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Argentina - Silaje de Maíz: Primer premio del VI Concurso de Forrajes Conservados

Publicado: 12 de noviembre de 2012
Fuente: Ing. P. A. María Luz Urruspuru, Infortambo
El silaje de maíz constituye, sin lugar a discusión, el recurso fundamental que ha permitido a los tambos duplicar la producción de leche en sólo una década. Entre 260 muestras que se presentaron en Mercoláctea en esta categoría, el silo confeccionado por Alejandro Fitte en El Caribú de Carlos Llorente se alzó con el máximo galardón. Cómo se elaboró el mejor silo de la Argentina.
La confección de un buen silo implica, ante todo, la dedicada acción mancomunada de cada una de las partes involucradas en el proceso. Productor y contratista –amén del personal de campo– son igualmente responsables del resultado final de la reserva, velando desde la planificación del cultivo hasta su suministro al animal por preservar dicha calidad.
Pero, ¿qué determina el éxito de un silaje? ¿Cómo alcanzarlo en el propio establecimiento? Nadie mejor que los flamantes ganadores del primer premio en "Silo de Maíz" del VI Concurso de Forrajes Conservados –llevado a cabo como todos los años en Mercoláctea 2009–, para dar testimonio de su experiencia. La voz autorizada de quienes supieron "hacer las cosas bien" por sobre 260 muestras totales que, en esa categoría, se presentaron al certamen.
 
EL SILO DEL AÑO
El silo de maíz constituye, sin lugar a discusión, el recurso que ha permitido a los tambos duplicar la producción de leche en sólo una década y el motor de una nueva ganadería en la Argentina, que tiene que competir con actividades alternativas.
Una alta concentración energética, un elevado volumen de producción de materia seca por hectárea, variadas posibilidades de corte, un menor porcentaje de pérdidas en comparación con otros sistemas de conservación, y el acotado período de ocupación del lote –favoreciendo la rotación y, con ello, el aprovechamiento rentable del suelo–, lo ubican en un lugar preponderante en la dieta de cualquier establecimiento lechero.
Para que cumpla con los objetivos nutricionales, sin embargo, el producto final deberá ser muy bueno. Esto implica que el proceso de preparación del cultivo, picado, confección, conservación, extracción e incluso el suministro hayan cumplidos las normas de "buenas prácticas" del ensilado; normas que en la Estancia "El Caribú" de Carlos Llorente –flamante ganador del primer premio en silo de maíz– cumplen concienzudamente al pie de la letra.
Sobre 380 hectáreas promedio –de un total de 1.500– en la zona de Necochea, provincia de Buenos Aires, el establecimiento cuenta hoy con 280 a 300 vacas en ordeñe, divididas en dos rodeos por producción, además de vacas secas, recría y guachera. En el tambo alcanzan producciones individuales de 24 litros promedio. "La dieta, que armamos con el asesoramiento del nutricionista Roberto Guarrochena, se formula de acuerdo a cómo nos acompaña el clima. Tuvimos prácticamente el tambo encerrado durante veinte días, sobretodo el rodeo uno, por falta de pasto y esta semana, con las pocas lluvias que se dieron a mediados de mayo, ya lo estamos largando al campo", explica Enrique Pardo, administrador del establecimiento.
Con pasturas fundamentalmente en base a rye grass y alfalfa, el silo de maíz ingresa como un complemento dentro del planteo productivo del tambo. "Entre el 40 y el 50 por ciento de nuestra dieta es silo o recursos que vienen de otra parte. Es la reserva fundamental para momentos del año donde nos quedamos sin pasto por una seca o por algún problema que tengamos, es lo que nos salva", asegura. Aunque sólo realizan silo de maíz, el ingeniero agrónomo Ariel Pita, encargado del tambo, está estudiando la posibilidad de realizar también este año algo de cebada.
En esa contienda cuentan, desde hace tres años, con Alejandro Fitte, contratista que realiza cerca de 1.500 hectáreas en la región pampeana y de quien destacan su puntualidad y confianza. "Cuando por ciclo creo que la planta se está aproximando al punto en el que alcanza la mejor calidad para ensilar lo llamo y él siempre es puntual. Como sé que viene haciendo la ronda tratamos de tener todo listo para cuando llegue", relata Ariel, dejando en evidencia un sólido entendimiento entre las partes.
