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El Covid 19, los gases del efecto invernadero y el aislamiento social

Publicado: 1 de abril de 2020
Por: Alexandre Barbosa de Brito, Veterinario, Doctor en Nutrición Animal
Parametrizar el volumen de CO2e es una tarea importante, ¡pero los animales de producción no afectan nuestro planeta como se imagina!
Estamos viviendo un momento realmente diferente en el mundo, donde en los últimos meses, más de la mitad de los habitantes del planeta, de alguna manera, se han aislado voluntariamente al reducir sus actividades debido a la Pandemia de COVID-19. Junto con este escenario, frecuentemente evaluamos noticias sobre la reducción de la emisión de gases contaminantes y generadores de efecto invernadero, como se describe en la publicación de NASA Earth Observatory, (2020). En la Figura 1, podemos ver fotos satelitales con el monitoreo de emisiones que detectaron reducciones significativas en el dióxido de nitrógeno (NO2) sobre Wuhan/China. La investigación se realizó antes y después de las festividades del Año Nuevo Chino (que en el año 2020 ocurrió en la fecha 25 de Enero). En general, las empresas y fábricas cierran durante esta celebración china, reduciendo el volumen de gases en la atmósfera (28 de enero - 9 de febrero). Sin embargo, hay un aumento normal en el índice de contaminación cuando termina la celebración (10-25 de febrero). Pero, cuando comparamos los datos de 2019 con 2020, hay evidencia de un cambio relacionado, al menos en parte, con la desaceleración económica luego del brote de coronavirus.
Figura 1. Caída en el nivel de contaminantes (NO2) en Wuhan. Al contrario de 2019, ningún nivel aumentó en 2020 después del Año Nuevo chino. Fuente: Modificado de NASA Earth Observatory (2020)
Otro grupo de investigadores de los Estados Unidos llevó a cabo un monitoreo en Hawai en busca de pistas que respalden la hipótesis de que el COVID-19 será el primer shock económico en más de 60 años que va retrasar el aumento de los niveles de dióxido de carbono en el planeta. El observatorio Mauna Loa está trabajando en la producción de la Curva de Keeling, que ha acompañado el aumento de las concentraciones de dióxido de carbono desde 1958. Según los investigadores de este observatorio, el COVID-19 está desacelerando la economía mundial y reduciendo, en particular, el uso de combustibles fósiles utilizados en el transporte individual de personas, generando una reducción considerable de estos gases (Gráfico 1).
El Covid 19, los gases del efecto invernadero y el aislamiento social - Image 1
Gráfico 1. Nivel de contaminantes (CO2e) en el observatorio hawaiano de abril de 2019 hasta marzo de 2020. Detalle en rojo (reducción durante la Pandemia de COVID-19). Fuente: Modificado de Observatório de Mauna Loa (2020).
Comencé este artículo con estos dos datos de diferentes centros de investigación para abordar, en el restante de esta columna, dos aspectos interesantes para nuestro sector de producción de proteínas animales:

1. Cómo los eventos asociados con la quema de combustibles fósiles son realmente importantes cuando se trata del tema de la producción de gases de efecto invernadero; porque durante todos estos períodos descritos anteriormente, no hubo reducción en la productividad del campo, ni una ruptura en la cadena productiva de carne u otras fuentes de proteína en el mundo. La producción de alimentos continúa en volúmenes satisfactorios para satisfacer la demanda mundial de alimentos.
2. Pero, sabiendo que la quema de combustibles fósiles y el parque industrial de las grandes ciudades son los principales responsables de la producción de gases de efecto invernadero; comprender cómo podemos reducir los impactos de estos contaminantes en nuestra cadena de producción de alimentos es algo que tendrá cada vez más sentido, ya que la demanda de productos de origen animal en las últimas décadas ha intensificado una serie de cuestiones de sostenibilidad.
