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IPCS: Datos oficiales vs. Realidades

Publicado: 20 de mayo de 2022
Por: Carlos Buxadé Carbó. Catedrático de Producción Animal. Profesor Emérito. España
Soy muy consciente de que los  párrafos que siguen, referidos concretamente a España, pero que son conceptualmente perfectamente válidos para muchas zonas del Mundo y en él, de LATAM, empezando por Argentina, no van a ser sencillos de digerir y de asumir, pero, en mi opinión, es lo que hay.
Lo que voy a referenciar lo he expuesto públicamente, en estas últimas semanas, no menos de media docena de veces. Por una parte, en el marco de mis actividades docentes; por otra, en dos conferencias: una que dicté en Aranda de Duero y otra en Medina de Rio Seco y finalmente en una reunión técnica virtual auspiciada por una asociación de naturaleza económica.
En todas ellas traté la inflación que sufrimos y sus consecuencias; incidí en la correspondiente alza de los precios a lo largo del presente año 2022 y en la significativa reducción del tercer margen bruto de las actividades empresariales a lo largo de la cadena (en mi caso, la mencionada reducción referida a la cadena de los productos generados por la ganadería).
Como no podía ser de otra forma,  también reiteré la importante influencia que todo ello está teniendo en el devenir de las estrategias empresariales considerando, en el marco de la contextualización empresarial, las perspectivas hoy existentes para los próximos 7 – 8 meses.
En todas estas oportunidades manifesté, como ya lo vengo diciendo desde hace meses, que, a veces, se me hace francamente difícil casar algunos de los datos oficiales que se van publicando y las manifestaciones de ciertos colectivos interesados, con la realidad que se vive en el día a día, a pie de calle y en las ganaderías. En este contexto quiero referirme, en esta oportunidad,  a unos importantes datos que hizo públicos, el viernes de la semana pasada, el Instituto Nacional de Estadística (INE) referidos a los Índices de Precios al Consumo (IPCs).
En España el IPC General (también llamado IPC Nacional), está conformado por los IPCs de la “cesta de consumo” que, actualmente, comprende los IPCs de los siguientes grupos de bienes y servicios: el IPC alimentación y bebidas no alcohólicas; el IPC bebidas alcohólicas y tabaco; el IPC artículos de vestir; el IPC alquiler de viviendas; el IPC menaje doméstico; IPC medicinas; el IPC transporte; el IPC comunicaciones; el IPC ocio y cultura; el IPC enseñanza; el IPC hoteles, cafés y restaurantes y el IPC otros bienes y servicios, abarcando unos 220.000 precios mensuales.
 Este IPC Nacional o General, para cuya recopilación de los datos el INE cuenta con dos centenares de cualificados funcionarios, que recorren una vez al mes las  mismas tiendas a lo largo y ancho de España, nos permite saber a los ciudadanos de a pie cuánto se han encarecido OFICIALMENTE, en un periodo determinado, los productos pertenecientes a cualquiera de los grupos anteriores y su globalidad, tanto en España como en cualquier de sus Comunidades Autónomas y/o en sus provincias.
Así, según el INE el Índice General Interanual de Precios al Consumo, correspondiente al mes de abril 2022, se ha situado en el 8,3 por 100 (el IPC interanual mide la variación del índice de los precios de los productos considerados entre un determinado mes del año y el mismo mes del año anterior). El mismo se ha moderado un 1,5 por 100 respecto al del mes de marzo a causa de la bonificación vigente desde el 1 de abril de 20 céntimos de euro por litro en los carburantes (si no hubiera sido por esta medida el IPC interanual de abril se habría situado oficialmente en el 9,3 – 9,4 por 100). Consecuentemente, la inflación interanual promedio, en lo que va de este año 2022, se ha situado en el 7,95 por 100.
Pero, y este pero es sumamente trascendente, la inflación interanual subyacente oficial se sitúo, en abril, en el 4,4 por 100 (este parámetro mide la inflación interanual del precio medio de todos los componentes de la mencionada cesta de consumo, pero sin los alimentos frescos ni los productos energéticos).  Esta  inflación del 4,4 por 100 es la más alta desde finales del año 1995 y demuestra palpablemente que la inflación que tenemos que soportar no se puede culpabilizar exclusivamente a los alimentos y a la energía (cierto es que el IPC interanual de los alimentos y bebidas no alcohólicas se sitúo oficialmente en abril en el 10,1 por 100).
Finalmente, según el INE, la inflación global oficial acumulada, desde enero a abril del presente año 2022, es de 3,3 por 100 y las de los alimentos es del 6,3 por 100.
En mi opinión, la inflación real acumulada  de los alimentos, en los primeros 4 meses del presente año 2022, de acuerdo con los datos de “pie de calle” de que dispongo, es claramente superior a esta cifra del 6,3 por 100 (sólo en abril, el precio medio de los alimentos subió oficialmente un 3,6 por 100).
Si nos centramos exclusivamente en los alimentos procedentes de la actividad ganadera (carne, huevos, y leche, básicamente) creo que la inflación acumulada enero – abril 2022  se acerca realmente al 18 – 20  por 100 (oficialmente: carne de ave 12,7 por 100; carne de vacuno, 11,4 por 100; carne de ovino y caprino, 10,7 por 100; leche, el 14 por 100 y los huevos el 21 por 100).
La importante subida de los IPC, incluyendo de forma preferente el coste de la cesta de la compra, tiene, entre otras, dos consecuencias inmediatas; la primera que, en España, con una renta media individual anual real de unos 12.200 €, tengamos hoy del orden de 11,0 – 11,5 millones de personas en riesgo de pobreza (un 24 por 100 de la población), y unos 5 millones de personas en riesgo de carencia severa (de acuerdo siempre con las parametrizaciones de la Unión Europea).
Por otra parte y aquí quería llegar, la inflación real nos lleva en España, por una parte, a una disminución cuantitativa global significativa de los consumos de los productos pecuarios y, por otra, a una reducción cualitativa no despreciable de los mismos. Ello, como no podía ser de otra manera, acaba afectando muy directa y negativamente, al tercer margen bruto de la actividad empresarial de la inmensa mayoría de nuestros ganaderos.
Y por último: no veo, al menos hasta ahora, la adopción, por parte de nuestro Gobierno, de las adecuadas medidas económicas estructurales, que nuestra compleja situación realmente requiere; muy probablemente por las importantes repercusiones sociales que las mismas tendrían (y no olvidemos aquí los problemas internos y la debilidad de la coalición gobernante y que, en unos pocos meses, entraremos de lleno en un importante periodo pre – electoral a nivel nacional).
¡MAL ASUNTO!

Columna de opinión publicada en el Boletín Ágora TOP GAN,  3ª semana mayo 2022 - Año IV - Nº 118 y en engormix.com por gentileza del Dr. Carlos Buxadé Carbó
Autores:
Carlos Buxadé Carbó
Universidad Politécnica de Madrid - UPM
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