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Detección de Brucella canis por método de inmunocromatografía en perros vagos capturados en la ciudad de Temuco, Chile, 2011

Publicado: 5 de marzo de 2014
Por: Christian Tuemmers, Carlos Lüders, Claudio Rojas, Michel Serri, Carolina Castillo y Rodrigo Espinoza. Universidad Católica de Temuco, Chile.
Resumen

Introducción: Brucella canis es responsable de la brucelosis en perros, provocándoles trastornos reproductivos y es considerada una zoonosis, ya descrita en varios países. Los datos epidemiológicos en nuestro medio son exiguos. Objetivo: Determinar la prevalencia de B. canis en perros vagos capturados en la ciudad de Temuco y albergados en el Canil Temuco. Material y Métodos: Estudio de tipo cuantitativo y de corte transversal. Se utilizaron 400 muestras de perros de ambos sexos, diferentes edades y principalmente mestizos, procesadas mediante la prueba de inmunocromatografía. Resultados: Se detectaron anticuerpos anti-B. canis en 4 muestras lo cual representó 1% de la población estudiada, 2 hembras (0,5%) y 2 machos (0,5%). Conclusión: El hallazgo de perros serológicamente positivos a B. canis, es baja pero no deja de ser un indicador del riesgo en el que se encuentra la salud de la población humana si no se mantiene un adecuado control sanitario de las mascotas, como ocurre con los perros vagos.

Palabras clave: Brucella canis, perro, zoonosis.

Introducción
Actualmente se reconocen nueve especies en el género Brucella: B. melitensis, es la especie más importante por ser altamente nociva, posee tres biotipos y afecta principalmente a caprinos y ovinos; B. ovis, llamada así porque sólo infecta ovinos; B. abortus, que tiene siete biotipos y es capaz de propagarse en bovinos, búfalos y visón; B. suis, que tiene una amplia especificidad (liebres, reno, caribú y roedores) puesto que tiene 5 biovares -sin embargo, su principal hospedero es el porcino-; B. canis, es principalmente patógena en caninos; B. neotomae, que es especie específica de roedores1-3, B. microti, se le atribuye la enfermedad en el zorro rojo y ratón de campo4, B. ceti, que se puede transmitir a cetáceos (ballenas, marsopas y delfines) y, por último, B. pinnipedialis, para las cepas de pinnípedos como focas, elefantes marinos y morsas2,5.
De las nueve especies, cinco pueden ser patógenas para el ser humano. Basándose en su patogenicidad, el orden ascendente en que se ubican es: B. canis, B. abortus, B. suis y B. melitensis, siendo esta última la más agresiva6. También se han documentado casos donde B. maris ha demostrado ser una zoonosis2; sin embargo, por ser recientemente descubierta no se conocen datos más relevantes.
La brucelosis, causada específicamente por B. canis, es una zoonosis poco frecuente. Existe un amplio espectro de signos y síntomas detectados en pacientes que padecen brucelosis causada por B. canis, lo que dificulta el diagnóstico de esta patología7, 8. Cuando nos enfrentamos a un paciente febril con signos y síntomas de origen desconocido y antecedentes de contacto con perros, debe ser considerada la brucelosis como un pre diagnóstico. En este tipo de pacientes podemos encontrar signos tan variables e inespecíficos como fiebre de origen desconocido, debilidad, disminución de la condición corporal, linfoadenopatía generalizada, visceromegalia, atrofia muscular e incluso disnea, ortopnea y edema de miembros inferiores producto de una endocarditis infecciosa ocasionada por B. canis. Esta localización es la principal causa de mortalidad por esta patología, pues en 82% de los casos se ve afectada principalmente la válvula aórtica. Existe poca información en la literatura médica sobre el curso clínico de la brucelosis en pacientes afectados por otras enfermedades, aunque se ha comunicado en pacientes con infección por VIH9.
