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Unas reflexiones acerca de la Ganadería Española del 2011

Publicado: 28 de marzo de 2011
Por: Carlos Buxadé Carbó, Director de Mundo Ganadero. España
Estimados: Escribimos estas líneas cuando ya tuvmios la celebración de FIGAN (FIMA GANADERA) 2011; el evento que se ha ido convirtiendo, con el paso de los años, con sus actualmente más de 85.000 metros cuadrados brutos de superficie, en el referente ferial de la ganadería española y, probablemente de todo el sur de Europa.
Con este motivo y a raíz de una conversación que tuvimos con nuestro buen amigo y colaborador, don Alejandro Vicente, el redactor responsable de nuestra revista, hemos decidido dar un pequeño repaso, evidentemente muy somero y superficial, en base a nuestra realidad económica, a nuestra ganadería y a sus perspectivas (a esta ganadería que sea dicho de paso, en contra de lo que se ha publicado con reiteración en estos últimos años, sólo genera, de acuerdo con los últimos estudios disponibles (utilizando la metodología propuesta por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático, IPCC) y corroborando nuestras estimaciones, menos del 10 por 100 de las emisiones españolas con efecto invernadero).
Entrando en materia: en el año 2010 el Producto Interior Bruto (PIB) de nuestro País (el Producto Interior Bruto, que como usted bien conoce, es la suma de los valores monetarios de los bienes y servicios producidos en un período determinado y refleja la actividad económica o la riqueza) estimamos que fue de, aproximadamente, unos 1.110.000 millones de euros (frente a los 2.700.000 millones de euros de Alemania y  a los 2.000.000 millones de Francia). Nuestro PIB se ha contraído, en el año 2010, un 0,1 por 100 respecto del año 2009 (año en que, a su vez, se contrajo un 3,7 por 100).
A nuestro PIB la actividad agraria (PFA) únicamente contribuye con unos 39.000 millones, lo que viene a suponer un 3,4 - 3,5 por 100 del mismo.
Por su parte, la producción animal viene a aportar alrededor de unos 12.500 - 13.000 millones de euros anuales lo que significa el 1,3 por 100, aproximadamente del nuestro PIB y un 33 por 100 de nuestro PFA. Lamentablemente nuestra importancia económica cuantitativa, que no cualitativa, muestra, en los últimos años, una clara tendencia a disminuir, como consecuencia directa de una reducción de la actividad y, sobre todo, un menor valor de muchos de los productos que genera. Precisamente, nuestra poca importancia cuantitativa es el origen de muchos de los "males sociales y políticos", que nos afectan y a los que nos referiremos más adelante, en esta misma carta.
Desde nuestra perspectiva, la clase política en general, tanto a nivel español como de la Unión Europea, con independencia de "su color" y en mor de sus conocimientos, no es capaz de valorar adecuadamente nuestra enorme importancia cualitativa (y logística) y, por ello, en nuestra opinión, fundamenta sus consideraciones y sus actuaciones, casi exclusivamente, en base a las magnitudes macroeconómicas y no en función de la trascendencia clave de nuestra actividad, generadora de alimentos (y lo que aquí exponemos vale igual para la ganadería, que para la agricultura o la pesca, evidentemente). Ello les lleva, inexorablemente, a cometer importantes errores (léase, por ejemplo, a nivel normativo).
Dentro de la producción final ganadera (PFG) la producción de carne (con una producción total estimada anual superior a los 5,4 millones de toneladas) viene a suponer un 73 por 100; la producción de leche un 19 por 100 y la producción de huevos un 7 por 100; el resto, aproximadamente el 1 por 100 es atribuible a la producción de miel, lana, pieles, etc.
En este marco, la carne el porcino (unos 3,1 - 3,2 millones de toneladas anuales), con sus 4.500 millones de euros de producción anual, es el capítulo más importante, seguida de la carne de vacuno (550.000 t), unos 1.950 millones de euros, la carne de las aves (1,3 millones de toneladas/año, dónde un 84 - 85 por 100 corresponde a los pollos), con unos 1.850 millones de euros; la carne de ovino y de caprino (130.000 t/año) con unos 775 millones de euros, conejos (61.000 t/año y 186 millones de euros) y la de equino (6.400 t/ año, básicamente caballar), con unos 85 millones de euros.
