Incidencia del daño foliar por granizo sobre el rendimiento del cultivo de Maíz (Zea mays L.)

El granizo disminuye el rendimiento afectando principalmente el área foliar, el reconocer el daño causado por el mismo y estimar las perdidas probables es una herramienta muy valiosa para la toma de decisiones.

Estimar adecuadamente las pérdidas de rendimiento después de una tormenta en etapas tempranas puede ayudar a determinar la conveniencia o no de resembrar, mientras que estimarlas cuando ocurren en etapas tardías es importante para tomar decisiones de cosecha y ventas correctas (Halle, 2006).

En la emergencia, el ápice de crecimiento de la planta está debajo de la superficie del suelo y permanece allí por aproximadamente 5 semanas. El daño de plantas por granizo en estos estadios de crecimiento tempranos, raramente resultan en una pérdida significativa de plantas o rendimientos, debido a que el ápice de crecimiento se encuentra debajo de la superficie del suelo. Entonces cuanto más temprana sea la defoliación mejor será la recuperación del área foliar del cultivo, por lo que las reducciones en rendimiento serán menos marcadas.

Aproximadamente 5 semanas después de la emergencia, todos los nudos y entrenudos se han diferenciado y el meristema apical es elevado por encima de la superficie del suelo debido a la elongación de los entrenudos. Durante las 5-6 semanas siguientes, la planta crece rápidamente y se hace más vulnerable al daño por granizo, hasta la floración. Una vez superada le etapa de floración, el granizo causará progresivamente menor pérdida de rendimiento mientras la planta se aproxima a madurez de cosecha.

La cantidad de granos fijados es proporcional a la cantidad de radiación interceptada en los momentos críticos alrededor de la antesis. Existe una estrecha relación entre la cantidad de granos fijados y la intercepción de radiación medida quince días posteriores a la floración (Andrade, 1996).

Cuando las defoliaciones ocurren durante el período de llenado de granos se reduce el peso individual de los mismos debido a un acortamiento del período efectivo de llenado. Los mayores efectos sobre este componente se observan cuando la defoliación ocurre en grano lechoso.

Para las empresas aseguradoras la reducción del rendimiento en maíz debido a granizo es el resultado de la pérdida de área foliar fotosintéticamente activa. La severidad de esa reducción dependerá no solo de la cantidad de área foliar removida, sino también del estado de desarrollo del cultivo cuando ocurrió la granizada. Sin embargo las reducciones del rendimiento no son directamente proporcionales a la reducción del área foliar, debido al incremento de producción de materia seca en el área foliar remanente y al movimiento de materia seca de otras partes de la planta a la espiga en desarrollo.

Para determinar la perdida de rendimiento las empresas utilizan una tabla desarrollada por Vorst, J.V., Purdue University (EEUU). Para dichas empresas los daños que ocurren sin pérdida de área foliar no afectan el rendimiento ya que en caso de ocurrir una granizada que produzca daño en hojas sin perdida de área foliar no se indemniza por más que el rendimiento real no llegue al rendimiento potencial.

El objetivo de este trabajo fue evaluar si el rendimiento del cultivo de maíz presenta variaciones cuando sufre daño en las hojas sin pérdida del área foliar.

El ensayo se realizó en Zavalla (long. O 60º 53’, lat. S 33º 01’) sobre un suelo Argiudol vértico Serie Roldán proveniente de un cultivo de soja. La siembra fue el 25/09/07 con el híbrido ACA 417 RR El daño foliar (DF) consistió en el rasgado en tres partes de las láminas de todas las hojas totalmente expandidas y fotosintéticamente activas en distintos momentos del ciclo (escala de Ritchie et al, 1989) y con diferente intensidad, con el quebrado o no de la nervadura central. (Figuras 1 y 2)

 

Figuras 1 y 2: Daño Foliar

 

Los tratamientos fueron:

El diseño fue en bloques completos aleatorizados con cuatro repeticiones y la unidad experimental consistió de 6 surcos separados a 0,52 m por 7,5 m de largo. La cosecha se realizó manualmente sobre los cuatro surcos centrales (5 m2) y se determinó el número de espigas (Nº esp), porcentaje de humedad del grano (%Hº), rendimiento (Rend), peso de espiga (Pe), peso de 1000 granos (P1000) y peso hectolítrico (Ph). Los datos fueron analizados por medio de un ANVA a dos criterios de clasificación y las medias se compararon por el test de Tukey-Kramer.