De manera práctica, después de evaluar los datos del aislamiento global de varios sectores, pero no de la producción animal, estoy convencido de que: “Sí, la producción de proteína animal afecta el medio ambiente, pero de una manera menor de lo imaginado, siendo menos dañino que la actividad industrial y la quema de petróleo en el mundo; es decir, ¡los animales de producción no están afectando a nuestro planeta como lo imaginamos!”
De todos modos, parametrizar los avances en eficiencia que siempre han guiado la producción de aves y cerdos, para un lenguaje de prácticas de sostenibilidad es algo que considero fundamental para nuestra actividad.
De esta manera, comienzo el enfoque con la definición de la huella de carbono (del English Carbon Foot Print). Este concepto representa el volumen de CO2 equivalente, o simplemente CO2e, que se traduce en el volumen total de emisiones de gases de efecto invernadero causadas directa o indirectamente por una persona, organización, evento o producto (Carbon Trust, 2020). CO2e no se refiere solo a la evaluación del volumen de CO2 emitido, de hecho, CO2e es parte de un grupo de tres gases que determinan un alto potencial de efecto invernadero como: dióxido de carbono (CO2) que representa 1 eq; metano (CH4) que representa 23 eq, y; dióxido de nitrógeno (NO2), el gas de efecto invernadero más importante, que representa 300 eq (Flachowsky, 2011).
Al realizar un análisis en el sector de producción de proteínas animales, existe una amplia gama de modelos de producción, desde aquellos destinados a un consumidor alimentado con productos de bajo precio (donde la demanda de eficiencia productiva es alta); incluso al escenario de producción frecuentemente subsidiados, donde los precios de ventas no se correlacionan con sus verdaderos costos de producción. Estos escenarios aumentan, con más o menos presión, la producción de gases CO2e. Por lo tanto, una pregunta que siempre debemos hacernos es: ¿cuántos kilogramos de gases de CO2e dejamos de emitir por cada kilogramo de pollo/cerdo, cuando reduzco uno o más puntos de conversión alimenticia debido a una estrategia nutricional o de gestión adoptada? La respuesta a esta pregunta debe ser parte de nuestro cotidiano, el cual tenemos que dominar en los próximos 30 años.
Esta demanda, curiosamente, ya no está vinculada solo a las iniciativas gubernamentales, la sociedad ha asumido habitualmente un papel relevante. Ya es posible observar algunas entidades vinculadas a centros de inversionistas (Fairr 2020) que trabajan en un ranking mundial de evaluación de los productores de carne, lácteos y pescado en relación con el riesgo ambiental, social y de gobernanza. Básicamente, lo que hacen estas entidades es evaluar el nivel de sostenibilidad en términos de la cantidad de insumos consumidos por la cantidad de productos generados.
Según el Centro de Estudios de Sostenibilidad de la Fundación Getúlio Vargas/Brasil (FGVces, 2019), existen signos concretos de que los aspectos e informaciónes socioambientales se convertirán en factores críticos para los productos exportados a los mercados internacionales, especialmente a la Unión Europea (UE). Un ejemplo de señalización es la iniciativa de la Comisión Europea The Single Market for Green Products, cuyo objetivo es dirigir el mercado hacia la elección de productores con menos impacto ambiental y un uso más eficiente de los recursos.
Actualmente, la Comisión Europea está evaluando cómo aplicar el volumen de CO2e/producto, siendo uno de los caminos el requisito de neutralidad para ciertos productos vendidos para el bloque europeo después de 2050.
Uno de los productos contemplados en estos estudios se refiere a la cadena de carne (ganado, aves y cerdo), una industria responsable del 5,6% del Producto Interno Bruto (PIB) brasileño, que representó un volumen comercializado de R$ 375.30 billones en 2018 (SCOT Consultoria, 2019). Dada esta relevancia, al menos deberíamos comenzar algunos grupos de discusiones internos en las empresas, con el objetivo de implementar soluciones de mitigación.
