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Colombia - El aporte del sector porcino en la pandemia

Publicado: 24 de julio de 2020
Fuente: Edwin Bohorquez Aya, Elm Espectador. Colombia
Jeffrey Fajardo López, presidente ejecutivo de Porkcolombia, habla de cómo el gremio tomó decisiones conscientes de ayudar a aquellos con empleos formales que perdieron sus trabajos, pero no hacían parte de las ayudas del Gobierno.
 
Cuando llegó la pandemia, empezaron a crecer los números de casos y entramos en cuarentena, se hicieron visibles las necesidades de muchos colombianos. Apareció la solidaridad en primera plana. ¿Qué pasó en Porkcolombia?
Éramos muy conscientes de que restringir la movilidad para prácticamente todos los colombianos, en especial para aquellos que no están relacionados directamente con el comercio de bienes indispensables, como los alimentos y medicamentos, iba a generar un impacto grande en términos de consumo de carne de cerdo en Colombia, debido a la profunda afectación de la capacidad de compra de los colombianos.
Soy muy sensible desde el punto de vista social y pienso mucho en la gente y sus familias; sabíamos que había personas que iban a pasar hambre, teniendo en cuenta que casi la mitad del empleo en el país es informal y se genera diariamente a través del rebusque, lo que significa que, sin gente en la calle, estas personas no tendrían a quién venderle sus productos u ofrecer sus servicios y sus ingresos quedarían cortados. Esa preocupación la compartían los porcicultores, quienes se preguntaron cómo podían ayudar.
¿Cómo fue la conversación con los productores para que se dieran esos aportes sociales?
La iniciativa viene de los porcicultores mismos. Ellos tenían animales retenidos en las granjas porque sus clientes, los hoteles, casinos, bares y restaurantes, entre otros canales de comercialización, empezaron a frenar sus pedidos. Entonces dijeron: estamos dispuestos a ayudar a la gente que está pasando necesidades. Teniendo en cuenta la buena disposición de los porcicultores, pero sin querer sacar provecho de la situación, hablé con ellos y les expresé mi deseo de ayudar, manejando un bajo perfil frente a todo lo que estaba saliendo en las noticias, era un momento de ser solidarios y coordinar todo bajo el entendido de que tu mano derecha no debe enterarse de lo que tu mano izquierda hace.
¿Y entonces qué hicieron?
Entonces les dije: si vamos a emprender un programa de ayuda, no pensemos en aquellos que pertenecen a los estratos 1 y 2, porque en ellos se está enfocando el Gobierno Nacional, a través de programas sociales como Familias o Jóvenes en Acción.
Más bien, consideremos a las personas que perdieron sus empleos, los que están en la formalidad y que nadie se va a acordar de ellos. Así, decidimos apoyar a la gente del canal Horeca, personas que trabajaban en los negocios que integran a Cotelco, Asobares y Acodrés, gremios que se han preocupado durante años por mantenerse en la formalidad y emplear bajo esquemas de formalidad y seguridad social.
¿Qué acordaron?
Le planteé a la Junta de Porkcolombia dirigir las ayudas a ese foco y lo aprobó de inmediato. Nos juntamos con Asobares, Cotelco y Acodrés para toda la logística, porque se trataba de llevar carne de cerdo a más de 20.000 familias. El reto logístico era enorme porque ninguno de nosotros, los gremios involucrados, lo habíamos hecho antes. Esto era algo de corazón para todos nuestros aliados naturales. Es así que logramos llevar carne de cerdo valorada en $1.200 millones, un esfuerzo importante apoyado por el Fondo Nacional de la Porcicultura, y que logró un ciclo de ayudas con sentido, muy bien dirigido. Nos sentimos orgullosos de ser de los pocos que nos acordamos del sector Horeca. Hoy le pedimos a las autoridades que no se olviden de esos canales formales de comercialización de alimentos y permitan lo antes posible su reapertura, bajo todos los protocolos a que haya lugar.
¿Por qué?
Porque hay una lectura equivocada de que, a pesar de la pandemia, el sector productor de alimentos no ha tenido afectación alguna, bajo el entendido de que al haber podido seguir operando con cierta normalidad la afectación sería mínima. Esta forma de ver las cosas desconoce que los hoteles, casinos, bares y restaurantes han sido de los canales más impactados negativamente debido a su cierre, lo que sumado a la pérdida de poder adquisitivo de más de cinco millones de desempleados, implicó para quienes producimos alimentos un choque de demanda. Aunque por supuesto este impacto no ha sido homogéneo, porque hay productos de la canasta básica que se han vendido más en la pandemia, como es el caso de productos como el arroz o la leche.
