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Argentina - Arrendamientos: una ley que desprotege al ambiente

Publicado: 18 de septiembre de 2018
Fuente: Sebastián M. Tamashiro, Sobre La Tierra (SLT-FAUBA)
Casi la mitad de la producción agropecuaria nacional se realiza en campos que se alquilan a corto plazo. Esto puede dar lugar a manejos que provocan daños irreversibles a los recursos naturales. Señalan la necesidad de modificar esta norma.
En la Argentina se cultivan más de 35 millones de hectáreas. Casi la mitad de la producción agropecuaria se realiza en tierras que se arriendan, es decir que se alquilan. Muchas, sólo por una o dos campañas. Un estudio advirtió que la ley que regula estas operaciones es obsoleta y deja vía libre para realizar prácticas agronómicas que generan grandes beneficios económicos, pero que degradan los campos. Además, señaló que la ley de arrendamiento rural vigente no considera a la tierra como un recurso natural que puede perder capacidad productiva ni contempla los derechos ambientales de la comunidad.
En un contexto nacional en el que la superficie cultivada sigue creciendo, también aumenta la preocupación por los impactos negativos de la producción agropecuaria sobre el ambiente y las poblaciones rurales y urbanas. Dentro de este marco, surge la pregunta: ¿Quién decide qué se siembra y cómo se trabaja la tierra?
“Aproximadamente la mitad de las tierras se producen bajo arrendamiento. La ley que regula este contrato facilita el acceso a los que quieren explotarla —arrendatarios—, pero no exige un cuidado especial de la tierra como recurso natural que se degrada, ni reconoce el derecho de la comunidad de disponer de un ambiente saludable”, resaltó Rafael Mallo, quien estudió este tema para su tesis de maestría en Agronegocios en la Escuela para Graduados de la Facultad de Agronomía de la UBA (EPG-FAUBA).
“La ley habilita a que la búsqueda de la mayor renta en el menor tiempo posible se lleve adelante sin limitar prácticas no sustentables. La Ley 13.246 de Arrendamientos Rurales y Aparcerías, promulgada en 1948 y luego modificada por el Decreto Ley 2.188, de 1957, y por la Ley 22.298 en 1980, debería regular la materia ambiental en los estos contratos. Sin embargo, es una ley que no se conoce ni se respeta y que tiene alcances muy limitados”, señaló Mallo, quien es abogado recibido de la Universidad Nacional de La Plata.
 
En este sentido, agregó: “Cuando se pensó la ley, los grandes propietarios de tierras imponían condiciones abusivas a las personas que querían trabajarla. Hoy en día, es al revés. Las propiedades cada vez son más chicas —por ejemplo, por división de las herencias— y muchos dueños ni siquiera viven en allí. Ante el gran desconocimiento y grado de informalidad en los arrendamientos, los propietarios tienen menos decisión sobre el suelo”.
“Hay que contextualizar el contenido de la ley y entender que el gran eje de cambio viene por el lado de los recursos naturales y del medio ambiente. ¿Vamos a seguir tratando a la tierra como el Código Civil de 1869 o vamos a entender su gran importancia como recurso natural?”.


El contexto pide
“Estamos en un momento interesante para cambiar las leyes hacia otras que otorguen mayor entidad a los aspectos ambientales y que tengan su base en el uso de información estadística para tomar medidas en política apropiadas”, dijo.
Mallo, añadió que: “En principio, hay que reconocer el derecho de la comunidad sobre los recursos naturales. Esto no es nuevo, está en el artículo 41 de la Constitución Nacional del año 1994. Ese fue el primer paso de un cambio institucional; ahora es el Estado quien debe definir las reglas y las herramientas específicas para que sirvan en la práctica de forma efectiva”.
“La cantidad de arrendamientos y sus consecuencias ambientales dependen de muchos factores. Hace algunos años, estos contratos tuvieron un pico por los buenos precios internacionales de los granos y tenían ventajas sobre cualquier otro título que cotizaba en la bolsa. Al no existir regulación, se dejó vía libre a prácticas contaminantes con grandes réditos económicos a corto plazo que no fortalecieron las cadenas productivas”, explicó.

