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Cereales y Oleaginosas

La incorporación tecnológica en los sistemas productivos de cereales y oleaginosas

Publicado: 5 de septiembre de 2011
Por: Ing. Agr. Martin Fraguío - Director Ejecutivo de MAIZAR - Asociación Maíz y Sorgo Argentino
Resumen

La incorporación de la tecnología en los procesos productivos hay que valorarla como una ventaja competitiva de cada cadena de valor. Según Michael Porter, el padre de la estrategia moderna, la tecnología debe estar orientada a bajar costos de producción o a la diferenciación . Además, no debe estar relacionada sólo con el producto final, sino que tiene que abarcar a toda la cadena de valor. Mayores rendimientos y mayor sanidad son algunos de los beneficios obtenidos tras el correcto uso de las tecnologías disponibles en las distintas cadenas de valor de cereales y oleaginosas. Las cadenas deben trabajar para que ninguno de sus eslabones quede rezagado en la incorporación de tecnologías. De esta manera, se evita que los costos se trasladen de una producción a otra. Por eso, la investigación y el desarrollo deben ser objetivos fundamentales dentro de un plan estratégico.

Los beneficios de la biotecnología

La biotecnología a través de la modificación genética de las semillas hizo posible un salto cuantitativo y cualitativo importantísimo. Gracias a la biotecnología, el cultivo de maíz es cada vez más resistente. Diez años atrás un fenómeno climático como La Niña de la última campaña hubiera causado costosas pérdidas a nivel nacional. Pero, gracias a los avances biotecnológicos, los híbridos padecen menos estrés sanitario y ofrecen mayor plasticidad a la hora de planificar su siembra.
Todo el paquete productivo que viene de la mano de la biotecnología, como la siembra directa, el control de malezas y la resistencia a insectos y enfermedades, produce un salto cualitativo y cuantitativo que se traduce en más alimentos, para más gente.


Menos pérdidas frente a fenómenos climáticos adversos

Consultado por MAIZAR para un artículo que se publicó en el Newsletter de la Asociación, Eduardo Sierra,  agroclimatólogo y profesor de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, se refirió a los resultados de la última campaña (2010/11): “Basado en el registro de lluvias, pensaba que la pérdida sería mayor”. El especialista atribuyó como mérito de la biotecnología que las estimaciones hayan reflejado sólo una caída del 5% en la producción de maíz. La primera estimación que la Bolsa de Cereales de Buenos Aires hizo al comenzar la campaña de maíz arrojaba una cosecha de 20.350.000 toneladas, mientras que la última fue de 19.500.000 toneladas.
Según Sierra, entre septiembre de 2010 y enero de 2011, llovió alrededor del 50 y 70% de las precipitaciones que habitualmente se dan en el norte de Santa Fe, noreste de Córdoba, Entre Ríos y Corrientes. En algunos lugares las lluvias no alcanzaron el 30% de las registradas en años neutrales (es decir, sin la presencia de fenómenos como La Niña y El Niño). En el norte de
Buenos Aires, las precipitaciones rondaron el 70% de lo que llueve habitualmente. Pero en el resto de la provincia los valores se mantuvieron normales. Lo mismo ocurrió en La Pampa.
“Si comparamos La Niña 2010/2011 con las anteriores, se ve que de las 4 ocurridas en lo que va del siglo, es la segunda más intensa”, comentó Sierra en el artículo publicado por MAIZAR. Sólo superaría a la terrible sequía de 2008/9. Según Sierra, el fenómeno climático que se vivió en esta campaña fue similar al de La Niña de 1998/9 y 1999/2000.


La tecnología en los procesos

Los mejores resultados que se obtienen en el cultivo de cereales y de oleaginosas no son sólo consecuencia de la modificación genética de las semillas. La incorporación de tecnología a los procesos productivos complementa muy bien la revolución verde que vivimos desde el desarrollo de los transgénicos.
En primer lugar, de la mano de los Organismos Genéticamente Modificados llegó la siembra directa. Con ella, los suelos se deterioraron menos. La investigación permitió conocer las bondades de los rastrojos y cómo hacer un buen uso de ellos para evitar la pérdida de humedad del suelo. 
Santiago González Venzano, en su artículo La dinámica tecnológica no se detiene, señaló el cambio de paradigma que vive la agricultura a partir del uso de la informática e Internet.
“Antes hacíamos los análisis de campaña o la gestión como análisis ex-post, como una autopsia: Acumulábamos datos, terminaba la operación (después de la cosecha) y ahí empezábamos a analizar toda la información acumulados. Ahora podemos diseñar procesos en Web, los datos se cargan en bases, y con herramientas de Business Intelligence (BI) se generan reportes on-line en tiempo real”, destacó.

