mucho tiempo. No, compatriotas, es muy poco tiempo, porque además ya está corriendo el primer año. Si el TLC entra en vigencia el 1º de enero del 2008, ya habrán bajado dos veces los aranceles negociados en casi todos los productos. Y el último año no cuenta, senadores, porque el plazo se acaba el 1º de enero de ese año. De modo que cuando aquí se habla de desgravaciones a cinco años, se trata en general de desgravaciones a tres años. Son también plazos muy cortos, porque ustedes no pueden decir, ministro, que el período de diez años es para que los colombianos adquieran la competitividad de la que hoy carecen en el enfrentamiento con los gringos. Nada permite pensar que la ventaja que hoy nos lleva Estados Unidos en competitividad se vaya a aminorar en los próximos diez años. Por el contrario, va a aumentar. Es lo que nos dice la historia económica de ambos países. Estados Unidos le saca a Colombia cada vez más ventaja, con el agravante de que ellos mantuvieron sus descomunales ayudas internas, del orden de cincuenta mil millones de dólares, ayudas que podrán ir ampliando a lo largo de estos años. Pensar entonces que Colombia va a recortar terreno resulta iluso. Un producto amenazado por la desgravación, y es importante que los productores lo entiendan, no necesariamente viene a quebrarse el último día del plazo. Hay un sinnúmero de productos a los que se les puede dejar una protección de 10 años, y quebrarse mucho antes. Si en el año quinto el arancel ha disminuido en una proporción grande, el producto desaparece. Los arroceros, por decir algo, en el momento en que el arancel se ponga en 30 ó 40 por ciento, están quebrados. Los de la industria porcícola calculan que en el tercer año de la desgravación, y para ellos se firmó a cinco, van a estar en graves problemas, por el arancel tan bajo. Los llamo también a reflexionar sobre otro aspecto. Cuando a mí me dan una cuota con cero arancel de importación, y en todos los productos hay cuota, pero otra parte de la producción está grabada con arancel, sea el que sea, lo que hace el importador es un arancel promedio, de modo que buena parte del producto termina entrando con arancel bajo o por lo menos menor que el inicialmente establecido, porque, repito, impera el promedio. Hay aquí otro fenómeno que incide. La entrada de productos a un mercado abastecido, así no sea en proporciones muy grandes, puede tumbar los precios, porque opera un poco la lógica de la gota que rebosa la copa. Uno empieza a echar gotas de agua en un vaso y no pasa nada, pero hay una que lo rebosa. En el caso de la leche que, como sabemos, está en el filo de la navaja, una importación relativamente pequeña de leche en polvo puede desquiciar los precios y terminar arruinando a los productores. Son riesgos reales que están allí. Y tan es cierto el golpe que le puede asestar a un producto una determinada importación, así no sea demasiado grande, que en los estudios que hizo Luis Jorge Garay para el propio Ministerio de Agricultura hace tres o cuatro años, él afirma que cuando los precios bajan en treinta por ciento, como suele suceder con una desgravación parcial, el área sembrada en plátano, por poner un ejemplo, cae en 44[percent], es decir, en 168 mil hectáreas. En arroz el área sembrada cae 28[percent], o sea, 124 mil hectáreas. En palma africana el área sembrada cae 68[percent], con 98 mil hectáreas menos, y lo mismo ocurre producto por producto. Por supuesto que los agricultores y los productores pecuarios entienden estos fenómenos y es por eso que se vienen oponiendo al TLC. CAN y Mercosur Con el TLC, el riesgo no solo proviene de Estados Unidos. El ministro bien sabe que se va a producir un mecanismo, y hace ocho días lo mencionó, que se llama desviación del comercio. ¿Qué quiere decir? Que Colombia va a importar de Estados Unidos productos que importaba antes de Argentina o de Bolivia, por ejemplo, la soya. Pero lo mismo le va a pasar a las exportaciones colombianas. Colombia puede terminar perdiendo exportaciones agrarias a Ecuador o Perú, pues los dos países ya no le van a comprar a Colombia, sino a Estados Unidos, en la medida en que Estados Unidos va a contar con aranceles menores. Es un mecanismo típico. Y las pérdidas de Colombia en Venezuela pueden llegar a ser enormes. Conviene que ustedes sepan que el 80 por ciento de nuestras exportaciones de carne y el 91 por ciento de las de lácteos se hacen a Venezuela. Ambos renglones están gravemente amenazados por esta desviación de comercio de la que vengo hablando. Estamos amenazados además porque en la práctica Colombia rompió la CAN, por la pésima manera como tramitó el TLC. Venezuela terminó saliéndose y yéndose para el Mercosur. ¿Con qué implicaciones? Nos van a entrar por Venezuela productos de Mercosur a tan bajísimos precios, que Colombia difícilmente logrará competirles. Aun con los altos aranceles de protección todavía vigentes en Venezuela, Mercosur ya les está vendiendo a nuestros vecinos 800 millones de dólares en carne y nosotros solo 200. En el momento en que esos aranceles bajen, no solo vamos a perder el mercado venezolano, sino también el propio. No me sorprendería que nos entrara carne argentina y brasileña por la frontera venezolana. Son riesgos reales que están allí y que hacen parte del TLC, porque son parte de la lógica del libre comercio. Como si fuera poco, Colombia firmó con Estados Unidos en el TLC una cláusula que se llama de “nación más favorecida”. Se trata de un compromiso que el país tiene también pactado con Brasil y con Argentina, en este caso de manera negativa para nosotros, de dos maneras: primero, Brasil y Argentina, países a los que les hicimos menos concesiones que a Estados Unidos, podrían alegar el día de mañana que por la cláusula de “nación más favorecida”, Colombia les tenga que dar a ambas, en baja de aranceles y en desprotección, lo mismo que le dimos a Estados Unidos. Cláusula de nación más favorecida, un compromiso corriente en los acuerdos internacionales. Y hay amenazas tan grandes como esta que les voy a decir: los brasileños producen pollo entero al mismo precio que los gringos cuartos traseros. Se suma un agravante, ya de ignominia, de indignidad. Colombia les aceptó a los gringos en el TLC una cláusula aberrante. Si Colombia tramita con un tercer país un acuerdo agrario que le dé más ventajas que las que le otorgó a Estados Unidos, obligatoriamente tendrá que reconocerle a Estados Unidos las mismas ventajas que le dio al tercer país. Es el riesgo implícito en las negociaciones que adelantamos hoy con Centroamérica. Si Colombia le concede a Centroamérica más de lo que le concedió a Estados Unidos, este último país podrá alegar de inmediato que él también goza de iguales privilegios. Pero ¡atérrense, senadores! Si Estados Unidos acuerda con un tercer país más ventajas de las que nos concedió a nosotros en el TLC, Colombia no podrá reclamar esa reciprocidad ni exigir trato de “nación más favorecida”. Señor ministro, ¡esto es una vergüenza! Son de esos pasajes en que no puede hablarse ya de pérdida económica sino de indignidad, porque tienen que ver con la defensa misma del interés de la nación. Avicultura, en riesgo de desaparecer Veamos ahora qué es lo que va a pasar producto por producto. Primero, avicultura, referida únicamente a producción de carne. Fenavi, la agremiación de los productores de pollo, denunció en un aviso pagado de una página en El Tiempo: “El TLC avícola, un engaño para Colombia. Si la negociación fue mala, (esta frase es excelente, comento yo) la renegociación fue peor, abriendo de manera inmediata el mercado nacional de los trozos de pollo americano”. Más adelante nos vamos a referir con mayor precisión a este lío. Quiero primero hacer una mención clave, que vale para carne de pollo y para carne de cerdo. ¿De qué magnitud ha de ser el arancel proteccionista? Porque un arancel puede proteger hoy, pero mañana no, si cambian las condiciones del mercado internacional. Si se caen los precios, por ejemplo. Y uno de los problemas particulares que hay en la industria avícola, y también en la porcícola, es que el ciclo productivo es muy corto. De solo 42 días en la avícola. En distintas palabras, el productor de pollo está arriesgando su capital cada 42 días, cuando sale a vender su producción. Si se le cae el precio una vez en el año, esa sola circunstancia fácilmente lo termina quebrando. En este sentido, cuando el