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Leguminosas arbustivas: una necesidad para la recuperación ganadera en Cuba

Publicado: 15 de agosto de 2018
Por: Rafael Rodríguez. O.B. Instituto de Ciencia Animal
En un contexto mundial muy diferente al de la década de los años 80 y ante la necesidad de seguir una línea estratégica para disminuir al máximo la dependencia de nuestra ganadería de la importación de alimentos y lograr la seguridad alimentaria, en la misma medida que se preservan nuestros recursos naturales, se hace imprescindible potenciar la búsqueda de soluciones que se correspondan con las posibilidades productivas reales de nuestros rebaños.
Los sistemas ganaderos que se desarrollen no pueden renunciar al papel esencial que se le dio a los pastos y forrajes como principal fuente de alimento para la producción de leche y carne desde el principio de nuestra revolución. La introducción de la variedad de pasto Pennisetum purpureum clon Cuba CT-115 y otras gramíneas mejoradas, constituyen opciones valiosas para cubrir las deficiencias de alimento en el período seco en el trópico.
Sin embargo, esta variedad por si sola no cubre los requerimientos en proteínas del animal, ni se puede apoyar en la aplicación de elevadas cantidades de fertilizantes o en el aporte de proteínas de suplementos como la soya; una leguminosa que se cotiza a elevados precios en el mercado mundial y cuya adquisición por un país bloqueado y de limitados recursos como el nuestro, se debe priorizar fundamentalmente para la alimentación humana y los sistemas productivos de aves, cerdos y otras especies monogástricas.
Muchos sistemas de alimentación para el trópico proponen formas más económicas y sostenibles para cubrir los requerimientos proteicos de los rumiantes, como es el empleo de especies vegetales con altos contenidos de proteínas presentes en las leguminosas arbustivas o rastreras. Ellas se pueden utilizar como alimento en pie, que los animales consumen directamente o como forrajes; aunque su uso como forraje se limita por el esfuerzo adicional que implica cortar y acarrear el material vegetal y el costo en combustible fósil al emplear algún tipo de maquinaria en este proceso.
Los rumiantes hacen un uso menos eficiente de los concentrados que los animales monogástricos como los cerdos y las aves, pero pueden utilizar los alimentos fibrosos porque tienen en la parte anterior de su tracto digestivo un fermentador natural conocido como panza o rumen. Al alimentarlos hay que considerar los requerimientos en proteínas del animal y de los microorganismos que habitan en ese órgano y que en definitiva son los que permiten convertir la celulosa de las plantas en compuestos más simples, que se emplean por el animal para cubrir sus necesidades energéticas.
Esos microorganismos a su vez, al pasar a las partes bajas del tracto digestivo son una excelente, constante y bien balanceada fuente de proteínas para el animal (Tabla 1), que puede llegar a ser el 100% de la proteína disponible para él en algunos sistemas de producción, principalmente en aquellos de tipo familiar o de bajos insumos.
El uso estratégico de las leguminosas puede contribuir a incrementar la producción de proteínas microbianas, al mejorar las condiciones de fermentación del alimento en el rumen, pero también puede aportar cantidades importantes de proteína de alto valor biológico, que no son fermentadas porque se unen a un tipo de compuestos del metabolismo secundario de estas plantas, llamados taninos condensados, que las protegen. Estos tienen la propiedad, en muchos casos, de liberar esas proteínas en el intestino delgado, y exponerlas a la digestión y absorción intestinal.
Leguminosas arbustivas: una necesidad para la recuperación ganadera en Cuba - Image 1
 
Leguminosas arbustivas: una necesidad para la recuperación ganadera en Cuba - Image 2
El empleo de los árboles en los sistemas pecuarios es una tradición milenaria cuyo uso directo en la producción animal, principalmente en el caso de las leguminosas, brinda un alimento fibroso de mayor digestibilidad y contenido proteico, que está disponible incluso en los períodos de mayor escasez de alimentos. Existen muchos criterios sobre que tipos de leguminosas se deben utilizar en el pastizal y si se deben emplear en asociaciones con las gramíneas como sistemas silvopastoriles o pedestales naturales o en forma de bancos de proteínas. En los últimos tiempos muchos productores y profesionales apoyan los llamados sistemas silvopastoriles porque sin dudas ofrecen un grupo de ventajas adicionales con respecto a otras fuentes proteicas, entre las que se destacan:
  • Mayor persistencia que las leguminosas rastreras una vez que se establecen y menores requerimientos que otras especies proteicas
  • Proporcionan sombra y se convierten en una solución efectiva para evitar el estrés calórico, principal limitante climática para la producción animal en el trópico, principalmente en los sistemas productivos donde no se práctica el pastoreo nocturno
  • Mejoran la fertilidad del suelo porque son capaces de fijar nitrógeno y la hojarasca incrementa los niveles de materia orgánica
  • Son un mecanismo eficiente para reducir el flujo de dióxido de carbono hacia la atmósfera e incrementan la biodiversidad del ecosistema ganadero, al facilitar la nidación de muchas especies de aves entre otras ventajas ambientales, que permiten establecer agroecosistemas productivos, sostenibles y amigables con el entorno
  • Su consumo puede reducir la producción de metano por los microorganismos que habitan en la panza del animal y disminuye por esa vía la pérdida de energía y la contaminación al medioambiente
  • Pueden contribuir a la diversificación ganadera al convertirse en una fuente alternativa de ingresos por concepto de leña o venta de semillas
  • Si se escogen las especies adecuadas de pasto base, la sombra de las leguminosas arbustivas no afecta su crecimiento y sí contribuye a incrementar los niveles de proteínas del estrato herbáceo al filtrar la luz que recibe y aumentar la fertilidad del suelo
Las leguminosas arbustivas que más se conocen y emplean en nuestro país son la Leucaena (Leucaena leucocephala) y la Gliricidia (Gliricidia sepium). Sin embargo, en el trópico, nuestra flora autóctona esta constituida por varios miles de especies vegetales que potencialmente se pueden emplear como suplementos proteicos o como aditivos para, con sus taninos, proteger de la degradación en el rumen a otras fuentes de proteínas de alto valor biológico, como es el caso de la soya.
Esta última utilidad recién se comienza a estudiar, pero sin dudas ofrece una posibilidad importante para emplear estratégicamente algunas cantidades de concentrados proteicos en la suplementación de rumiantes, ya que incrementa la eficiencia de utilización de este alimento y justifica los costos de su introducción en determinados sistemas productivos.
Al introducir las leguminosas arbustivas en los sistemas de producción, en general se incrementa la producción de leche diaria y acumulada, sin cambios significativos en su calidad. Esto significa que se puede reducir el suministro de concentrados comerciales, mantener los animales en buena condición corporal y obtener producciones de leche aceptables al utilizar estas fuentes proteicas. También los indicadores económicos mejoran con la introducción de las leguminosas arbustivas (Tabla 2).
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El empleo de las leguminosas arbustivas también abre un campo infinito de combinaciones para incrementar la eficiencia en el uso del alimento y las producciones ganaderas. Se puede potenciar con el empleo de genotipos adaptados a nuestras condiciones climáticas y de alimentación como el Siboney de Cuba, con un mayor acuartonamiento, el uso de la cerca eléctrica y desde el punto de vista de la nutrición, con el empleo de bloques multinutricionales, aditivos y técnicas manipuladoras de la fermentación ruminal, entre otras.
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Autores:
Alexander Dietrich Yorg Varela
Universidad Nacional del Este
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