Por su parte, la producción de leche (unos 7,2 millones de toneladas oficiales anuales de las cuales 6,1 millones corresponde a la leche de vaca, 515.000 t a leche de cabra y unas 500.000 a la leche de oveja) supone unos 2.400 millones de euros anuales; la de huevos (unos 1.100 millones anuales de docenas de los cuales un 96 - 97 por 100 corresponde  a la producción de las gallinas selectas) aporta del orden de los 900 millones de euros anuales y, finalmente, el resto de las producciones pecuarias (por ejemplo 27.000 t de lana /año, 30.000 t/año de miel y 60.000 cueros sangre de vacuno) alrededor de los 80 - 85 millones de euros/año.
Como es bien sabido por usted, y nosotros mismos lo hemos denunciado reiteradas veces, desde estas mismas páginas, la producción ganadera (de toda la U.E., pero especialmente la española) está en una situación que nos permitimos calificar de muy grave y con una perspectivas realmente poco optimistas, si no se da un muy importante golpe de timón a toda nuestra política pecuaria (lo que no parece muy probable, a tenor de lo que se está escuchando decir a nuestros políticos, incluso, en las propias campañas electorales).
Nuestra ganadería está teniendo que afrontar una situación de costes realmente elevada y creciente (energía, alimentos, cumplimiento de la normativa de bienestar animal, transporte, por ejemplo) y lo grave del caso es que no está pudiendo repercutir estos costes, de una forma eficiente y eficaz, a los restantes eslabones de la cadena de valor (porque ésta no existe). La industria y la distribución, en especial (que es quien realmente, hablando en términos generales "acogota" el modelo), fijan, con el beneplácito de las Administraciones (obnubiladas erróneamente por el IPC) unos precios inadecuados y unos plazos de pago inasumibles Precios y plazos de la distribución, que presionan a la industria, quien los repercute al sector primario (que nos los puede repercutir en nadie, porque es el primer eslabón).
Como se puede constatar, una vez más (no nos cansaremos de denunciarlo, aunque, obviamente, no  nos hacen ningún caso) la cadena alimentaria en España (que, insistimos, no es una cadena de valor) funciona al revés de cómo debería funcionar. Ésta es una de las causas, que no la única, aunque si la más importante, por la que la ganadería está como está.
Por esta razón, o se arregla correctamente esta cuestión (y este tema no lo arreglan los contratos entre productores e industria, no nos engañemos, ni hagamos demagogia) o nuestro futuro se presenta realmente complejo y muy difícil.
A todo ello hay que añadir las actuales dificultades que tienen los ganaderos para conseguir una financiación adecuada (en cantidad y en coste); su nivel de endeudamiento, ante la falta de rentabilidad, es muy elevado, con un apalancamiento muy preocupante; también el problema de que algunas CC.AA. aún no han pagado a los ganaderos la totalidad de las cantidades a percibir por la PAC; la inexistencia, en muchos casos, de un adecuado relevo generación (ante estas perspectivas ¿qué joven se anima a trabajar 365 días al año en la explotación pecuaria?); y, no por último, su deficiente ubicación e imagen, en el contexto de nuestra sociedad (que constituyen un importante valor intangible).
En definitiva estimado amigo y quede muy claro, que no somos unas plañideras: o de verdad y a muy corto plazo, nuestra sociedad, los consumidores, (y las personas públicas que nos representan) toman conciencia objetiva de la situación y se actúa en consecuencia (de forma adecuadamente profesional)  o el futuro de nuestra ganadería (que ya sabemos que solo supone el 1,3 por 100 de nuestro PIB), es, para un gran número de nuestros actuales ganaderos, más que dudoso.
Lamentamos muchísimo no poder ser más positivos (que es lo que realmente nos gustaría), pero esto es lo que hay y como decían nuestros abuelos allá en el pueblo: "no hay más cera que la que arde".
Autores:
Carlos Buxadé Carbó
Universidad Politécnica de Madrid - UPM
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