Ministerio hace un estudio y descubre un arancel que protege para determinado momento, no nos resulta cierto dicho análisis, porque nosotros necesitamos aranceles que protejan para un período largo. Si no, en cualquier momento, una oscilación brusca del mercado, y sobre todo en estos ciclos tan cortos, puede terminar arruinando la producción de pollo. En pollo tenemos 250 mil empleos en trescientos municipios de Colombia. En el TLC, el lío mayor, como se sabe, son los cuartos traseros. El Ministerio hace demagogia diciendo que hay desgravación a 18 años. Dieciocho años suena a mucho tiempo, aun cuando ya los relativicé. Pero cuál es aquí el problema grave. Según lo que acordó Colombia con Estados Unidos, los cuartos de pollo sazonados, que valen básicamente lo mismo que los no sazonados, quedaron con arancel de 70[percent], frente a los no sazonados, cuyo arancel es de 164[percent]. Si se necesita un arancel de 164[percent] para proteger el cuarto de pollo no sazonado, resulta evidente que un arancel de solo 70[percent] no protege el cuarto de pollo sazonado, cuyo costo de producción es prácticamente el mismo, pues el sazonar consiste en hacerle prácticamente nada. Además, quedaron con cero arancel los cuartos traseros troceados, deshuesados mecánicamente y la carne de pollo sin pellejo. Coincido con la gente de Fenavi cuando afirma que con el TLC, tal como está aprobado, la producción de carne de pollo en Colombia no tiene ningún futuro. Alguien saldrá a decir, hombre, qué bueno, vamos a comprar cuartos traseros baratos. El problema es que como en el mundo no se producen solo cuartos traseros, sino que los pollos vienen completos, cuando se arruine la producción avícola colombiana, nos tocará importar pechugas gringas, a por lo menos el doble o el triple de lo que valen las pechugas colombianas. Y, por supuesto, cuando vean quebrada la avicultura nacional, que es su verdadero propósito, los gringos van a poder cobrar por su pollo lo que se les dé la gana y no los precios menores con los que ellos persiguen hoy arruinar la producción nacional. He resumido de manera muy sucinta el lío del pollo para que ustedes entiendan que la desgravación a 18 años es más un espejismo que una realidad. Por los detalles de la negociación, el pollo puede ser quebrado bastante pronto. Las cifras de Fenavi, que son cifras promedio –y Fenavi, señor ministro, tiene razón a mi juicio en las cifras que está dando–, son de este orden: cuartos traseros gringos: 506 dólares cuartos traseros colombianos: 1.650 dólares. Luego con arancel de 70[percent] es evidente que no hay protección y lo que se viene es la quiebra de este importante sector de la economía nacional. Si no se arruina, va a quedar por lo menos en una condición de extrema dificultad. La porcicultura, sacrificada en el TLC Paso a examinar la situación de la porcicultura colombiana. He venido afirmando que quien quiera conocer un marrano en Colombia, que se afane, porque la amenaza es supremamente grave. (Algún senador habla en voz alta). Sí, claro que hay muchos otros “marranos”, y esos sí que no van a desaparecer con el TLC. En Colombia, estaba diciendo, hay 80 mil productores. En nombre de ellos, el doctor Freddy Velásquez, presidente de la Asociación Nacional de Porcicultores, denunció: “Fuimos sacrificados por conveniencias políticas con Estados Unidos”. El doctor Velásquez dio detalladas explicaciones, en las que no me voy a detener, para no hacerme largo. Bástenos saber que Estados Unidos exporta al año un millón de toneladas de carne de cerdo y es el segundo productor mundial. Nosotros tenemos 80 mil productores, pero apenas tres mil de ellos están tecnificados. Los demás cuentan con unas condiciones de producción supremamente difíciles. Hasta ahora, el arancel más alto de protección aplicado en Colombia al cerdo, entre 1994 y el 2003, fue de 75[percent], una manera de dar a entender hasta dónde llegan los riesgos. ¿Y qué hicieron los “negociadores” colombianos? Digo negociadores entre comillas, porque ahí lo que hubo fue un contrato de adhesión. ¿Qué hicieron? Pues dejar la carne de cerdo en Canasta B, con desgravación a 5 años y un arancel, ¡ojo a esto, senadores!, de apenas 30[percent], un porcentaje ínfimo cuya mitad va a estar perdida a los dos años. Con plena razón denuncian los porcicultores que ellos al tercer año van a estar ya en graves problemas, tercer año que no empieza en 2010, sino el 1º de enero de 2009. Y como si fuera poco, los despojos quedaron con arancel del 20[percent] y la piel y la grasa en Canasta A, de desgravación inmediata. Estoy absolutamente seguro de que quizá termine habiendo en Colombia alguno que otro marrano para una foto, pero la crisis que se le viene a la producción porcícola nacional es de proporciones descomunales. Las cifras y las propias explicaciones del gremio así lo prueban. Carne de res: vendrán enormes pérdidas Carne de res. Comienzo citando una cifra de la FAO, un organismo de la ONU. Dice que con la globalización, entre el 2015 y el 2030 van a desaparecer 675 millones de ganaderos en el mundo. ¡La globalización no está quebrando solo a Colombia, es al mundo entero! Examinemos en especial el caso de México, siguiendo un poco el dicho de que cuando veas las barbas de tu vecino pelar, pon las tuyas a remojar. ¿Cómo les ha ido a ellos frente a Estados Unidos con la carne de res? Primero, sus importaciones anuales de Estados Unidos pasaron de 100 mil toneladas a medio millón. Segundo, están importando hígados a 90 centavos de dólar el kilo. Tercero, el cuarenta por ciento de la leche en polvo que exporta Estados Unidos se la vende a México y, cuarto, México es el principal importador de lactosueros, una palabra que los ganaderos colombianos van a tener que aprenderse cada vez más, porque vamos a ver la gravedad que entraña. La ganadería gringa es de potencia descomunal. Los gringos son capaces de alardes como este: en los últimos tres años les bajó el inventario en 11 por ciento y, aun así, la producción total de carne les subió el 22[percent]. Están disminuyendo el inventario para bajar los riesgos y, al mismo tiempo, disparando las productividades a un grado superior. Allí la edad de sacrificio de las reses es la mitad de la de Colombia. Sus mataderos son colosales. Los hay de un millón y medio de reses al año. Imagínense las economías de escala. Ese es un enemigo de cuidado. No es cierto que Colombia no tenga que protegerse frente a Estados Unidos, una potencia en carnes. La ganadería en Colombia, por el contrario, está llena de pobres. Es cierto que en nuestra ganadería están los mayores propietarios de tierras del país, pero también que la mitad de los predios ganaderos, 236 mil, tienen menos de 10 reses, con un promedio de solo 5. Tiene uno que ser bastante pobre en la vida para vivir de una finca de 5 reses. Y este es el pugilista que nuestros gobernantes pusieron a enfrentarse cara a cara con Estados Unidos. También creo que aquí va a seguir habiendo vacas para la foto, pero la pregunta es cuántas van a desaparecer, cuántos productores van a ser arruinados. Veamos otras cifras comparativas. El subsidio a la carne en Estados Unidos vale 1.390 millones de dólares al año, que equivale a 129 dólares por tonelada. Y “Agro Ingreso Seguro”, si llega a cumplir con toda la plata, son 208 millones de dólares, y no exclusivamente para ganadería, sino para todo el agro colombiano. En solo carne nos impone Estados Unidos un subsidio de 1.390 millones de dólares, sin contar el también enorme subsidio a los granos, al maíz y a los demás granos, que se convierte en proteína animal por la vía del engorde de las reses. También aquí hay un lío con los despojos, como sucede con los cuartos traseros de pollo, y quizá todavía peor. Por ejemplo, el kilo de lengua de vaca cuesta en Estados Unidos 22 centavos de dólar, y en Colombia 3,40 dólares. Hígado, kilo en Estados Unidos 0,72 en Colombia 2,40. La tripa, kilo en Estados Unidos 10 centavos de dólar. ¿No va a afectar esto el precio de la ganadería colombiana? Hay un asunto adicional sobre el que quiero detenerme, porque sé que aquí más de uno tiene su vaquita. Uno de los líos graves por los que está pasando la ganadería es la sustitución de carne de res por carne de pollo. A los colombianos ya casi nos salen plumas en este proceso de sustitución. El consumo per cápita de pollo, entre 1990 y 2005, se dobló de 8 kilos a 16. En cambio, el consumo