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De las aves que vuelan…

Publicado: 6 de junio de 2018
Por: Ing. Agr. Alejandro Gorgni, MP 1-0414. Especialista en Manejo de Agroquímicos (U.N.L.), Posgrado en Gestión Ambiental (U.N.R.C.). Argentina
Continuando con el saludable ejercicio de reflexionar acerca del tema “agroquímicos” y acercar elementos para que el público en general y algunos profesionales tengan más elementos de juicio a la hora de planteare seriamente este tema y deje de ser objeto de las manipulaciones por parte de algunos grupos, me atreví a llamar este artículo así, cuya explicación irán vislumbrando a medida que transcurra el desarrollo del mismo.
Comencemos mencionando una simplificación biológica: el normal funcionamiento fisiológico de todo organismo vivo (homeostasis) se encuentra afectado no solamente por las sustancias que ingresan al mismo (por ejemplo, alimentos o tóxicos), sino también por aquellos aspectos que definen lo que denominamos “ambiente”, el cual interactúa con los primeros y definen lo que conocemos como estado de bienestar o simplemente, salud.
En mi opinión, en el transcurso de los últimos años, este patrimonio personal y comunitario se ha visto sometido a exposiciones ambientales nuevas, tales como electromagnetismo, aditivos químicos, residuos en alimentos, polución Ambiental, lo que dentro de un marco cada vez más vertiginoso de vida, fue erosionando aquel antiguo equilibrio orgánico del que gozaban las generaciones pasadas.
Llegado a este punto, quiero observar brevemente algunos conceptos ampliatorios en cuanto a estos agentes xenobióticos (extraños al organismo) de índole química, como lo son fitosanitarios, medicamentos y aditivos alimentarios, en particular.
Primero, que el agente o principio activo que ejerce la acción biológica objetivo, siempre está acompañado por una serie de otras sustancias que colaboran tanto en el logro del objetivo buscado como en darle mayor seguridad en su manipulación o dosificación.
Estos agentes, que podemos llamarlos genéricamente excipientes, aditivos o adyuvantes no son inertes: tienen sus características bioquímicas propias, por lo cual sería un error considerarlas como inocuas, al menos en lo que a agroquímicos se refiere.
Otra aclaración previa y necesaria, consiste en que cada sustancia con una acción biológica interesante, siempre es evaluada previamente a su lanzamiento al mercado, no solo por los propios laboratorios de origen, sino también por otras entidades que cumplen tales funciones.
Una de esas evaluaciones y en cuanto a toxicidad se refiere, consiste en determinar un parámetro objetivo conocido como dosis letal media (DL50), que representa la cantidad de principio activo necesario para eliminar a la mitad de los organismos de una población homogénea en animales de laboratorio, valor que es utilizado para categorizar los activos, según su grado de peligrosidad, en clases toxicológicas o de riesgo.
La DL50 es determinada para distintos tipos de exposiciones, sean estas por ingestión, por vía dermal, inhalatoria, a nivel de organismos acuáticos, etc., y sus resultados se expresan a nivel del grado de disturbio clínico inmediato (manifestaciones agudas), complementada con observaciones adicionales de mediano-largo plazo (que van desde simples irritaciones dérmicas, hasta teratogénesis, mutaciones y carcinogénesis) y enriquecida habitualmente, con evaluaciones complementarias, a los fines de brindarle al usuario todos los elementos de juicio necesarios para que sepa que es lo que va a utilizar.
En todo marbete, además, figuran las indicaciones para el correcto uso del producto (acción biológica, dosis, frecuencias, etc.) y cuáles son sus potenciales efectos secundarios (antagonismos, interacciones, contraindicaciones, sinergismos, etc.) ante las diversas variables biológicas y circunstanciales en que se pueden utilizar estos recursos.
Como podrá comprenderse a esta altura, el asunto es reconocer que existe una relación beneficio-costo en donde si nuestro juicio asume que el primer factor es más relevante que el segundo, habilita utilizar estos recursos, aun cuando no sean totalmente inocuos, ni se conozca de antemano todas las consecuencias secundarias y potenciales.
Por ejemplo, es poco frecuente que una persona no cumpla un tratamiento medicamentoso prescripto por un profesional de la medicina, por el solo hecho de “asustarse” por la información que figura en el prospecto (efectos colaterales) del mismo.
