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Sistemas Silvopastoriles en la Patagonia Chilena

Publicado: 7 de junio de 2018
Por: Anibal Fernandez Mayer
Para un adecuado desarrollo y éxito de un sistema silvopastoral se requiere planificar adecuadamente su instalación y el diseño más apropiado para el sitio o terreno donde se establecerá el mismo.
Planificación
Cada sitio o terreno en un predio tiene una aptitud productiva propia, que permite definir su adecuado uso productivo. Estos usos son agrí- colas, ganaderos, forestales o de protección, de acuerdo a las características físicas y químicas de los suelos y a las condiciones climáticas del lugar.
Se debe considerar la topografía y la exposición del terreno, la fertilidad, profundidad y pH de los suelos, y parámetros del clima, como precipitación, temperaturas máximas y mínimas, viento, heladas y humedad ambiental, principalmente.
De acuerdo a las características del terreno, se debe definir la mejor potencialidad productiva de éste, considerando además los aspectos de protección y conservación de los recursos naturales, como suelo, agua y vida silvestre.
Generalmente, en la planificación de los usos productivos que se le da al suelo, se suele simplificar y optar por un solo uso, ya sea agrícola (trigo, pradera, otro), ganadero (vacunos, ovejas, otro) o forestal (plantación de árboles con fines madereros u otro). Esta decisión, aunque es la más simple para su manejo, puede no ser la mejor desde el punto de vista de una producción integral y sustentable en el tiempo.
El usar continuamente un tipo de cultivo agrícola o pradera, especialmente en zonas de laderas, con pendientes medias a severas, o suelos de aptitud preferentemente forestal, tiende a agotar los nutrientes del suelo, a alterar su estructura, a propiciar la erosión de estos y, en el largo plazo, a disminuir la productividad del suelo.
En la planificación del Manejo Silvopastoril, se debe seleccionar previamente las especies de árboles, animales y pastos que utilizará durante el periodo de manejo integral, lo cual obliga a conocer las opciones productivas posibles de su predio y el mercado para los productos que está planificando obtener.
1.- Qué tipo de árbol o arbusto usar
Dependerá del objetivo que se espera obtener del árbol o arbusto, como madera para uso industrial y venta, trozos aserrables, postes, polines; madera para su uso domestico, como leña, postes, polines, madera para construcciones en el predio; forraje y protección para sus animales; protección para la pradera, suelo y agua; frutos y hongos; o, un uso combinado de estos, lo cual se puede obtener con una opción agroforestal.
Las especies arbóreas más usadas en la Patagonia de Chile, y que se pueden combinar en un SSP con un adecuado manejo, se muestran en el Cuadro 14.
2.- Qué tipo de animal doméstico
El tipo de animal a utilizar (ovinos, bovinos, equinos, caprinos) dependerá de las necesidades del productor, pero también de las condiciones edafoclimáticas, topográficas, de la pradera y de mercados.
Sistemas Silvopastoriles en la Patagonia Chilena - Image 1
Su selección dependerá de estas variables, pero también de los gustos o intereses del productor.
3.- Qué tipo de forraje
Las especies a utilizar para la siembra de una pradera, dependerán de las condiciones edafoclimáticas del predio, el uso animal, y la tolerancia a la competencia arbórea.
Las especies de mayor uso en estas regiones son pasto ovillo (Dactilis glomerata), trébol blanco (Trifoluin repens), festuca (Festuca arundinacea) y alfalfa (Alfalfa sativa).
4.- Manejo de la Interacción Animal - Árbol
Como se dijera en capítulos anteriores, los animales son un efectivo controlador del crecimiento de la pradera y de la proliferación de la maleza en las plantaciones silvopastorales jóvenes. Sin embargo, si el ganado no es manejado correctamente puede causar un daño irreparable a los árboles, provocado tanto por el ramoneo de ápices y ramas, lo que impedirá el posterior desarrollo del árbol en altura, como por el daño producto del pisoteo o frotamiento.