Sin duda…
Yo fui presidente de Induarroz durante ocho años, el gremio de las industrias arroceras, y conozco muy bien que cuando en el país hay afectación en la capacidad adquisitiva de la gente se incrementa el consumo, porque si usted tiene nos plata busca cosas que le rindan más.
Bienes sustitutos…
Cuando hay una afectación en el ingreso de los colombianos es usual ver un incremento del consumo de productos como el arroz, los huevos, la leche líquida y panela, entonces hay sectores que no les ha ido tan mal en la pandemia, pero los productores de proteína animal definitivamente nos hemos visto muy afectados. Esto realza la importancia de que la porcicultura, incluso en una situación como esta, hubiera decidido sumarse a un apoyo dirigido a aquellos en quienes nadie había pensado.
¿Cómo manejaron el tema logístico y llegaron a las familias porque ese se configuraba como un reto justo cuando la orden era estar en casa? ¿Cómo entraron ahí Acodrés, Asobares, Cotelco y los bancos de alimentos?
Fue un esfuerzo de varios actores: Porkcolombia y esos tres gremios receptores de la ayuda, pero se sumó otro actor: el banco de alimentos, bajo programas coordinados por la primera dama de la Nación, pero con ellos fue más fácil porque están más familiarizados con este tipo de logística. Cotelco, Asobares, Acodrés y Porkcolombia no, pero dijimos: hagámoslo. Preguntamos cómo estaban los hoteles en cuanto a cuartos fríos, por ejemplo. Entonces Porkcolombia se encargó de llevar todos los animales a plantas de beneficios y de desposte, asumimos esos costos, y llevamos a seis ciudades esos productos a puntos donde los receptores de la ayuda podían ir a recogerla.
En las redes sociales mucha gente dijo que le comprarían a las empresas que hicieron buenas acciones en medio de la pandemia. Usted dijo que con este tipo de acciones querían poner la carne de cerdo no solo en la mesa sino en el corazón de los colombianos. ¿Lo lograron?
Yo sí creo, esto no ha terminado, no es una carrera de cien metros sino una maratón, toca con resistencia. La necesidad que tienen los colombianos es latente y de hecho peor que en abril. Pensamos que ya estamos mejor cuando hoy estamos peor que en abril, pero sí creo que logramos poner esa semilla de la carne de cerdo en el corazón de los colombianos para siempre.
¿Por qué?
Hay hoteles muy reconocidos, chefs muy famosos que nos han dicho que van a hacer recetas a las que les van a llamar Porkcolombia, porque nunca se van a olvidar que Porkcolombia les tendió una ayuda. Hay chefs que han hablado de crear pizzas y otros platos con nuestro nombre por la misma causa, que le pondrán a un corte especial el nombre, porque quieren rendir un homenaje a quien les tendió la mano. Soy economista, y profesor de historia del mundo hace 14 años, y me acordé de cómo en el contexto de la Primera y Segunda Guerra Mundial, surgieron muchos de los platos típicos de la gastronomía europea y asiática actual, que resultaron extrapolándose incluso a otros países que recibieron migraciones producto de esos conflictos, como Argentina o Perú.
Entonces la gente construyó su gastronomía en los peores momentos de la historia, porque es de lo que pudieron disponer en sus mesas. Cuando uno tiene una necesidad lo que más valora en el corazón es lo que estuvo en su plato. Gracias a mi origen humilde, valoro completamente esas cosas porque fue lo que hubo en los peores momentos, eso fue lo que pensé cuando hicimos todo esto, no nos podemos olvidar de ellos, y ellos no se olvidarán de esto. Uno se suma cuando alguien tiene necesidades o no se suma, punto.
¿Usted cree que la solidaridad es sostenible en Colombia?
Nosotros somos una sociedad muy extraña, con una memoria de corto plazo. En abril y mayo mucha gente se animó a prestar ayudas: artistas, cantantes, actores, con teletones y maratones, de todo. Le pregunto: ¿cuántas teletones hay hoy? No conozco ninguna, mientras que la necesidad no solo persiste, sino que se agravó. Una cosa es una persona que se quedó sin trabajo en abril y que se está gastando los pocos ahorros que tenía, y otra cosa es aquel que se quedó sin trabajo y sigue en julio sin trabajo ni ahorros, como esos cinco millones de personas que están en una situación demasiado crítica. Quitemos de situación crítica a las personas que están recibiendo ayudas del Gobierno, nos quedan los mismos de los que estamos hablando: gente de clase media que no recibe esas ayudas, que está sin un peso en el bolsillo, acumulando deudas y rogando a Dios por conseguir un empleo. Es una situación extrema que no ha pasado, pero las ayudas sí empezaron a mermar, y el Gobierno ha empezado a quedarse un poco solo en estos esfuerzos.
