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Reflexiones acerca de la agricultura, y los planes de uso y manejo de suelos en Uruguay

Publicado: 24 de julio de 2015
Por: Esteban Martin Hoffman Berasain, Nicolás Fassana, Silva Horacio y Baeten Andrés. Departamento Técnico - Unicampo Uruguay SRL – Paysandú, Uruguay
Introducción
Con motivo del III Simposio Nacional de Agricultura desarrollado en Uruguay en setiembre del 2013 ¬—organizado por la Facultad de Agronomía – UdelaR e IPNI Cono Sur—, Hill y Clerici (2013), con la responsabilidad del plan de manejo y uso de suelos a cuestas, ya vigente en Uruguay, escribían: “por primera vez en la historia del país, existe una política pública definida, de carácter obligatorio que pretende, regular el uso de suelo en función de su capacidad”. El primer partido, toda una prueba de fuego, se inició con la zafra de cultivos de invierno 2013 y se le sumaron las zafras, verano 2013-14, invierno 2014, y verano 2014-15. La situación actual del sistema agrícola uruguayo, que no laborea, ni rota con pasturas, en el que domina la soja, cada vez más sola, y desarrollada mayormente por empresas que usan el suelo bajo régimen de arrendamiento, ve incrementado los riesgos de erosión del suelo y, por tanto, regular el uso de suelo en este sentido, parece más que una política lógica y necesaria. Más aun si consideramos las características edáficas, topográficas y climáticas de Uruguay, un país pequeño que ya ha ocupado mayormente toda el área de suelos con mejor aptitud agrícola (Hoffman et al., 2013; Molfino, 2013). No es el motivo de este artículo, pero claramente hay un equipo y un director de la orquesta al que hay que reconocerle esta nueva situación que distingue a Uruguay. 
 
El plan y las reglas de juego
La ley actual de suelos (No 18564), en la cual se enmarca el vigente plan de manejo y uso de  suelos, una modificación de la ley votada en 1981 (No 15239), modificada en el 2009, en lo sustancial establece que el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP) es el responsable de definir las normas técnicas para el cuidado del suelo y fiscalizar su cumplimiento (Hill y Clérici, 2014). El artículo 5 de esta ley (decreto 405/2008), establece que el Ministerio Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP) exigirá un plan de manejo y uso responsable del suelo, teniendo en cuenta: los suelos del predio, las prácticas de manejo, la secuencia de cultivos y la erosión tolerable. Hoy estamos en plena etapa de implementación, seguimiento y evaluación del plan instrumentado por parte el MGAP, y para las empresas e ingenieros agrónomos acreditados (cada plan debe ser realizado y firmado por un Ing. Agr., acreditado a tales efectos, y que figura como responsable técnico del plan), es un hecho consumado.
A la fecha, para quienes quieran destinar y usar el suelo bajo agricultura, deben elaborar un plan de manejo y uso de suelos, y luego de ser presentado al MGAP (en momentos específicos y generales para todos), se recibe la comunicación de aprobación del plan (al agricultor y al dueño de campo, en caso de que sean personas físicas o jurídicas diferentes). Frente a un plan que no califica, por no cumplir con las exigencias vigentes, existen más de una opción de intercambio y trabajo con los técnicos de MGAP, así como plazos razonables para su replanteo y presentación de nueva formulación.
 
Elaboración y presentación del plan de manejo de suelos
Para confeccionar un plan de uso y manejo de suelos, es necesario identificar y agrupar los tipos de suelos según su capacidad de uso (Figura 1). A partir de la cartografía disponible en Uruguay (cartas de suelos, grupos de productividad - CONEAT, carta de reconocimiento de suelos del Uruguay (1:1 000 000), mapa altimétrico, aptitud de uso general, y cartografía de pendientes), y fotos aéreas, se delimitan las zonas potencialmente cultivables y sobre ella se elaboran unidades de  foto interpretación (UFI´s). En base a estas, se definen los sitios para el relevamiento a campo de las principales características del suelo (descripción del perfil de horizontes, profundidad total, textura, etc.) y del paisaje (tipo de relieve, grado y longitud de pendientes, desagües naturales, cárcavas, etc.).