Todo esto se puede evitar realizando un correcto manejo de los animales en el SSP. Para ello, se recomienda que los animales no pastoren durante el establecimiento del sistema o cuando exista escasez de alimento. Estos cuidados se deben tener hasta que los árboles hayan alcanzado una altura superior a los 2 m, lo que evitaría el ramoneo o daño del ápice.
El número de años que se requeriría para el ingreso de ganado al sistema depende del crecimiento de los árboles. Sin embargo, en términos generales, en las Regiones de Aysén y Magallanes y la Provincia de Palena, con especies como Pino ponderosa, Pino contorta y Pino oregón, se debiera esperar un período de 5 a 6 años sin pastoreo, o hasta obtener la altura recomendada.
5.- Manejo del Componente Arbóreo
El manejo de los árboles en un SSP tiene similitudes y diferencias con un manejo forestal con fines de obtención de madera libre de defectos.
Las similitudes tienen que ver con las técnicas usadas (podas y raleos), con el objetivo de obtener madera de buena calidad, disminuir el tamaño del cilindro nudoso, concentrar el crecimiento en los mejores árboles, aumentar sus diámetros (volumen por árbol) y mejorar la calidad de la madera.
Las diferencias son, principalmente, que en el sistema silvopastoril ya no se habla de rodal o bosque, ni el objetivo es aumentar el volumen del rodal, sino que del árbol individual, aumentando el volumen por árbol y la calidad de éste. Otra gran diferencia es que aquí se persigue además de un buen crecimiento y calidad de los árboles, un buen desarrollo de la pradera, que está creciendo en conjunto con los árboles en el sistema y, consecuentemente, de los animales que se alimentan de ésta pradera. La meta final es aumentar la productividad del Sistema Silvopastoril como un todo, y no solo de los árboles.
En este manejo combinado del sistema se debe tener en cuenta que después de alcanzar un nivel de desarrollo y cierre de copas de los árboles estos pueden afectar el rendimiento de la pradera.
En el desarrollo del sistema, a medida que la cobertura de copa aumenta, sobre el 50%, habrá una disminución en la producción de forraje (Sotomayor 1989). El balancear ambos componentes para optimizar la rentabilidad del sistema y hacerlo sustentable en el tiempo, es el principal desafi ó de este tipo de manejo silvopastoral.
Selección y Clasificación de los Árboles
El desarrollo de los árboles en una plantación se comienza a diferenciar claramente cuando comienza la competencia por luz (a nivel de copas) y también cuando se produce competencia a nivel radicular, tanto por agua como por nutrientes.
Para las plantaciones a densidades silvopastorales (450 a 1000 arb/ha), distribuidas en forma homogénea en la superficie, o en hileras, y utilizando las especies más tradicionales, ello ocurre cercano al primer cuarto de la edad de rotación (4-6 años de edad en Pinus radiata, y 8-9 años de edad en Pinus ponderosa o Pinus contorta), cuando han sido establecidas y mantenidas adecuadamente. A partir de ese momento, los árboles comienzan a competir y a distinguirse según su altura y desarrollo de la copa (Sotomayor et al., 2002).
El objetivo de una adecuada selección, es identificar los árboles de mejor calidad, en crecimiento, forma, vigor y sanidad. En el caso de los SSP, donde existen densidades menores, es importante:
  • Elegir una buena calidad de las plantas al momento de su establecimiento, lo cual asegurará la calidad futura de los árboles.
  • Hacer una mantención adecuada en los primeros cuatro años, en control de malezas y protección, contra el daño por animales e incendios.
  • Realizar una adecuada selección al momento de podar y ralear.
  • Aplicar un buen manejo y cuidado a los árboles seleccionados para que estos logren llegar al final de la rotación, creciendo vigorosamente y con una calidad demostrada.
Normalmente los árboles se clasifican según el tamaño relativo dentro del bosque, en dominantes, codominantes, intermedios y suprimidos.
En la selección de los árboles a manejar, se favorece siempre a los árboles dominantes y codominantes (los de mayor tamaño) y sólo ocasionalmente a árboles intermedios (medianos), para mantener una adecuada ocupación del sitio (evitar claros sin árboles); generalmente, los árboles más altos también son los más gruesos y de copa sana y vigorosa.