En perros la signología es variable e inespecífica; se pueden encontrar signos tales como letargo, pérdida de peso y condición corporal, intolerancia al ejercicio, apatía, disminución o pérdida de la libido, envejecimiento prematuro, pelaje hirsuto y lo más común de esta enfermedad: linfoadenitis generalizada10, 11; o, por el contrario, puede presentarse de forma asintomática durante todo el transcurso de la infección. En el caso de afectar de forma específica a algún órgano en particular, puede cursar de manera aguda comprometiendo principalmente al sistema reproductivo (aborto, atrofia testicular, epididimitis, prostatitis), el tejido retículo endotelial (hepatomegalia, esplenomegalia) y el sistema osteoarticular (discoespondilitis, artritis, artralgia)10-12.También se puede presentar de forma crónica debido a la capacidad de B. canis de evadir los mecanismos de defensa del hospedero y permanecer como microorganismo intracelular en los tejidos, por un largo tiempo14,15.
Debido a su potencial zoonótico, B. canis ha sido motivo de estudio para muchos países. Su prevalencia es variable según la región, con descripción de casos desde su primer aislamiento en el año 1966. Shin y Carmichael16 citan que esta patología de amplia distribución ha sido descrita ya en algunos continentes como Asia, Europa, África y América. Según Boeri y cols.17, la transmisión al hombre puede ser por contacto con el semen, orina, y/o fetos abortados de animales infectados, lo que alerta sobre el peligro de contaminar el medioambiente.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica la brucelosis dentro de la categoría de enfermedades infecciosas de origen bacteriano relacionadas con salud ocupacional y enfermedades de tipo profesional de notificación obligatoria18. Las personas que tienen un mayor riesgo de contraer la patología son el personal a cargo del cuidado de cachorros en perreras y criaderos10, personal de laboratorio que ha estado estrechamente en contacto con el patógeno13, 19, peluqueras caninas y médicos veterinarios20. Sin embargo, la población más susceptible son los propietarios de edad avanzada, mujeres embarazadas, pacientes inmunodeprimidos (con trasplantes, cáncer e infección por VIH) 13,21 y niños bajo 6 años de edad, quienes tienen mayor contacto con sus perros22.
Debido a la gran dificultad diagnóstica de la brucelosis, se cree que se subestiman los casos positivos, por lo que esta zoonosis sigue siendo un problema de Salud Pública, tanto en países desarrollados como en el mundo entero19, ya que según la OMS, cada año se registra medio millón de nuevos casos de brucelosis (por especies patógenas) en el mundo14. En la literatura médica se describen métodos que principalmente se enfocan al diagnóstico del género Brucella para posteriormente identificar la especie, a través de ELISA, RSAT o RPC principalmente, puesto que son las técnicas con mayor especificidad y sensibilidad9.
Al realizar un análisis mediante cultivo se pueden observar colonias con características rugosas y granulares13, 23y, según el pH del medio, varía el desarrollo de las cepas. Si es un pH 7,2 crecerán con mayor facilidad cepas de tipo mucoide la cual se denomina M+ pero, si el pH es de 6,5 el cultivo favorecerá el desarrollo de cepas no mucoides o M-24. Según lo descrito en el Center for Food Security and Public Health, esta última cepa es menos virulenta11, puesto que ocasiona una respuesta inmune débil 24,25. Otra característica de la cepa M-, es que se utiliza como antígeno en pruebas serológicas11. Esta cepa, que se creía inofensiva para el ser humano, en la actualidad se reconoce que también es capaz de producir enfermedad igual que la cepa M+25. Se han reportado casos que revelan que el personal de laboratorio es quien tiene mayor riesgo de exposición a la cepa M-, puesto que es utilizada como antígeno para las pruebas serológicas11. El período de incubación se ha estimado que va de 2 a 4 semanas, pero eventualmente puede ser de hasta 6 semanas12.
En la actualidad, investigaciones realizadas en perros domésticos que viven en zonas urbanas de nuestro país, entregaron datos de prevalencia de 11,25%26 y estudios no publicados aseguran que existe una prevalencia de 1530% de brucelosis canina, según el Ministerio de Salud12.