Es inevitable esta comparación con los agroquímicos, ya que se comprenderá que tienen muchos aspectos en común (son productos formulados para producir un efecto biológico deseado y benigno, con potenciales efectos adversos, con observaciones en cuanto a su responsable compraventa) pero con una gran diferencia, que le otorga un grado superlativo de seriedad en su trato: la escala que puede alcanzar una mala praxis en cuanto a su utilización, desconociendo las recomendaciones efectuadas por los profesionales del agro.
Adentrándonos más en el tema, es oportuno citar aquí que según la incipiente y escueta información con que contamos en Argentina, vemos que de los casos atendidos por intoxicaciones en algunos hospitales de urgencia, prácticamente el 50% de la población afectada son niños de hasta 9 años, como consecuencia del consumo inapropiado de medicamentos (aproximadamente el 30% de los casos)
Del resto, cerca de la mitad (el 53%) se deben a productos de uso habitual en los hogares (detergentes, desinfectantes, etc.), un 25% debido a plaguicidas domésticos y solamente el 22% como consecuencia del contacto con químicos agrícolas.
¿Tiene esto una explicación lógica?
Si. En los gráficos que veremos a continuación se expresan los diversos grados de toxicidad “equivalentes” producidas por sustancias de uso corriente, para un ser humano tipo, cuyos cálculos fueron efectuados en base a sus correspondientes DL50 y corregidos por las diversas diluciones utilizadas en cada caso.
En otras palabras, consumiendo cualquiera de las cantidades expresadas de cada sustancia, el grado de toxicidad aguda (disturbio metabólico inmediato) generada, será equivalente, al menos en forma teórica.
En el grafico nº 1 podemos comparar el nivel toxico de una solución herbicida de uso corriente, comparado con una serie de alimentos cotidianos: un acido débil utilizado en ensaladas, un saborizante universal, un edulcorante vegetal y dos bebidas alcohólicas muy populares.
Aquí puede verse que, si consideramos únicamente el efecto del principal principio activo involucrado, es tan malo consumir 6 gramos del saborizante, como 70 gramos del edulcorante, como 160 cm3 del acido débil, 113 cm3 de la bebida alcohólica al 12%, como 270 cm3 de la bebida alcohólica al 5%… como 270 cm3 de una solución corriente del herbicida.
Obviamente, todos nosotros elegiríamos consumir cualquier cosa, menos esta ultima opción, no solo porque no es un alimento, sino porque sería una locura hacerlo, ya que, como se comento precedentemente, en los cálculos se consideró únicamente la DL 50 de uno solo de los compuestos y no de la totalidad de los mismos que habitualmente conforman la presentación comercial de todo producto, siendo en algunos casos, más peligrosos para la salud que el propio agente activo.
Veamos ahora qué pasa con algunos medicamentos, en forma comparativa.
Como puede apreciarse en el grafico Nº2, es tan “malo” tomarse “una copa” de la solución herbicida (270 cm3) como dos tabletas de analgésico (de 500 mg) o de otro analgésico-descongestivo (de 600 mg), ambos muy utilizados por todos nosotros.
Antes de ver qué ocurre con los tóxicos que usualmente utilizamos para combatir insectos en nuestros hogares (que, como hemos visto, generan más casos agudos que los de uso rural) quiero aquí observar que los productos de uso domestico tienen dos caracteristicas adicionales a saber.
Una, que muchos de los principios activos utilizados son los mismos del area agricola, solamente que su dilucion comercial permite exibirlos en gondolas de supermercados, siempre que se los mantenga prudencialmente separados de alimentos, vestimentas y otros utensillos, cosa que, si prestan atencion, no siempre ocurre en la realidad.
La segunda observacion práctica se refiere a que generalmente vienen formulados con aromatizantes que enmascaran la presencia de los activos y solventes presentes, cosa que hasta suele hacerlos atractivos a la hora de elegir un producto de este tipo, cuando no, de abusar de la frecuencia de aplicaciones bajo pretexto de su grato aroma.
Observemos ahora el grafico Nº 3 y, recordando las estadisticas mencionadas, reconoceremos que es mucho mas probable “bañarse” accidentalmente con 1200 cm3 de una dilucion de un insecticida hogareño, con 500 cm3 del mismo producto comercial puro o que un niño se chorree 40 cm3 del pediculicida 1, que recibir una deriva DE MAS DE CUATRO LITROS (pequeñas gotitas arrastradas por el viento) del mismo producto en una aplicación agricola peri-urbana.