Incentivos
“La reformulación de la ley tiene que ser clara. Tendría que plantearse un modo distinto de ver el derecho privado en lo que es materia de recursos naturales y pensar el protagonismo de los incentivos. La libertad para usar la tierra no es exclusivamente de su dueño, aislado de los demás, pues la forma en que la utiliza puede afectar a muchas otras personas. El Estado puede, por ejemplo, fomentar que los productores opten por no dañar los recursos naturales a través de préstamos blandos o subvenciones a sus actividades. De esa forma se podrían alentar las prácticas más sustentables”, propuso.
“Hoy en día, el arrendamiento se maneja por usos y costumbres. La gente suele buscar a personas con prestigio o que tengan buenos antecedentes en el cumplimiento de su palabra ya que no existe ley que la proteja. Lamentablemente, en los últimos 10 años se presentaron 14 proyectos para tratar la actual ley de arrendamiento de tierras, pero no abordan esta temática de forma integral”, finalizó.
Fuente
Sebastián M. Tamashiro, Sobre La Tierra (SLT-FAUBA)
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Alejandro Gorgni
Portón Verde
12 de noviembre de 2018
Además, no hay que olvidar que el propietario del suelo suele demorarse en las negociaciones por una mejor retribución al mejor postor, lo cual genera problemas de enmalezamientos, sobre costos, contaminación, menor producción futura... Por otra parte, los balances de nutrientes han de considerarse en la ecuación, ya que en aras de una mejor retribución cortoplacista, se resigna el status fisicoquimico del recurso... solo una opinión:creo que (si no esta contemplada aun) debería reglamentarse y en firme.
Daniel Roberto Ali
Universidad Nacional de La Pampa - Argentina
9 de noviembre de 2018
Es complicado, el arrendador tiene distintas maneras de arrendar, al arrendatario le conviene una, difícil asociar a individuos con distintas situaciones. Si uno se encuentra sometido a un arrendamiento temporal, por una cosecha y condiciones acerca de "¿que sembrar?", ni pienso en una asociación, hasta ahora apenas en un socio con quien discutir situaciones.
Rubén Roskopf
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria - INTA
9 de noviembre de 2018
Existen asociaciones que nuclean a los distintos eslabones de la cadena productiva: Cámara de Contratistas, Asociaciones de Productores, Asociaciones de Cerealista y plantas de Acopio, Asociaciones que representan al sector Industrial, Asociaciones Ecológicas, pero existe una asociación que representa a los Arrendatarios y que defienda sus derechos? Creo que sería la única manera de que todos los sectores estén representados ante una nueva discusión sobre el uso sustentable del recurso Tierra.
jose crotto
15 de noviembre de 2018
hoy hay otras urgencias. tener una moneda, atacar la pobreza estructural, explicar al país como salimos y al mundo a donde apuntamos. con una mejor politica agropecuaria, las gramineas (trigo, maíz, sorgo) pasaron a ser un porcentaje más importante de las siembras. y a incorporar más materia orgánica a los suelos. Hay que seguir enseñando y asesorando pero no con leyes que son muy complejas. Esto no es Uruguay. Hay 15 veces más hectáreas agrícolas, los suelos y las pendientes son muy distintas y por la diversidad es todo mucho más complejo. Además , yo que he trabajado mucho en Uruguay la veo muy engorrosa y poco práctica. Si queremos defender los suelos. primero solucionemos bien el tema inundaciones, que se está haciendo mal, caro y lento, y segundo decretemos que se terminó la minería en los suelos agrícolas argentinos y que hay que devolver la gran mayoría de los nutrientes que se utilizan, cosa que no está pasando. Hagamos pronto una gran fábrica de urea y derivados en Vaca Muerta y recuperemos el proyecto Potasio en Malargue.
Roberto Piterbarg
14 de noviembre de 2018
¿Por qué no propiciamos. copiándolos de los orientales, una Ley de Uso del Suelo?
Victor Jorge Pardo
12 de noviembre de 2018
Ley de uso de suelo. Uruguay la tiene!!! Nosotros no.
Jorge Marcelo Hernandez
Seproanet - Red de Servicios Profesionales Agropecuarios
12 de noviembre de 2018
Hace más de 15 años que brindo un servicio desarrollado por mí al que llamo GIAR (Gestión Integral de Arrendamientos Rurales) En el que intervengo en la relación entre Arrendador y Arrendatario en búsqueda del beneficio mutuo, la preservación de los recursos en juego y la consolidación de la relación cuando la misma parte del compromiso y la honestidad. Los resultados son excelentes en todos los casos. En general se aplica a los contratos en que los arrendadores son herederos poco familiarizados con la cultura de la producción agrícola, actuando de ese modo como interlocutor que conoce el lenguaje de ambas partes y evitando que la totalidad de la presión recaiga siempre sobre el arrendatario, y evitando también que el arrendatario, obligado, transmita esa presión al ambiente en búsqueda de resarcimiento. Una vez concientizado tanto el Arrendador como el Arrendatario en estos objetivos, se logra establecer una relación a largo plazo, con ostensible mejora de los recursos, un aceitado diálogo sobre las variaciones contractuales y beneficios justos para ambas partes. Más de 15 años de pruebas en 8 establecimientos respaldan y garantizan el éxito del método. A disposición de quién se interese de manera desinteresada. Saludos
Jorge Talamoni Grether
19 de septiembre de 2018
Considero este articulo como un avance del estado sobre la propiedad y la iniciativa privada de los productores agropecuarios. Es falso que las practicas actuales sean contaminantes, ya que si hubiera algún producto contaminante debería ser función de Senasa resolver sobre su uso y no una ley de tierras que faculte a comunidades a opinar sobre temas para los cuales no tienen ni el conocimiento ni la potestad para hacerlo.
Mauricio Ruiz V.
19 de septiembre de 2018
Debemos de ser conscientes del uso irracional qué le damos a nuestros campos recuerden qué son recursos no renovables qué les vamos a dejar a nuestras generaciones futuras.
jose crotto
19 de septiembre de 2018
la tierra hay que cuidarla, pero no con iluminados que no tienen ni idea de lo que se hace , sino con buenas politicas agropecuarias que permitan el desarrollo del sector sin las miles de trabas que se le han puesto los últimos 65 años. El día que los argentinos entiendan que el sector agropecuario es la única máquina eficiente de producir los dólares que la economía necesita, como bien se puede ver este año, entonces serán los 44 millones de argentinos los que reclamaran por buenas políticas agropecuarias por que sera todo el país el que se beneficie, Iluminados abstenerse.
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