La salud, fracaso u oportunidad para la agroindustria

La crisis de salud que el mundo ha estado viviendo en los dos últimos años, ha hecho que las tendencias en la forma de comer de muchos de los habitantes de la tierra hayan cambiado o por lo menos se hayan encaminado por nuevos senderos. Ahora los consumidores son más conscientes de lo que se come. Muchos  volvieron a lo elemental, la cocina en casa, otros que nunca habían entrado a la cocina tuvieron que hacerlo. Si revisamos el catálogo de nuevos productos, vemos que todos los días aparecen en el mercado de los alimentos, nuevos alimentos compuestos de diferentes insumos naturales, mezclados y procesados industrialmente para obtener nuevas experiencias sensoriales, que se ajustan al modo de vida de  los consumidores.

Muchos de esos nuevos productos que se desarrollan, avanzan, conquistan consumidores y crecen en consumo y aceptación generando nuevas  tendencias que luego se van volviendo moda y con el paso del tiempo entran a formar parte integral de nuestra  dieta de todos los días, otros pasan sin pena ni gloria y en cuestión de poco tiempo desaparecen porque no se ajustaron a las preferencias o a la moda.

Esta dinámica hace que las empresas agroindustriales, que producen nuestra comida, mantengan una permanente actividad de desarrollo de nuevas recetas, preparaciones y empaques  buscando llenar las necesidades y aficiones de los consumidores con experiencias de conveniencia, salud, presentación, valores alimenticios, rapidez y otras características que los hacen deseables y les otorgan permanencia en el mercado.

Sin embargo, no todo está bien, muchos de esos productos, sabrosos, convenientes y prácticos,  contienen elementos no deseables o no saludables en concepto de algunos, como los condimentos, sales, preservativos, azúcares malos, grasas  y otros insumos que hacen que finalmente ofrezcan algún tipo de riesgo para la salud.  Esos productos, que seguramente fueron desarrollados con la mejor intención, buscando agradar al consumidor o llevarle nuevas experiencias sensoriales o producir en él sentimientos de bienestar, confort y felicidad, terminan siendo factor de controversia al presentarse como malos o dañinos.

La mala información, el desconocimiento de los procesos agroindustriales y la reacción mediática, ha hecho que en muchos círculos, incluidos los círculos médicos y científicos, así como las  redes sociales, utilicen generalizaciones respecto de la inconveniencia en el consumo de algunos de ellos. Por ejemplo, es común ver en las fórmulas médicas restricciones generalizadas, sin sentido, donde se indica” no consumir productos industrializados” . Entonces, uno se pregunta,  qué es lo que está prohibiendo el médico?  Para salir de dudas, se lo pregunté recientemente a uno de ellos, quien sin reparo ni vergüenza me dijo que en su criterio y experiencia todos los productos industrializados tienen algo de malo o dañino para la salud. Cuando le hice caer en cuenta que hay muchos productos industrializados, sanos, saludables y adecuados para la salud y le puse como ejemplo el arroz blanco elaborado, entonces, el galeno este  me miro con cara de regaño, como diciéndome “ y usted cómo se atreve a cuestionarme?”

He estado reflexionando sobre el tema, y eso es lo que me ha motivado a escribir este artículo, porque siendo realmente objetivo, si hay muchos productos industrializados que contienen elementos que podrían ser dañinos para la salud. Entonces, viendo el lado positivo del asunto, esta es una oportunidad para quienes desarrollan procesos industriales y nos proveen de alimentos  procesados, para que reaccionen y busquen nuevas alternativas saludables que permitan que los productos que consumimos no alteren nuestra salud.  Pero también creo que es importante que los profesionales de la salud se enteren, se pongan al día y no generalicen. No se puede desacreditar, así no más, el esfuerzo creador de la agroindustria; tal vez sea responsabilidad de la agroindustria del mundo tener más comunicación con los profesionales de la salud, enseñarles lo bueno, sano, saludable y el valor agregado del proceso industrial, sin el cual no tendríamos la posibilidad de degustar, apreciar y alimentarnos con tantos y tan buenos productos industrializados como los que disponemos actualmente y que no todo es malo, que hay buenos y saludables productos industrializados y que no solo tenemos que comer insumos o materias primas no procesadas.