Pero esto es mas grave aun si comparamos una dilucion agricola de un insecticida piretroide normalmente utilizado para controlar plagas (0.006% v/v) con otra con el mismo principio activo, pero utilizado en un producto hogareño contra plagas domesticas (0.0225% v/v): vemos que la dilucion TEORICA (en la practica, puede ser muy distinto) es casi CUATRO VECES MAS CONCENTRADA que la primera, con el agravante que se esta dentro del ambito en donde viven nuestros hijos.
Algun distraído podria decir: Ah! Entonces no hay que aplicar nada contra moscas, mosquitos, cucarachas y alacranes!!! La respuesta es negativa!: solamente hay que hacerlo en forma responsable y conciente, ya que “los pros” (control de plagas vectoras de enfermedades) seran mayores a las “contras” (enfermarse o ser atacado por ellas)
Omiti voluntariamente la mencion de los “aerosoles” de insecticidas hogareños debido a que si bien tambien contienen muchos principios activos comunes a los agricolas, su efecto toxico se manifiesta al ingresar por vias inhalatorias y no tanto por contacto dermal o por ingestion, como en los ejemplos expuestos, por lo cual, sus efectos tambien pueden ser de importancia, aun a menores dosis recibidas, ya que estamos hablando de ambientes generalmente cerrados.
Como habran comprendido, lo dicho hasta aquí no hace otra cosa que sustentar las estadisticas mencionadas y poner de manifiesto el quit del tema: tenemos que educar al consumidor. Tenemos que educarnos NOSOTROS MISMOS. Tomar conciencia acerca del buen uso de los recursos y no prohibir por prohibir.
A modo de resumen y más allá de la exactitud de lo presentado aquí, quiero volver a destacar aquello que he desarrollado en mi articulo precedente: Filtrando el Mosquito: El manoseo del tema Glifosato en Argentina: se vislumbra cierta tendenciosidad o, en el mejor de los casos, desconocimiento del tema por parte de muchos de los actores de esta compleja problemática, lo que genera una psicosis colectiva en las poblaciones, en vez de colaborar en vistas de la toma de mayor conciencia en cuanto al uso responsable de estas herramientas.
Tal como decia en aquella ocasión, no quiero negar la existencia cotidiana de las posibles malas praxis que puedan darse (o se hayan dado en su momento, con productos mas peligrosos que los actualmente utilizados) ignorando las normas legales que regulan las aplicaciones de quimicos agricolas, pero considero que esta es una realidad que debe tratarse con seriedad y buenas intenciones, ya que la humanidad actual y futura se sostendra pura y exclusivamente de la produccion masiva de alimentos abundantes, inocuos y al alcance de todos, amén de que haya quienes puedan abonar el sobre-precio de un alimento orgánico o puedan producirlo en el patio de su casa.
Por lo tanto, si como miembro de la humanidad del siglo XXI, me dan a elegir entre “las aves que vuelan” y “el chancho” (*) obviamente, prefiero el segundo (alimentos orgánicos), pero si no lo puedo consumir (por el motivo que fuere), tendre que optar por “algún ave que vuela”, o sea, alimentos comunes y a mi alcance económico, y colaborar dentro de mis posibilidades, con una mayor y mejor produccion de alimentos inocuos, pero al alcance de todos.