Con esta información se procede a la elaboración de las clases de capacidad de uso (CUS) presentes en el área de estudio en base a Klingebiel y Montgomery (1961), y posteriormente se realiza el mapeo a escala predial. Recién entonces, se plantean diferentes rotaciones para estimar las pérdidas de suelo por erosión en base a la Ecuación Universal de Pérdida de Suelos (Figura 2), desarrollada por el USDA en Estados Unidos, estudiada y validada en Uruguay (USLE/RUSLE, Clérici y García Préchac, 2001), cuya versión del modelo actual es el EROSION 6.0 Rel-1.0.8). Finalmente, los resultados son contrastados con los niveles de tolerancia de pérdida del tipo de suelo involucrado. El proceso de estimación de pérdida y evaluación de alternativas, prosigue hasta que la rotación logre niveles de pérdidas iguales o menores a la tolerancia de referencia.
A la fecha, la recepción de planes utilizado por el MGAP-RENARE, se realiza en una plataforma web en la cual los técnicos acreditados y registrados ingresan la información requerida y/o modifican la ya presentada en los períodos establecidos a tal efecto. La presentación de un plan consiste en: (i) cargar uno o más polígonos, delimitando el área en que operará dicho plan, (ii) el archivo de la corrida del modelo de erosión final (que contiene las características de la clase de uso en cuestión, suelos involucrados y manejo asociado al sistema productivo), (iii) la secuencia de cultivos propuesta, y (iv) datos del propietario y tenedor del padrón.

Algunos resultados globales del plan de manejo y uso de suelos
Hill y Clérici (2014), en el Congreso Uruguayo de Suelo – VI Jornada de la SUCS–, presentaban los primeros grandes resultados después de finalizada la primera ronda de presentación obligatoria de planes, en invierno 2013 y verano 2013-14.
En base a las cifras de referencia global tomadas por RENARE (la Dirección General de Recursos Naturales Renovables del MGAP), como esperables en cuanto al área física bajo agricultura (1.500.000 ha físicas), los planes presentados habrían alcanzado un 94% de este valor (Tabla 1). En base a los resultados publicadas por DIEA (2014), los planes presentados habrían alcanzado el 89% del área sembrada con cultivos de invierno en el 2013 y del 93% para el área finalmente sembrada con cultivos de verano 2013-14.
A priori, un nivel de cumplimiento muy elevado si pensamos en todo lo que esto significa para el Uruguay. El faltante, inclusive, podría ser el resultado de que el área de referencia inicial tomada
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por el MGAP sea inexacta, o explicado, en parte, por el área que esta por debajo de la superficie mínima exigida (ver plan de uso de suelo en http:// www.cebra.com.uy/renare/). Para la zafra 2013- 14, tomando como referencia la distribución del área por estratos de tamaño publicada por DIEA (2014), se puede estimar que un 63% de esta diferencia (de 6% del área incumplida), estaría dentro de esta categoría (área no obligatoria). En Uruguay, desde principios del siglo XXI, dejamos de contar con estadísticas precisas relacionadas con la productividad y el área de siembra de los distintos cultivos, tanto a nivel nacional como regional (Hoffman et al., 2013). La distribución de los planes de siembra en la zafra 2013-14, nos permite nuevamente volver a mirar hacia dónde se ha expandido el área agrícola, y conocer cuál es la proporción actual de área bajo agricultura en la región tradicionalmente agrícola del litoral oeste (RLA) y en lo que podríamos considerar como nueva región agrícola (NRA) (Tabla 1). 
