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Bienestar animal: los grandes beneficios para la cadena de ganados y carnes

Publicado: 10 de enero de 2020
Por: Ing. Agr. (M.Sc.) Ricardo I. Consigli Extractado de: Consigli R.I., M.V. Aimar, B.F. Cravero y M.R. Rosmini, 2009. Bienestar animal: Manual de Buenas Prácticas Pecuarias para establecimientos productores de ganado bovino de carne de base pastoril. Coedición del Ministerio de Agricultura y Ganadería de la provincia de Córdoba y la Editorial de la Universidad Católica de Córdoba (EDUCC). ISBN: 978-987-626-050-3 Córdoba (Argentina), 288 p
Introducción
En la actualidad, existe una creciente demanda y exigencia respecto de la implementación de las buenas prácticas para comercializar los productos alimenticios por la necesidad de cumplir nuevos objetivos en la producción y distribución. Ello se debe fundamentalmente al interés de los consumidores por conocer la forma en que  se producen, elaboran y comercializan los productos, y su preocupación por solucionar los grandes problemas que afectan a los sistemas modernos de explotación animal y al bienestar de los animales. Estas exigencias se han hecho más notorias en la Unión Europea, bloque económico que representa los mayores ingresos en divisas de las exportaciones de carne vacuna de la Argentina.
Las buenas prácticas pecuarias (BPP) son un conjunto de principios, normas y recomendaciones técnicas, aplicables a las diversas etapas de la producción. El objetivo de su implementación, sobre todo en nuestros campos, es garantizar al mercado una oferta de productos de calidad, que asegure a los consumidores productos sanos e inocuos, y que cuide a su vez el ambiente, la salud de los trabajadores rurales y el bienestar animal.
Para el logro de la implementación de las buenas prácticas en el manejo de los vacunos es importante que conozcamos su conducta y comportamiento natural, como así también las consecuencias que acarrea su maltrato, con el objetivo de minimizar su estrés y sufrimiento innecesarios.
Cada productor, grupos o asociaciones de productores, plantas frigoríficas con sus proveedores, etc. podemos llevar adelante la implementación de buenas prácticas relativas al bienestar animal, para lograr de esta forma no sólo el bienestar de los animales sino también una mayor eficiencia y rentabilidad en nuestras empresas al evitar pérdidas innecesarias y precios diferenciales.
La toma de conciencia sobre la importancia del bienestar animal, por parte de todos los eslabones involucrados en la cadena de la carne vacuna, permite, en resumen, dar un trato humanitario a los animales, aumentar la eficiencia productiva, minimizar las pérdidas económicas de todo el sector, mejorar la calidad del producto, la protección del ambiente y el bienestar de los trabajadores del campo.
Las recomendaciones vertidas en este artículo son sencillas, de fácil ejecución y, muchas veces, sólo requieren de un cambio de actitud en la forma de trabajo de las personas responsables de las empresas ganaderas, quienes debemos dedicar un mayor esfuerzo en capacitar a los trabajadores que se desempeñan en las mismas. Este “cambio de actitud” redundará en una mayor eficiencia de todo el sistema. Pero también es importante aclarar que todos los conceptos que se mencionen también son aplicables a los sistemas de producción intensivos (engorde a corral o feed lot), a los tambos, o cualquier tipo de variante de producción animal conocida porque estamos hablando siempre de la misma especie animal: el vacuno.
Con la aplicación de las Buenas Prácticas Pecuarias (BPP), relativas al bienestar animal, en los establecimientos de producción vacuna de carne de base pastoril conseguiremos reducir el impacto negativo que el inadecuado manejo de los animales en el campo, en el transporte y durante la comercialización tienen sobre la eficiencia productiva, la calidad de la res y carne, la protección del ambiente y la seguridad de los trabajadores. En otras palabras lograremos el bienestar de los animales y la reducción de pérdidas para toda la cadena de valor, pero fundamentalmente para un eslabón de la misma: EL PRODUCTOR GANADERO. Por ello, las BPP pueden ser implementadas por un productor individual, asociaciones de productores o plantas frigoríficas a sus proveedores.
 
La “historia” del bienestar animal
El bienestar animal es una ciencia que se ha desarrollado en las últimas décadas pero el interés del hombre por el buen trato del ganado es muy antiguo en la Argentina y en el mundo. A partir de una breve reseña histórica podemos ver que, tanto en numerosas fuentes bibliográficas relacionadas con la actividad agropecuaria como en diversas obras clásicas de la literatura gauchesca argentina del siglo XIX y principios del XX, se encuentran citas que hacen referencia a la importancia del buen trato del ganado. Es decir, es una disciplina antigua, donde famosos ganaderos o personajes de nuestra historia que tuvieron estrecha relación con el campo, ya se daban cuenta de los problemas que acarreaba el maltrato animal.