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Autores:
Alejandro Gorgni
Portón Verde
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Jacobo Mendez
29 de agosto de 2018
Algunos Agricultores astutos han visto en todo esto del ataque de insectos a las plantas una laguna un vacío conceptual. Ellos, pensaban que mientras los fabricantes de repelentes podían hacer hormonas, no podían a estas, ponerlas en la savia de las plantas para que actuaran como repelentes de insectos. La única manera real de conseguir la protección ante los insectos para el cultivo, fue que las plantas las tuvieran y fueran producidas allí. Asi esto determino que para conseguir ese propósito debería entrar en actuación toda la completa gama de la tecnología hoy llamada eco-agricultura. Un científico.- Reginald H. Painter. Escribió “Insects Resístanse in Crops Plants, (Resistencia a los Insectos en los cultivos de plantas) lo cual sigue siendo un clásico. Lo de la posible resistencia genética se trasladó al adecuado soporte nutricional de las plantas. Veamos algunas pocas otras preguntas que sobre insectos han sido respondidas. Los agricultores a tiempo se han venido en voz alta preguntando de como los insectos conocen precisamente cual es la planta que les puede proporcionar su sustento. Viendo como ejemplo a los escarabajos verdes que invaden un cierto campo e ignoran otro, se puede llegar a la conclusión que una cierta clase de señal de comunicación invito a los escarabajos asistir a donde está la mejor fiesta para ellos apropiada y suplir sus necesidades. ¿De lo contrario de que otra forma una polilla conoce a donde debe llegar? Philip S. Callahan, del USDA y Universidad de la Florida, Gainesville, fue de los primeros en reconocer que los insectos y las plantas emiten en efecto emisiones de onda corta. Con el fin de entender todo esto vale la pena ilustrar el espectro electromagnético (ver gráfico) completo. Este diagrama ilustra la división en orden de disminución de la energía y de incremento en la longitud de onda. La escala en la base del gráfico, presenta el paquete completo. Las líneas que se encuentran punteadas (entre el ultravioleta y visible le 4X10 – 5 llevan al lector al umbral de la parte visible del espectro. Con el cual estamos más familiarizados. “el aire en y del espacio, está compuesto de muchas y muy específicas moléculas de oxígeno, nitrógeno, argón, amonio etc. O sea, está compuesto por diversas moléculas, pero entre los miles de millones de esas delgadas moléculas están asperjadas y en suspensión, algunas otras pocas moléculas de esencias y olores de sustancia que cuando presentes, bloquean la luz infrarroja, haciéndolo mejor que solo el aire” Al estar presentes estas moléculas son la guía de direccionamiento que le permite al insecto llegar a su mesa de banquete o dejar allí como en sala cuna su postura y pueda sobrevivir. La determinación de esta condición de aceptación de la planta por el insecto, correctamente puede ser dicho que John Tyndall invento el instrumento llamado espectrofotómetro de absorción (absorción spectrophotometer) y de lo que Philip Callahan trata en sus publicaciones “Exploring the Spectrum” (Explorando el Espectro); Soul of the Ghost Moth,; Paramagnetism y otros, este tema de tener una visión de los motivos que determinan la presencia de los insectos y enfermedades en un cultivo, nos hace ver todavía mas la importancia de estar despiertos ante lo que es el estado adecuado de nutrición del suelo
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Cristiano Casini
20 de agosto de 2018
Excelente reflección de Alejandro. El el mundo entero hay más, pero mucho más accidentes por mala praxis en terápicos hogareños y en el uso de medicamentos para humanos que de los terápicos que se usan en el agro. Pero esto no justifica la mala práxis en el sector agropecuario. Debemos insisistir en educar a los profesionales y principalmente a los productores agropecuarios en respetar las indicaciones de los marbetes y a las indicaciones del profesional actuante. Además es importante proyectar para el futuro inmediato y mediato, la investigación para que haya productos curativos (terápicos) cafa vez menos riesgosos y cada vez más eficientes. La ÉTICA de los laboratorios es fundamental en esta última cuestion
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Daniel Roberto Ali
Universidad Nacional de La Pampa - Argentina
20 de agosto de 2018
Al mentado como autor de la frase le llaman "padre de la medicina", para mi la frase se aplica muy bien los extremismos; paso habitualmente por una feria orgánica, guerra a Glifosato pero "Paren de fumigar", ¿donde se usan humos? poco ya y me venden "plantines" de esquejes tratados con hormonas de enraizamiento, ni siquiera un plantin, ¿estamos autoengañandonos con un consigna mal entendida?
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Ricardo Verri
19 de agosto de 2018
Durante mucho tiempo, me he dedicado a reflexionar acerca de la problemática del uso de los agrotixicos. Y en el caso puntual del glifosato, me quedo meditando en el planteo que en se esgrime no sin su cuota de razón. "el problema no es el producto en sí, si no su mal uso" Y ahí es donde me surgen dudas tales como: ¿Que posibilidad real existe de que sea utilizado correctamente?, teniendo en cuenta que la utilización del Glifosato, forma parte no solo de un modelo productivo, si no, de una manera de ver la producción agrícola, no importando la escala. Y mas específicamente en mi zona, es parte de la cultura del pequeño productor. Mucho he leído acerca de la inocuidad del glifosato, de la misma manera he leído sobre todo lo contrario. Cuando hay tantos intereses en juego, cuando hay un cambio de paradigma en la producción agrícola no me resta otra alternativa que entender que es el mercado, la opinión publica la que promueve cambios. Por mi experiencia laboral, me consta que se puede producir sin Glifosato, pero también entiendo que a las protestas hay que acompañarlas de propuestas solidas y comprobables. Y ahí es donde interviene otra vez la cuota de realidad necesaria, para poder diferenciar las posturas politizadas de uno y otro bando. En mi opinión, finalmente se terminará prohibiendo el uso de este herbicida, pero poco he leído acerca de planes y propuestas alternativas a esa prohibición. Lo que finalmente, redundará en un caos. Mas allá de si es bueno o no, si esta bien o mal utilizado.
