José Maria Reynoso
14 de marzo de 2007
Por más que se le quiera dar vueltas, el objetivo es uno solo: resolver los problemas de los Estados Unidos, hoy en lo que respecta a su creciente escasez de materia prima combustible y a su ya sincerada necesidad de dejar de depender de Venezuela.
En el medio, ¿qué nos puede pasar a nosotros los Argentinos?. Poco, si lo miramos desde el punto de vista económico. Va a tratarse de una nueva oportunidad de negocios para muchos. En cambio si lo miramos desde el punto de vista Social, mucho, que duda cabe: el campo cada vez más está al servicio de los de afuera, tal vez, en menor medida (pero haciéndose sentir con su aporte fiscal) al servicio de la Nación, pero no del pueblo consumidor, o al menos, no como debiera ser. Hoy nos estamos olvidando que tenemos una gran porción de familias que hacen malabarismos para no quedar pegados a la línea de indigencia, y muchos mas a la de pobreza. Y no nos hagamos los distraídos, los índices no son más que NUMERITOS que surgen de una tablita de Excel, cuyas formulitas las pergeña el leal funcionario de turno.
¿Creen que no incidirá el precio del maíz (la caña de azúcar no existe)? ¿Acaso no nos incide el aceite, las harinas, y los derivados alimenticios que componen la dieta de todas esas familias? ¿Con que lo vamos a reemplazar cuando pase como con el aceite de soja, durante muchos años el de menor precio en nuestro país, que de soja no consume (o consumía) otra cosa que su aceite? En las góndolas ya no queda aceite de soja, ahora lo hacen mezclado y por supuesto el precio es otro. Y me dicen que el maíz no influirá en el bolsillo del consumidor, pobre o no.
Ahora bien, si en cambio lo vemos desde el punto de vista Ambiental, no se va a notar (es sarcasmo, ojo): tierra es lo que nos sobra…pero… ¿hasta cuando (o hasta donde)? Basta con observar los grandes negociados de tierra en Santiago del Estero, Chaco, Formosa, Salta, Jujuy, preparándose para esa “panacea” agro-inmobiliaria que les deparará el uso y abuso de tierras que no nacieron para ello. La ambición deja de lado todo concepto ecológico y ambiental. Y si no, veamos nuevamente el ejemplo de la soja (que no hace otra cosa, en todas su formas, derivadas o no, que alimentar las voraces bocas de nuestros “hermanos” sudasiáticos): si una zona queda estéril, ¿que problema hay?, los grandes popes de la soja “arriendan” otra tierra en otro lado y listo el pollo, ¿o acaso los arrendamientos no son por 10 años?, casi el limite de vida de una tierra cultivada intensivamente (máxime con soja). Lo mismo va a pasar con el maíz, o con lo que se pretenda sembrar para resolver el problema de combustible de nuestros otros “hermanos”, mayores, los del Norte americano.
¿No estaremos para eso, para resolver los problemas ajenos? Esos problemas (falta de combustible) seguramente los vamos a sufrir en carne propia también nosotros, pero la solución, como es de estilo, se deja para mas adelante primero lo primero: venderles barato a nuestros hermanos mayores del Norte, asegurar bolsillos llenos a quienes, sin crear fuente directa de trabajo, alardean de su ingenio empresario, y por ultimo, si tenemos que dejar un resto para nuestro consumo, que así sea, pero a precio internacional, que joder. ¿Así nomás?
Pregunto: ¿ya no hay cráneos que “inventen”?, ¿en que quedan las investigaciones del hidrógeno?, ¿que hay de la energía nuclear?, ¿no hay alternativas en combustibles cuya explotación no comprometa las economías regionales ni la salud de todos, particularmente la de los menos protegidos, los Pobres?, ¿o se terminó la inteligencia, la que permitiría crear sin tener que producir a partir de lo que se termina?
El biocombustible no es otra cosa que una gran barata: vendamos antes de que se incendie el puestito. Perdonen el sarcasmo, pero no coincido con la mayoría de los puntos vertidos en ese artículo.
José Maria Reynoso
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