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Leucemia felina. Pautas de prevención

Publicado: 27 de diciembre de 2013
Por: Máximo Pérez MArtín (Médico Veterinario/Universidad Complutense de Madrid (UCM España), especialista en mascotas (pequeños animales) y apicultura; diseño e implantación de sistemas APPCC en empresas de alimentación).
Después de los procesos traumáticos, la leucemia felina es la principal causa de muerte en el gato doméstico. Esta enfermedad está causada por un retrovirus: el virus de la leucemia felina (VLF). El hospedador de este virus es el gato, y aunque afecta a individuos de todas las edades, la incidencia es mayor en gatos menores de cinco años. Además, el riesgo de contagio es mayor en gatos callejeros, en gatos domésticos con acceso al exterior (gatos que entran y salen de casa libremente) y en gatos que viven en poblaciones cerradas, como ocurre en el caso de los criaderos.
La principal vía de contagio de la enfermedad es el mordisco
El VLF se encuentra principalmente en la saliva, en la sangre, en las lágrimas, en la orina y en las heces. El contagio se produce principalmente por contacto directo entre la saliva infectada y las membranas mucosas de la cabeza. De modo que lo más habitual es que un gato infectado transmita la enfermedad a otro gato mordiéndole en la cabeza.
La patogenia de la enfermedad comprende tres tipos de situaciones. De los gatos expuestos al VLF:
  • Un 40% desarrolla inmunidad frente al virus
  • Un 30% queda persistentemente infectado
  • El 30% restante ni desarrolla inmunidad ni queda persistentemente infectado
Los gatos infectados mueren antes de 5 años por la aparición de tumores
La mayoría de los gatos persistentemente infectados morirá de alguna enfermedad inducida por el VLF en un plazo de tres a cinco años, normalmente por el desarrollo de tumores, puesto que el virus posee oncogenes. La producción de inmunodeficiencia y de anemia se debe a la alteración y destrucción de las células de la médula ósea, que es el lugar donde principalmente el VLF produce infecciones latentes.
Los síntomas y lesiones son muy variados, siendo frecuente la aparición de linfosarcomas, síndrome de linfadenopatía generalizada, síndrome de inmunodeficiencia, anemia no regenerativa, leucemia granulocítica y síndrome de enteritis-mieloblastopenia.
El test diagnóstico del virus de la leucemia felina
El diagnóstico se realiza por el veterinario, y casi siempre por detección de un antígeno del virus mediante un test rápido, a partir de sangre o saliva del gato sospechoso. Es recomendable realizar anualmente un test del VLF para saber si el gato sigue siendo negativo.
No existe un tratamiento etiológico para esta enfermedad, puesto que no hay fármacos eficaces contra el virus. Por eso la enfermedad es crónica e incurable. De modo que el tratamiento será paliativo y sintomático, siempre controlado por el veterinario.
Lo más importante para combatir la leucemia felina es la prevención. El dato más relevante es la forma de transmisión: el mordisco. Teniendo esto en cuenta hay varias cosas que se pueden hacer para prevenir el contagio de la enfermedad. Lo primero es evitar que el gato salga a la calle. En el caso de los gatos que viven en un piso, es relativamente fácil de controlar. Si por el contrario el gato vive en una casa con jardín, será más complicado evitar que el gato salga a la calle y entre en contacto con gatos infectados que pudieran morderle y contagiarle la enfermedad.
Los gatos no suelen ser agresivos con sus congéneres, pero en época de celo es normal que los machos peleen entre ellos, y también es normal que los machos muerdan a las hembras durante la cópula. Por lo tanto, una recomendación muy importante es la castración del gato, ya sea macho o hembra. De este modo se reduce considerablemente la probabilidad de una pelea en el caso de los machos, o de que un macho mordiera a la hembra tratando de montarla, puesto que al castrarla no presentará celos. No obstante, si se quiere utilizar a la hembra para criar en el futuro, en lugar de castrarla el veterinario puede instaurar un tratamiento farmacológico reversible para inhibir el celo, obteniendo el mismo efecto.
La vacunación, medida preventiva contra la leucemia felina
Pero quizá la pauta más importante en la profilaxis de la leucemia felina es la vacunación, porque afortunadamente existe una vacuna, que aunque no protege totalmente en el 100% de los casos (pueden darse casos aislados de gatos que estando vacunados se contagien), por lo general es muy eficaz. Lo recomendable es realizar un test para detectar el VLF y, si el gato es negativo, entonces vacunar. Anualmente procede hacer una revacunación. No obstante, aunque se vacune a los gatos, no hay que perder de vista ninguna de las recomendaciones anteriores.
Epidemiológicamente hablando habría que sacrificar a un gato que fuera positivo a la enfermedad. No obstante, esta opción queda descartada en la mayoría de los casos por el valor sentimental de la mascota. Sin embargo, el propietario de un gato positivo al VLF tiene que saber que éste puede ser un foco de contagio de la enfermedad, y debe tener controlado a su animal para tratar de que el virus no se propague.
A pesar de algunas sospechas, no hay evidencias de que este virus afecte al ser humano.
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Autores:
Maximo Perez
Universidad Complutense de Madrid
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