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Daniel Roberto Ali
Universidad Nacional de La Pampa - Argentina
19 de agosto de 2018
Solo es una racionalización del problema, hay más peso político en el combate a los agroquimicos que racionalismo.
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Jorge Domenech
27 de agosto de 2018
Perdonen la crudeza de lo que pongo a continuación. La materia orgánica del suelo, la vida del suelo, todas las criaturas que lo habitan, desde los unicelulares, pasando por algas, hongos, bacterias, insectos, animales pequeños, medianos, grandes plantas de todo tipo y nosotros mismos nos hemos formado gracias a la energía solar transformada en materia orgánica mediante la fotosíntesis. Para captar esa energía se necesitan grandes extensiones donde pueda efectuarse la fotosíntesis. Por ahora, hasta que se pueda aprovechar más superficie que la de los suelos cultivables y en mayor medida el mar, el recurso está limitado. Todo tiene que salir del suelo cultivable y del mar para ser sustentable. Las soluciones como el compost, te de compost, bosta de gallina etc., están severamente limitadas porque las materias para producirlas vienen como subproductos de plantas o animales que se han formado a partir de fotosíntesis requiriendo grandes superficies. Nunca habrá compost, bosta de gallina o de otros animales para abonar la superficie que se necesita para producir los productos primarios de los que descienden. Se pueden usar para nichos de producción específicos, pero no hay ni podrá haber para tratar superficies de agricultura extensiva. Habrá que reconocer que la tierra sólo es capaz de producir una cantidad de alimentos limitada por la cantidad de materia orgánica que es posible producir con la fotosíntesis. En este momento parecería que estamos gastando materia orgánica acumulada en el suelo y en el petróleo, que no se repone. Lo hacemos en forma masiva y nada parece que pudiera cambiar la tendencia. El compost y la agricultura orgánica puede servir para que algunos coman mejor y vivan unos años más que los demás, pero sin duda es irrelevante para lo que está pasando. El suelo, naturalmente es una fábrica de compost, te de compost cria lombrices, abonos, substancias complejas que alimentan y protegen a las plantas. Para eso hay que dejarlo que haga toda la fotosíntesis que pueda. El barbecho, químico o mecánico es enemigo de la fotosíntesis. Habría que empezar por no hacer barbechos, una solución paliativa que puede ser significativa hasta que la naturaleza se decida a hacer desaparecer por lo menos a la mitad de nosotros. Mientras tanto, sigamos usando el glifosato y demás herbicidas, abonos químicos derivados del petróleo, lo menos que se pueda. hagamos cultivos de cobertura, dejando de lado los insecticidas y fungicidas que para mi no se justifican. Eso tal vez permita que la hecatombe no llegue a afectar a nuestros nietos... después, no será nuestro problema. Disfrutemos de lo que tenemos.
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Miguel Sancho
25 de agosto de 2018
Tanta basura que se junta en mi ciudad y se mezcla en el basural; se podria hacer separando lo organico de lo inorganico una montaña gigante de biofertilizante. Solo con imitar lo que hacen en Japon, China etc.etc. espero llegar a verlo, no pierdo la esperanza; es cuestion de sentido comun.
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Roman Dulcey
24 de agosto de 2018
Agricultura orgánica no es sustitución de insumos. Es la integración de minerales, materia orgánica y la biología del suelo. Los únicos que entregan los minerales en la cantidad, frecuencia y diversidad apropiadas a las plantas son los microorganismos.
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Sara isabel Cáceres
24 de agosto de 2018
Coincido totalmente con Usted
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Miguel Sancho
24 de agosto de 2018
Ingeniero, Carlos Ordoñez de alli que propongo las rotaciones agricolas con ganaderia intensiva, para reestablecer el equilibrio al suelo.
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