Juan Manuel de Rosas, militar, político y estanciero argentino, en sus Instrucciones a los mayordomos de estancias (Rosas, 1856) enseña que “al apartar [separar animales en el rodeo] debe cuidarse de que las vacas estén junto con las crías, para que no se vayan orejanas, sin sacar con alboroto ni atropellamiento, pues de ello resultan males; y debe cuidarse que al apartar, el rodeo esté sosegado, para que las crías estén junto con las madres”.
En Una excursión a los indios ranqueles, el coronel Lucio V. Mansilla (Mansilla, 1870) relata uno de los diálogos que mantiene con el cacique Mariano Rosas quien le explica que los indios, antes de sacrificar un vacuno, le golpean la cabeza con un bolazo para que el animal no sufra y no lo sacrifican dando varias cuchilladas en el pecho como lo hacen los cristianos porque así “da lástima” matar un animal.
El Martín Fierro (Hernández, 1872), una de las obras clásicas de la literatura argentina, refleja en una de sus estrofas la influencia que tiene el estrés sobre la reproducción del vacuno cuando se lo cambia a éste de un lugar o entorno en el que estaba habituado a vivir y en el que se sentía cómodo, al decir: “vaca que cambia querencia / se atrasa en la parición”.
Hace también más de un siglo, el Novísimo Tratado Teórico Práctico de Agricultura y Zootecnia (Ribera, 18_?) comenta que “en cuanto a la tranquilidad en  que deben vivir los animales, es ésta una condición no exclusiva de los que están en estado de preñez” (pág. 111). Al referirse a la cría a campo de los terneros afirma que “mientras haya hierba en cantidad suficiente para que se alimenten bien, no se les debe sacar de allí, por ser éste el régimen que les va mejor y que más les desarrolla (...), sin contar que con la vida del campo gozan de completa libertad de movimientos conforme a su instinto” (pág. 115); “es indispensable, además, que los animales disfruten de la mayor tranquilidad posible; así es que, su única ocupación, debe ser comer, rumiar y descansar” (pág. 125). En este mismo Tratado se comenta que “ante todo se debe examinar la cuestión del número de animales que se pondrán juntos. Los hay que no gustan de vivir solos, porque se aburren y no comen tan bien como en compañía de otros. A estos se les pondrá un compañero bien escogido para que no riñan; lo cual no es tan fácil cuando son muchos los que están juntos, por más de que sea posible” (pág. 125). Luego dice que “es conveniente también vigilar los animales que pacen, para separar los que puedan perturbar la tranquilidad de los demás” (pág. 125). Refiriéndose a la influencia de la fatiga y el maltrato afirma que “los animales que han de ir lejos a buscar su alimento y que se cansan comiendo por los baldíos, dan poca leche y de mediana calidad, por grande que sea el apetito con que coman” y que “las vacas excitadas por las pasiones, irritadas por los malos tratos, castigadas por los pastores, asustadas por una causa cualquiera, dan leche de calidad inferior y en cantidad muy escasa, si la dan” (pág. 136).
No sólo en el ganado vacuno sino también en otras especies animales de interés doméstico se ha demostrado, desde hace mucho tiempo, que el comportamiento de los mismos depende en gran medida del trato que han recibido por parte del ser humano. Así, el Novísimo Diccionario de Agricultura Práctica (Anónimo, 1883) afirma que “si los asnos no estuviesen embrutecidos y atontados por el trabajo y la violencia, es de creer que no tendrían tanta inclinación a la pereza, y la experiencia demuestra que cuando están bien tratados, pierden esta negligencia que a veces les hace difíciles de conducir”. Respecto al bovino comenta que “la calma, una temperatura suave y la mayor regularidad posible en la distribución de las comidas, son las condiciones de buen éxito e indispensables para el engorde del ganado vacuno”.
El médico francés Armaignac en su libro Viaje por las Pampas Argentinas (1883), refiriéndose al romerillo como una de las plantas tóxicas para el ganado que encontró en nuestro país, describe que “los vacunos que no conocen esa planta pérfida, seducidos por su engañosa apariencia, comen de ella y mueren apenas han ramoneado algunas de sus ramitas. Los animales nacidos o criados en las localidades donde crece el romerillo (...) se guardan muy bien de probarlo; pero las tropas de paso suelen ser sus víctimas por la imprudencia de los reseros”. Llamándole la atención la libertad en que viven los animales en las pampas dice “parece que la ilimitada inmensidad del desierto inspira hasta a las mismas bestias ideas de independencia y les hace amar aún más la libertad. Y sin embargo, en medio de esa inmensa llanura sin límites, los vacunos y los caballos sienten tal predilección por el lugar donde nacieron y crecieron que, en los años de sequía, sólo se apartan de él impulsados por el hambre y cuando han devorado el pasto y los cardos hasta la raíz”. Con una particular visión sobre la sanidad de los vacunos que vivían en las pampas comenta que “criado así en la libertad de los campos, el ganado está exento de enfermedades”. También hace alusión a la importancia de la capacitación y los conocimientos que deben tener las personas dedicadas a la cría del ganado: “por más que la hacienda viva en libertad en el campo y sólo se alimente de la hierba que pasta, la cría del ganado exige conocimientos especiales y el empleo de personal adiestrado desde la infancia a tan dura faena. Para ser estanciero se requiere mucha actividad, cuidado y vigilancia”.