pér capita de carne de res en el mismo período bajó de 20 kilos a 15, en números redondos. Cuando se hable entonces de que se hundieron los precios del pollo, que tiemblen los de las vacas, porque en la pobreza creciente del país la gente no solo se va a dedicar a comer tripa gringa de 10 centavos de dólar el kilo, sino que además se va a pasar a los cuartos traseros de pollo gringo en proporciones importantes. ¿Qué se acordó en carne de res? ¿Cómo quedó negociada la carne de res? ¡Ojo con esto, ganaderos! Los gringos impusieron, porque Fedegan se opuso y no le hicieron caso, una cosa que se llama High Quality Beef, o carne de alta calidad, donde están los cortes prime y choice. Pero aclara Fedegan que el 57[percent] de una res es eso. De modo que el cuento que nos están echando aquí de que solo van a entrar unos lomos de no sé cuántos dólares, es una verdad muy relativa. Aquí va a entrar de todo, como lo denuncia el presidente de Fedegan, y voy a citar aquí varias cartas del presidente de ese gremio. Dice la Carta de Fedegan, del 21 de noviembre de 2005, que en los High Quality Beef se desgrava la mitad de la oferta cárnica de Estados Unidos. Y están desgravándose también las vísceras, los desechos. Hay una carta que el doctor Lafaurie le envió al ministro Arias sobre este problema, porque, claro, los gringos son expertos en hacer trucos. Parte del asunto es qué se entiende por choice y por prime, diferencia relacionada con el empaque y la presentación. Dice en la carta el doctor Lafaurie: “La condición final para otorgar una desgravación inmediata para lo que EU definió como ‘High Quality Beef’ suponía una explícita mención a la presentación del producto… (y) una carta suya, Sr. Ministro, aclarando lo que Colombia entiende como la presentación requerida para importar tales productos”. No conozco la carta, señor ministro, y usted ahora me dirá si existe o no, porque estaríamos sujetos a la interpretación que a los gringos se les antoje dar. Hay otro tipo de carnes de menor calidad que la High Quality Beef. Estoy haciendo referencia a la carne “estándar”. Ahí hay un contingente relativamente pequeño de 2.000 toneladas. Pero el resto de esa carne queda con arancel de 80[percent], aunque solo en el primer año, porque después le tumban el 37[percent], y queda con una protección del orden del 50[percent], perfectamente insuficiente, me temo, para impedir que entren esas otras carnes más baratas desde Estados Unidos. Y los despojos quedaron con un contingente relativamente pequeño, de 4 mil toneladas, que aun así, no deja de ser el 12[percent] del consumo nacional en despojos y que va a afectar los precios, no solo por la razón que acabo de explicar, sino además porque quedó con un arancel base de protección del 33[percent], de la extracuota. Ustedes entenderán, senadores, que un arancel de 33[percent] para protegerse de precios como los que he dado, lengua de 22 centavos contra 3,40 dólares, no protege nada. En resumen, también aquí quedamos abiertos en muy buena medida al ingreso inmediato de carne y de despojos. Los propios precios que da el Ministerio de Agricultura prueban que es muy dudosa la protección, y si esta desaparece de todo en 10 años, que cómo ya expliqué son ocho, la situación se pone aún más grave. Diez años es un tiempo escasísimo para modificar a fondo la calidad de la ganadería colombiana, que, como ustedes y yo sabemos, tiene unos sectores de punta muy pequeños. Las pasturas pueden ser sobresalientes en ciertos sitios de Córdoba, pero en estos días estuve por el Cesar y hay que ver los pastos en algunas poblaciones, para no hablar de esas vacas cruzadas con cabra que se cuelgan de las montañas andinas y que son de productividades bajísimas. Fedegan les mandó no sé cuántas cartas al ministro Arias y al ministro Botero, diciéndoles cómo debía ser la negociación. Y con franqueza le tengo que decir, señor ministro, que usted me hace más caso a mí que al presidente de Fedegan, el doctor Lafaurie, porque nada de lo que ellos pidieron les fue concedido por el gobierno. Voy a hacer una rápida enumeración de demandas que ellos elevaron y que fueron desoídas por completo. Dice una de las cartas, y la traduzco en mi lenguaje: si los gringos mantienen los subsidios, mantengamos nosotros la protección. Ya se sabe que no fue así. Otra exige que el arancel mínimo sea de 80 ó 70 por ciento. Ya se sabe que no fue así. Pidieron periodos de gracia en los cuales no disminuyeran los aranceles. No hubo períodos de gracia. Pidieron aranceles intracuota, de la cuota del contingente, de 20[percent], y no los hubo. Aranceles extracuota de 80 ó 70 por ciento, ya vimos que es una farsa. Ojo a esto, senadores, que es importante. Dice Lafaurie: “El sacrificio de bovinos no debe conferir origen a los productos cárnicos”. ¿Por qué este punto reviste tanta importancia? Porque los gringos montaron un supernegocio, que es criar y levantar reses en México y llevarlas después a Estados Unidos para allí engordarlas y matarlas. Y otro negocio no menos jugoso: llevar reses mejicanas de desecho para transformarlas en cualquier cosa y exportarlas. Con razón pide entonces Fedegan que el solo sacrificio no confiera origen. Tampoco se logró. Preguntaba Fedegan en su momento cómo se nos iba a garantizar que en los embutidos cárnicos no entraran desechos de carnes neozelandesas y argentinas. La exigencia, por supuesto, era medio absurda, porque quién es capaz de distinguir en una salchicha o en un chorizo de dónde viene la carne. De modo que por allí nos van a entrar también desechos cárnicos. Dice el doctor Lafaurie, y ojo con esto, señor ministro, que otorgar “Derechos de patentes de plantas”, y el TLC los otorga, y otorgar “protección adicional de datos de prueba”, y el TLC los otorga, son asuntos “claramente lesivos al interés nacional”. ¿Por qué? Porque se van a encarecer los costos de la producción agrícola por la vía de los agroquímicos y las patentes. Colombia le permitió a Estados Unidos, en este asunto de los datos de prueba, prolongar el monopolio contra los genéricos en veterinaria y en agricultura por diez años más, lo que aumenta el tiempo de monopolio de 20 a 30 años. Todo, en grave detrimento de los costos de producción. Las amenazas en lácteos, también reales ¿Qué pasa con los lácteos? Aquí sí que estoy bien preocupado. Yo me muevo y hago trabajo en el campo, y sé que hay ganaderos con una sola vaca y ¡ganaderos de media vaca! La mayor parte del minifundio en Colombia es pecuario. Gente que tiene vacas en compañía, en una pobreza espantosa. No se me olvida en Rionegro, Antioquia, una señora que se me arrimó llorando y me dijo, doctor, me prestaron en la Caja Agraria para comprar una vaca y ayer se me murió. (El senador Álvaro Araújo, presidente de la Comisión Quinta, interrumpe a Robledo para controlarle el tiempo. Este responde: “Voy a hacer el esfuerzo por explicar el tema y usted me corta cuando le parezca. Pero con franqueza le digo, señor presidente, si no explico yo esto aquí, ¿quién lo va a hacer? ¿Se va a leer cada miembro de la Comisión Quinta todo el TLC, como yo me lo leí? Les aconsejo que no, porque es un martirio.”) ¿A cuánto ascienden los subsidios a la leche en Estados Unidos? A 11.300 millones de dólares al año. Por litro: 13 centavos de dólar, que son 312 pesos, y aquí los compradores le pagan al productor en la puerta de la finca 600 ó 700 pesos por el litro, según las circunstancias. 