Otro factor de gran importancia en toda selección es la calidad del fuste del árbol. Entre los factores de calidad más relevantes están la rectitud del fuste, la condición del ápice y, en los casos de densidades silvopastoriles, el diámetro de las ramas.
Su importancia radica en la mayor producción de madera utilizable en árboles de mejor calidad y, en forma práctica, significa seleccionar árboles de fuste recto y sin bifurcaciones y eliminar los mal formados.
Existen otras características de calidad en un árbol que deben ser consideradas en una etapa de selección, las cuales son:
  • Tamaño de ramas (preferir árboles de ramas delgadas).
  • Angulo de inserción de ramas (escoger ángulo de inserción recto)
  • Largo de internudos (favorecer árboles de internudos largos).
En consecuencia y en términos prácticos, la selección consiste en elegir aquellos árboles que interesa seguir manteniendo en el sistema y aquellos que se estiman con poco futuro deben ser eliminados.
Podas
Las podas consisten en la eliminación de las ramas básales de los árboles, logrando levantar la altura de las copas y reducir su desarrollo. Su principal objetivo, desde el punto de vista maderero, es mejorar la calidad de la madera, para así obtener madera libre de nudos o defectos, o con nudos pequeños.
En el caso del manejo silvopastoril, además se favorece una mayor entrada de luz para beneficiar el crecimiento de la pradera. Sin embargo, al tener más espacio para crecer, en plantaciones amplias, se origina un mayor desarrollo de ramas en diámetro y longitud, lo cual se debe manejar con un régimen intensivo de podas. Si estas ramas no son podadas el fuste se verá afectado por la formación de nudos de mayores dimensiones, que disminuyen la calidad de la madera.
En sistema silvopastoriles se recomienda:
  • Podar lo antes posible para evitar un excesivo crecimiento de las ramas y acumulación de desechos y hojarasca en el suelo, que disminuirá la producción pratense.
  • Podar frecuentemente para disminuir la biomasa foliar que interceptará mayor cantidad de luz.
  • Iniciar las podas cuando los árboles hayan alcanzado una altura de 5-7 m, podándose todas las ramas hasta una altura máxima del 40% de la altura total (2-3 m), para no afectar el crecimiento del árbol.
  • Con la poda se busca obtener que la parte basal de los árboles, o altura de tronco hasta los 6-8 m, queden sin ramas para la obtención una importante proporción de madera libre de defectos, o con nudos vivos en la madera (Sotomayor et al. 2002).
Al planificar la intensidad de la poda, se debe considerar que al eliminar follaje verde por efecto de las podas, se puede disminuir el crecimiento del árbol, al menos en el corto plazo.
Es por ello que la intensidad de poda, especialmente en la primera poda cuando los árboles poseen la totalidad de su copa verde, no debiera ser superior a un 30 - 40 % de su altura total (como máximo). En las podas siguientes, no debe excederse del 20 - 30 % de la copa viva al momento de podar, o de un 40 – 50 % de la altura total del árbol.
Raleos
Los raleos consisten en la corta de árboles en forma selectiva, por calidad y distribución de árboles. Esto se planifica con el propósito de:
  • Concentrar el crecimiento en los mejores árboles.
  • Reducir competencia entre ellos.
  • Evitar, además, la pérdida de dominancia de los árboles podados.
  • Reducir la cobertura de copa de los árboles sobre la pradera.
Si bien el esquema de manejo silvopastoril va a depender de la calidad del sitio y de la plantación, de las especies de árboles, de la densidad de plantación y de los objetivos del productor, se espera que el primer raleo de un rodal de Pino ponderosa, Pino contorta o Pino oregón, se realice cuando los árboles lleguen a una altura de 5-6 m (entre los 12 y 13 años). En este caso el destino comercial de la madera puede ser para leña o postes. Los raleos posteriores, se pueden realizar cada 4-5 años, hasta llegar a la densidad seleccionada.
