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Feedlot. Importancia del uso de grano.

Publicado: 18 de abril de 2006
Por: Anibal Pordomingo. INTA Anguil
El grano es el componente mayoritario en las dietas de feedlot clásico, comúnmente excede el 65% del total del alimento y define la oferta de energía metabolizable y las características físicas del alimento. El tipo de grano (McCollough et al., 1972; Perry, 1976) y el procesado o la presentación (Rooney y Pflugfelder, 1986; Stock et al., 1987 ab) definen el grado de aprovechamiento. El rumen es aún en el feedlot, el sitio principal de utilización del grano. La fermentación ruminal es el proceso fundamental para generar la energía necesaria para el crecimiento y engorde (Owens et al., 1997). En ese sitio se fermenta la mayor parte de la fracción digestible del grano (60 al 85%) y la mayor proporción del almidón (más del 90%) si ha sido expuesto (Owens et al., 1997, Huck et al., 1998; Philippeau et al, 1999 a,b; Cooper et al., 2002b). El grano es fermentado por la flora ruminal, la que obtiene del mismo la energía y nutrientes para su proliferación. La masa microbiana fluye permanentemente desde el rumen hacia el estómago verdadero donde es digerida (digestión ácida). Por ser rica en proteína microbiana su mayor aporte a la nutrición del animal es en la forma de aminoácidos y péptidos, los que son absorbidos en el intestino. La proteína que aporta esa masa microbiana es generalmente de mayor valor biológico (más balanceada y completa para los requerimientos del animal) que la proteína ingerida (Huntington, 1997). En las dietas de engorde a corral comunes en Argentina la calidad de esa proteína que alcanza el intestino delgado, si se han formulado para cubrir los requerimientos de proteína metabolizable, es suficiente para utilizar la energía metabolizable que esas dietas ofrecen y la mejora de eficiencias por incorporar proteínas de baja degradabilidad ruminal es inexistente o escasa (Pordomingo et al., 2003). La síntesis de proteína microbiana a partir de fuentes de nitrógeno no proteico es uno de los elementos centrales de la alimentación a corral de bajo costo, donde la proteína bruta de la dieta es de calidad nutritiva muy inferior a la que llega al intestino del bovino. La masa bacteriana es también proveedora y lípidos esenciales -que el animal no puede sintetizar en su metabolismo- y minerales, tomados del alimento pero asociados a proteína bacteriana. La fermentación ruminal normal ocurre en ausencia de oxígeno. En un medio carente de oxígeno, el proceso degradativo libera energía pero no termina en la formación de agua como producto final sino en la generación de ácidos grasos volátiles. Estos metabolitos son considerados residuales de la fermentación pero son todavía energéticamente ricos, siendo los más importantes el acético, el propiónico y el butírico. También se generan otros ácidos de metabolismo intermedio entre los que debe citarse el ácido láctico. De los ácidos grasos principales citados, el acético es el principal precursor de la síntesis hepática de lípidos, componentes de los triglicéridos, y el propiónico es el principal precursor para la generación de glucosa (gluconeogénesis) (Smith y Crouse, 1984). El ácido láctico es más fuerte que los otros y de remoción lenta del medio ruminal. Su acumulación incrementa rápidamente la acidez del rumen –acidifica el medio, torna la absorción de ácidos más lenta y puede generar acidosis, parálisis o coma muscular y el síndrome del empacho. El intestino delgado es otro sitio de utilización del almidón (Owens et al., 1986). Esa digestión complementaria que puede ocurrir a nivel de tracto digestivo inferior (intestino delgado) hace que la digestibilidad del almidón sea casi completa (92 al 99%) (Waldo, 1973; Philippeau et al., 1999a; Pordomingo at al., 2002a). Pero, el tipo de almidón y el procesado del grano tienen una influencia directa sobre la tasa y sitio de digestión (Galyean et al., 1976; Nocek y Tamminga, 1991). Los granos de trigo y cebada poseen un almidón de mayor degradabilidad ruminal que el sorgo y el maíz (Boeto y Melo, 1990; Herrera-Saldana et al., 1990; Waldo, 1973). Estos últimos tienen una estructura proteica entre gránulos que impide la rápida exposición al licor ruminal y retarda el ataque microbiano (Rooney y Pflugfelder, 1986). Entre los maíces podrían citarse diferencias similares al comparar dentados, semi-dentados y duros. Philippeau et al. (1999a) reportó rangos 40.6 a 77.6% de fermentabilidad ruminal del almidón, con los maíces vítreos tipo flint en el extremo inferior y los más harinosos tipo dent en el superior. Similares resultados fueron obtenidos por Maresca et al. (2002). Existe siempre, en mayor o menor medida, una fracción de almidón que escapa a la fermentación ruminal y que alcanza el intestino delgado donde puede ser digerida enzimáticamente y absorbida directamente como monómeros o dímeros de glucosa. El escape de almidón hacia el intestino delgado puede incluso mejorar la eficiencia de utilización de la dieta por su digestión directa (Waldo, 1973; Philippeau et al., 1999a), afectar el sitio de digestión del nitrógeno, y mejorar la eficiencia de conversión de la materia seca (Russell et al., 1981; Streeter et al., 1989). Este mecanismo, sin embargo, es limitado porque la capacidad intestinal para remover almidón de la ingesta es inferior a la de los monogástricos (Huck et al., 1998; Owens et al., 1986; Russell et al., 1981; Swanson et al., 2002). La molienda y el aplastado mejoran la exposición ruminal del almidón en cada tipo de grano (Cooper et al., 2002a,b; Brenttheurer, 1986). El cambio es más significativo en los de endosperma córneo (duros), pero en los de tipo dent (harinosos) la exposición alcanza los valores máximos (Chandrashekar y Kirleis, 1988; Philippeau et al., 1999a,b). El procesado de los granos mejora la digestibilidad de la materia seca (del grano) y del almidón (Brenttheurer, 1986), incrementa la tasa de pasaje de la ingesta a lo largo del tracto digestivo (Galyean et al., 1976; McNeill et al., 1976; Theurer, 1986; Huck et al., 1998; Brown et al., 2000 b), y mejora el aprovechamiento, en particular de granos pequeños o duros (Perry, 1976; Ewing et al., 1986; Philippeau et al., 1999a). Las formas de procesado son diversas y tienen resultados diferentes según se trate de granos secos o húmedos.
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