1.086 dólares por vaca gringa de subsidio, es decir, 2 millones 606 mil pesos. No sin razón solemos decir que es mejor ser vaca en Estados Unidos que campesino en Colombia, porque a un campesino de los nuestros el Estado no le da 2 millones y medio de pesos de subsidio. ¡Ojo con los lactosueros! ¿Qué son? El mundo consume cada vez más leche en forma de quesos y otros derivados y queda un subproducto, una bebida láctea llamada lactosuero, otro desecho casi sin valor, como los cuartos traseros y las vísceras. En el 2004, Estados Unidos exportó 226 mil toneladas de lactosueros, el 25[percent] de la exportación de lácteos. Pues bien: los lactosueros quedaron con desgravación inmediata en el TLC. El Ministerio afirma en sus respuestas que los lactosueros no tendrán ningún impacto sobre el sector lácteo colombiano. Pero otra cosa dice la gente de la ganadería. Por ejemplo, hace poco en Portafolio, advirtieron que los lactosueros pueden ser el “acabose” de la producción de leche en Colombia. Añade Fedegan: “La creciente tendencia a sustituir con lactosueros la leche fresca en la elaboración de derivados lácteos” hace que haya “extrema sensibilidad”. Y por esta “extrema sensibilidad” dicen que la desgravación ha debido ser a 15 años. Pero no, quedaron de desgravación inmediata, lo que puede desquiciar los precios de la leche. Como si fuera poco, se pactaron 5 mil toneladas de cuota de leche en polvo, pero la importación extracuota es con solo 33[percent] de arancel, que no protege debidamente el ingreso de leche en polvo gringa a Colombia. Lo admite incluso el propio Ministerio de Agricultura cuando informa que Estados Unidos está exportando leche en polvo a un precio que oscila entre 1,97 y 0,84 dólares el kilo, mientras que Colombia lo está haciendo a 3,73 dólares. No me digan entonces que con un arancel de 33[percent], y a la baja año por año, se va a proteger Colombia de la importación de leche en polvo. Y van a entrar otros productos lácteos, por ejemplo, bebidas lácteas, con aranceles todavía menores, del 20[percent], y con desgravaciones a tres años. Mi conclusión no puede ser otra sino la que he venido repitiendo: se arriesga en materia grave la producción lechera colombiana. Sobre este punto quedó como una especie de foto en Portafolio, del 7 de febrero. Dice el periódico que entre los dirigentes gremiales del agro, “las caras de desconcierto y enojo fueron un factor común. Empresarios como Jenaro Pérez, Presidente de la Cooperativa Lechera de Antioquia, Colanta” fueron de los más disgustados, como también el gerente de Frigoríficos Camagüey, y pienso que con plena razón, porque lo que se aprobó en el TLC los deja expuestos. ¿Cuáles fueron las ganancias para Colombia? Se me va a replicar que sí, que estas son las pérdidas, pero que Colombia va a vender mucho en Estados Unidos. Miremos entonces brevemente qué tanto venderá Colombia. Primero, se establece en el caso de la leche una falsa igualdad inaceptable. Colombia acepta con cero arancel un contingente de 9 mil toneladas y Estados Unidos lo mismo. Yo pregunto: ¿no se supone, ministro, que la ganancia del TLC es que nosotros tenemos un mercado de 45 millones y ellos de 300 millones? Luego, si hubiera igualdad, el contingente nuestro habría debido ser de 72 mil toneladas y el ellos de 9 mil, porque si no, de qué igualdad es de la que estamos hablando. En carne de res nos dieron una cuota de 5 mil toneladas, que solo podrá aplicarse una vez haya entrado una cuota de OMC de 35 mil toneladas, que nunca se ha cumplido por impedimentos sanitarios. Nunca en la historia de esa cuota ha podido entrar esa cantidad de carne de res a Estados Unidos. Le ofrecen entonces a Colombia una cuota de 5 mil toneladas, pero le hacen una exigencia de imposible cumplimiento, para no hablar de las dificultades con los sanitarios y los fitosanitarios. No voy a repetir el debate de hace seis meses, pero quiero insistir en que el ministro Arias y el ministro Botero faltan a la verdad cuando informan que Colombia consiguió acceso a Estados Unidos por razones sanitarias y fitosanitarias. No lo consiguió. Es posible que Colombia pueda vender mañana algo de lácteos o algo de carne o alguna hortaliza a Estados Unidos y que allá nos den el permiso sanitario, pero no será porque se logró en el TLC, sino porque a Estados Unidos se le dio la gana dejarnos ingresar. Y ahora lo voy a demostrar citando las afirmaciones del negociador principal de este capítulo. Si usted me niega esto, ministro, desde ya cito un debate en esta Comisión solo para este tema. Y si usted me da el tiempo, yo le hago la explicación en detalle y le demuestro cómo no consiguió Colombia ingreso por razones sanitarias a Estados Unidos. (Interpela el senador Mauricio Jaramillo para darle parte de su tiempo al senador Robledo a fin de pueda culminar su exposición). Usted tiene un problema en este punto, señor ministro. Cuando Perú negoció en diciembre del año pasado, usted dijo: “La negociación peruana no le conviene al país”. Y sobre asuntos sanitarios y fitosanitarios dijo: “A nosotros no nos sirve de esa manera, es necesario especificar mejor las funciones del Comité, para que este sea realmente operativo. En el acuerdo de Perú faltaron más compromisos puntuales para que funcione”. Y resulta que el Acuerdo de Perú es prácticamente idéntico al de Colombia. No hay ninguna diferencia que valga la pena. Y si usted quiere, en el debate que le estoy proponiendo ponemos los dos acuerdos, el peruano y el nuestro, y los comparamos línea por línea. La explicación la hizo la SAC. Dijo cuando empezó la negociación que ellos necesitaban en sanitarios conseguir dos cosas: primero, que Estados Unidos no nos imponga en sanitarios las normas de la OMC, porque son prohibitivas y, en las condiciones nuestras, no se puede entrar con ellas a Estados Unidos. Y dos, que se le aplique la cláusula de solución de controversias a Estados Unidos cuando nos bloquee la entrada por razones sanitarias, de forma tal que Colombia pueda poner una demanda por violación del TLC. Pues veamos qué negocio Colombia. Artículo 6.2 del TLC. “Disposiciones generales: 1. Las partes confirman sus derechos y obligaciones existentes con respecto a cada una de conformidad con el Acuerdo MSF” (Acuerdo MSF quiere decir Medidas Sanitarias y Fitosanitarias de la OMC). En una palabra, el gobierno de Colombia aceptó la norma de la OMC, la misma que la SAC había objetado. Y viene la parte que es mortal, así no estuviera el artículo anterior: “2. Ninguna parte podrá recurrir al mecanismo de Solución de Controversias establecido bajo este Acuerdo para ningún asunto que surja bajo este capítulo”. Si Colombia le va a enviar a Estados Unidos una pechuga de ángel y ellos no la dejan entrar, así Colombia haya cumplido todos los requisitos exigidos por ellos, si Estados Unidos dice no la dejo entrar, Colombia no podrá demandar, sino que tendrá que resignarse a decir: bueno, sí, señores, qué le vamos a hacer, ustedes son los que mandan. Colombia logró, y también los peruanos, un Comité Permanente. Pero tiene como primer propósito “impulsar la implementación por cada una de las partes del Acuerdo MS y F”. Ustedes tal vez repliquen, estas son opiniones del senador Robledo. Pero miren lo que dice el doctor Juan Lucas Restrepo, jefe de negociación de Colombia en este punto de sanitarios y de fitosanitarios, en Carta Ganadera: “Pero lo que temíamos, y aún tememos, es que en la práctica se restrinja indefinidamente el ingreso de los productos colombianos a ese mercado con argumentos paraarancelarios –o sea, sanitarios– como un excesivo rigor en el cumplimiento de las normas sanitarias y de inocuidad”. El mismo negociador que firmó el punto admite que los gringos nos lo pueden imponer como se les antoje. Miren además lo que les dijo el doctor Lafaurie a los ministros Arias y Botero, en carta del 26 de octubre de 2005: “Luego de la inyección de ingentes recursos fiscales (para MSF) –que es lo que andan haciendo, gastando un montón de plata bregando a que nuestra carne sea un poco más limpia–, muy seguramente nos impondrán como requisitos para la exportación de nuestros productos, la homologación de los sistemas de identificación de bovinos en virtud del trato nacional”. ¿Qué es lo está denunciando Lafaurie? Que después de que les cumplamos todos los requisitos que nos exigen, pueden sacarnos otro nuevo y da un ejemplo: el de la homologación de los sistemas de identificación de bovinos, con unos microchips y unas tecnologías de extrema complejidad, muy difíciles de cumplir por lo menos de manera masiva. Las vacas locas Una mención breve a lo de las vacas locas. Usted en abril, señor ministro, al final del debate anterior, sobre el tema sanitario y fitosanitario, me replicó: “Senador Robledo, lo que pasa es que usted no vio una carta adjunta que hay en el Tratado”. Quedé descolocado, porque no sabía a qué carta adjunta hacía referencia el ministro. Supuse que la carta adjunta me quitaba a mí la razón y se la concedía al gobierno. Me fui a buscar la carta adjunta, todavía no publicada en esa fecha, y miren la sorpresa: la carta adjunta no tenía nada que ver con el tema específico del debate. Se lo digo con toda franqueza, ministro: ¡usted intentó engañarme ese día con ese cuento de la carta adjunta. ¡Eso no se hace! En la carta adjunta, senadores, Colombia reconoce como equivalente al de Colombia el sistema sanitario