Los animales seropositivos alojados en lugares de albergue masivo deben ser aislados de los animales sanos manteniendo estrictas medidas de higiene13, con el fin de evitar que éstos se contagien y de esta manera también evitar que la enfermedad pueda seguir diseminándose en el ambiente 2,16. Posterior a esto, algunos autores recomiendan idealmente el sacrificio mediante la eutanasia como principal estrategia de control en perreras y criaderos10,16,27, lo cual no se aplica en mascotas con dueños, ya que en este caso la recomendación es no utilizar los animales para la reproducción y castrar inmediatamente a los machos y hembras para luego seguir con un tratamiento antimicrobiano13.
La prevención de la enfermedad es principalmente mediante el control de la infección en perros, puesto que hasta la fecha no existe una vacuna que sea capaz de producir una inmunidad satisfactoria contra la brucelosis en personas28. Por esto, es necesario prevenir aplicando medidas de higiene y desinfección de los lugares de albergue masivo de animales (caniles y criaderos), laboratorios y asegurando la higiene personal. Además, tanto propietarios como personas que están estrechamente ligadas a ella (por el tipo de trabajo que realizan), deben utilizar siempre la indumentaria necesaria para evitar el contagio. Asimismo deben tomar precauciones para evitar la contaminación de la piel, inhalación o ingestión accidental de estos microorganismos al manejar material contaminado, al estar presente en el parto de una perra o realizar una necropsia; esta patología se considera una enfermedad ocupacional11. Sin embargo, el principal método de prevención de esta patología a mediano plazo es establecer programas de tenencia responsable de mascotas, puesto que mediante la educación se pueden obtener buenos resultados.
Estudios realizados en Chile revelan que la calidad de vida que tienen las mascotas está directamente relacionada con el nivel educacional y económico de sus propietarios, ya que esto posibilita la mantención y tenencia responsable. Sin embargo, en forma independiente del estrato socio-económico en que se encuentren los propietarios, es necesario crear conciencia en toda la población, ya sean de altos o bajos recursos, con el fin de prevenir esta y otras zoonosis a mediano plazo, pues es el dueño quien tiene que proporcionar cuidados básicos a su mascota, ya que la protección y cuidado de éstos, redunda en una mejor salud pública y ambiental29.
Teniendo en cuenta la falta de datos epidemiológicos regionales y el carácter universal de esta zoonosis, el objetivo de este estudio fue determinar la prevalencia de B. canis en perros vagos de la ciudad de Temuco albergados en el Canil Temuco.
Materiales y Métodos
Este estudio, financiado por el proyecto FONIS SA10I20029, contó con el auspicio y asociatividad entre la SEREMI de Salud Araucanía Sur, Municipalidad de Temuco y Universidad Católica de Temuco.
El presente estudio, de carácter cuantitativo, corresponde a un diseño de corte transversal de la zoonosis en perros vagos capturados en la ciudad de Temuco, durante el 2011 y alojados en el Canil Temuco, que se encuentra bajo la administración de la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad Católica de Temuco.
Este proyecto se desarrolló en un período de 18 meses, se realizó por un método no probabilístico intencionado y se seleccionaron los animales que cumplían los criterios de haber sido ingresados como máximo durante las 48 h previas a la toma de muestra y ser considerados vagos. Estos perros, capturados por personal de la Municipalidad de Temuco, deambulaban libremente por las calles de la ciudad, plazas, campamentos y el Vertedero Municipal, sin tipo alguno de restricción. Además se encontraban en estrecho contacto con otros canes vagos y posiblemente también con animales domésticos de hábitos callejeros.
Para el cálculo del tamaño de la muestra se empleó la fórmula sugerida por Thrusfield30:
Detección de Brucella canis por método de inmunocromatografía en perros vagos capturados en la ciudad de Temuco, Chile, 2011 - Image 1
La prevalencia estimada fue fijada en 50%, ya que se desconoce la prevalencia de la zoonosis, estableciendo un IC de 95%, con lo que se obtuvo un tamaño de muestra de 384 perros. Sin embargo, el número de perros vagos establecido fue de 400 a los efectos de salvaguardar las posibles exclusiones según los criterios fijados.