Determinada la superficie puntual del cultivo que han de destinar a silo, el resto queda para grano que también ha de ser consumido por la vaca del tambo. "Se maneja el maíz como si fuera todo para grano: se hace en directa con una aplicación de glifosato tres meses antes de la siembra, y glifosato y un herbicida que es atrazina más s-metalocloro en la implantación. Lo único que se hace de distinto es darle alguna semilla más porque uno lo que busca es material verde", advierte.
El silo ganador en Mercoláctea 2009 se confeccionó a partir de dos híbridos de Pioneer: el 31D06 en un 70 por ciento y el 31Y04 en la proporción restante. "Con la gente de Pioneer venimos trabajando desde hace dos años. Generalmente estamos haciendo todos materiales de 119 a 120 días, que es lo normal para la zona".
En un año particularmente difícil –160 mm es todo lo que recibió el maíz en su ciclo–, el híbrido 31D06 sorprendió gratamente con su comportamiento frente a la sequía. Aunque perdió volumen y altura, la planta se mantuvo verde y el grano tuvo proporcionalmente una mayor ingerencia en el producto final. "Evidentemente la plasticidad que tiene el material es la de poder adaptarse a esas dos situaciones, porque este mismo híbrido el año pasado nos dio el doble, con lluvias normales", relata el encargado. "Era un maíz que estaba a 3.000 metros de la costa, o sea que por más que la zona haya estado muy castigada, siempre conservó humedad. Se perdieron muchos cultivos y sin embargo éste se pudo mantener. Además, al tener menor volumen de materia verde posicionó mejor la energía en la proporción espiga/ planta. Fue un silo que se logró, se podría decir, gracias al factor climático", enfatiza por su parte Alejandro Fitte.
El hecho de que no diera tanto volumen obligó a aumentar la superficie a ensilar en el lote, picando también parte de un multipropósito (el Pioneer 31Y04) que se pensaba destinar a grano húmedo.
El picado se comenzó el 23 de febrero concluyendo las 78 hectáreas en un día y medio. "Normalmente nosotros trabajamos desde las seis de la mañana hasta las once de la noche, parando al mediodía, pero el compactado es permanente. Si bien se compacta con los dos tractores, hay uno –el articulado, muy pesado– que está las 24 horas arriba del silo. En este caso, con materiales difíciles de trabajar por lo sufridos, había que lograr que no se perdiera la más mínima oportunidad de pisado con el rocío de la mañana", indica el contratista.
Para completar la ecuación de eficiencias, el silo ganador fue también inoculado con LactoSilo. Según expresa Fitte, el 83 por ciento de los silos que él confecciona son tratados con inoculantes de manera de acelerar la fermentación, reducir las pérdidas de materia seca, impedir el desarrollo de hongos y micotoxinas, aumentar el tiempo de conservación, disminuir la temperatura y colaborar en reducir la pérdida de efluentes, dando como resultado un material más nutritivo y de mayor digestibilidad. "Yo no estoy en la parte científica pero lo que veo en los silos inoculados es que permanecen en el tiempo con un mejor olor, color y los animales lo comen con agrado. Al levantar la manta no tienen la costra negra que suele formarse, sino que el material se conserva con un color verdoso más oscuro".
Según el ingeniero agrónomo Guillermo Piñeiro, gerente de producto de Becker Underwood, la inoculación de los silajes de verano suele merecer más discusión que la de los de primavera, donde la conveniencia de esta tecnología prácticamente no se discute. "En el caso del silo de maíz la decisión pasa más por el productor y los contratistas, ya que no suelen ser tan evidentes los efectos de la inoculación. Trabajos del INTA Balcarce, entre otros, demuestran que si bien el silo fermenta igual, con el inoculado lo hace en 48 a 72 horas y eso tiene muchas otras ventajas, como usarlo antes y evitar que se desarrollen hongos y micotoxinas", advierte.
Para él, la inoculación se trata de una tecnología de alto impacto y bajo costo, que no implica más del dos por ciento del desembolso que se realiza por la confección del silo. "El productor debe pensar que es el seguro que lo ayuda en la fermentación. El seguro en una soja te cuesta un nueve por ciento o más de la inversión total; en un silo de maíz, donde estás comprometiendo la producción, es mucho menor. No sé porque todavía se duda tanto de una tecnología que está probada, inclusive localmente", enfatiza.