“Pasamos de manejar con el espejo retrovisor a manejar con un navegador satelital. Es decir, a gestionar información para tomar decisiones en tiempo real generando tableros de control”, contrastó.


Agricultura de precisión

La georeferencia fue fundamental para posibilitar la precisión de las decisiones y los procesos. “La aparición de los GPS y el uso de mapas georeferenciados es la otra pata que está cambiando los procesos de gestión. La georeferencia traza el sistema de información (antes lo hacía el nombre del lote) y esto permite reconocer ambientes y operar el sistema con mapas de prescripción (digitales y georeferenciados) que la maquinaria reconoce y de esta manera realiza la aplicación variable de insumos”.
Con la georeferencia y la obtención de información al instante se pueden tomar decisiones mucho más eficientes, por ejemplo, respecto de la aplicación de fertilizantes, insecticidas y fungicidas. Además, de la elección de la fecha de siembra. 
En un artículo del suplemento de maíz que La Nación publicó en junio último, Gustavo Duarte, asesor CREA, comentó cómo los beneficios de la biotecnología y del buen manejo consiguieron que el maíz no perdiera rendimiento frente a una campaña de estrés hídrico.
“Si bien las campañas de 2008/9 y 2010/1 significaron una reducción de las precipitaciones del 30 y 16%, respecto de la media histórica, en el noroeste bonaerense, el rendimiento del maíz estuvo sólo un 16% y un 12% por debajo del promedio de los últimos cinco años. De 2006 a 2011, la productividad media fue de 9085 kilos por hectárea. Mientras que en la primera sequía del quinquenio el rinde alcanzó los  7634 kilos y en la segunda, de 8026 kilos”. Todos estos datos surgieron del CREA América.
En el artículo, Duarte fue señalando las distintas razones que llevaron a que se consiguiera un éxito en la cosecha del maíz en el noroeste bonaerense, que años atrás, frente a un escenario
de sequía, hubiera sido difícil de imaginar. “En principio, la siembra de este cereal va de la mano de una profunda planificación previa. El costo que requiere la implantación del maíz, amerita que cada una de las variables agronómicas sea analizada al detalle. Por otro lado, el maíz, generalmente, está o en campos que rotan cultivos, y esto siempre ofrece mayores beneficios”.
“Por supuesto que el genotipo tiene que ver también. La selección de una buena semilla, asociada al apilado de eventos de biotecnología, ayuda a reducir el efecto de plagas y a controlar las malezas, factores que en el noroeste bonaerense tienen un impacto relativamente mayor que en otras regiones”.
El conocimiento, la biotecnología, la informática y la precisión permiten tener más libertad a la hora de planificar la siembra. Gracias al control de plagas y enfermedades que tienen las semillas con eventos biotecnológicos apilados, el productor no necesita preocuparse por el factor sanitario a la hora de planificar la implantación.
La densidad de siembra es una variable muy importante con la que se puede jugar a la hora de afrontar una sequía, ya que el maíz tiene una sensibilidad importante a la densidad de plantas por hectárea en momentos de estrés hídrico. La misma precaución hay que tomar cuando la implantación será en suelos de baja calidad. Por eso, resulta ser más grave excederse con la cantidad de semillas que quedarse corto.


Mayor sanidad
La biotecnología hizo posible la reducción de ataques de insectos y hongos. Esto disminuyó las enfermedades en los cultivos. Por ejemplo, “la incorporación del gen CryIA (b) a la planta de maíz, otorga una efectiva protección contra insectos del órden Lepidoptero tales como: Diatraea saccharalis (barrenador del tallo), Spodoptera frugiperda (cogollero u oruga militar tardía), Elasmopalpus lignosellus (gusano saltarín) y Helicoverpa zea (oruga de la espiga). La protección ejercida por el BT implica mayores rendimientos, con granos más pesados y mayor sanidad”.