El procedimiento de toma de muestras e identificación de agentes infecciosos se realizó bajo medidas de seguridad física, bioseguridad, medidas higiénicas y bajo las normas de bienestar animal. Las muestras fueron obtenidas mediante punción de la vena cefálica antebraquial, quedando como segunda opción la vena safena. Una vez extraídas las muestras mediante un tubo Vacutainer® estéril sin anticoagulante, se rotularon con el número de identificación del canino y se trasladaron refrigeradas al laboratorio, para luego de su coagulación ser centrifugadas por 5 min a 3.500 rpm. Los sueros obtenidos se congelaron a -20°C hasta el momento de su análisis.
Para la identificación de animales positivos a B. canis se utilizó la técnica de inmunocromatografía (IC), utilizando el kit comercial de Brucella IC® del Laboratorio Biopronix-Italia. Sobre la membrana de nitrocelulosa, a nivel de la ventana T, se encuentra adherido el antígeno (Ag) específico de B. canis, mientras que a nivel de la ventana C se ubica una proteína específica para la verificación del ensayo. La muestra añadida a la ventana S migra hacia la ventana T, donde las inmunoglobulinas específicas de B. canis se unirán al Ag adherido a la membrana de nitrocelulosa. La ausencia de la línea en la ventana T indicará un resultado negativo. El reactivo en la ventana C se unirá al anticuerpo conjugado con oro coloidal, tanto en las muestras positivas como en las negativas. La línea en la ventana C garantiza que el ensayo ha sido realizado correctamente31.
Este inmunoensayo cromatográfico tiene una sensibilidad y especificidad de 95,8 y 99,7% respectivamente, lo cual es comparable con los métodos serológicos y bacteriológicos convencionales, considerándose una herramienta útil, rápida y precisa para la detección cualitativa de anticuerpos de B. canis32. Es capaz de detectar anticuerpos en sangre a partir de la tercera semana post infección y, en algunos casos, a partir de la segunda semana33.
Estadística. El análisis estadístico de los resultados de las muestras a B. canis se realizó mediante el programa estadístico SPSS, aplicando estadística descriptiva y χ2 para establecer si los animales positivos presentaban independencia de la edad y el sexo, a un nivel de significación de 5%.
Resultados
Se obtuvo muestra en un total de 400 caninos, de los cuales 228 (57%) de las muestras analizadas correspondieron a hembras y 172 eran machos.
El rango de edad de los animales estudiados fue de 2 meses a 12 años, con una mediana de 3 años. Los caninos mayores de un año de edad representaban el 87,7% (351/400).
De las 400 muestras analizadas con el método de inmunocromatografía, en cuatro se encontraron anticuerpos contra B. canis, lo cual representó una seroprevalencia de 1% (4/400) de esta bacteria en perros vagos de la ciudad de Temuco (Figura 1, Tabla 1). De ellos, una mitad (0,5%) eran machos. (Figura 2).
Con respecto a los grupos etarios, las cuatro muestras que resultaron positivas (1%) correspondieron a animales mayores de 1 año (Figura 3). 
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Figura 1. Representación gráfica de la distribución porcentual de animales positivos y negativos a B. canis
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Figura 2. Representación gráfica de recuento de presentación de B. canis según sexo
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Figura 3. Representación gráfica de frecuencia de presentación de B. canis según edad.
Discusión
La seropositividad de B. canis revelada en este estudio (1%) es similar a lo descrito por Reis y cols.34, en 500 perros vagos de la ciudad de São João da Boa Vista del Estado de São Paulo, entre los años 2002 y 2003, quienes determinaron una prevalencia de 0,8%. Asimismo, en Villavicencio, Colombia, la seroprevalencia en perros fue de 1,49% (3 de 201) durante el año 2009; dos eran domésticos (2/101) y uno vago (1 /100)35. Por otra parte, en una investigación en perros con dueños de la micro-región de Botucatu, São Paulo, se demostró que sólo 1,77% de 1.072 perros fueron positivos a B. canis36; esta seropreva-lencia es menor comparada con otros estudios realizados en perros vagabundos o de refugio. Por ejemplo, en el año 2008, en Medellín, Colombia se estudió a 221 perros de los cuales 6,78% fueron positivos23. Asimismo, en Buenos Aires, Argentina, encontraron 7,3% de positividad, en un total de 219 perros17; en Turquía hubo un mayor número de reactores (28%) en un estudio sobre 362 perros37. Asimismo en Colombia se obtuvo una seropositividad de 11%38 y en Alfenas, Brasil, en el año 2004 se describió una positividad de 14,2% entre 635 perros analizados39.