Otro de los puntos que Fitte destaca es el sellado que en el establecimiento realizan del silo, cuidando que el oxígeno y la lluvia no ingresen al mismo alternado las cualidades del material picado. Catalogados por el contratista como "uno de los mejores tapadores entre sus treinta y tres clientes", merece un capítulo aparte la estrategia que "El Caribú" emplea para esta etapa del ensilado. "El mismo día que se están bajando del tractor, siempre que la luz lo permita, están tapando el silo con mantas bicapas de 200 a 250 micrones. Además de disponer una buena cantidad de cubiertas sobre la manta desmenuzan y desparraman rollos de paja de trigo o de soja. Eso evita es que el plástico tenga daños por acción de los rayos ultravioletas y, como es una zona de mucho viento, que la manta flamee. Además, el plástico en permanente contacto con el material impide que haya condensación, por ende humedad, y se forme una capa negra", explica Alejandro Fitte.
Amén de esa capa protectora, en El Caribú realizan una canaleta todo a lo largo del lateral del silo donde entierran la manta sobrante.
Si uno indaga en trabajos internacionales, ya nadie pone en tela de juicio la importancia del tapado de la reserva. En la Argentina, no obstante, son muchos los que aún dudan de la relación costo/beneficio de esta medida. "En un silo sin tapar uno pierde totalmente los primeros veinte centímetros. Si uno a eso lo cuantifica da un volumen que puede oscilar, según el tamaño del mismo, entre dos y diez hectáreas. El productor suele mirar lo que tiene que desembolsar en un momento determinado pero no los pesos que va perdiendo día a día. No ve a futuro; creo que hay que empezar a crear esa conciencia", agrega, por su parte, Piñeiro.
 
"NO HA LUGAR"
Para Alejandro Fitte, hay puntos que no se negocian. Y uno de ellos es la altura de corte del material a ensilar. "Yo corto por instinto a 35 cm y si al productor no le gusta −y quiere cortar al ras− es porque evidentemente no somos del mismo equipo de pensamiento", asegura el contratista, que dice querer apuntar a 70-72 cm. "Lo más parecido a planta entera en pie. Debemos lograr transmitir eso, porque tener un bulto de comida de mala calidad creo que no es lo que nadie busca".
Fitte, no obstante, aclara que no es lo mismo dejar 35 cm en una planta de tres metros que en una de un metro. "¡Ese va a ser el silo más caro del mundo!", advierte.
Confeccionar un silo de calidad involucra muchas cuestiones, pero muchas otras implica también que le llegue efectivamente el silo de calidad al rumen del animal. Hay, entonces, una actividad conjunta que no finaliza con el silo terminado "llave en manos" en el campo del productor. "Todo el manejo del cultivo que realiza el tambero, toda la labor del contratista en la confección quedan luego en manos de la persona que tiene que dar la comida. Si ese engranaje anda mal te puede tirar abajo todo lo anterior", señala.
Más que la obtención del primer premio para uno de sus silos de maíz, lo que llena de orgullo a Fitte es la llegada de cinco de sus silos –entre diez– a la instancia de finalistas del Concurso de Forrajes Conservados. "Me pone muy contento, ya no es que metimos uno de casualidad. Encima, con la mayor cantidad de muestras en los nueve años de concurso y en un año climáticamente complicado para lograrlo. Eso habla de una estabilidad de trabajo, a conciencia. Parte de esto es que yo no tengo encargado, yo entro a los campos y me voy, a mi no me cuentan nada. Si bien es un negocio, yo lo hago con cierta pasión", enfatiza.
Al propietario, encargado y personal de El Caribú el premio los agarró por sorpresa, pero también los colmó de satisfacción. "No lo veíamos venir. Generalmente cuando hacemos las cosas las hacemos bajo la premisa de hacerlas bien, así que siempre es reconfortante que nos premien. Quiere decir que estamos en el buen camino y nos impulsa a seguir mejorando", concluyen.
 
PASION POR EL ENSILADO
Durante 35 años, la familia Fitte se volcó en la zona de Alsina, provincia de Buenos Aires, a la actividad tambera. "Parte de un desarrollo que analizamos con mi padre fue comprar equipos de forraje para ofrecerles el servicio a conocidos; veíamos un enorme crecimiento de la demanda por esta prestación. Se compraron dos equipos Claas con tractores Case. Con mi hermano y mi padre picábamos 180 a 220 hectáreas propias y en los ratos libres salíamos a trabajar afuera. Conclusión, volvíamos tres meses después con más de mil hectáreas hechas por máquina", relata Alejandro.