Los ingenieros Río y Achával (1905), encargados por el gobierno de la provincia de Córdoba de hacer un relevamiento oficial de la agricultura y la ganadería de dicho territorio, al observar los métodos existentes de identificación del ganado expresan que “es sensible, por otra parte, que en medio de tantas reformas y adelantos, se conserve todavía la antigua marca, empleada para acreditar la  propiedad del ganado, la cual, como se sabe destruye una porción considerable de la piel del animal, haciéndola desmerecer en las aplicaciones industriales. Pero la cuestión preocupa actualmente a los ganaderos, y no está lejano el día en que, con la cooperación de los gobiernos, se vea desaparecer esa causa de depreciación de uno de nuestros principales artículos de exportación”.
A su vez, Lignières en el Manual Práctico del Hacendado (1921), al referirse a la realización de ciertas prácticas con el vacuno como la castración, dice: “naturalmente no recomendaremos la castración a cuchillo (...) y la por tirón (...), por considerarlos métodos brutales y peligrosos”.
De la misma manera, en el Diccionario de Agricultura y Ganadería (Anónimo, 1939) se sugiere que “un engorde bien llevado exige un reposo absoluto de los animales, buena cama, establo a media luz para evitar los efectos excitantes de la misma, así como los gritos y la presencia de perros” (Tomo I, pág. 432); “deberá procurarse no molestar a los animales, evitando todo ruido, alejando a los perros y cualquiera otra causa que pudiese excitarlos o intranquilizarlos” (Tomo I, pág. 932); “como sea que los bovinos aman la calma” (Tomo I, pág. 1001); “para ser buen ganadero es necesario ante todo conocer y amar los animales. Sin cariño, raramente se llega a apreciar el valor de éstos y su carácter” (Tomo II, pág. 121). Cita, además, transcribe el Reglamento de Mataderos de España, aprobado en 1918, que dice en su artículo 22 que “no se permitirá que se toreen, molesten o martiricen los animales que hayan de ser sacrificados en el Matadero”; el artículo 23 dice que “antes de proceder  al sacrificio de las reses que llegaren al Matadero con signos evidentes de fatiga se tendrán en descanso proporcional a la distancia que hayan recorrido a pie o al tiempo que hayan permanecido embarcadas. Este descanso oscilará entre uno y dos días” (Tomo II, pág. 367).
El Almanaque Peuser del Mensajero (1949) cita que “si el año es de seca, hay que seguir dando agua en abundancia, y tratando de mover la hacienda lo menos posible, y siempre despacio” (pág. 242); “no se vacunarán animales que padezcan enfermedades febriles, especialmente aftosa, y se dejará en reposo al ganado recién inyectado, pues las fatigas de un embarque, yerra, etc., serán de funestas consecuencias” (pág. 247); “la hacienda necesita descanso y tranquilidad” (pág. 250); “se cuidará que el ganado no padezca por falta de agua de bebida; la existencia de buenos montes de reparo permite a los animales defenderse mejor del calor y constituye un factor de prosperidad en los establecimientos rurales” (pág. 251).
Por último, Saubidet en su libro Vocabulario y Refranero Criollo (1978), que hace referencia a la vida del campo argentino desde sus primeros orígenes, las costumbres del gaucho y el manejo de la hacienda, comenta que desde antaño se aconseja el descornado de los animales porque “tiene muchas ventajas: los animales se crían más mansos al verse privados de sus medios de defensa y engordan mejor, no se desgarran el cuerpo, lo que aleja los peligros de infección, ni se machucan la carne con las cornadas, ocupan menos lugar en los corrales, vagones, vapores, etc.,  lo mismo que en los bebederos”.
 
¿Qué es el bienestar animal?