Sobre la base de una experimentación (híbridos Bt, contra isogénicos no Bt) que se llevó a cabo en el cordón maicero de Córdoba y Buenos Aires, Juan José Sequeira contó que se consiguió “una mayor calidad de los granos, comercial y sanitaria, por menores infecciones fúngicas desde estadios tempranos del desarrollo, evitando manchas en granos y proveyendo menor contenidos de micotoxinas, secretadas por diversos hongos que predominan en el sistema”.

Sequeira agregó que “investigaciones en la universidad de Iowa, Estados Unidos, realizadas entre 1995 y 1998 mostraron que híbridos MG (con el gen Mon 810) reducen en un 90 a 93  % la pudrición de las espigas y los niveles de fumonisinas. (Munkvold et al. 1997, Munkvold et al. 1999, Masoero et al. 1999)”

Según el paper Modeling effects of environment, insect damage and BT genotypes on fumonisin accumulation in maize in Argentina and Philippines, en la Argentina, la concentración de fumonisinas en el maíz fue un 40% menor en los híbridos, en comparación con los no Bt. Esta comparación se extrajo después de dos años de estudio (2000-2002). Las fumonisinas son micotoxinas que se pueden encontrar en el maíz. El consumo del grano contaminado con ellas puede causar los siguientes efectos: leucoencefalomalacia en equinos, edema pulmonar y supresión inmunológica en cerdos. También hay mínimas evidencias que asocian el consumo de fumonisinas con el cáncer de esófago en humanos. Así lo expresó el paper.
Según Sequeira, “para las aves, se considera importante mantener el nivel de fumonisinas por debajo de 5ppm”.
Pero existen otras micotoxinas que pueden provocar problemas sanitarios en la cadena de valor del maíz. Éstas también fueron motivo de análisis y seguimiento en la Argentina. Se trata de las Aflatoxinas a las que Sequeira describió de esta manera: “Son mutagénicas, teratógenas, hepatóxicas e inmunosupresoras para la mayoría de los animales y para el hombre. Aparecen con frecuencia en cultivos con estrés por seca, altas temperaturas o daños provocados por insectos. La regulación ténica del Mercosur (GMC Nº 56/94) fija como límite máximo en granos 20 ug/kg (= ppb)”.

Las otras micotoxinas que pueden tener presencia en el maíz argentino y que también son motivo de control sanitario en los mercados nacionales e internacionales, son los Tricotecenos (DON). “Los generan, principalmente, algunas especies del género Fusarium. Niveles de 2 ppm en el alimento pueden causar vómitos, y alcanzar a reducir las ganancias en peso por más de 50 %. Dietas con más de 20 ppm pueden provocar vómitos en 15 minutos. También inhiben la síntesis de proteínas y en forma secundaria, la síntesis de polinucleótidos. Afectan a células que se dividen activamente, como las de la mucosa intestinal, piel, células linfoides y eritoides. Producen hemorragias, rechazo del alimento, anemia e inmunosupresión”.
Según Sequeira, el ingreso de estos hongos ocurre tempranamente en el desarrollo de las plantas de maiz: Ingresa por heridas provocadas por insectos, o bien normalmente en el momento de aparición de estilos, en los primeros 6 días cuando el epitelio todavía se encuentra turgente y facilita la germinación de sus esporos e ingreso del micelio.
Sequeira desarrolló estas conclusiones en un paper en el que expuso los principales resultados de una serie de ensayos hechos en Rojas, General Pico, Cañada de Gómez, Río Primero y Las Lajitas, sobre muestras de granos cosechados.

Todas estas reflexiones nos demuestran que las fallas que puedan ocurrir en el primer eslabón de la cadena, se transfieren indefectiblemente a los demás. Con altos niveles de micotoxinas, los granos y sus derivados como el pollo y el cerdo, enfrentan problemas sanitarios, de eficiencia productiva y restricciones en la comercialización.