La estrechez de los números de la lechería y la fuerte competencia de la agricultura obligó por esa época, al entonces administrador, a cerrar los tambos y a volcarse de lleno al servicio de ensilado. Su padre se abría del negocio, quedando un equipo para cada uno de los hermanos.
Con el tiempo, Alejandro Fitte fue adquiriendo una clientela fija y un amplio conocimiento del negocio, que –a quince años de sus inicios– asciende a los 33 clientes y aproximadamente 1.500 hectáreas distribuidas en todo lo que es la Región Pampeana. "La primera etapa es la zona norte, lo que puede ser Lima, Doyle, Arrecife, Navarro, Capitán Sarmiento y Lobos. Ya después nos vamos al sudeste para pasar a la tercera zona que es la de San Luis, la zona de Fraga", relata.
En función de los buenos resultados, el contratista mantuvo la línea de trabajo y fue armando su propia estructura. Al día de hoy cuenta con un sólo equipo grande que maneja en forma personalizada, sin encargados. "A mis clientes les da una enorme tranquilidad y confianza que lo que se dice lo va a ejecutar, negociar y cobrar a la oficina una misma persona. De esta manera se ahorra una cantidad de eslabones donde siempre aparece algún cortocircuito por desinteligencia o problemas en la comunicación. A mí nadie me cuenta nada, estoy yo permanentemente… para recibir tanto el premio como el sopapo", indica.
 
EL ENSILADO, FACTORES DE EXITO
 La opinión del Ing. Agr. Guillermo Piñeiro, gerente de producto de LactoSilo.
 −¿Por qué es cada vez mayor la cantidad de cultivos que se guardan bajo la forma de ensilado?
 − Una de las formas de conservar en el tiempo el volumen y calidad de un cultivo es a través del ensilado, y eso le da estabilidad a los sistemas de hoy.
 - Con el ensilado, ¿es posible mejorar la calidad del cultivo original?
 - Uno parte de un cultivo que tiene una calidad determinada. Con el ensilado lo que uno puede es conservar o deteriorar esa calidad, nunca mejorarla. Un cultivo de maíz en pie, por ejemplo, tiene una digestibilidad promedio del 70 por ciento. Si uno busca promedios históricos de silos del INTA Balcarce se encuentran en un 62 a 63 por ciento. Esa caída en puntos de digestibilidad tiene que ver con el proceso de ensilado.
 − ¿Cuáles son los factores determinantes del éxito de un silo?
 − En primer lugar, el logro de un buen cultivo, de un buen stand de plantas. Todo eso hace que el productor tenga un menor costo por tonelada de materia seca digestible. Luego viene la programación que hace del lote y el cierre del mismo, la coordinación con el contratista y la toma de decisiones adecuadas respecto al punto del cultivo al cual picar, la altura de corte y el tamaño de picado. Todas decisiones de manejo que no tienen costo pero sí un alto impacto. Serán otros factores determinantes el corte con un equipo adecuado, la inoculación que va a ayudar en la fermentación y el compactado, que es fundamental. Muchos trabajos internacionales demuestras que con 750 kilos por m3 se pierden alrededor de un 15 a 16 por ciento de materia seca. Si uno le da una presión de 1.000 kg apenas se pierde un 10 por ciento; son temas que no se tocan demasiado pero son importantes. Después le queda al productor la responsabilidad en el tapado, la extracción y el correcto suministro, para que la calidad que tiene el lote, si se conservó correctamente, llegue de la mejor manera al rumen.
 −¿Qué es importante buscar en la figura del contratista?
 − Es importante que el contratista tenga buenos equipos, para que una vez que entra en el campo lo confeccione rápido. Las condiciones climáticas son el factor que más peso tiene en cualquier conservación de forraje: si uno lo compara con un heno, donde el material está expuesto mucho tiempo al ambiente, notará que su calidad baja mucho; esa es una de las grandes ventajas del ensilado y de que el contratista tenga la maquinaria adecuada. ¡La velocidad en la confección del ensilado!