Podemos definir al bienestar animal como “el completo estado de salud física y mental del animal (Brambell, 1965; Hughes, 1976; Fraser y Broom, 1990) que le permite manifestar su comportamiento natural aun en condiciones de producción comercial”. El bienestar tiende a que los animales se vean libres de dolor, lesión, enfermedad, tensión, sufrimiento, cansancio, traumatismo y miedo durante su producción, traslado, exhibición, comercialización y faena. Por ello, el bienestar comprende tanto el satisfacer las necesidades del animal como el evitarle sufrimientos. Todo esto, redunda en un mayor beneficio económico para la cadena de la carne.
El bienestar animal no sólo tiene implicancias éticas sino también comerciales. Cualquier deficiencia en el bienestar del animal se traduce en cambios en su salud, fisiología, producción, reproducción, comportamiento o crecimiento. En este punto es importante aclarar que un alto nivel de producción (es decir, excelentes índices productivos como lo es, por ejemplo, la ganancia diaria de peso vivo), no es sinónimo de bienestar (Dantzer y Mormède, 1983).
Los distintos tipos de incomodidades que puede sufrir el bovino le producen un mayor o menor grado de estrés. El estrés (¿hemos oído hablar de esta palabra?) no  es otra cosa que la adecuación del organismo a las distintas agresiones físicas o psicológicas a las que es sometido. Estos diferentes grados de estrés que experimentan los animales se deben tanto a la constitución genética propia de cada individuo (es decir, a su temperamento) como a la experiencia adquirida en fases tempranas de sus vidas (Grandin, 1997), o sea, al trato que ha recibido desde su nacimiento.
El estrés se refleja en los animales a través de cambios fisiológicos (fiebre, taquicardia, aumento de la frecuencia respiratoria, aumento en la cantidad de heces y orina eliminados, heces más líquidas, etc.), cambios metabólicos, cambios en algunas variables sanguíneas y cambios en el comportamiento ya que el animal se vuelve más nervioso. Si el estrés se prolonga pueden producirse pérdidas de peso y mayor susceptibilidad a contraer enfermedades, como nos ocurre a los seres humanos cuando decimos que el estrés “nos baja las defensas del organismo”. Es imposible eliminar completamente el estrés sufrido por los animales durante su etapa de crianza, engorde y faena. Pero debido a que dichas agresiones no sólo le provocan un sufrimiento innecesario sino que causan importantes pérdidas a nivel productivo y de la calidad de la res y carne, es imprescindible que lo minimicemos a través de un correcto manejo del animal. Esto es muy fácil de lograr mediante una adecuada capacitación de todo el personal involucrado en las distintas etapas de la producción y transporte, fundamentalmente.
Asimismo, el bovino muestra distinto grado de agresividad ante cualquier factor novedoso (por ejemplo, la carga y descarga en camión), sorpresivo o desconocido. Esta agresividad también se manifiesta cuando se lo quiere manejar bruscamente o cuando el animal no tiene una salida u opción clara, sensación que experimenta, por ejemplo, dentro de la manga. Los vacunos que recibieron un manejo brusco o violento (golpes con palos, fustas, picana, caballos, etc.), tendrán más susceptibilidad de sufrir estrés y serán más difíciles de manejar durante su vida. El manejo violento o maltrato traerá aparejado en el futuro la resistencia del animal a las distintas prácticas en las que es sometido durante su vida (vacunaciones, apartes, curaciones, etc.). El estrés será más importante si es la primera vez que experimenta esa práctica de manejo (paso por la manga, carga en un camión, traslado a un lugar desconocido, etc.); en cambio, si es una repetición de una experiencia vivida con anterioridad el estrés será menor.
Cuando los animales son colocados en la manga no se les debe forzar a avanzar; el mostrarles la salida abierta y el ver que los otros animales se mueven, por la conducta natural que tienen de seguirse unos a otros, será suficiente para inducirlos a que salgan de la misma. Lo que menos quieren los animales es estar dentro de un corral o una manga, quieren estar en su hábitat natural, es decir en el campo junto a sus compañeros de tropa.
Si la manga parece un callejón sin salida los animales no querrán avanzar, por lo que deben poder ver siempre una vía de escape. Vaciar parcialmente la manga, y abrir luego la puerta que comunica al toril hará que los animales que esperan en este último comiencen a entrar a la manga sin necesidad de ser forzados (con caballos o golpes) debido a su conducta natural de seguirse unos a otros. En este caso, es importante recalcar que la puerta de ingreso a la manga debe estar construida de manera que los animales puedan ver a través de ella. A su vez, también hay que destacar que los callejones o las mangas curvas tienen ventajas sobre las rectas por dos razones. Por un lado, utilizan la tendencia natural del vacuno a caminar en círculo. Por otro, las curvas evitan que los animales puedan ver el acoplado, el cepo o el cajón de noqueo de una planta frigorífica que se encuentra unos metros más adelante.
