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Argentina- Silajes de primavera, destacados en Concurso

Publicado: 9 de noviembre de 2012
Fuente: Ing. P. A. María Luz Urruspuru, Infortambo
Concebidos con el objetivo de cubrir los baches pastoriles, los silajes de primavera adquieren cada vez mayor participación en la dieta de los tambos. Pero, ¿cómo ser exitosos en su confección? Aquí, el testimonio de quienes supieron hacer "las cosas bien" y destacarse en el último Concurso de Forrajes Conservados.
 
PRIMER PREMIO EN RYE GRASS
Desde sus comienzos en la lechería, hace once años, German Rothenberger y su hermano cuentan con el ensilado −en su establecimiento La Diana de San Manuel, provincia de Buenos Aires− para la alimentación de su plantel. Y desde hace seis lo confeccionan con la familia Larsen. "Empezamos haciendo silo de maíz, después agregamos de pasturas y este año por primera vez hicimos silo de sorgo por la seca. Año a año nos venimos agrandando, tratando de mejorar la calidad de los mismos", relata Germán, flamante ganador del silaje de rye grass en Mercoláctea 2009.
En las 750 hectáreas totales, los Rothenberger combinan el tambo con la actividad agrícola. "El campo se encuentra dividido por la ruta, de un lado está la explotación lechera −sobre 300 has− y en el otro se realiza la agricultura para venta de grano. La parte de reservas para el tambo tratamos de hacerla dentro de la superficie ganadera, pero como estamos de a poquito aumentado la carga se nos está complicando", reflexiona.
La Diana cuenta con un promedio de 300 vacas en ordeñe, una carga de 1,5 a 1,6 y producciones promedio en los últimos cinco años de 19,5 a 20 litros por animal por día. Un 40 por ciento de la dieta es base pastoril −verdeos solos o con trébol rojo, avenas solas o con rye grasses y un porcentaje bajo de pasturas perennes− y el resto es reserva de silo con concentrado. Actualmente, entre 40 y 50 hectáreas se destinan a maíz para la alimentación del tambo y 20 a 25 para rye grass, cuyo excedente de primavera se ensila.
A pesar de haber salido segundos en el concurso del 2007, en la misma categoría, los Rothenberger no alvergaban mayores expectativas para esta edición del certamen. "La verdad es que este año no nos esperábamos el premio ya que el cultivo se había visto muy afectado por la seca en la primavera", explica Germán.
Si bien el premio los llena de orgullo, no es algo que buscan − aseguran− al momento de decidir la siembra del cultivo. Suplir con algo de pasto los baches estacionales es, en cambio, su principal preocupación. "Una cosa es un maíz que desde que nace uno está tratando de sacar el mejor silo y otra cosa es un raigrás, que uno lo piensa desde el punto de vista del pastoreo. Nosotros priorizamos eso, si después se dan las condiciones como para tener un sobrante para ensilar mucho mejor".
El silo ganador se confeccionó a partir de 22 hectáreas de un rye grass Bill sembrado en marzo del 2008. "Por lo que veníamos viendo en ensayos era el que mejor se comportaba en invierno y el de más rápido arranque. Lo veníamos usando desde hace dos o tres años con buenos resultados", comenta el productor.
Mientras les es posible, los Rothenberger realizan un 50 por ciento de la superficie en convencional y un 50 por ciento en directa como para disminuir riesgos. Tras la siembra se realiza una aplicación de nitrógeno, control de malezas y se le da como mínimo tres pastoreos, hasta el mes de septiembre en que se cierra el lote para, al cabo de 45 días, ensilar. "Los raigrases están sembrados con trébol rojo, y justamente los picamos para darle más temprano luz al trébol y que arranque en octubre", advierte.
Llegado el momento, comienzan entonces las conversaciones con la empresa que les ha de confeccionar el silo. "Nos venimos hablando desde un mes antes. Nos pegamos una vuelta, revisamos y estimamos para tal fecha; tratamos de ir monitoreándolo de cerca", explica el contratisa Christian Larsen, de Constr-Serv S.R.L. Dentro del cronograma de picado, estos materiales son los primeros que se cortan: el 15 de octubre arranca la campaña hasta aproximadamente el 10 de noviembre, dependiendo de las lluvias y de la liberación del lote en cada establecimiento.
