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Soja. La difusión de los cultivares RR y la tecnología de control de malezas: ¿hay un avance?

Publicado: 22 de junio de 2006
Por: Lic. Daniel Tuesca. Cátedra de Malezas. UNR
En Argentina, la adopción de cultivares transgénicos resistentes a glifosato (RR) ha seguido un crecimiento vertiginoso. En la campaña 97/98 este tipo de materiales representó alrededor del 20% del área sembrada; el año siguiente dicha cifra se incrementó hasta alcanzar el 74%. Las predicciones para la presente campaña indican valores incluso superiores. La rapidez en la adopción de la tecnología representa un carácter excepcional: por lo general el cambio tecnológico en agronomía ocurre en forma más gradual y está sujeto a altibajos de distinta índole. El objetivo de este trabajo es discutir las posibles ventajas técnicas que motivaron la rápida adopción de esta tecnología. El mercado de herbicidas para el cultivo de soja en nuestro país se encuentra ampliamente desarrollado. Abarca más de 30 principios activos, con diferentes características en cuanto a su momento de aplicación, vía de absorción, modo de acción y nivel de residualidad en el suelo. La difusión de los cultivares resistentes a glifosato no representa una ampliación significativa del espectro de control, ya que la gran mayoría de las malezas del cultivo pueden ser controladas empleando otros herbicidas selectivos. Desde el punto de vista ambiental, las consecuencias de la supremacía de la nueva tecnología restan aún por dilucidar. Si bien el glifosato es reconocido como relativamente benigno para el ambiente, el aumento explosivo de su consumo plantea interrogantes novedosos y de difícil respuesta. Las ventajas técnicas del uso de cultivares RR más comúnmente mencionadas son dos: la flexibilidad en la aplicación del glifosato y la simplicidad de la tecnología. Analizaremos brevemente ambas ventajas, tomando como referentes conceptos vinculados a la dinámica de las poblaciones de malezas. La primera ventaja -la flexibilidad- tiene que ver, tanto con la tolerancia de la soja RR al glifosato durante todo su ciclo, como con la propiedad del herbicida de controlar de manera eficiente muchas especies de malezas, independientemente de su tamaño. No obstante estas características de la tecnología, el momento oportuno de aplicación del herbicida está a su vez supeditado a la existencia de un período crítico, durante el cual el cultivo debe estar libre de malezas para obtener el máximo rendimiento. Dicho período crítico resulta ser -a la vez- variable y preciso. Es variable porque está condicionado por numerosos factores agronómicos, genéticos y ambientales. Es además preciso, ya que exige -especialmente en el caso de herbicidas no residuales- realizar el control en un período marcadamente acotado. Por ejemplo, simulaciones realizadas con un modelo de competencia desarrollado en nuestra Facultad, demuestran que -considerando una infestación baja de chamico (Datura ferox) en un cultivar tardío de soja- es posible obtener el máximo rendimiento con una única aplicación de glifosato próxima a los 30 días después de la emergencia del cultivo. Si el herbicida se aplica en otro momento del ciclo, siempre se registrará pérdida de rendimiento. Aplicaciones previas a los 30 días no impedirán la competencia provocada por las malezas emergidas luego del control, mientras que aplicaciones posteriores a ese momento admitirán la competencia de las malezas que emergieron junto con el cultivo. Así, si el herbicida se aplica una semana después del momento oportuno, la pérdida de rendimiento será alrededor del 15%. En definitiva, el grado de flexibilidad en el control está definido, no sólo por las características del herbicida empleado sino también por la dinámica de la competencia entre la soja y las poblaciones de malezas. La segunda ventaja mencionada -la simplicidad- deriva de la posibilidad de basar el control de malezas en un único herbicida total, prescindiendo de planes de manejo que abarquen diferentes tácticas y momentos de control. Como ya fue dicho, la competencia entre cultivos y malezas es un proceso complejo definido por numerosas interacciones entre características específicas y del ambiente. Desafortunadamente, esas interacciones no están en su mayoría cuantificadas, de manera que no es posible realizar recomendaciones precisas para cada situación competitiva. En general, puede afirmarse que cualquier factor que disminuya la competitividad del cultivo tiende a aumentar el período crítico libre de malezas y, por lo tanto, a incrementar la frecuencia de uso del glifosato. Una variante de la tecnología consiste en aplicar -alrededor de 10-15 días después de la emergencia- una mezcla de glifosato con un herbicida residual. De esta manera se evitaría la posible competencia temprana de malezas. Por otra parte, la residualidad del segundo herbicida permitiría prescindir de otro control durante el ciclo del cultivo. La ventaja de esta variante dependerá, tanto de la efectiva ocurrencia de competencia temprana como del tipo de malezas presente. Por ejemplo, en el caso de especies perennes –como sorgo de Alepo (Sorghum halepense) o gramón (Cynodon dactylon)- el control temprano sería sólo parcial, obligando a posteriores aplicaciones de glifosato. Desde el punto de vista evolutivo, el uso de cultivares RR implica una presión de selección sobre las comunidades de