Existen tres claves en el manejo de los animales que permitirán mover a los mismos por su propio impulso hacia el lugar donde se necesita que vayan en vez de forzarlos a ir allí: a) darle una salida al animal, b) darle espacio para que pueda buscarla, c) darle tiempo para que la vea (Giménez Zapiola, 2006); es decir, para avanzar el vacuno necesita tomar confianza; si un animal o grupo de animales retrocede o se detiene al olfatear algo o al ver una sombra, se deberá esperar y darle tiempo para que supere el obstáculo. Caso contrario, tendremos que recurrir a la fuerza para que avance. Esto es lo que comúnmente hacemos en el campo, pero las consecuencias siempre son negativas desde todo punto de vista (pérdida de tiempo, nervios en el personal, instalaciones rotas, etc.).
Cuando se trabaja con el ganado en el corral buscando separar una tropa, es común observar que el personal acostumbra tapar parcialmente la salida pretendiendo que el vacuno pase por allí y, al no lograrlo, obliga al mismo a hacerlo mediante la fuerza o con el uso de perros. El vacuno verá con claridad la salida y la atravesará si  el operario o tropero se retira hacia un costado.
 
CONOCER EL COMPORTAMIENTO DEL VACUNO PARA AHORRAR TIEMPO, DINERO Y ESFUERZO
¿Cómo es la visión del vacuno?
El bovino posee una buena visión nocturna y también para detectar cualquier tipo de movimientos. Tiene un campo visual amplio y panorámico y su ángulo de visión es prácticamente de 360 grados teniendo sólo una zona ciega que corresponde a la que está detrás de su cola. Puede ver detrás de sí sin necesidad de girar la cabeza. Pero solamente delante suyo tiene una visión binocular (similar a la de los seres humanos), es decir, percibe el tamaño y la distancia de los objetos; en cambio a sus costados o flancos no tiene esta visión en profundidad lo que explica que reaccione sorpresivamente cuando se aproxima un extraño (hombre, perro, etc.) por ese lugar. Si bien los vacunos son capaces de visualizar el horizonte mientras pastorean, tienen dificultades para enfocar de manera rápida los objetos, lo que explica porqué se sobresaltan cuando algo se mueve imprevistamente a su alrededor. Los objetos que se mueven rápidamente son los que más miedo les provocan. El miedo es un factor muy importante de estrés (Grandin, 1997) que lleva al animal a estar permanentemente vigilante para escapar de los predadores. Para ellos los predadores somos los seres humanos, los perros, los caballos que empleamos para trabajar con la hacienda, etc.).
La visión es el sentido más importante del bovino, incluso más que la audición. Debido al tipo de pupilas que posee, el vacuno tiene mejor visión de los objetos verticales que de los horizontales; no puede además percibir los objetos situados por encima de la línea de su cabeza, a menos que éstos se muevan. Un ejemplo claro en este sentido es el que ocurre cuando un animal se asusta y al huir se lleva por delante un alambrado. Tablas anchas situadas a la altura de los ojos del animal en los corrales, callejones y toril ayudan a evitar que el vacuno busque saltar o encarar los mismos.
Por otra parte, hay que destacar que el vacuno posee un sistema visual muy sensible al movimiento y a los contrastes de luz y sombra. Estos contrastes le provocan una gran desconfianza por lo que el animal puede negarse a avanzar como ocurre muchas veces en las instalaciones de trabajo como mangas y cargaderos. Por este motivo, las instalaciones deben estar pintadas de un mismo color (preferiblemente blanco para que sean bien visualizadas) y no deben tener separaciones entre las tablas para evitar los contrastes visuales. Estas separaciones, aún hoy muy utilizadas para la fabricación de mangas, bretes y cargaderos, favorecen el paso de la luz solar y, por ende, la presencia en el suelo de contrastes de luces y sombras alternadas que hacen retroceder al ganado porque le generan perturbación o miedo.
Este mismo cuidado hay que tener cuando se construyen los techos para las mangas o corrales. Lógicamente son ideales porque nos permiten trabajar cómodamente aún en días de inclemencias climáticas (lluvias, altas temperaturas, etc.), pero no deben generar demasiada oscuridad ya que los vacunos no querrán entrar. Esto se debe a que, por su mala visión, no pueden ver lo que nosotros sí vemos a simple vista. Al no “saber” a qué lugar los estamos obligando a entrar, se negarán a hacerlo; y de eso surgirán golpes o “apuros” del personal para forzarlos a que entren y continuar con la tarea que se está haciendo. La colocación alternada de algunas chapas semitransparentes (por ejemplo, las de policarbonato) en el techo del tinglado, permitirá la entrada de luz (no de “sol directo”) que permitirá al animal ver bien el lugar al que lo queremos introducir. Esto facilita el manejo, permite que el animal esté más tranquilo y nos ahorra tiempo porque no tendremos que forzarlos a entrar.