El momento de picado del rye grass se corresponde con el estadio fenológico de panoja embuchada. Haber realizado en La Diana el corte justo en ese momento podría explicar –según los involucrados– el éxito del silaje en el concurso. "La característica que tiene una gramínea como el raigrás es que cuando la panoja emerge y ya empieza a encañar y alargar los entrenudos, comienza a ser mas indigestible. Creo que haberlo hecho en panoja embuchada es una de las cosas que hizo que tenga la calidad que tuvo", enfatiza Guillermo Piñeiro de Becker Underwood, proveedor del inoculante para el silo ganador.
Como los Larsen no poseen cortadora para preoreo, al campo de los Rothenberger va generalmente la cortadora del establecimiento El Choique, de Moulville. "Otro de los factores que ayudó a la buena confección del silo fue la utilización de la cortadora con acondicionador. Te hace un buen corte, parejo; después se da vuelta la andana con un rastrillo y lo expone al sol. Hacer un buen silo es, en definitiva, la suma de muchas cosas: que el material sea bueno, un correcto manejo del cultivo, el tamaño del picado, si está inoculado o no, y el correcto prensado y extracción", agrega Christian.
El material picado e inoculado se almacenó en dos bolsas. La decisión de incorporar Lactosilo fue, según explican, una decisión consensuada entre las partes. Tanto para el productor como para el contratista, la inoculación de los silajes de primavera –que por su mayor contenido proteico son de difícil fermentación– es algo que "no se discute", pero siempre hay cuestiones de números o coyunturales que es preciso vislumbrar. "El empleo de inoculantes es para nosotros un seguro de buena confección. Algunos piden inocular sólo lo que son cultivos de primavera pero el maíz no. Si vos lo haces en un cultivo y te funciona, ¿por qué no hacerlo en los otros? El productor que es de punta y aspira a lo mejor lo entiende", asegura el contratista.
Los Larsen insisten con esta técnica desde su primera Claas; en ese entonces poco se sabía al respecto y una sola empresa lo comercializaba.
 
 
 
PRIMER PREMIO EN PASTURA
El establecimiento El Choique, ubicado en Napaleofú, a 50 km de Tandil, provincia de Buenos Aires, es –según Christian Larsen– uno de los pocos tambos que hacen silo de más para "estar tranquilos". "Este año vienen acarreando la seca del año pasado, pero siempre que venimos a hacer pasturas hay por lo menos dos bolsas", destaca.
Patricio Zárate, encargado desde el año ´82 de los tambos de Mulville, es conciente que no contar con reservas puede resultarles, en alguna oportunidad, muy caro. "Los productores que en este momento no tiene silo de maíz ni de pasturas están listos. Tienen que salir a comprar alimento balanceado, que es caro, si desean producir y preñar sus vacas. Nosotros siempre llegamos tranquilos al otro año".
Su estrategia –previendo cualquier posible rotura del mixer, fundamentalmente en el verano– es realizar silo de autoconsumo en todos los tambos. A su vez, mantienen la recría con este tipo de reservas.
En 660 hectáreas, El Choique posee dos tambos y lo que es la recría: en total, 1.193 animales y una carga que suele superar las dos cabezas por unidad de superficie. "En ordeñe tenemos 278 vacas en el tambo 4 y 196 en el tambo 1. Uno es de otoño y el otro de primavera. El tambo se seca más o menos 28 días y luego, cuando hay 40 vacas paridas, se vuelve a arrancar otra vez. Es todo parición estacionada, el servicio se hace de 60 días y después repaso de 10 días con un toro", relata Zárate.
Dos equipos de barrera frontal y un pívot central riegan un cuarto de la superficie del campo. "El de barrera frontal no es tan común, es un equipo papero que se ve mucho en la zona de Balcarce. No golpea mucho la pastura, no produce deriva, tiene mínimo consumo de gasoil, pero tarda mucho en regar e implica mucha mano de obra, cada cuatro horas uno tiene que cambiarlo", explica.
En el establecimiento de Napaleofú realizan tanto silo de maíz como de rye grass y pasturas. Fue, justamente, en esta última categoría –y entre 26 muestras– en la que obtuvieron el primer premio en el VI Concurso de Forrajes Conservados.
