Argentina - Garrapatas y bicheras, ese viejo problema

De tanto convivir con ellas, muchos productores han perdido de vista que tanto la garrapata como las bicheras son dos importantes causas de pérdidas en la explotación ganadera. En el caso de las garrapatas, hay estudios muy sólidos que demostraron que provocan una pérdida de peso de 81 gramos/día para los vacunos en crecimiento, y de 30 gramos/día en los bovinos adultos. Además producen daños en los cueros, considerados irreversibles por la industria curtidora, que desvalorizan ese subproducto entre 35% y 40%. Los ataques pueden llegar incluso a la mortandad y provocar Babesiosis, conocida comúnmente en el campo como Tristeza. Por eso se recomienda a los hombres de campo que no bajen la guardia en ningún momento: Si un productor tiene por un hecho fortuito un foco en zona erradicada tiene que invertir todo lo posible porque a largo plazo la enfermedad tiene un costo altísimo. El nivel de los medicamentos es muy bueno, pero lo que pasa que la garrapata ha podido desarrollar resistencias a los piretroides, lo cual es un proceso normal, y quizás haya casos en los que haya que cambiar a otros garrapaticidas. La bichera es una enfermedad parasitaria tan vieja como la ganadería misma. Y la gente ya está acostumbrada a convivir con el parásito y no le da la importancia que tiene en materia de costos para control y mano de obra. Esto no quiere decir que los productores no estén haciendo nada para enfrentar a las bicheras, se está usando endectocidas, especialmente productos inyectables para prevenir este problema en terneros recién nacidos, que han demostrado ser los más efectivos. Eso fue lo que permitió que la situación con la enfermedad se mantenga “estable” en el centro y norte del país. Pero queda clara la percepción del INTA: es necesario incrementar los esfuerzos y elaborar una estrategia para combatir las bicheras de manera sistemática. En este caso, el uso masivo de los endectocidas para el tratamiento preventivo de los animales durante las primeras 24 horas después del nacimiento (prevención de la bichera del ombligo), y durante la castración y el descorne, han demostrado ser técnicas capaces de disminuir notablemente las pérdidas económicas provocadas por este parásito.