Además, permite una mejor transitabilidad dentro del monte para el ganado (silvopastoreo). Si el propietario desea complementar aspectos de producción con la recreación, una plantación se puede ralear en forma más intensa, perdiendo su aspecto ordenado y permitiendo, además, el desarrollo de sotobosque (vegetación acompañante) y mayor vida silvestre.
Resultados y experiencias Silvopastoriles
El Instituto Forestal (INFOR), en conjunto con el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), ambos de Chile, ha realizado diversas experiencias silvopastoriles en la Patagonia. A continuación se exponen resultados obtenidos en ensayos realizados en el predio San Gabriel, en la localidad de Mano Negra, cercana a Coyhaique (Sotomayor, 2009).
En el año 2003, se inició un Proyecto de investigación donde se comparan dos sistemas silvopastoriles con Pinus contorta Doug. ex. Loud.
Uno con distribución homogénea, o tradicional, de los árboles en el terreno, y el segundo con distribución de árboles en fajas o líneas alternas, ambos con una densidad aproximada de 400 árboles/ ha y podados a 40% de su altura, los que se comparan con un sistema ganadero tradicional sin árboles. El estudio abordó aspectos de productividad forestal, pratense y animal, además de fertilidad de suelos y el efecto de los árboles sobre el microclima.
Los resultados, después de cuatro temporadas de evaluación, 2004 a 2008, demuestran que el desarrollo de la pradera, en materia seca, fue significativamente superior en el sistema Silvopastoril en fajas o líneas de árboles alternas, seguido por el silvopastoril tradicional y por último el sistema ganadero (sin árboles). En relación a la producción animal, no existieron diferencias significativas entre tratamientos.
Producción Pradera
En las cuatro temporadas de evaluación, la producción de la pradera, en materia seca por hectárea, en el sistema silvopastoral en fajas ha sido la que alcanzó las mayores producciones.
La producción de la pradera en el sistema silvopastoral tradicional, ha evolucionado positivamente a partir de la segunda temporada, influyendo directamente sobre la respuesta productiva de los animales.
Se ha observado un rápido incremento en la producción pratense en los tratamientos silvopastorales, a partir de la segunda temporada de evaluación, debido a una mayor protección sobre la pradera por parte de los árboles. Finalmente, el sistema ganadero puro ha sido el de menor desarrollo.
Producción Animal
La productividad de carne, en peso vivo por unidad de superfi cie, es la mejor expresión de la producción ganadera de un sitio, dado que refleja la producción de biomasa herbácea disponible para los animales, el estado de los animales y la condición ambiental del sector de producción.
Los resultados de producción de carne (kg/ha) de este trabajo se presentan en el Cuadro 14.
Como se observa en el Cuadro 15, durante los cuatro años de evaluación no se muestran grandes diferencias entre los tratamientos, con una producción similar entre éstos, y con una leve superioridad final del tratamiento en fajas.
Durante el periodo de evaluación 2004- 2008, el sistema en fajas fue el que obtuvo una mayor producción acumulada con 856 kg/ha, en comparación con 817.1 y 816,5 kg/ha para silvopastoril tradicional y ganadero, respectivamente.
Sistemas Silvopastoriles en la Patagonia Chilena - Image 2
Producción Forestal
El desarrollo de la componente forestal se describe a continuación a través de la evolución de las variables diámetro (DAP) y área basal (AB).
Al comenzar el estudio el año 2004, los tres tratamientos tenían un DAP similar y cercano a los 13 cm, lo cual fue variando en el transcurso de los años. Es así que al año 2008, el tratamiento de mayor diámetro es el T2, superando en 1,1 cm al tratamiento en fajas y en 2,28 cm al tratamiento forestal manejado.
Lo anterior se debe fundamentalmente al efecto de la densidad (árboles/ha) y a la distribución de los árboles en la superficie. Es así, que en el tratamiento T2 los árboles tienen un mejor desarrollo ya que han tenido un mayor espacio para su crecimiento, en relación a los otros dos tratamientos.
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Anibal Fernández Mayer
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