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La rabia: enfermedad mortal que también afecta al ser humano

Publicado: 27 de diciembre de 2013
Por: Máximo Pérez Martín (Médico Veterinario, especialista en mascotas (pequeños animales) y apicultura; diseño e implantación de sistemas APPCC en empresas de alimentación)
La importancia que tiene la rabia, sobre otras enfermedades del perro, es que se trata de una zoonosis mortal. Esta enfermedad, también conocida como “hidrofobia” o “enfermedad de Lyssa”, no es una enfermedad propiamente del perro, sino que puede afectar a muchas especies.
La rabia está producida por un rhabdovirus que tiene afinidad por el tejido nervioso y produce encefalomielitis en su hospedador.
La distribución de la enfermedad es cosmopolita, afectando a todos los mamíferos y a la mayoría de las aves (fundamentalmente rapaces).
 
El contagio se produce por el mordisco de un animal infectado
El virus de la rabia se libera con la saliva del animal infectado, por lo que la forma más habitual de contagio de la enfermedad es el mordisco. En función del vector de la enfermedad del que se trate, se puede clasificar la rabia en tres ciclos epidemiológicos:
Rabia urbana o de los animales domésticos. En este caso el vector principal es el perro, y es la más peligrosa porque éste suele estar en contacto directo con el ser humano, pudiendo transmitirle la enfermedad a partir de un mordisco. España se considera libre de este tipo de rabia.
Rabia de los animales silvestres, selvática o vulpina. Está presente en toda Europa, y también en España, y en este caso el vector principal es el zorro y la rata.
Rabia de los quirópteros. El vector de este ciclo es el murciélago, ya sean hematófagos (vampiros) o no. También existe en España.
Aunque España está libre de rabia urbana, que es la verdaderamente peligrosa para el hombre, el virus puede dar el salto de un ciclo a otro, razón por la que no hay que bajar la guardia.
El virus produce una encefalomielitis que conduce a la muerte
La patogenia de la enfermedad está íntimamente relacionada con el carácter neurotropo del virus. Cuando un animal o el propio ser humano es mordido por otro animal infectado, el virus se difunde desde la zona del mordisco hasta la médula espinal, y desde allí continúa su recorrido hasta el cerebro, donde producirá una encefalomielitis con necrosis neuronal progresiva.
Uno de los problemas para el diagnóstico rápido de la enfermedad es que el periodo de incubación es relativamente largo, pudiendo ser de hasta 90 días. Además, el cuadro clínico es muy variado, aunque lo más habitual es que se presente el cuadro de “rabia furiosa”, en el que a su vez se observan tres fases:
  • Periodo prodrómico, en el que el animal es asustadizo y esquivo.
  • Periodo de excitación o furioso: aparece a continuación del anterior, y es el más peligroso, porque es cuando el perro se vuelve agresivo y es más frecuente que pueda morder a otros perros o incluso a personas.
  • Periodo paralítico: es la última fase, donde el animal queda parcial o totalmente paralizado. Suele anteceder a la muerte del individuo.
Aunque este es el cuadro típico, hay otras formas de rabia en las que se producen únicamente parálisis, abortos o incluso las hay asintomáticas.
La vacunación es primordial: el tratamiento está prohibido
El diagnóstico de la enfermedad correrá siempre a cargo del veterinario, y su intervención comienza cuando una persona es mordida por un perro. En este caso, no se debe sacrificar inmediatamente al animal, y debe permanecer en observación durante 14 días. Paralelamente se realizarán los análisis pertinentes en el laboratorio, que determinarán si el perro es portador del virus. La rabia es una enfermedad de declaración obligatoria a las autoridades sanitarias.
En ningún caso se aplica tratamiento a la enfermedad en el perro, que además está prohibido. Y todo animal positivo deberá ser finalmente sacrificado.
El control de la enfermedad se realiza a partir de la vacunación de los perros. En España, al ser un país libre de la enfermedad, no es obligatoria la vacunación en todo el territorio nacional, dejando la obligatoriedad a criterio de las Comunidades Autónomas. En cualquier caso, aún sin ser obligatoria, la vacunación anual de todos los perros por parte del veterinario es absolutamente recomendable para evitar un salto del ciclo de rabia salvaje al ciclo de rabia urbana. Como medida adicional de control, en algunas regiones las autoridades sanitarias están comenzando a vacunar a los animales silvestres.
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Autores:
Maximo Perez
Universidad Complutense de Madrid (UCM España)
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