El área agrícola se concentraba en la RLA a principios de siglo (90% del área cosechada), y en total era menos de un tercio del área física actual (DIEA, 2000). Desde entonces, el área física bajo agricultura superó el 1.5 millones de hectáreas 
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bajo agricultura y más de 2 millones de hectáreas cosechadas anualmente. La expansión agrícola corrió la frontera agrícola desde la RLA, y si bien aún sigue siendo la región con mayor área destinada a la agricultura, más de un 40% del total (un área que duplica a toda el área bajo agricultura a fines del siglo XX), hoy está ubicada fuera del área agrícola tradicional, en la NRA (Tabla 1). La relación de la posición geográfica del área es de 58-42% para la RLA y NRA, respectivamente. Esta relación en la zafra 2013-14, difiere de la relevada en el último Censo General Agropecuario, realizado en el 2010-11 (DIEA, 2011) (52-48%, para la RLA y NRA, respectivamente). Estas diferencias podrían ser atribuidas a una reconcentración del área en la RLA hacia la región de suelos con mayor aptitud agrícola (Molfino, 2013), o a que parte de los omisos se ubican mayormente en la NRA. 
 
La agricultura en los próximos años, en base a los planes inscriptos en el 2013-14
La información sumistrada por el RENARE - MGAP (a solicitud de los autores para la elaboración de este trabajo), nos permite, como nunca antes, mirar el escenario futuro de corto plazo, en base a la planificación realizada en el 2013-14 (Figura 3). En el contexto de precios aún elevados de la soja y los cereales (sobre todo de invierno) cuando se completaba la inscripción del total de planes en el 2013-14, el escenario proyectado para los próximos años es el que se presenta en la Figura 3. 
Después de una fuerte expansión de la agricultura uruguaya, que duro más de 10 años, en base a los planes de suelos inscriptos en el 2013-14, el área física bajo agricultura evidencia una leve baja (Figura 3a). No es posible asegurar que sea el resultado directo de las exigencias derivadas de la presentación de los planes de manejo y uso de suelos, cambios en la rotación y componentes de la secuencia agrícola, en la medida que en menos de 18 meses, las condiciones del negocio también presionan a la baja agrícola. Además del evidente surgimiento en el invierno de los cultivos protectores, parte del área física bajo agricultura continua, pasaría a rotar con pasturas, y junto con las gramíneas C4, serían en proporción tres veces más en relación al área cultivada con soja (Figura 3d). A la fecha, sin información disponible a nivel departamental, no es posible completar el análisis de cuál es el sesgo por regiones, que seguramente existe.
Si comparamos el cambio en algunos indicadores de uso del suelo previsto, como consecuencia de los planes de manejo y uso de suelos, con la composición y uso del suelo previo al funcionamiento del plan (verano 2012-13) (IA menor a 1.4, menos de 5% de pasturas en el área agrícola, 86% soja y 14% gramíneas C4, según DIEA, 2013), el cambio es más que significativo. No solo se esperaría un incremento más que importante en el área sembrada con pasturas y gramíneas C4, sino que la proporción de suelo descubierto bajaría drásticamente y pasaría a estar ocupado por una superficie de cultivos protectores significativa (Figura 3). Sin que sea necesario estimar la magnitud de la erosión media antes del inicio de plan y cuál será su reducción en el corto plazo, casi no hay dudas de que va a ser significativa, de cumplirse lo proyectado.
¿Será esto lo que finalmente ocurrirá, cuando a la fecha, se hace evidente el deterioro de los resultados económicos, consecuencia del incremento de los costos de producción, menor productividad (resultado del clima) y fuerte reducción de los precios de los granos? Ya existe una fuerte presión al cambio (DIEA, 2014), y sin dudas este va a ser uno de los grandes desafíos del plan de manejo y uso de suelos.
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El nuevo componente en el sistema agrícola uruguayo
Después de haberse iniciado el fenómeno soja a inicios del año 2000, el trigo, cuya área ya era baja y seguía disminuyendo lentamente, en consonancia con la soja (y por necesidad de la soja), se expande con ella por todo el territorio nacional.
Con un crecimiento desfasado en el tiempo, el trigo multiplica casi por 4 su área en 8 años (Figura 4). A pesar de este crecimiento del área de trigo, el de soja es netamente superior, conduciendo a que la relación de área sembrada de soja-trigo,
crezca sin parar, más aun en los últimos 3 años, como resultado de que se estanca y decrece el área sembrada de trigo (Figura 4). 