En este mismo sentido, es importante mencionar que el vacuno se mueve mejor desde una zona oscura a una zona iluminada y no en sentido inverso. Por ese motivo, es importante que el lugar hacia el cual tenga que moverse el animal esté bien iluminado y que la iluminación sea suave y pareja; nunca el vacuno avanzará hacia una luz que lo encandile como tampoco en el caso de encontrar objetos que brillan a su paso, desde una lata hasta un simple charco de agua. Si de noche se necesita hacer entrar el ganado en un camión o en un galpón o edificio se facilitará esta tarea si el interior de los mismos está iluminado.
Además de la desconfianza que le provocan los contrastes de luz, el vacuno tampoco caminará, o lo hará forzadamente (por el personal que maneja la hacienda), si hay objetos extraños presentes en la dirección hacia donde tiene que avanzar como pueden ser residuos, bolsas o simplemente prendas de vestir colocadas cerca de su entorno (es típico que en ciertas épocas del año comencemos a trabajar a la mañana cuando las temperaturas son frescas y luego, cuando hace calor, nos saquemos el abrigo que llevamos y lo colguemos en el alambrado del corral, del toril o en la manga). Por lo tanto, las mangas, los cargaderos y los corrales de encierro o toriles deben ser construidos con tablas cerradas para evitar que el ganado se distraiga, debido a su visión periférica, con personas, camiones u otros objetos. Esto ayudará a que se muevan con mayor fluidez.
 
¿Y cómo es su audición?
El ruido excesivo molesta y distrae mucho al bovino ya que tiene el sentido auditivo más sensible que el del ser humano lo que le permite percibir sonidos de alta frecuencia que son imperceptibles para el hombre. Debido a esto, le molestan y, por lo tanto, le estresan sobremanera todos los sonidos altos o agudos como son los ladridos de los perros, los silbidos del personal o los gritos. Su capacidad para localizar los sonidos no es buena y se alteran más con los sonidos intermitentes (ladridos, silbidos, golpes, gritos, etc.) que con los continuos.
Cuando se producen estos sonidos estresantes el bovino se pone nervioso lo que dificulta enormemente su manejo. Esta es la razón por la cual se aconseja el trato de manera suave y silenciosa, de esta forma se logra una mayor eficiencia en las distintas prácticas que se realizan con los animales, especialmente cuando se trabaja en los corrales y la manga.
Debido a estas características de la audición del bovino, y al efecto visual que producen, una manera práctica de manejar los animales es con el uso de banderas colocadas en palos de 1,5 a 2 metros de longitud para guiar a los animales hacia donde se necesite hacerlo, sea dentro de los corrales o desde fuera del toril o huevo (Giménez Zapiola, 2006). Según este mismo autor, para el caso de trabajar en la manga y el cepo, el asta de la bandera deberá ser de 1 metro. Estas banderas pueden ser confeccionadas con bolsas plásticas en desuso o, mejor aún, con tela económica (tipo tafeta) de color blanca para que pueda ser bien vista por los animales.
Qué recomendaciones debemos tener en cuenta para el manejo de los animales previo a la carga y durante el transporte
Como dijimos, es imposible eliminar completamente el estrés sufrido por los animales durante su etapa de crianza, engorde y faena. Pero debido a que dichas agresiones no sólo le provocan un sufrimiento innecesario sino que causan importantes pérdidas a nivel productivo y de la calidad de la res y carne, es imprescindible que las minimicemos a través de un correcto manejo del animal. Esto es factible de conseguir mediante una adecuada capacitación del personal involucrado en las distintas etapas de la producción.
Volvemos a recalcar que el grado de estrés que experimenta el vacuno varía según su temperamento y las experiencias por las que ha atravesado en su vida. Esto explica que, ante un mismo estímulo agresor, algunos animales se estresen más que otros. El maltrato físico recibido por el animal se refleja en daños en la res o carcasa como son la presencia de machucones, hematomas y abscesos, los cuales deben ser recortados de la misma originando pérdidas económicas al productor. Este maltrato se manifiesta con el uso de la picana eléctrica, látigos, palos, piedras, perros y los pisoteos entre animales que ocurren por un mal manejo en los corrales y durante el transporte.
El manejo brusco provoca que los animales se golpeen contra los laterales de los corrales, manga o transporte lo que origina la presencia de estos machucones. Tanto el productor como el transportista e industrial frigorífico deben cuidar a los animales evitando los golpes, las lesiones y la presencia de cualquier factor que les genere estrés ya que provocará pérdidas a todos los eslabones involucrados en el sector ganadero: productor, frigorífico, comerciante y consumidor.