Tabla 1. Animales seropositivos para Brucella canis
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Se aprecia una falta de uniformidad en los criterios de inclusión de las poblaciones estudiadas en las diferentes investigaciones mencionadas; en muchos casos no se discriminó entre mascotas, perros callejeros y perros vagos, incluyendo algunos estudios a animales con signos sugerentes de brucelosis canina, donde los resultados arrojaron cifras mayores. Un claro ejemplo de esto es un estudio efectuado en Turquía donde B. canis fue aislada de cuatro linfonodos inguinales de un total de 48 muestras (8,30%)40 y en Buenos Aires se aisló en 14,7% de los casos (33/224)41. Ahora bien, en un estudio llevado a cabo en 171 perros de criaderos en São Paulo, donde al menos 22,8% tenía signos compatibles con la patología, 33,91% de ellos fueron seropositivos 42.
Fuentes bibliográficas indican que la mayor prevalencia se describe claramente en los criaderos, quedando en evidencia la importancia de la contaminación ambiental en la persistencia de la enfermedad. Los autores que testearon exclusivamente animales de criaderos o con antecedentes de alteraciones reproductivas (como abortos, muerte neonatal, orquitis, entre otros) y que mantenían contacto entre animales enfermos y sanos, obtuvieron las más altas prevalencias. Un claro ejemplo de esto es un estudio realizado en un criadero canino en Irán, con historia de afecciones reproductivas, donde se analizaron 21 muestras, de las cuales 57,2% fueron positivas43. En las mismas circunstancias, en el Distrito Federal de México, en el año 2004 se analizaron 56 muestras de perros machos, de las cuales 24 fueron positivas (42,8%)44. Por su parte, Megid y cols.45 obtuvieron 57,1% de positividad en 151 perros Poodle de criadero. Vargas y cols.46, también encontraron altos valores (72,7%), 8 positivos en un total de 11 caninos estudiados.
Los caninos machos acostumbran a marcar y olfatear áreas orinadas por otros perros y, como bien se sabe, la orina es el principal medio de diseminación de las brucelas; esta bacteria13 es, además, capaz de mantenerse viable en el medio ambiente debido a sus propiedades que le permiten sobrevivir en climas húmedos47, tal como es en nuestra región en épocas de otoño e invierno, todo lo cual justifica los cuatro casos positivos encontrados en agosto-septiembre.
Otro factor de variabilidad en los resultados es la capacidad de diagnosticar la enfermedad. El método utilizado en este estudio fue un ensayo inmunocromatográfico, que detecta, como ya se ha señalado, anticuerpos en sangre a partir de la tercera semana post infección y, en algunos casos, incluso a partir de la segunda semana. Posee además un alto índice de sensibilidad (96%) y especificidad (100%)33,43; sin embargo, según lo descrito por varios autores, el diagnóstico definitivo de B. canis requiere la aplicación simultánea de diversas técnicas de laboratorio, debido a la falta de un método diagnóstico único y fiable48,49, lo cual es primordial, ya que un mal diagnóstico es sinónimo de un importante número de casos que pueden seguir siendo "falsos negativos". Otra posible causa de bajos resultados positivos es una supuesta resistencia por parte de los perros callejeros a B. canis, pero esto no se ha comprobado aún según Ruiz y cols.23. Otra herramienta muy útil para el diagnóstico es la RPC, técnica molecular muy rápida que detecta ALDN y se puede utilizar en sangre total, leche, secreción vaginal, semen y linfonodos, lo que aumenta su posibilidad de uso25,50. Se puede aplicar en todas las fases de la infección, haciéndola muy útil en animales crónicos serológicamente negativos25,51; además no es una herramienta peligrosa para el personal de laboratorio lo que aumenta sus ventajas de uso50.