malezas, cuya magnitud -espacial y temporal- es proporcional al grado de adopción de la tecnología. En ese sentido, los principales cambios -algunos ya detectados- se podrían resumir en tres: 1- Selección de malezas con emergencias tardías. El glifosato es un herbicida sin acción residual, de manera que no controla los flujos de emergencia de malezas posteriores a su aplicación. Dichos flujos podrían producir semillas que asegurarían nuevas reinfestaciones. Es por ello que el éxito ecológico de las malezas en un esquema de control basado en el glifosato dependerá en cierta medida, tanto de la longitud del período de emergencia como de la distribución del mismo. La presión de selección operará favoreciendo a aquellas malezas con períodos de emergencia prolongados y concentrados en etapas más tardías del ciclo del cultivo. La dinámica de la emergencia de malezas varía significativamente en función de distintos factores climáticos, edáficos, agronómicos y genéticos. Pese a su relevancia práctica, existe poca información que relacione la emergencia de las principales malezas de la soja con las fuentes de variación mencionadas. 2- Selección de malezas resistentes a glifosato. La resistencia se define como la habilidad heredada de una maleza para sobrevivir a la aplicación de una determinada dosis de herbicida a la cual la población original era susceptible. En ese sentido, existen ciertas características asociadas al glifosato –algunas de ellas no cabalmente comprobadas- que lo harían poco propenso a generar resistencia. Ellas son: - La nula residualidad del herbicida en el suelo. - Los múltiples mecanismos fisiológicos que operarían en la definición de la sensibilidad a glifosato. - El bajo fitness de los individuos sobrevivientes. - La ausencia de otros herbicidas con similar mecanismo de acción. - La ausencia en la naturales de especies de plantas que degraden cantidades significativas de glifosato. No obstante las razones previamente enunciadas, la probabilidad de que el glifosato genere resistencia está en gran medida condicionada por la magnitud del empleo del herbicida a nivel regional. La presión de selección impuesta por el herbicida es una de las principales variables que influyen en la tasa de evolución de la resistencia. Es así que -por ejemplo- si el glifosato es empleado en distintos momentos durante el ciclo de la soja, su comportamiento será análogo al de un herbicida residual, neutralizando así la ventaja que supone su nula actividad en el suelo y predisponiendo la aparición de biotipos resistentes. 3- Selección de malezas tolerantes al glifosato. El uso casi exclusivo y continuo de glifosato trae como consecuencia una presión de selección de malezas tolerantes al herbicida. El término tolerancia –a diferencia de la resistencia- hace referencia a la innata baja sensibilidad de la maleza a un determinado herbicida. Entre las malezas con cierto grado de tolerancia a glifosato pueden citarse malva (Anoda cristata), cebollín (Cyperus rotundus), sunchillo (Wedelia glauca), bejuco (Ipomoea spp.), flor de Santa Lucía (Commelina virginica), enredadera perenne (Convovulus arvensis) y verdolaga (Portulaca oleracea). Es probable que estas especies acentúen su importancia relativa a nivel regional, de manera que deba recurrirse a dosis crecientes de glifosato para lograr controles satisfactorios. Los procesos selectivos mencionados obligarían a sucesivos refinamientos de la tecnología de control de malezas (ej. uso de mezclas de herbicidas, manejo de dosis y momentos de aplicación). Tales refinamientos podrían resultar en un grado de complejidad similar al que la nueva técnica propone disminuir. Dicho desde otra perspectiva: la simplicidad de la tecnología estaría definida, no sólo por las propiedades del insumo, sino además por la características del proceso de enmalezamiento. Ambos parecen actuar sobre niveles de organización de la materia marcadamente disímiles: mientras que el insumo está diseñado a nivel molecular, el enmalezamiento opera básicamente a nivel poblacional y comunitario. Estos dos últimos niveles -gobernados por múltiples interacciones bióticas y abióticas- constituyen un grado de complejidad infinitamente superior al molecular. En síntesis, la innovación tecnológica no parece responder a una demanda biológica del agroecosistema, vinculada a un progreso en el manejo de las malezas. La consolidación de los cultivares RR en la región debería indagarse en otras disciplinas -Economía o Sociología- más que en la técnica propiamente dicha. Empresas y entidades privadas motorizaron un comentario acerca del contexto político-institucional en el que la difusión de la tecnología tuvo lugar, prescindiendo en gran medida del soporte institucional público. La comunidad científica en nuestro país está concentrada mayoritariamente en el sector estatal. Le corresponde a la misma -por su propia naturaleza- juzgar de manera crítica el avance tecnológico, amortiguando así la aceleración del proceso de innovación. Es posible identificar aquí un conflicto entre ambos sectores -privado y público-: mientras el primero pone el acento en la simplicidad de la solución tecnológica -condición que define en gran medida su adopción- el segundo enfatiza en la complejidad del problema biológico en cuestión. Una síntesis entre ambas perspectivas es, por supuesto, deseable. La misma ¿será posible?
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