Por eso, las recomendaciones generales que tienen que tener en cuenta los responsables de los distintos eslabones de la cadena de la carne, hasta que el animal llegue a la faena, son los siguientes:
a) En el campo
  • Realizar de manera tranquila la tarea de aparte de los animales a cargar.
  • No utilizar elementos o prácticas agresivas de arreo como perros, fustas, látigos, gritos, silbidos, etc.
  • Planificar con antelación el aparte para coordinar la carga de los animales a tiempo, conjugar un manejo tranquilo con un mínimo tiempo de permanencia en corrales.
b) En los corrales y cargadero
  • No mezclar, previo a la carga, animales de distintos grupos sociales o tropas ya que ello conducirá a que se establezca un nuevo orden o jerarquización social (determinación de cuáles serán los animales dominantes y cuáles los dominados) con las consecuentes agresiones entre los mismos.
  • Lograr una densidad adecuada de animales que posibilite la comodidad de los mismos durante el tiempo de permanencia previo a la carga.
  • Minimizar el tiempo en que los vacunos permanecen en los corrales.
  • Suministrar agua y comida para evitar el estrés producido por la sed y el hambre.
  •  Manejar tranquilamente a la tropa, evitar las agresiones físicas o psicológicas sobre ellos.
  • Conducir pequeños grupos de animales hacia el cargadero, evitar una alta concentración de los mismos previo a subir al transporte.
  • No realizar, antes de la carga, otras operaciones tales como colocación de vacunas, inyectables, marcación, señalado, etc., para no aumentar el estrés.
c) Durante el transporte en camión
  • El personal deberá estar entrenado para el manejo cuidadoso de los vacunos durante la carga, transporte y descarga.
  • Según sea la época del año y las condiciones de comercialización, realizar la carga de los animales en horas frescas como la mañana o el atardecer.
  • No mezclar diferentes especies como bovinos, ovinos, caprinos o equinos.
  • No mezclar animales de distintas tropas o campos de origen para no romper el orden social del grupo.
  • No mezclar diferentes categorías de animales (toros con hembras, adultos con jóvenes), a excepción de las madres con sus crías. En el caso de que sea necesario el transporte de diferentes categorías, usar los separadores internos.
  • No transportar hembras preñadas con posibilidad de parto durante el viaje o que hayan parido en las últimas 48 horas como así tampoco los terneros recién nacidos que no tengan completamente cicatrizado el ombligo.
  • No transportar animales enfermos, heridos, débiles, muy viejos, ciegos o que estén imposibilitados de ponerse de pie, sólo cargar los que estén aptos para viajar.
  • Separar en otro compartimiento a los animales astados o agresivos.
  • No cargar más de 1200 kilogramos de peso vivo por metro lineal de jaula.
  • Cuidar las condiciones de manejo durante la carga y el viaje de acuerdo a los animales a transportar, debe tenerse en cuenta que ciertas razas como las índicas, o ciertas categorías como los toros o vacas con cría, son más susceptibles de sufrir estrés ante los diferentes estímulos agresores.
  • Manejar adecuadamente la cantidad de animales a transportar, debe tenerse en cuenta la categoría, edad, presencia de cuernos, estación del año, duración del viaje y suministro de agua.
  • En los viajes de corta duración (menor a cuatro horas) es fundamental un manejo cuidadoso durante la carga y descarga para minimizar el estrés.
  • Cuidar la posición de los animales en la jaula. Los vacunos se sienten mejor cuando viajan en el sentido de avance del camión. Intentar ubicarlos con la cabeza hacia la cabina del camión o, a lo sumo, de costado pero nunca mirando hacia atrás.
  • Evitar el uso de la picana eléctrica salvo para casos excepcionales.
  • Minimizar el tiempo y la distancia de viaje, asegurar el suministro de agua por lo menos cada 8 horas y el de comida al cabo de 24 horas como máximo.
  • No realizar descansos con descarga de los animales ya que el proceso de descarga y nueva carga aumenta el estrés. Sólo realizar la descarga si el descanso dura más de 12 horas y se suministra agua, comida y espacio suficiente para que los animales puedan relajarse.
  • Inspeccionar periódicamente la carga (en los siguientes 30 minutos de la salida y luego cada 2 horas de viaje como máximo) para levantar animales caídos y asegurar un viaje confortable.
  • Disponer de iluminación (fija o móvil) en la jaula del camión para inspeccionar los animales durante los viajes nocturnos.
  • Evitar los viajes en días muy calurosos. En el caso de que sea necesario, asegurar el suministro de agua cada 8 horas como máximo.
  • Evitar los viajes en condiciones de inclemencias climáticas como lluvias torrenciales, frío excesivo, fuertes vientos o caída de granizo. Si los viajes en estas condiciones no pueden evitarse, se deberá suministrar la protección necesaria.