gringo, incluso para efectos del mal de las vacas locas y de la influenza aviar. ¡Colombia reconoce que el sistema sanitario gringo es suficiente para impedir que esas carnes entren al país! ¡Pero a la hora de vender nosotros allá, los gringos no nos aceptan que nuestro sistema sanitario sea suficiente! Le hago el reclamo. ¡Qué tiene que ver en TLC una carta adjunta sobre vacas locas e influenza aviar! Y un hecho aún más grave. La carta decía que unas medidas que protegían a Colombia de esas importaciones se tenían que modificar antes del 15 de abril de 2006 y antes del 15 de mayo de 2006. Y yo pregunto: cómo es que un TLC con Estados Unidos, que entrará en vigencia por allá en el 2007 o en el 2008, le ordena a Colombia hacer modificaciones legales en mayo y en abril de este año. ¡Esto qué es! ¡Otro caso de indignidad en la posición de Colombia! Con un agravante. En el momento en que el ministro firma, la CAN prohibía homologar los sistemas sanitarios. Entonces, ¿que hicieron? Salieron corriendo a cambiar las normas andinas. Pero las cambiaron tarde, ministro, y además les quedaron mal cambiadas. Tarde, porque las cambiaron el 17 de abril y la medida entraba en vigencia el 15 de abril. Y mal cambiadas, porque en la modificación que ustedes hicieron en la Comunidad Andina establecieron que tiene que ser carnes de reses de menos de 30 meses. De manera que cuando ahora, sometiéndose otra vez a los gringos, aceptaron ustedes importaciones de reses de más de 30 meses a Colombia, están violando la norma andina vigente hoy en el país. El señor ministro se recorrió el país diciendo que primero muerto que descolorido, que aquí no entraban reses de más de 30 meses. Y van a entrar carnes de reses de más de 30 meses. Otra indignidad que se suma a todas las anteriores: Estados Unidos, donde hay vacas locas, no permite el ingreso a su territorio de carnes de reses de más de 30 meses. Y Colombia, donde no hay vacas locas, les aceptó a los gringos vendernos carnes de reses de más de 30 meses. En otro país se cae el ministro y se cae el gobierno y se cae todo el mundo. Aquí me imagino que al final del debate los uribistas promoverán una moción de respaldo a la actuación del señor ministro. La deben de tener redactada desde ayer. La deberían labrar en piedra y ponerla allí en aquella pared para que sea permanente. Mínimas posibilidades de exportar carne a EU ¿Cuáles son las posibilidades de exportar carne a Estados Unidos? Voy a dejarlo planteado, senadores de la Comisión, para dejar abierta la discusión y para que lo mediten. Vimos que si Colombia logra vender algún pedacito de carne a Estados Unidos será porque a los gringos se les de la gana algún día dejarlo entrar, no porque ustedes lo hayan ganado en el TLC. La negociación no nos concede ese derecho, así hagamos la carne más perfecta del mundo. Pero hay un problema adicional, según lo revelan los datos de la revista ganadera de Fedegan. Aun si hubiera acceso a Estados Unidos, no habría exportación porque no hay vacas, senadores, pequeño detalle, ligero problema: no hay vacas. Para que un país del corte de Colombia, similar a Brasil, pueda exportar reses necesita una relación de una res por cada habitante. En países como Estados Unidos es distinto, porque ellos engordan a unas velocidades que les permiten manejar relaciones de una vaca por cada tres habitantes. Pero en estos países es de uno a uno. El hato ganadero tiene que ser del mismo tamaño de la población. En Colombia hay 26 millones de reses contra 42 millones de habitantes. Pero en estos días estuve hablando con un ganadero grande y él me dijo que esa cifra no la creía, que si mucho estaríamos en 15 millones de reses. Pero bueno, aceptemos lo de las 26, el punto es que estamos muy lejos. Voy a leer lo que concluye Fedegan: “No tenemos suficiente hato para atender siquiera la demanda interna, no puede imitarse el modelo de Brasil. El país requiere de mucho tiempo, 20 ó 30 años cuanto menos –para cumplir esa cuota de uno a uno. Luego el primer espacio por llenar es el mercado interno y solo después podremos tener una oferta disponible”. Hay otro lío igual o más grave. Según Fedegan, “las carnes de calidad colombiana”, cebuinas, no es que gusten mucho en Estados Unidos. Allá les gusta más la carne del tipo agnus, cuya grasa es entreverada. Ellos tienen un gusto, no diría mejor ni peor que el nuestro, sino distinto. Hay pues ahí problema que hemos de resolver. Dice Fedegan que dentro de 20 años el mercado internacional estará pidiendo carnes de esas cualidades. Ojalá, pero en 30 ó 40 años nadie sabe qué va a pasar. Enfrentamos dos problemas insolubles en el corto plazo. Esta es la realidad, pero hay otra para mí también muy grave. Leyendo las publicaciones de Fedegan descubrimos que el programa de exportaciones de la esa federación se llama “Fincas para la exportación”, no regiones para la exportación, ni departamentos para la exportación, ni Colombia para la exportación, sino solo fincas para la exportación, una manera de decirle al país que lo que se piensa exportar, si es que los gringos dejan, es muy pequeño. Unas cuantas fincas, unas cuántas vacas, probablemente para el mercado de la añoranza, para que a la papa criolla y a la Colombiana y a la Costeña les sumen una carne tipo cebuino de las nuestras. Creo que es serio de parte de Fedegan plantear un proyecto así, pues aquí no hay vacas para ir más allá de fincas para la exportación. Pero entonces pongo aquí en entredicho la manipulación que se da cuando se repite hasta el cansancio que con el TLC vamos a exportar, vamos a exportar, vamos a exportar. Se está engañando a la gente. Porque cuando se habla de exportar estamos hablando de exportar al enorme mercado de Estados Unidos, pero si solo son cuatro vacas, entonces para qué el mercado de Estados Unidos. Sigámoslas mandando a Venezuela o a Ecuador. Hay implícito aquí un asunto sobre el que les quiero llamar la atención a los ganaderos colombianos. Intentar exportar nos está valiendo un ojo de la cara. En 1997 el Congreso de la República cambió la política antiaftosa y pasó de un cierto control a una meta de aftosa cero, para poder exportarle a Estados Unidos. En esa política de aftosa cero nos hemos gastado como 250 mil millones de pesos, no del gobierno sino de los ganaderos colombianos. La red de fríos y de mataderos que montó Fedegan, también para la exportación, les ha costado a los ganaderos otros 81 mil millones de pesos. Y los cambios que van a hacer en el ICA en medidas sanitarias y fitosanitarias, en buena medida relacionadas con carne, y otros productos, van a costar 250 mil millones de pesos. Todo sumado da 587 mil millones de pesos, es decir, 245 millones de dólares. Exagerando un poco, lo planteo así: el primer kilo de carne que Colombia le exporte a Estados Unidos nos habrá costado 245 millones de dólares. Es otra cruda realidad. Estoy llamando entonces a los ganaderos a que la piensen. Formulo una pregunta: ¿quiénes son los beneficiarios de las fincas para la exportación? ¿Cómo se escogen, cómo se organiza el proyecto? Porque les va a ir muy bien, claro, si alguien logra exportar cien reses al año a Estados Unidos seguramente se va a ganar un platal. Pero ¿y los demás ganaderos? ¿Doblan su espinazo para que esa exportación se haga? Los inundan de despojos y de carnes High Quality Beef y estándar, ¿y se tienen que aguantar el chirrionazo y salir a gritar viva el TLC? Ahora sí entiendo por qué el doctor Lafaurie, apenas terminó la negociación, escribió un editorial en Carta Ganadera, y acuñó una frase con la que tituló el editorial: “Nos fue como nos fue”. El editorial se pregunta cómo les fue a los ganaderos con el TLC y se responde: “Nos fue como nos fue”. Y uno lee el editorial, una especie de trabalenguas de esos del colegio. ¿Cómo les fue? Pues nos fue como nos fue. ¿Y cómo les fue? Pues nos fue como nos fue. Y ahí se van dos páginas diciendo que nos fue como nos fue. Una bonita manera de no decir que en el TLC les fue como a los perros en misa, muy mal, y no solo a los ganaderos, sino también a todo el sector cárnico, a pollos, a marranos, a leche, a todo. No lograron nada en acceso, van a sufrir pérdidas inmensas, descomunales en ciertos sectores, y habrá empobrecimiento en todo el sector. Habrá gente que no se quiebre al final, pero no se quiebran porque van a tener que aprender a aguantar más de hambre de la que la que están aguantando, y