La comercialización amenazada

El 7 de octubre de 2005, el Instituto Nacional de Tecnología Agropercuaria (INTA) organizó un taller sobre micotoxinas y pesticidas del que participó MAIZAR, junto con representantes de otras entidades reconocidas del sector: el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara), la Asociación Argentina de Girasol (Asagir), la Asociación Argentina Pro Trigo (Aaprotrigo) y universidades nacionales.

Entre los efectos que distinguieron los participantes del taller de maíz (MAIZAR, INTA, Monsanto, Senasa, INTI, Bolsa de Comercio) en la detección de micotoxinas en los granos cosechados estuvieron los siguientes: “Pérdida de mercados, restricción en el acceso a los mismos, obligación de cambio de destinos, demoras y reducción del precio neto, cambio de destino físico y/ o comercial del producto (Ej. flint por dentado)”.

De todos modos, todos consideraron que el maíz de la Argentina es el “único” competidor del de Estados Unidos. Su calidad es reconocida, pero debe buscarse una mejora continua en confiabilidad y calidad. “La pérdida de un mercado puede ser para siempre, con efectos sobre la estructura productiva del país, el medio ambiente, el suelo en especial”, alertaron los participantes del panel.

Durante el seminario, se expusieron diferentes propuestas y líneas de acción. El consejo imperante fue el de trabajar en las dos cadenas de consumo, tanto animal como humana. Para ello, se recomendó:

• Trabajar en la capacitación de todos los sectores de la cadena y hacer el correspondiente estudio de riesgos. 

• Hacer estudios para desarrollar planes de muestreo en soja a granel (poroto/harinas) para el análisis de micotoxinas, ya que no hay estudios científicos que avalen un sistema determinado de muestreo. Dado que luego sobre la base de los resultados se esperan tomar medidas, es importante partir de una muestra que sea representativa. 

• Los muestreos deben estudiarse para las distintas etapas: cosecha, almacenamiento, ingreso a plantas procesadoras, embarques sobre buques, etc.

• Capacitar a todos los eslabones de la cadena: Desde la producción en campo, el transporte, almacenamiento, procesamiento, etc. El sector privado debe comenzar a aplicar estas prácticas agrícolas.

• Es necesario que el Estado cuente con los recursos humanos y fondos necesarios para llevar adelante controles en toda la cadena.

• Desde el punto de vista económico, dada la entrada en vigencia de nueva legislación comunitaria en Europa, el impacto económico de que se encuentre una micotoxina que la consideren perjudicial para la salud animal o humana, potencialmente puede implicar:
- Pérdida del valor del total de la mercadería por destrucción de la misma. 
- Pérdida por tratamiento y adecuación a niveles aceptables.
- Gastos de almacenamiento en las etapas de cuarentena y tratamiento. 
- Disminución de imagen positiva de las empresas argentinas.
• Trabajar con confidencialidad en todos los estudios que se realicen dada la implicancia económica para las exportaciones e ingresos de divisas a nuestro país que las mismas implican.

• Comenzar a trabajar sobre Trazabilidad, que es el tema que se viene en el futuro sobre micotoxinas y pesticidas.
Conclusión:El trabajo en redes es fundamental para conseguir las ventajas competitivas

Según Porter, las cadenas de valor son: “Todos los actores de un sector industrial o de sectores relacionados que pueden potencialmente cooperar para agregar valor para el cliente y que forman una organización que se desarrolla sobre tres dimensiones: Estructura, estrategia y cultura”.
De acuerdo a Hakansson (1987) una cadena o red de valor tiene tres elementos básicos:
  • Los actores
  • Las actividades
  • Los recursos (maquinas, materiales, activos humanos, financieros, etc).
Este enfoque implica que no sólo interesan quienes participan en la compra o la venta de un bien o un servicio, sino también todos aquellos actores que pueden participar de una innovación, sean éstos parte de la cadena de valor o de los actores externos a ella.

Los gobiernos pueden estimular las innovaciones a través de subsidios, las universidades y otros centros de investigación que pueden hacer investigación básica que lleve a la creación de las bases para nuevas tecnologías. Centros o instituciones de transferencia de tecnología pueden hacer experimentación adaptativa y unir a las partes que ofrecen y demandan una nueva tecnología.
Las expectativas de los actores son determinadas por la comunicación y la confianza con que estos se relacionan dentro de la estructura de la cadena. Por lo tanto se fijarán expectativas
más elevadas para las investigaciones y desarrollos conjuntos dependiendo de la complejidad y evolución de la cultura de la cadena.
Consecuentemente se puede distinguir entre una situación en que la estructura de la red cuenta con un tejido compacto y con relaciones redundantes entre las partes y una situación contraria de bajas vinculaciones. Coleman (1988) describe este fenómeno como el grado de encierre de una cadena o red de valor.

