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Chorros de Agua

Publicado: 7 de septiembre de 2014
Por: Ing. Javier García Guerrero. Ex Profesor Titular Ordinario de Política y Desarrollo Agroindustrial de la Universidad Nacional de San Martín.
Un estudio del Ministerio de Recursos Hidráulicos de China, informó que el 55% de los 50.000 ríos que poseía China hasta 1990 han desaparecido. La tasa de dependencia de agua (% del recurso con origen en el país) de China es de apenas el 0.96%, mientras que los guarismos alcanzados en el indicador por los EEUU y la Argentina son del 8,18% y del 66,09% respectivamente. Esta proporción no es homogénea dentro de nuestras jurisdicciones: El 70% del agua potable que consume Chubut depende de las decisiones que tomemos con nuestros acuíferos los rionegrinos. En China el 60% del territorio debe afrontar la logística de trasladar el agua desde el Sur. No han logrado superar su déficit, los acuíferos de que aún disponen se reducen por sobrexplotación a un ritmo de 22 billones de m3/año. Los informes internacionales dan cuenta de que ya más de 400 de las grandes ciudades no tienen agua suficiente y 110 sufren una “seria escasez” pese a que el consumo per capita del China es inferior a 1/3 del promedio global mundial. Al igual que en China en Europa y América centenares de ciudades como aquí San Antonio Oeste o Sierra Grande “importan” agua y extensas áreas agrícolas se están “secando” en forma simultánea a la desertificación creciente de nuestro territorio
En el mundo 2 billones de personas padecen de insuficiente acceso al agua y docenas de países la importan para subsistir a valores cercanos a u$s 2,70 el m3, lo que impulsó a un exgobernador rionegrino a decir que se iba a poner en la desembocadura del Río Negro a envasársela. Los profesionales del área conocen que este extremo no es factible ni como metáfora. También es oportuno recordar la imprevista “guerra del agua” que padeció Bolivia hace menos de 20 años por su incapacidad de conducir los conflictos para transformarlos en materia de discusión, en lugar de hechos violentos consumados.
Esta provincia de Río Negro denominada como su río no se enfrenta a la discusión jurisdiccional por las vertientes que afrontan las provincias norteñas con los países vecinos, su cuenca sólo es afectada marginalmente por las obras hidroeléctricas que se formulen fuera del territorio provincial, disponiendo de un volumen que aunque importante no llegaría a abastecer la totalidad de las superficies potencialmente regables que ofrece su geografía. Adicionalmente debe compartir los volúmenes que la atraviesan con las provincias de Neuquén y Buenos Aires. Estas circunstancias agravan la responsabilidad de quienes han iniciado las actividades de extracción de petróleo y gas no convencional bajo la peligrosa modalidad de fracking sin que este regulado por un marco legal específico.
En USA han prohibido dicha actividad en ciertas zonas por las verosímiles conclusiones científicas que afirman que no solo se comprometen los acuíferos sino que habría relación causal con movimientos sísmicos. En tanto las autoridades ambientales rionegrinas empeñan sus afanes en organizar empresas para abastecer de productos químicos a las mismas empresas petroleras cuyas infracciones ambientales deben controlar. Se hace difícil confiar en la capacidad de fiscalización de un estado corrupto, que operativamente no es capaz de garantizar ni la estadía pacífica de las hinchadas visitantes en un estadio de futbol programadas con anticipación.
Frente al dilema de “planificar una adecuada estrategia regulatoria y de fiscalización” o “ser planificados para ejecutar pasivamente la estrategia de los intereses de terceros”, Río Negro ha elegido no tener información, ni diagnóstico, ni estrategia propia, ni capacidades de fiscalización, intervención y poder punitivo real. También se ha vaciado la evanescente Secretaría de Planificación, dedicada hace tiempo al negocio inmobiliario y han colocado frente a los casi cuatro centenares de técnicos e ingenieros que integran la Dirección Provincial de Aguas a una “electricista diplomada” objetada por la Legislatura por su falta de conocimientos, que hasta entonces se ocupada de supervisar los semáforos de Cipolletti, valorando su elevado potencial de aprendizaje y de disciplinada obediencia.
El desplazamiento de la fronteras agropecuarias hacia el sur, la aparición de usos competitivos del agua como la agricultura de riego, la minería, la explotación de hidrocarburos, las industrias de todo tipo, la evolución poblacional de sus ciudades, las producciones forestales, frutícola, olivícolas, la ganadería bajo confinamiento, etc. compiten de un modo inédito por la asignación de los limitados volúmenes existentes generando tensiones y presiones sobre los efectores públicos para efectuar una temprana asignación del recurso hídrico, que determine el posicionamiento de los distintos grupos inversores, empresas y actividades de un modo casi irreversible.