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Como el resto de los cultivos (gramíneas C4 en el verano y canola en el invierno), no acompañan al aumento del área de la soja, esta se va quedando cada vez más sola, y por tanto existe una fuerte tendencia a que crezcan los barbechos descubiertos en el invierno, más allá de que existen empresas y productores que desde mucho antes ya habían comenzado a preocuparse y ocuparse de este problema. Entre quienes comenzaron con la siembra de cultivos protectores en el invierno, o con mayor proporción de gramíneas C4 rotando con la soja y el trigo, es probable que exista un gran consenso, en cuanto a que sin el plan obligatorio de suelos seguramente estaríamos frente a un área muy importante de suelos descubiertos en el invierno.
Desde que se inició el programa piloto del plan y manejo de uso de suelos en el 2010, hasta que pasó a ser el plan obligatorio, como resultado de la actividad de divulgación y exigencias del futuro plan de suelos por parte del MGAP- RENARE, así como la generación y difusión por parte de la Facultad de Agronomía e INIA en distintas jornadas, seminarios y congresos, surgía evidencia clara acerca de la conveniencia de cubrir los suelos, sobre todo los rastrojos de soja que no fuesen destinados a la siembra con cultivos de invierno (Figura 5). En el primer año del plan (año 2013), ya se registra un 22.4% del área agrícola sembrada en el invierno con cultivos protectores, en relación a un 44% con cultivos de invierno, 21.2% en barbechos, y el resto con verdeos, pasturas perennes y otros de uso desconocido (DIEA, 2013). Para el invierno 2014, la encuesta realizada por DIEA (2014), arroja un uso de los rastrojos de verano 2013-14 (en el invierno 2014), de 32% sembrado con cultivos de invierno, 24.5% en barbechos y el área con cultivos protectores asciende al 35.4%. Esto lleva a que después de la soja, el segundo componente en importancia pasa a ser el de los cultivos protectores, sembrados mayormente con avena.
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Considerando lo atípica de la composición de uso del suelo, a priori beneficiosa en cuanto a no dejar barbechos descubiertos provenientes de los cultivos de soja, también podemos pensar en las dificultades en cuanto a que una porción cada vez mayor del área no se destina a la producción de grano, y por tanto se transforma en un sobre costo para el resto de los componentes de la secuencia. En base a las perspectivas actuales, es probable que se profundice más aún la diferencia entre el área destinada a cosecha y a los cultivos protectores en el invierno. Como fue dicho anteriormente, el resto de los cultivos de sistema no acompañan y, de no estar el plan de suelos vigente, tendería a estar sola la soja y una gran mayoría de los rastrojos de soja a pasar descubiertos el invierno, como ocurría antes del 2011. En el invierno 2014, la mayor proporción de los rastrojos del verano de soja 2013-14, estuvieron cubiertos por cultivos de invierno para grano o cultivos protectores (Figura 6). 
Si bien el 16% y 23% de los rastrojos de soja de 1º y 2º, respectivamente pasaron el invierno descubiertos (cifra sustancial si consideramos la importancia de la soja en el sistema), parte seguramente se dé en ambientes de bajo riesgo de erosión, en donde, aun con suelo descubierto las pérdidas de suelos, se ubican por debajo de la tolerancia. La distribución de la siembra de los cultivos protectores, muestra que existe una racionalidad asociada a la necesidad de proteger el suelo sobre los antecesores con mayor riesgo de erosión en el invierno (Figura 6). Si los cultivos de cobertura son de elevada productividad y logran elevados niveles de cobertura del suelo, serán efectivos en cuanto a reducir las pérdidas de suelo por erosión, mientras que el rastrojo de verano previo no lo logra por sí solo. 