En un sentido similar Granovetter (1985) habla de los lazos débiles o fuertes en una red de valor. Por lo tanto las relaciones en una red o cadena pueden resaltar el capital social de una compañía o instituciones permitiéndole acceder de modo sencillo a la información, el conocimiento técnico, legal y financiero y sobre estos poder desarrollar tecnologías e innovaciones de productos o procesos que mejoren la competitividad de la cadena de valor en su conjunto y no sólo de un actor aislado.

A lo largo del artículo pudimos apreciar cómo a través de la incorporación de la tecnología en distintos momentos de la producción de maíz, las ventajas competitivas se trasladan indefectiblemente a los demás eslabones de la cadena. Lo mismo ocurre con las oleaginosas. Por el contrario, las fallas e ineficiencias generadas en un eslabón, se trasladan a los demás. Por eso es fundamental que todos los actores que integran la cadena de valor trabajen unidos de manera estratégica para potenciar las ventajas competitivas del conjunto.
La incorporación tecnológica en los sistemas productivos de cereales y oleaginosas - Image 1
FUENTES
  • Avellaneda Juan Julio y Portugal, Abelardo. “Eficiencia de implantación de maíz: Su importancia para el logro de altos rendimientos”, Revista Maizar. Edición 2. 2005.
  • Avellaneda, Juan Julio; Fraguío Martín y Vaquero Pablo. “La pertenencia y la competitividad de las cadenas de valor”, Revista Maizar. Edición 2. Octubre 2005.
  • Biemans, W.G. 1992, Managing Innovation within Networks,
  • Campa, Regina; Hooker, David; Miller, David; Schaafsma, Arthur y Hammond, Bruce. “Modeling effects of environment, insect damage and Bt genotypes on fumonisin in maize in Argentina and Philippines”. 2005.
  • Coleman, J. S. 1988, Social Capital in the Creation of Human Capital, American Journal of Sociology, Vol.94, p. S95 -S120.
  • Duarte, Gustavo. “Se logró vencer un mito”, suplemento especial Maíz. La Nación. Junio 2011.
  • González Venzano, Santiago. La dinámica tecnológica no se detiene. Presentación en el Congreso Maizar 2010.
  • Granovetter, M. 1985, Economic Action and Social Structure: The Problem of Embeddedness, American Journal of Sociology, Vol.91, p. 481-510.
  • Håkansson, H. 1987, Industrial Technological Development: A NetworkApproach, Croom Helm, London.
  • Hamel, G., Y.L Doz, and C.K. Prahalad 1989, Collaborate with Your Competitors - And Win, Harvard Business Review, Vol. 67, No. 1, p. 133-139.
  • Omta, S.W.F. and W. van Rossum 1999, The Management of Social Capital in R&D Collaborations, in Corporate Social Capital andLiability, R.Th.A.J. Leenders and S.M. Gabbay (eds.), Kluwer Academic Publishers, Boston, Dordrecht, London, p 356-376.
  • Porter Michael E. (2006); Estrategias y ventaja competitiva. Lideres del management. Barcelona Av. Diagonal, 662 2° planta. Ediciones Deusto
  • Routledge, London, New York.
  • Sequeira, Juan J., “Performances de Híbrido MG vs. Isogénico no Bt con y sin tratamiento con fungicidas”.
  • Sequeira, Juan J., “Unidades Experimentales de Alta Producción 2003-2004. Maíces MG isogénicos. Comparación de perfomances”
  • Uzzi, B. 1997, Social Structure and Competition in Interfirm Networks: the Paradox of Embeddedness. Administrative Science Quarterly, Vol. 42, pp 35-67.
  • Wolff, M.F. 1994, Building Trust in Alliances, Research.Technology Management, Vol. 37, No. 3, p. 12-15.
Autores:
Martin Fraguío
Carbon Group
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