  • En el caso de realizar paradas para inspección o descanso del transportista se deberá ubicar el camión a la sombra.
  • Conducir cuidadosamente el transporte en función del estado de los caminos, evitar acelerar, frenar o girar bruscamente en el caso de transporte en camión para que los animales no pierdan el equilibrio.
  • Al llegar a destino, realizar inmediatamente la descarga de los animales, evitar los ruidos excesivos y el manejo brusco.
 
Porqué debemos implementar las buenas prácticas relacionadas al bienestar animal
Si bien es imposible eliminar el estrés que sufre el animal en los sistemas de producción, existe la posibilidad de reducirlo a valores que no impliquen significativas pérdidas económicas. Actualmente disponemos de herramientas y tecnologías de trabajo para minimizar el impacto negativo que el mal manejo de los animales en el campo, durante el transporte y la comercialización, tienen sobre el animal, la calidad final de la carne y la eficiencia de la cadena cárnica. En ese sentido, podemos mencionar a las buenas prácticas pecuarias como una de las mejores alternativas a implementar en estos sistemas.
Los beneficios de la implementación de las BPP para la cadena cárnica, incluidos los del consumidor, se pueden resumir en:
Para el PRODUCTOR GANADERO:
  • Menores pérdidas productivas
  • Menores pérdidas económicas por decomiso/rechazo
  • Obtención de precio diferencial
  • Mejor gestión de la empresa
Para el FRIGORÍFICO:
  • Menores pérdidas económicas por decomiso/rechazo
  • Mayor competitividad por producto diferenciado
  • Mayor consolidación en el mercado
  • Mayor eficiencia en el proceso
Para el COMERCIO:
  • Incremento de las ventas
Y para el CONSUMIDOR:
  • Mayor satisfacción por mejor calidad de carne
Es importante mencionar que algunos países ya tienen antecedentes en la implementación de buenas prácticas en la producción primaria de carne pero en nuestro país, si bien existen experiencias, aún queda mucho por hacer, empezando por el campo.
La implementación de las buenas prácticas pecuarias permite mejorar el bienestar de los animales, la inocuidad de los alimentos, la protección medioambiental y la seguridad del personal en las explotaciones ganaderas. Además, al implementar un sistema de aseguramiento de la calidad los productores de bovino de carne podremos acceder a precios diferenciales y mejorar así la rentabilidad de nuestras empresas ganaderas.
 
Conclusiones finales
Si bien en nuestro país no se han realizado auditorías o estudios para determinar cuánto pierde la cadena de ganados y carnes a causa del maltrato animal, se estima que las mismas rondan los 200 millones de dólares por año. Esto sólo incluye las pérdidas a nivel de los recortes de carne de las medias reses de animales maltratados que tiene que realizar la industria en el momento de la faena, las pérdidas por la mala calidad de los cueros (principal subproducto que se obtiene en la faena del vacuno y que constituye un valioso “artículo” de exportación) y las pérdidas por la obtención de las carnes de color oscuro que son rechazadas por los consumidores (es decir, todos nosotros, aunque seamos productores, transportistas de ganado o empresarios del sector frigorífico; ni hablar de los mercados a los cuales exportamos carne). En la cifra que se acaba de mencionar no están incluidas las pérdidas por menores ganancias diarias de peso de los animales que experimentan algún grado de estrés, se encuentren en sistemas extensivos (a campo abierto) o en intensivos ( engorde a corral o feedlot).
Si bien en los 3 últimos años la cantidad de cabezas vacunas faenadas rondaron las 16 millones anuales, el promedio histórico está más cercano a las 14 millones. Y la industria “comunica” al resto de la cadena que por cada cabeza faenada tiene que recortar (y tirar) en promedio 1 kg de carne. Multipliquemos estos  14 millones de kilogramos por el precio promedio del kilo de carne al gancho y las cifras son alarmantes.
Bien vale la pena que, si bien grandes hacendados u hombres de campo de nuestra patria ya lo observaron y lo advirtieron desde hace mucho tiempo, comencemos de una vez por todas a trabajar bien con la hacienda.
No al maltrato, sí al “buen trato” (como nos gustaría que nos traten a nosotros nuestros semejantes), no sólo evitará pérdidas sino que nos traerá ganancias, ganancias que son “invisibles” pero que se volverán bien visibles (y serán, además, bienvenidas) cuando las veamos dentro de nuestros bolsillos. Y para eso, sólo hace falta primero un cambio de actitud, es decir, no depende de los vacunos sino que depende pura y exclusivamente de todos los que nos dedicamos a la actividad ganadera.

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Autores:
Ricardo I. Consigli
Universidad Nacional de Córdoba (UNC)
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Jorge Villalba
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