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En este sentido, en la Figura 7, se presentan resultados de pérdidas de suelo, estimadas a través de la USLE/RUSLE - versión 6.0, como resultado de la incorporación de cultivos de cobertura de elevada productividad, para los cuales se puede manejar un 80% de cobertura de suelo a la siembra del próximo cultivo de verano. En ambientes de esta región del país (litoral centro), para pendientes largas cuando el gradiente de la pendiente supera el 4%, aun con la implementación de una rotación de cultivos con pasturas y la inclusión de cultivos protectores de elevada productividad, las pérdidas de suelos superarían al nivel de tolerancia, sin la inclusión de terrazas.
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A pesar de ello, se puede observar claramente el impacto de rotar con pasturas y/o incluir cultivos de cobertura (Figura 7). En un sistema que no rote con pasturas, existen pocas opciones de mantener las pérdidas de suelo por debajo del nivel de tolerancia si no se incluyen este tipo de componentes, y claramente en los sistemas que no roten con pasturas perennes es donde se genera la mayor diferencia. En la medida que el área con menos de 2% de pendiente es muy baja en esta zona (como será discutido en la siguiente sección), sin coberturas no es posible pensar en agricultura continua en aquellas áreas que aceptan agricultura continua sin pasturas. La existencia de registros de siembra de cultivos protectores, puede decirnos poco, más allá de lo relevante de la importancia en área de este componente, si no contamos con información en cuanto a su probable funcionalidad (capacidad real de cubrir el suelo y mantenerlo protegido una vez iniciado el barbecho para la siembra del próximo componente). Aunque no existen registros publicados de los cultivos protectores sembrados en el país acerca de la biomasa acumulada y de la cobertura de suelo a la siembra del próximo componente, dadas las condiciones en que se realiza —fechas de siembra más tardías (en la medida que parte de las coberturas, van después de la siembra de los cultivos para grano), en chacras de baja capacidad de aporte de nutrientes y sin fertilización—, es poco probable (sobre todo en inviernos lluviosos), que se logren los niveles requeridos de crecimiento, para que estos cultivos protectores cumplan con su función.
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La presión actual del sistema, derivada de su baja rentabilidad y escasa liquidez, puede conspirar más aún, para que esta situación se revierta, incluso se cumplan los planes en cuanto a cubrir el suelo si baja el área sembrada con cultivos de invierno para grano. Pasar a una etapa de control, acerca de la real cobertura de suelo de los cultivos protectores, además de que se cumpla su siembra,  sin dudas deberá ser especialmente considerado por el MGAP- RENARE. 
 
Necesidad de cambios en la rotación en zonas con elevado riesgo de erosión 
Las implicancias e impactos concretos de la aplicación del plan de manejo y uso de suelos, desde el invierno 2013, se pueden evaluar en los resultados que surgen del procesamiento de una base de datos de casi 200 planes presentados, ubicados en una región con características particulares, situada en la RLA, en los departamentos de Paysandú y Río Negro (Figura 8). En la zona geo-referenciada de estos planes, dominan las clases de uso restrictivas en cuanto al potencial de pérdidas de suelo por erosión (CUS III y IV) (Figura 9b), derivadas fundamentalmente de las fuertes pendientes de la región (Figura 9a). En más del 70% de los planes presentados, dominan situaciones en las cuales la pendiente es superior al 3% de pendiente (datos no mostrados), lo que a priori limita las posibilidades de instrumentación de sistemas de agricultura continua, aun con el uso de cultivos protectores (Figura 7a).
