La Unión Europea y la deforestación

Lo comentaba el otro día en el marco de una mesa redonda, que trató del futuro de las materias primas y de la nueva reglamentación de la Unión Europea. Defendiendo mi postura en ella, me siento obligado a ponerlo en negro sobre blanco, en este Boletín de ÁGORA TOP GAN.

Hay ocasiones, bastantes, donde tengo la impresión que, la actual Unión Europea (U-E. – 27), Bruselas concretamente, está repleta de funcionarios y de tecnócratas, teóricos y de personas que viven de la política; tal cual.

Ello conduce, con una cierta regularidad, a que la Unión Europea sea “más papista que el propio Papa”.

En este contexto, quiero y necesito pensar que, en general, se trata de personas cargadas de buena fe y que laboran con la mejor intención; pero, seamos sinceros, es muy difícil, por no decir cuasi imposible, legislar adecuadamente en el ámbito agrario, en el sentido amplio del término (de manera útil, eficiente y eficaz) cuando hay un gran desconocimiento general de lo que verdaderamente se cuece hoy en la dura realidad cotidiana del agro, en el marco de la Unión Europea a 27.

Me refiero, claro está, a la realidad profesional del quehacer, en el día a día, de un sector tan complejo y multifactorial, como es el AGRARIO, con mayúsculas (y aquí incluyo a la agricultura, a la ganadería, a la pesca, a la acuicultura, al “mundo forestal” y al propio “mundo rural, incluyendo al silvestre”).

Y vayamos al ejemplo de hoy: la Unión Europea (U.E.), según un reglamento publicado en el Diario Oficial de la U.E., ha establecido la prohibición de importar materias primas agrícolas y productos ganaderos que causen deforestación,.

De acuerdo con el mencionado reglamento, aplicándolo pues al mundo agrario, implica que la Unión Europea solo podrá importar, comercializar y/o exportar, materias primas y productos del mismo que estén libres de deforestación; es decir, hayan sido producidos conforme a la legislación del país productor y estén amparados por una declaración de diligencia debida.

Con esta medida la Unión Europea pretende contribuir de una forma directa, eficiente y eficaz, a reducir la deforestación y la degradación forestal en el Mundo, y evitar la pérdida de biodiversidad e, indirectamente, disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero.

En teoría el reglamento comentado es digno de ser considerado con muy positivo y, por supuesto, plenamente compartido. En la práctica, salvo muy contadas excepciones, va a ser, en lo que atañe a Países Terceros, “papel mojado”.

Lo va a ser, por una parte, porque, en general, un tercer país productor asegurara que las bases productivas del producto considerado son siempre correctas (pensemos en estos momentos, por ejemplo, en el “océano de la soja argentino”); en segundo lugar, porque lo que no pueda o no deba comprar la Unión Europea, lo adquirirá otra región del Mundo (léase, por ejemplo, EE.UU. o China) y, en tercero lugar, porque este reglamento lo que verdaderamente va a lograr es complicar aún más la vida al sector agrario de la Unión; es decir, “va a pegar un tiro al pie” al sector agrario de la U.E. – 27.

Es totalmente cierto que, a nivel mundial, no sólo se debe parar el actual proceso de desforestación, sino que hay que revertirlo urgentemente (en el Mundo, en los últimos 15 años, se han deforestado del orden de unos 50 millones de hectáreas; es decir, se ha deforestado una superficie igual a España; una verdadera e inadmisible barbaridad; estamos de acuerdo).

La situación expuesta exige, sin duda alguna, un acuerdo mundial, que sea cumplido por todas las partes y que todas ellas asuman el coste, que este acuerdo supondría.

En este sentido, una actuación de la U.E. en solitario, no puede tener realmente, en mi opinión, prácticamente ningún efecto significativo a nivel mundial, pero sí, lamentablemente, a nivel interno de la propia U.E. – 27 ¡mal asunto!

Como siempre, será el tiempo quien dará y quitará razones.