¿Se dará un cambio en el modelo que tenemos, como lo han dicho varios premios Nobel de Economía?
Definitivamente no, el mundo viene transformándose hacia unos mecanismos de comercio diferentes, la virtualización es uno de ellos, pero lo que estamos viendo no remueve en ningún sentido los factores fundamentales del modelo económico que hoy permanece vigente, que es el capitalismo. ¿Cuáles son esos factores que persisten? La existencia de trabajadores libres, la existencia de dueños de capital, de lo que se puede obtener en usufructo; la existencia de una plusvalía, es decir la proporción de la generación del valor generado por el trabajo, que se queda en las manos del capitalista, y la existencia del capital mismo. Eso sigue existiendo. Y todo esto en un modelo relativamente liberal en donde muchos de los Estados propenden porque exista una protección de la propiedad privada, que ya es una versión dentro del capitalismo. Eso no va a cambiar y no veo indicios de que vaya a cambiar.
¿Cómo pusimos muchas de las ayudas que se dieron? A través del sistema financiero, porque no hay otro camino más eficiente. La racionalidad de optimización de beneficios por parte de las empresas no va a cambiar. La insaciabilidad local de los consumidores no va a cambiar. Eso quiere decir que los consumidores, en condiciones normales, siempre querrán más que menos. Y eso no va a cambiar. Aquellos que dicen que el modelo va a cambiar porque estamos volcados a las compras por internet, desconocen la permanencia de estos factores inherentes al capitalismo.
Ese es un cambio del mecanismo a través del cual se efectúan las transacciones, pero no tiene nada que ver con el modelo. Los elementos esenciales del capitalismo no han cambiado y, sinceramente, es difícil imaginar un modelo más eficiente de desarrollo y creación de riqueza y progreso.
Con esa pérdida de los cinco millones de empleos se acentuó la informalidad. Usted, como presidente de gremio en un país eminentemente agrícola, ¿qué propuesta tendría para atacar ese problema?
Así como todos los males de una sociedad: con educación. El principal punto de origen es la falta de cultura y convicción de que está bien pagar impuestos, de que está bien contratar con todas las de la ley. Eso es falta de cultura en una sociedad que tiene tantos antivalores, porque aquí da la misma para muchos ser formal o informal.
Fui presidente de Asoleche durante casi tres años y siempre peleé por lo mismo: ¿Cómo es posible que exista frente a una industria láctea formal una quesería de barrio y no le pase nada? Nunca le llegan las autoridades, nunca lo sellan, entonces al final la persona toma la decisión de ser formal o informal, no porque el Estado la conmine a ello, o la fuerce a hacerlo, pasa porque es su cultura. Muchos emprendedores comienzan siendo formales y de hecho estos resultan siendo los más exitosos.
¿Pero eso no va a cambiar?
Teniendo en cuenta que las transformaciones más profundas de una sociedad se desatan de una transformación de la educación, y considerando que este es un proceso de largo plazo, creo que ya nuestras generaciones no veremos cambios profundos en estos aspectos.
Si uno empieza a atacar la idiosincrasia, los niños de colegio y los nuevos empresarios que salen de las universidades van a empezar a tener una sociedad de individuos más comprometidos con la legalidad y la formalidad. Hay que incluir en la cultura y la educación el impacto que tiene en la sociedad pagarle al Estado los impuestos, y cómo esto debe redundar en mejores bienes públicos. Eso es una parte. La otra es que necesitamos un país que vea mejor reflejados los impuestos en bienes públicos. Hay países nórdicos con niveles de tributación de casi el 70% de los ingresos reales y no les importa, nadie está pensando en hacer trampa, o evadir impuestos y saben que tienen garantizada la educación de calidad de sus hijos, salud, que no hay huecos en las carreteras, así se quedan con el 30% para ir a un restaurante, viajar y disfrutar; todo eso no se hace en cuatro años, se hace apuntando a una educación desde la base, de lo contrario esto no cambiará.
Tengo mucha esperanza en que, si cambiamos la educación en principios y valores, y logramos masificar la educación pública de alta calidad y en todos los niveles de formación, ese cambio vendrá de manera masiva.
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