 
En momento de campaña tiene a su cargo catorce personas desempeñándose en las distintas etapas de preparación del ensilado. Su parque de maquinarias –que no excede los tres años– se compone, entre otras cosas, de una picadora grande de ocho surcos, un cabezal de repuesto arriba de un carretón en caso de que falle alguno de ellos, un cabezal nuevo de corte directo para todo lo que es cereales de invierno y dos tractores de 220 HP para la compactación: un articulado de aproximadamente 15 ton y un Magnum de 13 ton con pala frontal y rolo. Para lo que es logística del material picado, Fitte cuenta con seis bateas de 42 m3 y 9,5 metros de caja volcadora. "A su vez, nos movemos hace quince años con una empresa de carretones. Trabajamos casi en exclusiva con ellos y, de esa manera, no tengo ni una jornada perdida por acarreo y traslado. Medio día perdido por un carretón me puede significar un día de trabajo perdido y, en una campaña de 100 días, el uno por ciento es mucho", enfatiza.
Si hay algo que enorgullece a Alejandro Fitte es la relación de confianza que ha establecido con su cartera de clientes. "Trabajamos de una manera muy familiar pero de mucho respeto: si se dice una fecha en esa fecha estamos. Me da enorme orgullo no tener reclamos de tardanza en catorce años", asegura. Parte de ese logro lo ha llevado a ser prudente con los compromisos que asume: "No salimos con todas las hectáreas sobrevendidas, tenemos siempre un margen, porque el factor climático nos puede determinar tener 120 días de trabajo porque no llueve o tener 95. Entonces, uno tiene que prever en tres meses –entre roturas, paros y lluvias– casi un mes libre".
 
SEGUNDO PREMIO DE CEREALES DE INVIERNO
LA MOROCHA, UN PLANTEO GANADERO

Desde hace catorce años, Alejandro Fitte confecciona reservas forrajeras para el establecimiento "La Morocha" de Balcarce, provincia de Buenos Aires.
Con un área total de 12.548 hectáreas, dividida en cuatro secciones, la actividad principal hoy del campo es la agricultura, quedando algunos lotes de inferior calidad para el engorde vacuno (un 25 por ciento es superficie ganadera). "Este es un establecimiento donde la agricultura avanzó y ganó mucho territorio, relegando la ganadería a cerros o bajos", comenta el médico veterinario Facundo Sierra, responsable de ganadería de la firma.
Para lograr que la hacienda esté estabilizada en el año en lo que es producción, en La Morocha realizan silos de autoconsumo en esas áreas más limitantes. "La verdad es que el autoconsumo da una buena elasticidad al sistema. Esos silos sólo se destinan a la invernada. En caso de emergencia, que vemos que la cría no llega en estado corporal a servicio, utilizamos silo, pero lo habitual es suplementarla con rollo por una cuestión de costos", explica.
Amén de estos silos, en el establecimiento cuentan también con una estructura de almacenaje junto al casco, con tres bunkers cavados en la tosca. "Son tres cajones con capacidad de 250 toneladas, es un placer trabajar allí. Uno lo utilizan con grano seco, el otro con silo de maíz y el tercero con silo de cebada; fue allí donde se confeccionó el silo ganador en el último Concurso de Forrajes Conservados", enfatiza Fitte.
− ¿Por qué la decisión de cebada en La Morocha?
− F. Sierra. Porque la cebada se adapta bien a esta zona, incluso utilizamos cebada como verdeo. Para el tipo de suelo que tenemos es buena, muy competitiva.
− ¿Se le da un manejo especial al cultivo desde el momento en que se decide que ira a silo?
− A. Fitte. En estos cultivos no, porque están en una zona donde naturalmente andan muy bien, con producciones muy buenas, no les hace falta darles ningún extra. En esta zona del sudeste yo he tenido el año pasado rindes de 13.000 a 24.000 kilos de materia verde en lotes de cebada, trigo o triticale.
− ¿En qué momento se pica la cebada?
− G. Piñeiro. Los cereales de invierno tienen la particularidad de que se pueden cortar en dos estadios: en espiga embuchada o en grano lechoso-pastoso. Si el productor busca un silo proteico –de menor volumen pero más calidad– tiene que hacerlo en espiga embuchada pero tiene que cortar, dejar preorear; el proceso es más lento. En grano lechoso-pastoso va a tener más volumen, un poco más de energía, un poco menos de proteína, y lo van a hacer más rápido porque no necesita de preoreo. La cebada suele hacerse en este último estadío ya que la digestibilidad aportada por el almidón del grano diluye la indigestibilidad del resto de la planta. En el caso del raigrás o el pasto ovillo, en cambio, se vuelve muy indigestible y no compensa.