La defensa del postergado desarrollo equilibrado de nuestra provincia, basado en un adecuado ordenamiento territorial multivariado con validación federal, que favorezca a un tiempo el cuidado del medio ambiente, la racional utilización de las nuevas tecnologías de riego, la creación de incentivos para asignación de recursos en inversiones generadoras de trabajo, ha sucumbido frente al incremento geométrico de los valores inmobiliarios de los predios con acceso al riego que ha sesgado la discusión hacia la captura de beneficios inmediatos. Frente a la disponibilidad del recurso, la cantidad de maquinaria de riego por pivote de algunos establecimientos bonaerenses líderes de la producción agrícola supera en cantidad a la totalidad de los equipos similares en actividad en Río Negro.
La DPA se empeña en demostrar que no hay más nada que mostrar. Denuncias de contaminación por residuos agrícolas, petroleros, mineros, frigoríficos y de otras industrias contaminantes, volcados de hasta un 50% líquidos cloacales crudos, mientras la colmatación del cauce y las severas variaciones ecológicas hacen proliferar al  “moco de río” Didymo entre otras algas que han cambiado hasta el color del cauce que ya se presenta visualmente “espumoso” en vastas zonas de su recorrido.
Mientras los principales diarios de Brasil informan sobre los desastres ambientales producidos por Petrobras, YPF, etc. la DPA comunicaba que no había peligro y el intendente de Catriel afirmaba “que el toma el agua de la canilla de su pueblo”,  tal vez eso explique algunas de las conductas que le dieron notoriedad.  El Gobierno Nacional en cesación de pagos, con el crédito externo cortado a punto de ser nuevamente embargado por la Justicia norteamericana nos promete que a través del PROSAP con crédito multilateral duplicará la cantidad de superficie sembrada invirtiendo $ 56 mil millones en un Plan Nacional de Riego, se desconoce si su materialización estará a cargo del hada de la Cenicienta.
Los legisladores intentan formar distintas comisiones itinerantes que avanzan homeopáticamente enumerando posibles acciones que los incluyan en la foto previa al retorno a casa. Sin información, ni plan estratégico, o fiscalización evidente para revertir los excesos de uso no autorizado, postergando su aprovechamiento como fuente renovable no contaminante de energía, etc. evidenciando su nula capacidad de implementación y gestión, poniendo en riesgo el principal activo de la provincia ante los reiterados intentos de trasvasar volúmenes a nuevas zonas de la Provincia de Buenos Aires. El relato periodístico recoge en tanto pintorescas declaraciones que intentan instalar desde el criterio el “hecho consumado” de haber establecido zonas de riego no autorizadas ni pertinentes , al “proyecto financiado, proyecto prioritario”, o “trasvasemos lo que nos prometió la dictadura”, “reguemos y vamos viendo” respecto del agua del Río Negro.
Al igual que nuestros compradores de alimentos que deciden importar e interrumpir la producción de maíz, soja, olivo o trigo, porque reconocen la ingente cantidad de agua que incorporan, es tiempo de considerar en la planificación los “precios sombra” vale decir el impacto que no reflejan los precios de mercado del compromiso de nuestros recursos naturales con determinadas producciones. Así como se utiliza la “huella de carbono” o el “green label” para identificar la contribución de un producto al “efecto invernadero”. Así como se han desarrollado mercados financieros secundarios para compensar las actividades que comprometen la producción de dióxido de carbono, así deberíamos considerar el uso del agua que es inherente a cada producción. Si esperamos que lo hagan los países centrales que se ocupan de sus propias limitaciones, llegaremos tarde, como dijo Ortega y Gasset “el hombre prisionero de sus necesidades vive en la inmediatez” es una tarea esencial de gobierno conformar un Estado a través del acuerdo sobre horizontes comunes que le den sentido trascendente a nuestros diarios desvelos para que haya un lugar para las futuras generaciones. “Argentinos a las cosas” afirmó el genial filósofo cuando nos visitó hace casi cien años. La tarea sigue pendiente. El Agua vale sin duda más que el oro, que el petróleo, que las industrias contaminantes, pero también vale más que los discursos vacíos y abstractos sobre una realidad con la que a veces no existe el suficiente compromiso.
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Autores:
Javier García Guerrero
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