no porque haya una política agropecuaria que la saque adelante. Me excusan que me haya alargado un tanto, pero es por insistir en la idea, y así se lo planteo a ustedes, senadores, así sean uribistas, de que el TLC hay que hundirlo. No le sirve al país, no le sirve al agro, no le sirve a nadie. Les sirve a los gringos, a las trasnacionales y a cuatro o cinco, por ejemplo, a los hipermercados. Les va a ir muy bien, como me lo decía en estos días alguien del sector. Claro, son los que van a hacer la importación. Mucho me temo que la red de frío montada por Fedegan, como en los juegos de damas, no va a servir para que por ella salga la carne de aquí para allá, sino para que entre la carne de allá para acá. Lo predije en un libro que publiqué hace como siete años, que había el riesgo de que la red de frío no sirviera para exportar, sino para importar. Porque como sin red de frío no hay importaciones, la red de frío se convierte en un instrumento de desprotección. Concluyo haciendo un llamado, colombianos y senadores, a unirnos todos, así tengamos desacuerdos, en el propósito de que el TLC no sea aprobado por el Congreso de Colombia, y no debe ser aprobado porque no nos sirve, no es democrático, no es positivo. No se trata de un problema ideológico. El ministro habla a cada rato de ideología. Yo aquí no hago sino darle cifras y él viene y me echa ideología. Se le hunden las normas y despacha el asunto con ideología. No, esto es con cifras, y al gobierno las cifras no le dan. Lo han venido demostrando los productores. Todavía hay unos cuantos dirigentes gremiales que guardan silencio, por cualquier razón, probablemente para que algo les toque de “Agro Ingreso Seguro”, un mecanismo hecho para que alguna gente termine callada. Réplica a la intervención del ministro De la legislatura pasada a esta, hay un cambio notorio en la actitud del uribismo. Se están quedando hasta tarde los senadores del gobierno en los debates de la Comisión Quinta, cosa que a mí me alegra. Espero que no se aburran en exceso, y que digan cosas para que los ministros no se sientan tan solos. Me gusta además porque se van a poder contrastar nuestras tesis con las de la bancada oficialista, y los colombianos compararán las unas con las otras. No se haga ilusiones, ministro, pensando que cada astucia que suelte le funciona. No. La gente tiene capacidad de análisis. Tomo nota también de que parece haber una orientación y es la de que todos aquí digan que el senador Robledo es negativista y apocalíptico. En mi vida he dicho que el TLC va a ser un apocalipsis, nunca, y es difícil encontrar un colombiano que haya hablado o escrito más sobre el tema. Ninguno de ustedes encontrará esa palabra en mi léxico, porque nunca la he usado. Me he esforzado por investigar qué le va a pasar a uno y otro sector. Estoy señalando que va a haber pérdidas en todos y pienso que a unos les va a ir peor que a otros. Fui en eso cuidadoso. No dije lo mismo sobre pollos que sobre carne de res, en la que va a haber también grandes pérdidas. Para el ciudadano que se quiebra, ese es el mundo, mientras que para usted, en sus cuentas macroeconómicas, no tiene importancia. Me preocupan esas cosas. Además, aquí ya no estamos discutiendo si va a haber pérdidas o no. Estamos discutiendo es el monto. Cuando lanzaron el programa de “Agro, Ingreso Seguro”, ya ustedes están reconociendo que el agro salió derrotado en el TLC con Estados Unidos, o si no para qué lo sacan. A ustedes les parece eso mucha plata, suficiente para impedir la catástrofe. A mí no. No creo que esa plata sea suficiente, y menos cuando usted ha planteado que es solo por cuatro o cinco o seis años. Ya he demostrado hasta la saciedad, con cifras, que esa suma es ridículamente pequeña frente al calibre de las amenazas que se vienen. Entonces no estamos aquí discutiendo si va a haber pérdidas o no. Esa discusión ya la perdieron. Ahora se quiere plantear es en términos de que usted es positivista y yo no, y va a terminar el doctor Arias, el positivo, lo que por supuesto no queda bien, porque para estos efectos, un pesimista es un optimista bien informado. Ese es el problema que ustedes tienen conmigo, ministro, y usted lo sabe. Yo siempre hablo con cifras en la mano. No con esa ideología que usted echa cuando se pregunta qué es mejor en la Sabana de Bogotá, si sembrar flores o sembrar trigo. Lo mejor es sembrar flores y trigo, así de simple. Usted no tiene para qué inventarse esa contradicción. Hay tierras de sobra para los dos, como lo sabe la gente del altiplano cundi-boyacense y de todas las tierras frías de Colombia. Tampoco es como usted dice, que el mercado de Estados Unidos ofrece “oportunidades infinitas”, y no le voy a cobrar mucho ese tipo de frases absurdas que no vienen al caso, pero sí le pido que se desideologice un poco. Por ejemplo, no siga achacándome cosas que no he dicho. Jamás he propuesto que Colombia se cierre al mundo, que no tenga negocios internacionales, y lo reto, ministro, a que ponga a todos sus asistentes a revisar mis escritos sobre el tema para ver dónde he escrito eso. Por el contrario, estoy ofendido porque en el TLC no hayan conseguido acceso para vender carne en Estados Unidos. No lo consiguieron, y es de las cosas que me molesta del TLC. Y cuando denuncio que no hay acceso, no me estoy oponiendo a que vendamos carne. Me duele por ejemplo que los mejicanos, después de veinte años de TLC, no hayan vendido un gramo de pollo en Estados Unidos. Y no pueden vender porque a los gringos no se les da la gana. Eso lo sabemos todos. Entonces, no me ideologicen el debate ni me endilguen que estoy haciendo un debate ideológico. Podría hacerlo, y a fondo, pero hablo es con montañas de cifras en la mano, tantas, que a veces se me va la mano, como hace poco se quejaba el senador Reyes, cosa que tengo que lamentar. La relación entre TLC y apertura. Uno de los aspectos bien negativos del TLC frente a la apertura, y les advertí desde el principio que iban a terminar mal, es que ustedes, cuando se sentaron a negociar con Estados Unidos, cogieron los desastres de la apertura y los volvieron un activo de Estados Unidos en la negociación. Por eso es que desde el primer día ustedes ponen cebada y trigo con desgravación inmediata. Antes de sentarse a negociar con Estados Unidos ya ustedes habían concedido que los daños de la apertura eran irreversibles. Ese es uno de los problemas que tenemos, un desenfoque absoluto. Los gringos nos imponen la apertura con César Gaviria, nos hacen unos daños inmensos, y cuando llega la hora del TLC, ustedes les aceptan a los gringos esos daños inmensos de la apertura y los vuelven irreversibles. Usted sabe que si hoy no hay trigo en Colombia, no fue por la apertura, sino porque a Álvaro Uribe Vélez no se le dio la gana de resucitar el cultivo. Le habría bastado subir el arancel para que volviera a haber trigo en Colombia. Y lo mismo pasa con la cebada. Es decir, ustedes van a cargar con los crímenes de la administración Gaviria más los crímenes que les son propios, como este que estoy denunciando. Porque el TLC tiene dos aspectos graves negativos: uno, vuelve irreversibles las pérdidas de la apertura, y dos, vienen nuevas e inmensas pérdidas. Luego, ministro, le aconsejo ser más cuidadoso cuando habla tan mal del presidente Cesar Gaviria, porque le puede pasar como al que tira una piedra hacia arriba y le cae en la cara. Vuelve a quedar usted mal, ministro, cuando intenta hacernos creer que Colombia sí consiguió acceso al mercado de Estados Unidos. Eso no es verdad. Luis Jorge Garay y Fernando Barberi, dos especialistas duros, acaban de publicar un libro. Ambos fueron contratados por el Ministerio de Agricultura hace unos años para hacer un estudio grande y afirman que no se consiguió acceso. Si el día de mañana, senadores y colombianos, entra una libra de carne a Estados Unidos, no fue porque ganamos el derecho en el TLC, sino porque ellos quieran regalarnos el acceso. En cambio, la carne gringa tiene el pleno derecho de entrar a Colombia, no como mera posibilidad sino como un derecho ganado en el TLC, es más, carne de vacas de más de 30 meses. Esa es la diferencia que estamos discutiendo. Decían en el medioevo que cada cual es libre de hacer de su capa un sayo. Si usted quiere insistir en que sí hay ingreso, listo, un día hacemos un debate, ponemos juntos los textos de Colombia y de Perú, que usted dijo que era malísimo, y