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Los empresarios y productores ubicados en esta zona, ya venían incorporando cultivos protectores, y rotando con pasturas perennes desde antes de que fuese obligatorio el plan de suelos. Es por ello que el 90% de los planes presentados (86% del área involucrada), contaron con pasturas en la rotación (Figuras 10 y 11). De no existir la intención de estos productores de incorporar pasturas, igualmente se mantendría una participación importante de las pasturas en los planes, y no podría ser muy elevada la proporción de agricultura continua (38% de los planes y 41% del área), antes de considerar el planteo de terrazas. Para los planes que obligatoriamente debieron ir con pasturas (62% del total), 34% precisaron terrazas para que las pérdidas de suelos estimadas se lograsen ubicar por debajo del nivel de tolerancia (datos no mostrados). Si pensamos que existen regiones del país, con mayores restricciones, y por tanto mayor riesgo de erosión (asociadas a la topografía y tipo de suelos), era esperable que la obligatoriedad del plan de suelos, llevara implícita la aparición de las pasturas en la rotación, además de los cultivos protectores. En una proporción inestimada, realizar terrazas, incrementaría la proporción del área que aun sin pasturas perennes podría conducirse bajo agricultura continua. En algunos casos los elevados costos de construcción y mantenimiento  (sobre todo cuando las terrazas se deben ubicar a pocos metros las unas de las otras), sumada a la reducción del área efectiva de siembra, se transformaría en una limitante de peso para su instrumentación, considerando la situación económica y tenencia de la tierra.
En el escenario actual, con altos costos de producción y de la tierra, y la caída en los precios de los granos, así como la gran proporción del área bajo arrendamiento (DIEA, 2014) (en general de corto plazo), sumarían presión de incumplimiento, en la medida que tanto pasturas perennes, como terrazas requieren tiempo para ser amortizados o la inversión recuperada con efectos residuales favorables. En la medida que los precios presionen al negocio agrícola como en la actualidad y el cambio de escenario se extienda en el tiempo, ya sea por el lado del recambio de quien realice la agricultura o por el lado del incumplimiento del plan presentado, sumarán tendencia al incumplimiento.
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 El desafío de la fiscalización y seguimiento de la marcha del plan
El MGAP-RENARE, desde la culminación de la primera etapa de presentación completa de los planes en el 2013-14, se abocó en primer lugar a la identificación y convocatoria de casos omisos. En una segunda etapa, sin abandonar la anterior, comienza el tiempo de revisión técnica de los planes, identificación y convocatoria de los técnicos responsables para ajustes en los casos en que fueron comprobadas irregularidades o desajustes en aspectos técnicos del plan, con el objetivo de que las observaciones fueran levantadas en tiempo y forma. Una tercer etapa ejecutada en la última  zafra, junto a las anteriores, fue la fiscalización del cumplimiento de la rotación planificada en los planes presentados. Además de estas instancias de evaluación y fiscalización, permanentemente existe comunicación por parte de los técnicos de  RENARE de observaciones puntuales al plan, las cuales deben ser levantadas en cada etapa prevista a tal fin. Esta información, surge de la propia interacción y trabajo con los técnicos regionales del MGAP, sin que se conozcan estadísticas de identificación de omisos, incumplimiento, reformulación o cambio de planes.
Si consideramos la tendencia al desvío de lo planificado en el 2013-14, con evidencias de cambios como consecuencia de la situación por la que pasa la agricultura actual (analizada anteriormente), seguramente, para que se salvaguarde y se logre el objetivo principal, en cuanto a mantener controlados lo niveles de pérdidas de suelo por erosión, el trabajo por parte de los responsables institucionales del plan se deberá redoblar; pero, sin dudas, precisa del apoyo de todos los técnicos acreditados y con planes bajo su responsabilidad. Es por ello, que no hay otro camino que el verdadero trabajo conjunto, y no solo el de la fiscalización.
En este sentido, si se compara lo proyectado para el corto plazo, en base a los planes del 2013-14, con los resultados publicados por DIEA 2014), y la probable fuerte disminución del área de siembra con cultivos de invierno en el 2015, ya existen desvíos significativos del plan original (Tabla 2).
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La fuerte reducción de los cultivos de invierno observada en el 2014, y probable para el 2015, en relación a la intención planificada en el 2013, no solo es de una magnitud imposible de haber sido pronosticada en el 2013, sino que no ha sido
acompañada por rastrojos de gramíneas C4 o la magnitud del incremento en los cultivos protectores. Las condiciones de exceso de precipitaciones en el invierno 2014, si bien limitó las posibilidades de siembra en fecha de este nuevo componente en general, seguramente también fue la excusa para muchos casos particulares. En este sentido el MGAP- RENARE, igualmente consideró de recibo a muchos casos, en que existió denuncia de la imposibilidad de siembra de un cultivo protector, por condiciones climáticas.