Un excelente ejemplo de cómo se acelera este processo, puede ser demostrado por el grupo de Coller FAIRR Protein Producer Index (2019). La Iniciativa FAIRR ha desarrollado un índice para analizar a los mayores productores mundiales de carne, lácteos y acuicultura combinando nueve cuestiones con el objetivo del desarrollo sostenible de las empresas que producen alimentos de origen animal. También según esta entidad, el índice ya sirve como referencia para grupos inversores y otros actores interesados en el sector animal mundial (Tabla 1).
Tabla 1. Los 20 principales grupos de inversores y otras partes interesadas en el sector de producción animal mundial, que utilizan el índice FAIRR como base para evaluaciones internas*.
El Covid 19, los gases del efecto invernadero y el aislamiento social - Image 5
* Esta lista se basa en los datos de la plataforma S&P Capital IQ
Fuente: Coller FAIRR Protein Producer Index (2019)
Este índice tiene en cuenta las acciones de las empresas y sus socios de la cadena de suministro para mitigar: 1) el uso de antibióticos en la alimentación animal; 2) contaminación y uso del agua; 3) seguridad alimentaria (volumen de alimentos producidos); 4) estrategias para reducir los gases de efecto invernadero (reducción de las emisiones de CO2e); 5) acciones para reducir la deforestación y compensar las áreas devastadas; 6) bienestar animal; 7) uso de proteínas alternativas.
Este índice ya incluye el 38% del pollo, además del 28% de los cerdos producidos en el mundo (Gráfico 2), y este número ya incluye 9 empresas latinoamericanas.
Analizando los datos del índice, está claro que hay algunas variaciones entre los planes objetivo para cada región. En general, la adopción del uso de proteínas alternativas en la línea de producción es la que tiene el nivel más avanzado entre las empresas participantes (Gráfico 3). De esta manera, la próxima vez que veamos una gran cadena de comida rápida lanzar un producto 100% vegetariano, ya sabremos dónde se basan estas ideas.
El Covid 19, los gases del efecto invernadero y el aislamiento social - Image 2
Gráfico 2. Participación en el volumen global del mercado de proteínas animales de las empresas que participan en el Índice FAIRR, por volumen total de ingresos en el sector (A); Además de la distribución regional de estas empresas (B). Fuente: Coller FAIRR Protein Producer Index (2019)  
Sin embargo, la mayoría de las empresas se clasifican como de alto riesgo según el Índice, en 6 de los 9 factores.
Gráfico 3. Porcentaje de las 60 empresas que alcanzaron el plan objetivo propuesto por el índice FAIRR, siendo: distribución de valores por el plan objetivo propuesto (A); distribución de valores/región (B). Fuente: Coller FAIRR Protein Producer Index (2019)
La escasez de agua y los aspectos relacionados con la contaminación tienen los puntajes promedio más bajos (promedio de 13% para ambos), mientras que la seguridad alimentaria tiene los puntajes más altos (Gráfico 03). Las empresas en Europa lideran, seguidas de cerca por las empresas de nuestro continente. De hecho, nuestras empresas están en un nivel excelente, con un nivel 7% inferior al estándar europeo, pero produciendo un 17% más de carne, lo que demuestra la eficiencia del sector en nuestro continente. Las empresas con sede en Asia están por detrás, especialmente en la gestión de riesgos materiales.
A medida que la escala y los impactos del cambio climático se vuelven cada vez más alarmantes, el mercado de la carne se ha convertido en un objetivo de acción para las entidades que tienen los más variados y diversos intereses, sean legítimos o no. Como hemos visto, el argumento tradicional respaldado globalmente, de que la producción de proteína animal genera más gases de efecto invernadero que todo el sector del transporte, ha sido totalmente desacreditado por el escenario actual de la Pandemia del Covid 19.
Sin embargo, el mercado de carne, como se menciona en esta columna, tiene un impacto en el volumen de CO2e. De esta manera, la parametrización de cuánto nuestras prácticas nutricionales, ambientales y de gestión reducen el volumen de CO2e será cada vez más importante como herramienta de decisión para acciones futuras, satisfaciendo los deseos de las próximas generaciones de consumidores de alimentos.
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Alexandre Barbosa de Brito
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