los senadores verán si se avanzó o no se avanzó. Ahí veo al doctor Bedoya cabeceando positivamente, porque él sabe y los que hemos investigado sabemos que es así. Es más, yo le cité aquí a Juan Lucas Restrepo, negociador de ese capítulo, cuando afirma que falta ver qué va a pasar. Y le cité a Lafaurie, presidente de Fedegan, diciendo que falta ver si mañana los gringos no se nos inventan una condición más. Lo de la papa, señor ministro, una de dos: o el Ministerio me dijo mentiras hace un año, cuando afirmó que podían entrar papas frescas a Colombia, o me dice mentiras ahora cuando afirma que no me preocupe por eso. Pero hoy de todos modos dice una mentira y es que insiste en que las papas no son un bien transable en el mercado internacional y yo demostré que sí lo son. Ahora, usted hizo ahora un esguince, y dijo, no son muy transables. ¿Entonces qué? ¿Sí son o no son transables? Porque lo de mucho o poco es algo subjetivo que no viene al caso. Tampoco le queda bien, ministro, que usted me diga que un aumento en la oferta de un producto no afecta los precios. Yo no soy economista, aquí el economista es usted, y usted sabe muy bien que ante demandas iguales, un aumento de la oferta influye sobre los precios, cuánto más o cuánto menos, dependiendo de lo mucho o de lo poco que entre, de las condiciones del mercado, etc. Pero sí los afectan. Le queda muy mal que usted diga que como es poquito, no importa. Tampoco es tan poquito. Usted se refirió todo el tiempo a los contingentes, pero es que la importación que abre el TLC no es solo la del contingente, relativamente pequeño, podemos aceptarlo en gracia de discusión, sino también la parte extracuota que sí paga arancel. Si un gringo paga arancel de 164[percent] en trozos de pollos no sazonados puede entrar las toneladas que quiera. La discusión se centra entonces en qué tan bueno es el arancel. Le puedo aceptar a usted en gracia de discusión que 164[percent] para cuartos traseros sea alto, no tanto como en años anteriores, cuando llegó a 184[percent], doctor Bedoya, y usted lo sabe. Pero no me diga que en despojos de reses es bueno un arancel de 33[percent], que en carnes de calidad estándar 33[percent] es bueno, que en leche en polvo 33[percent] es bueno, porque no es bueno, ministro. Por último, declaro absolutamente insatisfactoria su explicación sobre los cuartos traseros distintos de los sazonados y de los enteros, los otros, los troceados mecánicamente y los pollos despellejados, porque en lo que firmó Colombia quedaron con arancel de cero por ciento. Que ese punto lo van a corregir, dice el gobierno. Pues hasta el momento las modificaciones que le han hecho al TLC desde el 27 de febrero para acá han sido para peor. Vienen deteriorando lo que se tenía el 27. Hay una posibilidad de una importación monstruosa de pollos deshuesados mecánicamente con cero arancel, según una partida arancelaria que leí aquí. Que se arregle o no por el camino, que le hagan trampa a Estados Unidos, bueno. Intentaron hacérsela en lo de las vacas locas y no pudieron. Usted abrió las puertas a carnes de reses de más de 30 meses, incluso frente a vacas locas, y se intentaron inventar la astucia de lo de menos de 30 meses y los gringos les dijeron, no, señores, aquí no se inventan cuentos, aquí es con vacas de cualquier edad. Sobre esto de las vacas locas, nunca había oído una explicación seudocientífica o científica tan larga para explicar lo que no fue más que una actitud de sometimiento, de arrodillamiento ante Estados Unidos. Eso lo sabe aquí todo el mundo, e incluso así lo reseñó la prensa. El señor Bush solo aceptó iniciar el trámite en el Congreso de Estados Unidos cuando usted dijo, yes, sir, entran carnes de vacas de más de 30 meses. Ese es todo el problema. Ahora, que harán o no, es una discusión en la que nos podemos pasar toda la vida. Y hasta hace quince días usted afirmaba que hacían daños inmensos. También yo lo creo así, pero no me voy a meter en esa discusión. Aquí simplemente hablo de la indignidad que fue habernos sometido ante Estados Unidos. Como bien lo dijo un amigo suyo, el doctor Luis Carlos Villegas, de la Andi, no debía ser tema de TLC, pues por qué tiene que ser tema de TLC un asunto de este corte. Y usted abrió las puertas para que en ocho o quince días los gringos llamen y digan, doctor Arias, doctor Botero, esto también nos lo cambian, porque no nos conviene como quedó redactado. Por último les digo esto: el libro de Garay y de Barberi, y ojalá lo lea todo el mundo, es muy interesante, porque ellos participaron en la definición de la estrategia agrícola de Colombia en el TLC. Y ambos concluyen que la negociación de Colombia fue peor que la de Cafta, el TLC de Centroamérica. Tenemos el dudoso honor de haber hecho la peor negociación del continente, porque la de Cafta fue aún peor que la de México y que la de Chile. Dicen que en un sistema que ustedes usaron, de matriz de intereses, nos fue muy mal y concluyen que los objetivos que se trazó el Ministerio de Agricultura no se cumplieron ni de lejos. Ahora, ni lo que ustedes se propusieron en la matriz de intereses, superar Cafta, ni los objetivos del Ministerio de Agricultura los puso ahí el senador Robledo. Los pusieron ustedes y nada lograron. Sigo entonces insistiendo en que este es un Tratado cuyo aspecto fundamental es hacerle daños inmensos a Colombia y particularmente al agro. Si pudiéramos discutir sobre otros temas también veríamos que nos va mal, pero estamos examinando el caso del sector agropecuario. Y no es por una actitud negativa ni pesimista frente a las cosas. Yo soy un optimista. Si no, no estaría en esta lucha. Estoy convencido de que vamos a cambiar el país que ustedes gobiernan tan mal, y esto del TLC lo prueba. ¿No creen que es el súmmum del optimismo estar uno convencido de que los vamos a terminar derrotando, así parezcan ser hoy tan fuertes? Voy a seguir en este pleito, insistiendo en que esto es con cifras en la mano. He demostrado que hay productos como el trigo y la cebada a los que se liquida. El maíz muy seguramente quede agónico. Las pérdidas, así sean diferenciales, afectan a todos los sectores. Los he estado invitando a que me demuestren cómo vamos a exportar alcohol carburante, a cómo es que hay que producir el tomate para venderlo en Estados Unidos, en fin, a que dejen de echarnos cuentos sobre las ganancias del TLC, que son sueños, quimeras. Que vamos a exportar biodiesel, y resulta que en Colombia no se produce un galón de biodiesel. Puede que sí exportemos, ojalá, pero me lo tienen que demostrar. En cambio, los daños del TLC yo sí se los estoy demostrando con cifras en la mano. Termino el debate diciendo que no me satisfacen sus explicaciones, porque no las intenta siquiera dar, señor ministro. Dice un poco de cosas que no sustentan lo que está aseverando. Me ratifico en que las cifras que di sobre inmensos riesgos en todos los productos aquí analizados son ciertas, ahí están. Porque ustedes negociaron de forma tal que va a haber una invasión de productos pecuarios a Colombia por parte de Estados Unidos, que va a ir aumentando, al punto que al año diez vamos a inundados de importaciones. El doctor De la Espriella habló de unas importaciones de leche hace algún tiempo, y pregúnteles a los lecheros cuántos años demoraron ellos en reponerse de esas importaciones y en recuperar los precios internos y cuánta plata perdieron. Sí, claro, aquí estamos en libre comercio desde 1990. Lo nuevo es que lo van a llevar hasta el absurdo, hasta el extremo, hasta el paroxismo y ahí las pérdidas por supuesto van a ser descomunales
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Arturo Gil
26 de septiembre de 2007