No sería difícil acordar que para el sector agrícola cumplir con los planes en la situación agrícola actual es difícil y, por ende, va a ser más que una prueba de fuego para el plan de uso y manejo de suelos. Es probable que se multipliquen los casos de incumplimiento sin verdadera justificación agronómica. Si bien los responsables oficiales del plan, van a tener que seguir manteniendo cierto grado de flexibilidad, es en situaciones como estas en las que se pondrá a prueba los mecanismos de control, seguimiento y penalización previstas. 
No queda otro camino que el trabajo conjunto junto a los técnicos acreditados, y los resultados en cuanto a identificación de omisos, planes mal formulados que deben cambiar, identificación de incumplimiento de los planes y penalizaciones en curso, debe cobrar visibilidad. La falta actual de información en cuanto al control, y sus resultados, genera una sensación de ausencia de contralor la cual es percibida como negativa por técnicos y productores responsables (sobre todo los dispuestos a cumplir en tiempo y forma con los requerimientos legales). 
Si bien nos consta que existe control, y la flexibilidad que precisa un plan de esta magnitud, que además está acompañando la marcha del plan, el MGAP no puede demorar en mostrar parte de los resultados anónimos de la fiscalización. Seguramente, deba seguirse apostando a más trabajo conjunto entre técnicos privados y técnicos del MGAP, manteniendo inclusive las excepciones allí donde aún persisten dudas razonables acerca de la capacidad real de estimación de las pérdidas de suelos de la USLE/RUSLE, hasta que la información permita laudar estos casos espaciales.
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Comentarios finales
Como en casi todos los órdenes de la vida, no es posible originalmente prever todas las desviaciones, bifurcaciones y externalidades, y menos aun las que pueden derivar de un plan tan ambicioso, necesario y urgente, que intenta modular y regular el uso del suelo a nivel de un país entero. Como resultado de este proyecto nacional, tanto los actores directos, hasta una parte no menos importante de la sociedad en su conjunto, están tomado conciencia de la relevancia del cuidado del suelo, y que en un escenario de demanda cre-
ciente de alimentos, el futuro claramente depende de poder mantenerlo. Hoy, los nuevos Ingenieros Agrónomos, deben recibir formación específica, capacidad y entrenamiento, y para ello la Facultad de Agronomía ha tenido que adecuarse. En este sentido, desde el 2010 los nuevos técnicos (sobre todo los que orientan su formación hacia los sistemas agrícola-ganaderos y lecheros), salen al mercado preparados, seguramente como nunca. Si los productores, empresarios y técnicos hubiesen tenido certezas en el 2013-14, del escenario actual de dificultades, seguramente el inicio del plan hubiese sido más dificultoso y los planes serían desde su origen más restrictivos. Sin embargo, aun con amenazas en el horizonte,  seguramente muchos decidieron priorizar planes que pasaran el filtro de las tolerancias exigidas, ubicando los componentes más polémicos (como las gramíneas C4 y/o pasturas), hacia el final de la secuencia. Esto, en una realidad marcada por más del 60% de la tierra bajo arrendamiento, con contratos de corto plazo, que hará coincidir la renovación de muchos contratos con un posible cambio del agricultor, los cuales estarían obligados a cumplir con los componentes menos rentables o sin capacidad de pago de las rentas actuales (Figura 3). Sin duda y considerando que el dueño del campo es el responsable final del cumplimiento de los planes, solo cabe esperar un periodo conflictivo, en donde el desafío del sistema, tiene una dificultad adicional. El futuro del plan, sin duda va a depender de cómo se conduzca esta situación difícil.
En momentos de crisis es donde más valor cobra un emprendimiento nacional de este tipo y porte. Claramente, la verdadera prueba esta ocurriendo y pasarla depende de todos, no solo de los responsables oficiales. Es un trabajo que va a demandar un esfuerzo colectivo de todos. Sin duda, de la conducción del MGAP, de los técnicos acreditados, de los agricultores, pero como nunca de los responsables finales por el cuidado del suelo, los dueños de los campos quienes no pueden mantenerse aun ajenos. 