La gran mayoría de los perros analizados en este estudio eran mestizos, los que tienen un mayor riesgo de infección que los animales de raza52, pues la gran mayoría eran vagos13. Por otra parte, todos los animales positivos de este estudio eran mayores de un año, concordando con otros investigadores, lo que se justifica debido que a esta edad se encuentran maduros sexualmente39. Esto permite una mayor probabilidad de contacto genital con animales infectados, pues esta es la principal vía de diseminación entre los animales34,35. No existe, sin embargo, realmente una asociación significativa entre las variables sexo y edad, lo que permite establecer que estos no son factores predisponentes de B. canis23.
Aunque esta investigación no pretendió investigar la ocurrencia de casos clínicos humanos asociados a la infección canina, son muchos los estudios que demuestran el contagio de B. canis en personas convivientes con caninos infectados53,22, probablemente por el estrecho contacto que mantiene el hombre con sus mascotas, lo cual resulta riesgoso para su salud54. Los datos del presente trabajo alertan sobre el peligro potencial existente tanto para los animales, como para las personas y el medio ambiente55, he ahí su importancia. Por consiguiente, aunque exista una baja prevalencia de esta bacteria, el riesgo está presente, ya que al ser perros vagos, es alta la probabilidad de diseminación del agente patógeno34. Además, la presencia de B. canis en un pequeño porcentaje en caninos es suficiente para considerarlo un problema de importancia epidemiológica27. Los resultados de este estudio son una advertencia para los profesionales del área de la Salud Animal y para los de Salud Pública, quienes deben considerar la presencia de B. canis en nuestro país y con esto adoptar medidas de control, prevención y mitigación, ya que la enfermedad en mascotas es fácilmente controlable, pero en la población de perros vagos es más complejo. Como consecuencia del potencial zoonótico emergente de esta enfermedad, debiese ser evaluada la necesidad de coordinar sistemas de vigilancia de brucelosis canina en nuestro país22.
Los cambios en el entorno urbano debido a la expansión de comunidades marginales ha dado lugar a un aumento de las poblaciones de perros callejeros y vagos en el entorno peridomicilio. La clave para reducir la transmisión de enfermedades infecciosas en la Salud Pública, es que todos tengan un acceso equitativo a los servicios de saneamiento9.
En Chile, desde la descripción de la enfermedad en el año 1978, son pocos los estudios realizados para determinar su prevalencia. Estos podrían ser de gran aporte, pues permitirían conocer la situación real de esta zoonosis. En la comuna de San Bernardo, Región Metropolitana, se realizó un estudio en 80 animales domésticos con los métodos de IFI e IC; de éstos, 9 resultaron positivos con IFI, encontrándose una prevalencia de 11,25%26. El año recién pasado, en una circular de vigilancia epidemiológica del Ministerio de Salud se mencionó que en estudios no publicados de perros que viven en zonas urbanas del país, existe una prevalencia de 15-30% de B. canis12. Por el contrario, los datos encontrados sobre zoonosis por B. canis son escasos. El más actualizado es un estudio hecho en Santiago donde se analizaron por serología 100 personas (médicos veterinarios y peluqueras caninas) donde 6 casos asintomáticos fueron positivos20, lo que demuestra la poca vigilancia epidemiológica de esta zoonosis sobre todo en los seres humanos, ya que las notificaciones reportadas son bajas.
En conclusión, la brucelosis canina debe ser considerada como un problema de Salud Pública y Ambiental. Si bien la tasa detectada en nuestro estudio es baja, requiere de más investigaciones para comprender mejor su epidemiología, estrategias de control y prevención evitando así un incremento en su prevalencia y disminuyendo de esta manera el riesgo en la población humana.
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***El trabajo fue originalmente publicado por Rev. chil. infectol. vol.30 no.4 Santiago ago. 2013.
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Autores:
Christian Tuemmers
Universidad Catolica de Temuco, Chile
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