Senador Robledo y el TLC. La trascripción que amablemente nos aporta el Dr. L. A. Melo de la intervención del Senador Robledo sobre el TLC, debe llamarnos a otro tipo de reflexiones, distintas a las técnicas esbozadas en mi artículo: “TLC fin de nuestra ganadería o inicio de una industria altamente rentable?”. Según el Senador, el tratado será una inexorable ruina para el país. Su larga exposición se enfoca en la suerte que correrán los productores nacionales a quienes considera incapaces de competir contra una descomunal potencia, movida solo por su desenfrenada ambición y plan de aniquilación de cualquier otra economía. Naturalmente hace referencia al desastre económico que representó para el país la apertura económica del presidente Gaviria (hoy su aliado político). Me parece curioso sin embargo que la economía del país que hasta ese momento venia sufriendo una inflación continua y una devaluación de su moneda de un 30% anual en promedio, año tras año, no volvió a experimentar semejante descalabro y por el contrario se estabilizó hasta el presente, cuando ha mejorado ostensiblemente viéndose una continua reevaluación del peso frente al dólar en los últimos años. Naturalmente si solo se mira a un sector y no al conjunto de la población, como lo hace Robledo, acaba teniendo razones aparentemente lógicas para su tesis. Es verdad que hubo empresas que se cerraron por incompetentes y que despidieron a sus empleados, pero el consumidor, el 100% de la población tuvo toda clase de bienes de consumo y comida más barata, en parte porque hubo disponibilidad de alimentos (tal ves subvencionados, en cuyo caso el consumidor subvencionado fue el colombiano), alimentos que producir en el trópico no es eficiente y que se importaron libremente. ¿Qué fue del desempleo? En general bajó, hoy día a un 11 % , cifra cercana a la de los países que absorben importantes inmigraciones de trabajadores. Porqué el desempleo en esos países? Obviamente no porque falte trabajo, sino porque esos “desempleados” son inempleables (adictos, irresponsables o deshonestos) y resulta mas barato mantenerlos a costa del gobierno, que enfrentar un problema de delincuencia masiva. ¿Cuál es la razón de fondo de los tratados comerciales entre países? Es la de enfrentar las mafias del contrabando ante las cuales todo agente aduanero se corrompe, sin meterse en una lucha interminable. Mientras haya productos más baratos fuera de un país que mantiene sus “protecciones” arancelarias, los contrabandistas se harán poderosos e inmensamente ricos, mientras el gobierno que deja de recauda esos impuestos a las importaciones, se verá en dificultades para atender las necesidades de su población. Los tratados crean reglas de mutuo intercambio, naturalmente de lo que cada socio produce a menor costo, beneficiando a los ciudadanos de ambos países. Claro que habrá perjudicados, aquellos que ostentan el privilegio de producir ineficientemente y vender caro en un mercado cautivo. Es curioso que Robledo quien se jacta de ser un protector de los desvalidos, esta vez aparezca defendiendo los intereses de aquellos “perjudicados” . Si hay alguna razón por la que no puedo identificarme con causa política alguna, es por esa ambigüedad de la virulencia política si del oponente se trata todo es perverso, si de sus áulicos se trata todo es correcto. Yo creo que el progreso no llega por que se hagan mejores leyes o se promuevan ideologías mesiánicas. Creo que el progreso de la humanidad ha ocurrido porque una minoría de personas se han dedicado al conocimiento, a la investigación científica, a la búsqueda de la “verdad” temporal o parcial, no la absoluta o excluyente, sino a la que revela nuevos hechos o descubrimientos que puestos al servicio de la sociedad mejoran la condición humana. Esa es la sugerencia que hace mi referido artículo. Los técnicos, profesionales y científicos hemos tenido el privilegio de educarnos en otras realidades y si hay solución a los problemas sociales, estará en encarar los cambios con visión, inteligencia y dedicación al trabajo.
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Roberto Angulo
26 de septiembre de 2007
Estimado Arturo, esto de los tratado se libre comercio, si es cierto que afectara al sector agrario de manera contundente. La parte negativa de la intervención anterior al la suya, es el tinte político. De ninguna manera vamos a lograr competir con los inmensos suicidios agrícolas de los países del llamados del primer mundo. La producción de vienes no agrícolas, tienen una realidad muy diferente. En algunos productos somos de mejor precio y de calidad aceptable, podemos competir. Pero con los subsidios nuca. Sobre la ineficiencia, que se mencionan en su articulo, le voy a comentar la experiencia de hace ya algunos años en mi país, existían grajas avícola con una tecnología de punta, cuya maquinaria fue adquirida en los EU y España, eran muy mecanizadas, los galpones para los pollos poseían incluso hasta clima controlado, las plantas para la elaboración del concentrado eran de tecnología de punta en Europa, los nutricionistas y veterinarios, tenían buena preparación. Esta industria estuvo con muy buen desempeño por algún tiempo, luego vino la de acle con la importación de pollos de los EU durante algún tiempo, el sector sobrevivió pero muchas grajas desaparecieron y muchos productores se fueron a la quiebra, gran cantidad de grajas fueron desmanteladas y no por in eficiencia, solo observe cuanto cuesta una tonelada de maíz en EU y cuanto en Venezuela, solo por allí la diferencia es abismal. Me gustaría saber, en un ejercicio imaginario cuanto costaría un kilogramo de pollo entero o de carne de res de primera, si no tuviesen los subsidios, fuera en la Unión Europea o EU. Recuerden que en la Unión Europea, hubo muchos problemas por la gran cantidad de subsidios de los Franceses, estos tuvieron que bajar algunos puntos, por los mismos reclamos de los otros integrantes. Si desearía que nuestros pises fueran altamente competitivos y eficientes, con buenas políticas agrarias lo lograremos, y en ello debemos poner todo nuestro esfuerzo.
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Jorge A. Silva
Jorge A. Silva
31 de octubre de 2011
Pues mis estimados amigos y colegas, fíjense por favor en la fecha de este articulo y compárenla con la fecha en la que estoy escribiendo mi comentario. pasaron varios años sin que nada nuevo pasara, pero ya paso.... hace un par de días se firmo el TLC con Estados Unidos, que si es el fin de nuestra ganadería? yo creería que SI, si es el fin de la ganadería que tenemos hoy en día, pero también es el nacimiento de una nueva era para la ganadería Colombiana, porque se deben iniciar una serie de cambios drástico en nuestra forma de producir si queremos llegar a competir, lo lamentable de todo esto es que quienes vana a pagar los platos rotos de estos cambios son los ganaderos pequeños no tienen el conocimiento, ni el dinero para someterse a estos cambios y estamos hablando del 70% de los ganaderos de Colombia, los que tienen menos de 50 cabezas, No se sabe a ciencia cierta que esperar, ni para donde cojer, es desconcertante pensar en las consecuencias de este tratado y va a ser peor ver el mercado inundado de productos baratos en medio de un pueblo sin capacidad de compra por la caída de sus ingresos, MODERNICEMONOS... Es LO QUE TENEMOS QUE HACER... PERO YA... bueno dije Yo, hagamolo, vamos a cultivar forrajes como maíz, sorgo, etc, y alimentamos ganados estabulados para de esta forma utilizar los potreros como lotes de siembra y producir mas kg de carne por hectárea, ya empecé a hacer cotizaciones un tractor U$ 60.000, un Mixer de 3 Ton U$ 30.000, una cosechadora U$8.000, hasta ahí vamos con US$98.000, falta los implementos para arreglo de tierras y siembra, cuantos de nuestros ganaderos Colombianos tienen el dinero o la capacidad crediticia para acceder a esta herramientas tecnológicas que le permitan ponerse a la vanguardia, creo que muy pocos, podríamos entonces declarar en via de extinción a nuestros ganaderos campesinos colombianos, los ganaderos "de verdad" no los tenedores de ganado que componen el otro 30%, que viven de otros negocios y que no les duele el campo colombiano y que a pesar de que tengan sus fincas como un jardín, con una gran nomina y con todas las maquinitas que hay en el mercado tampoco hacen cuentas y tampoco son eficientes, creo que también hay que darle la bienvenida a los profesionales del agro, ahora si creo que nos va a tocar trabajar y muy duro, la pregunta si habrá donde y con quien??
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Javier Armando Alvarez Paramo
26 de septiembre de 2013
Buena noche a todos me podían hacer el favor de darme las respuesta a esta pregunta. Cuál es la participación de la producción de carne (de bovinos) y leche (de bovinos y caprinos) en la producción agropecuaria de Colombia? Qué dificultades de tipo económico atraviesa la ganadería de carne y leche en Colombia en la actualidad? 5. Qué políticas agropecuarias actuales favorecen la producción bovina en Colombia
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