El silaje ganador se trató de un silo bolsa confeccionado a partir de dos lotes de una mezcla compuesta por trébol blanco, trébol rojo, alfalfa y rye grass perenne. "De pastura se dejan algunos lotes pero cuando viene la máquina, según como venga el año, se suele agregar algo más. Lo que siempre se hace es mucha calidad. Nuestro patrón siempre insiste en la calidad más que en el volumen, y para obtener eso se debe cortar alto. El silo ganador era dulce cuando lo habrías, la vaca se lo devoraba", asegura el encargado. Para Guillermo Piñeiro ese es, justamente, un punto del que muchos productores debieran tomar conciencia. Todas las pasturas de El Choique reciben el mismo manejo: dos fumigadas al año –otoño y primavera– y pastoreos bien al ras sin dejar demasiado remanente. "Esa es la única manera de tener buenos rebrotes. Si uno las come mal no puede volver a los 25 días a comerlas", enfatiza Zárate. Antes de cerrar el lote, a las pasturas se les puede sacar en un año normal una comida cada 25 días, es decir, tres a cuatro comidas antes de cortar.
Pero, ¿cómo surge la decisión de picar? "La pastura tiene una fecha óptima para picar, que es con diez por ciento de floración. El que quiere kilos puede jugar un poco más –como en el caso del maíz– pero el que quiere calidad debe hacerlo con el cultivo más bien verde y con preoreo. Si uno se pasa una semana se semilla todo; ya no es lo mismo", advierte el ingeniero de Becker Underwood.
Para llegar a tiempo a esa fecha la coordinación entre las partes se vuelve fundamental. "Debe estar todo bien programado antes de que venga el contratista. Diez días antes tenemos las bolsas acá y cuando ellos llegan ya tenemos todo cortado y preoreado. Damos vueltas las andanas mientras vamos armando la bolsa, y después a esperar para ver como está", indica Patricio Zárate.
Calidad y manejo del cultivo, correcta confección de la silo, inoculado, buen tapado y extracción, fruto de un trabajo mancomunado sin fisuras parece ser la receta de El Choique para lograr reservas que se destaquen a nivel nacional.
 
DE LOS PIONEROS
La relación de la familia Larsen con el ensilado se remonta treinta años atrás, cuando Manuel, dedicado al movimiento de suelos en campos de Tandil, vio en la confección de reservas la posibilidad de reducir la capacidad ociosa que sus bateas tenían en determinadas épocas del año. "Teníamos camiones pero no podíamos bancar a la gente los 365 días, entonces todos los años era buscar camioneros. Un buen día nos cansamos, queríamos poder conservar a los mejores y empezamos a hacer fletes de arena, cereales, entre otras cosas. Mi viejo estaba trabajando en eso cuando la gente de Bellamar Estancias fue a Europa, vio lo que estaban haciendo allá con las reservas, se interesaron y le ofrecieron el trabajo. Él no tenía ni idea del tema", relata Christian, con 29 años, el mayor de los hermanos.
De esta manera, Manuel Larsen daba sus primeros pasos en la actividad del ensilado. Simultáneamente –pero sin saber uno de la existencia del otro– Aguirre Saravia se iniciaba en la actividad en la provincia de Salta, con la firma Duckas. "Antes se hacían silos de picado grueso, en los que era muy difícil expulsar el oxigeno. Para compactarlo se recurría al agregado de agua si estaba muy seco o de sal si estaba muy húmedo. Lo que empezó a hacer entonces mi padre es el picado fino. A los cuatro años de hacer eso, se iba de Tandil al sur de Santa Fe a hacer 50 hectáreas y ganaba plata", asegura.
Tras algunas pruebas con otra marca, Larsen conoció Mainero y adquirió una máquina de arrastre de dos surcos. "Mi viejo en una época tenia once picadoras que hacían tres hectáreas por día cada una; tenía nueve trabajando y dos de repuesto. Había tan poco conocimiento del tema que sus maquinas eran verdaderas ratas de laboratorio", explica Christian.
Con el arribo a los tambos de una nutrición más fina y el aumento de la demanda por otro tipo de recursos, los equipos de dos surcos comenzaron a resultar insuficientes para el contratista. Se contactó entonces con una persona que importaba maquinaria de afuera. Junto a él viajó a Holanda y se trajo su primera picadora New Holland, la que puso a trabajar junto a la Mainero.