− A. Fitte. Los planteos de carne, como ellos, no están buscando la proteína en grano lechoso-pastoso sino que lo están picando de pastoso a duro, siempre y cuando la humedad lo permita.
−¿Cuáles son los beneficios del corte directo sobre el material?
−A. Fitte. El beneficio es que al no tener una cortadora, un rastrillo y un recolector con púas adelante, se evita dañar la hoja, perder grano y arrastrar tierra en cada una de esas instancias. Los primeros cinco silos finalistas del concurso en la categoría de cereales de invierno han sido confeccionados con esta nueva tecnología; yo creo que no es casualidad.
−G. Piñeiro. En lo que son cereales de invierno creo que es la tecnología recomendada. En el caso de alfalfa y raigrás probablemente el cabezal de corte directo no sea todavía el más apropiado; hay que buscar otra forma para acelerar el secado del pasto en pie.
−A. Fitte. Evidentemente no es recomendable por el fino equilibrio del manejo de la humedad al ensilar pasturas. Sé que hay tecnologías para el secado, pero en grandes volúmenes hoy son de difícil aplicación.
− El corte directo, ¿permite un mejor trabajo?
− A. Fitte. El corte directo es mucho más homogéneo, más rápido –permite una capacidad de trabajo de 40 a 50 hectáreas al día– y más prolijo. Una de las cosas que ha marcado a la zona en los últimos tiempos han sido las heladas. Hace dos años cayó una que hizo estragos. Al día siguiente la orden de todos los dueños fue salir a picar, hacer rollo rápido, para implantar una soja de segunda. El año pasado pasó algo similar. Hoy, gracias a la capacidad de trabajo que tienen estos cabezales nuevos el riesgo se minimiza.

 − ¿Dónde y cómo se confeccionó el silo?
 − A. Fitte. El 17 de noviembre del 2008 se picaron las 97 hectáreas de cebada con el cabezal de corte directo, a una distancia de siete kilómetros del lugar donde se confeccionó. En menos de dos días estuvo listo el bunker. A la picadora se le sumaron dos Mágnum 220 con rolo, todos tractores muy tecnificados. La idea de invertir en mejores fierros es justamente para acompañar esta nueva técnica.
 − ¿El silo fue inoculado?
 − A. Fitte. Todos los silos de cereales de invierno y el 73 por ciento de los de maíz que he confeccionado han sido inoculados. Yo no puedo medir lo que mide el laboratorio pero mi percepción, desde el campo, es que se conserva mejor en el tiempo. Si yo levanto la manta a los seis meses, el color negro habitual de los primeros ocho a diez centímetros aparece en una superficie menor en muy pocos casos y, en la mayoría de ellos, no existe. El administrador, con los números finales, será el que defina si vale la pena inocular o no, pero desde mi punto de vista, no dejo de inocular ningún silo, ¡porque siempre va a ser peor! Ahora, creo que si el productor incorpora esta tecnología debe tener muy bien aceitado el mecanismo: si en los días de lluvia da el silo en el piso, los comederos son sucios o deja el mixer cargado al mediodía para darlo después a la noche, por más que prepare bombones para sus vacas van a ser bombones podridos.
 − ¿Cuánto rindió?
 − F. Sierra. Este silo en particular fue un silo que, si bien salió de buena calidad, el rinde no fue óptimo, dio 17 toneladas. Quizás fue un silo caro pero lo que hacemos es salir de una cebada e ir a un maíz de segunda, también para silo. De esta manera, se logra hacer en el ejercicio un doble cultivo que mejora la rentabilidad del planteo. A la hectárea se le sacan muy buenas toneladas de materia seca.
 − ¿A qué le adjudican el segundo premio?
 − A. Fitte. Te podría decir que se puede deber al número de silos que se presentaron, pero no es el caso, ya que es el primer año que participa esta categoría y ya es la segunda en cantidad de muestras. Creo entonces que tiene que ver la conjunción de factores: un cultivo bien implantado por el productor, una fecha acordada para su picado que se cumplió y un buen trabajo del contratista, que acompañe con la tecnología y la capacidad de hacer las cosas que necesita en ese momento el productor. De nada sirve tener el mejor fierro si uno llega demasiado tarde o temprano. Yo creo que el animal es el que debiera dar el resultado final. Si las vacas hablaran me encantaría escucharlas, porque nos dirían muchas cosas, a veces buenas y a veces malas.
Fuente
Ing. P. A. María Luz Urruspuru, Infortambo
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