 

En el Cuadro Nº 1 se observan las condiciones climáticas que se presentaron durante el ciclo del cultivo de maíz.

 

Cuadro 1: Temperaturas medias y precipitaciones. Zavalla, 2007/08 (*)

 

Las precipitaciones no fueron muy altas (400 mm desde la siembra a madurez) siendo su distribución adecuada a los requerimientos del cultivo, ya que el 50% de estas lluvias, aproximadamente ocurrieron durante el periodo crítico y llenado de los granos. Las temperaturas máximas diarias fueron altas durante la primera década de enero pero no afectaron al cultivo.

La floración ocurrió el 20 de diciembre siendo esta fecha, aproximadamente, el centro del periodo crítico.

De las variables medidas en el ensayo, el rendimiento fue el que presentó diferencias significativas entre los tratamientos. (Ver Cuadro 2)

 

Cuadro 2: Valores medios de plantas/ha, espigas/planta, % de marlo, % de humedad, peso de 1000 granos, peso hectolítrico y rendimiento según los tratamientos

 

La merma en el rendimiento se debe a numerosas causas las cuales están íntimamente ligadas, como un proceso continúo, y que variaciones en uno de ellos provoca un efecto “dominó” en la fisiología de la planta.

En primer lugar la radiación interceptada por el cultivo es menor, lo que da como resultado una menor cantidad de fotoasimilados disponibles para distintos procesos en la planta, entre ellos la formación de primordios florales, fijación de granos y el llenado de los mismos provocando en este último caso una mayor removilización desde el tallo respecto a una planta normal favoreciendo el quebrado de las mismas.

El control hídrico queda colocado en una posición desfavorable al perder la planta todo tipo de control sobre el mismo, las zonas dañadas constituyen lugares donde se presenta poca resistencia al continuo Suelo-Planta-Atmósfera, siendo esto mas grave dadas las condiciones hídricas del periodo de desarrollo del cultivo. Sumado a este hecho las hojas dañadas tienen tejido necrótico expuesto lo que da lugar a que se desarrollen infecciones fúngicas.

El daño que se produjo en las hojas es comparable a distintos niveles de defoliación de la tabla de uso actual. Cuando se dañan por ejemplo las hojas en R1 con quebrado de la nervadura central, pero sin pérdida de área foliar, las mermas en rendimiento (23%) son similares a las producidas por una defoliación del 38%. Cuando el daño es en R1 pero sin el quebrado de la nervadura central, las mermas del rendimiento (12%) son similares a una defoliación del 20%. En los gráficos Nº 1 y Nº 2 se muestran los porcentajes de mermas en el rendimiento producidas en el ensayo.

 

Gráfico 1: Pérdida de rendimiento en los tratamientos con quebrado de la nervadura central

 

Gráfico 2: Pérdida de rendimiento en los tratamientos sin quebrado de la nervadura central

 

El momento más crítico para este tipo de daño foliar es R1 en ambos casos (tanto con quebrado de nervadura central, como sin quebrado de nervadura central), coincidiendo con lo expresado en diferentes bibliografías. Una de las razones por la cual este periodo es el más crítico puede ser el sistema reproductivo del maíz. Esta especie es diclino-monoica presentando protandria y dominancia apical; ante una condición de estrés como la generada en este experimento la dominancia apical se acentúa quedando la espiga en una condición desfavorable respecto a la provisión de asimilados; continuando con esto se acentúa la protandria provocando un mayor desfasaje entre la producción del polen y la aparición de los estigmas, lo que provoca que no se fecunden todos los primordios florales formados y se desarrollen luego los granos.

En los tratamientos en los cuales no se llevo a cabo el quebrado de las nervaduras se observó que los rendimientos fueron superiores respecto a los de con quebrado de las nervaduras, en cualquiera de los tres tratamientos. Esta diferencia fue en promedio de un 12%.