 
Bibliografía
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  • Ernst, O. 2013. Denunciando el presente, imaginando el futuro. Cangüé 34: 2-11. www.eemac.edu.uy/publicaciones/ revista-canguee Hill, M., y C. Clérici. 2011. Planes de uso y Manejo de Suelos. INIA Revista Nº 26. pp. 65-69. 
  • Hill, M., y C. Clérici. 2014. Planes de uso y responsable de suelos. Base de la política de conservación de suelos en Uruguay. In. Congreso Uruguayo de suelos de Uruguay y VI encuentro de la SUCS. www.sucs.org.uy
  • Hill, M., y C. Clérici. 2013. Implementación de planes de uso y manejo responsable del suelo. In III Simposio nacional de agricultura 2013. p. 167-170. 
  • Hoffman, E., A. Castro, y P. Arbeleche. 2013a Área agrícola y superficie cultivada anualmente en Uruguay: implicancias de las diferencias en los números oficiales. In Cangüé Nro 34. pp 12-34. 
  • Klingebiel, A., y P.H. Montgomery. 1961. Land capability classification. Agricultural Handbook 210. Washington D.C.. Soil Conservation Service. U.S.D.A. p. 21. 
  • Molfino, J.H. 2013. Potencial agrícola, algunos números para la agricultura de secano. In Cangüé Nro 33: p. 14-18. www.eemac.edu.uy/cangue/joomdocs/cangue033_molfino.pdf 
  • USLE – RUSLE 6.0. Rel- 1.0.8 http://www.cebra.com. uy/renare/ 
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Nicolás Fassana
Unicampo SRL
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Esteban Martín Hoffman Berasain
Universidad de la República de Uruguay (UdelaR)
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Cipriano Martinez Tutiven
27 de julio de 2015
Saludos a todos.- perdí la cuenta de las tantas veces que opine sobre el manejo inicial para emprender un cultivo cualquiera que este sea, opine que si no se tiene la figura bien clara de lo que se quiere realizar, no lo intente ni malgaste su dinero, no se combierta en otro depredador de la naturaleza ni contaminador, se pasaría leyendo opiniones de como combatir todas las enfermedades y todo lo negativo que genero. La agricultura en realidad no es tan complicada como párese, lo complican las personas que lo usan y abusan con malos manejos y que poco entienden del tema. También soy de la idea que para curarse en salud se debe incluir antes de que se toque o mueva un milímetro de tierra los planes que se van a manejar en caso de que sea aprobado todo lo concerniente al plan integral para desarrollar un cultivo, se tendrá tiempo para que escoja a un buen técnico en agricultura que combine la experiencia que tenga en trabajo de campo que debe de ser muy amplia y el conocimiento de la parte técnica y científica, algo que con suerte lo puede conseguir ya que en la actualidad se opina mucho sobre cultivos que se estan desarrollando otros que tienen mucho tiempo establecidos y que a lo mejor no contemplaron ni tomaron en cuenta que se debe iniciar con planes muy bien estudiados y consensual con técnicos de mucha capacidad. Los suelos deben de ser respetados para que den con buenos manejos los frutos que todo el que invierte y quieren a la agricultura en su mejor expresión. Le pondría al tema la inclusión de agua como complementos primarios.
Arturo Cárdenas Fitta
Ambiotec Solutions
27 de julio de 2015
Excelente ejemplo,excelente iniciativa, experiencia e inducción de cultura y prácticas. La importancia de un sistema, como en este caso, radica también en que su implementación puede darse por regiones, es decir, ahí donde el nivel de autoridad que se tenga, se enfoque en hacer pasos concretos que le den vida a un proyecto y solución de esta naturaleza, sin depender de que inicien otros en otro lado; las iniciativas generan esos subsistemas reales que simplemente de van incardinado y/o concatenando para integrar el sistema total - nacional y más allá de ese nivel.
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