A ese equipo le seguirían dos más procedentes de los Países Bajos, pero con el tiempo también empezaron a quedarle chicos; fue entonces que le ofrecieron a Manuel Larsen su primera Claas. "No sabíamos lo que era porque no había aún en Argentina ni en Sudamérica. Trajeron la picadora y estuvo parada durante dos días con nuestro maquinista desde hace catorce años sentado arriba hasta hacerla andar. Ya era otra máquina, más electrónica, un poco más sofisticada; no era de más surcos pero sí de mayor capacidad de motor", relata.
Con apenas sexto grado, Manuel Larsen enfrentaba el boom del ensilado en los planteos lecheros con una estructura armada y un conocimiento ya consolidado en la materia. Tenía el "know how". "Cuando el resto recién estaba viendo el sistema mi viejo ya hacía tiempo que lo estaba practicando. Ya se había mandando todas las macanas para aprender", proclama orgulloso su hijo.
Actualmente, la firma Cons-serv S.R.L. está integrada por el precursor y su descendencia: Christian, ingeniero agróomo, en lo que es calidad, asesoramiento y relación con los clientes; Augusto en lo que es movimiento de tierra −actividad que aún hoy conservan− y cuentas de la empresa; e Ignacio, el menor, en lo que es logística y "fierros".
"El 70 por ciento de los campos con los que trabajamos son los mismos desde hace quince años; nuestros clientes nos conocen a nosotros desde chicos. Ya es como ir a nuestra propia casa", asegura el mayor, insistiendo en destacar que ellos hacen silos, no hectáreas: "Nosotros quizás hacemos en promedio 500 hectáreas menos que la mayoría de los contratistas que tienen menor capacidad, pero a todos los clientes les cumplimos. Tal día decimos que vamos a estar y ahí estamos. Si aparece algún otro lo haremos después".
Este año, los Larsen picaron 4.930 hectáreas de silajes de verano −maíz y sorgo− y 2.300 de silajes de primavera (alfalfa, rye grass, cebada, avena, trigo). Para ello, cuentan con un amplio parque de maquinarias y un consolidado equipo de gente al que atribuyen el éxito de su empresa. "Fijos todo el año son 13 empleados y en campaña aproximadamente 27. Nosotros, por más que seamos los patrones, estamos con ellos todo el tiempo. Dormimos en la casilla, hacemos reemplazos y a veces, si es necesario, oficiamos de cocineros", confía Christian. "El año pasado incorporamos una persona solamente para que pise el silo todos los días, desde las diez de la noche hasta las cinco de la mañana. Eso te permite apoyar la cabeza en la almohada y dormir tranquilo".
Para Guillermo Piñeiro, proveedor de inoculante para muchos de sus silos, no es casual que los Larsen posean equipos de esa tecnología, debido a sus treinta años de historia, como tampoco es casual que figuren entre los silos ganadores en las categorías de Rye Grass y Pasturas en la última edición del Concurso de Forrajes Conservados. "Realmente es un equipo muy bien armado, con picado, acarreo y compactado de primera. Las máquinas son muy modernas y eso le da seguridad al productor. Además, ellos no se comprometen más allá de lo que pueden hacer; conocen muy bien su capacidad operativa", confía.
A las tres picadoras Claas de ocho surcos −que trabajan a razón de 50 hectáreas por día cada una− se les suman, entre otras cosas, seis bateas −que fuera de campaña se dedican a hacer asfalto y movimiento de tierra−, dos palas, dos tractores Zanello 540, un tractor John Deere de ocho ruedas articulado, chasis de tipo balancín, tres embolsadoras grandes y, entre los cabezales, uno especial para cebada, avena y trigo.
Comenzando por Corrientes, los contratistas descienden hacia el sur de Córdoba y Santa Fe, para bajar al norte de Buenos Aires y terminar en el sudeste de la provincia. A partir del año pasado encontraron un hueco de diez a quince días entre el norte y el sur en el que realizan las bolsas para lo que llaman las "huertitas". "Al tener tres picadoras nosotros tenemos bastante flexibilidad. Dos se dedican básicamente a hacer lo que es silo puente y la tercera a hacer bolsa. Después de marzo se empieza a hacer casi todo bolsa para los clientes chicos, de veinte, cuarenta hectáreas. El tema del silo es muy versátil, alguien que no tenga tractor o mixer con la bolsa o el bunker de autoconsumo puede andar muy bien. Hoy se le busca la vuelta", concluye Christian Larsen.
Fuente
Ing. P. A. María Luz Urruspuru, Infortambo
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