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Contenido de yodo en leche humana y en leche de vaca: ¿una rica fuente mineral?

Publicado: 19 de enero de 2009
Por: Dr. Luis A. Caballero, Médico Nutriologo. Instituto Nacional de Nutrición. División de Salud Pública. Programa Nacional de Micronutrientes. Venezuela
El yodo dietario es esencial para la síntesis de hormona tiroidea, normal crecimien to y desarrollo mental, reproducción y supervivencia. Deficiencia de yodo es ampliamente reconocida, por ser la más importante causa de retardo mental prevenible en niños. En la preñez y/o lactación, los requerimientos de yodo son altos, aumentando el riesgo de inadecuada ingesta. Leche de vaca y sus productos son muy buenas fuentes de yodo. Provisión de suplementos con múltiples micronutrientes incluyendo yodo, es aconsejable para la mayoría de las embarazadas y mujeres lactantes en países en desarrollo como industrializados. Los minerales requeridos por todas las vacas lecheras, se hallan en cantidades inadecuadas en la mayoría de los alimentos, para una alta producción de leche. Contenido de yodo en raciones es un factor asociado con la concentración sanguínea de T3 y T4  en el ganado. La mayoría de los estudios reportan diferencias regionales y estacionales en el contenido de yodo en leche de vaca (CYLV). En Latinoamérica poco se conoce del contenido de yodo en leche humana (CYLH) y en leche de vaca (CYLV).
 
BREVES ANTECEDENTES:
Profundos cambios en la dieta y estilos de vida se han producido desde la aparición de la agricultura y la cría de animales. La Revolución Industrial permitió el desarrollo en el procesamiento de alimentos, con sus múltiples combinaciones tanto cuantitativas como cualitativas. El hombre al igual que los demás mamíferos, había consumido la leche de su propia especie por un corto periodo posterior al nacimiento. El aprovechamiento de la leche de otros mamíferos, se hizo posible luego de la domesticación de ovejas hace unos 11000 años y de cabras y vacas hace unos 10000 años, lo que coloca la llegada de los productos lácteos en una época relativamente reciente en la escala de la evolución. Actualmente en los Estados Unidos la carne vacuna, el pan con levadura, carne de aves, queso y leche contribuyen en gran cuantía en el aporte de energía, grasa y proteínas. (Cordain 2005)
 
IMPORTANCIA DE LA LACTANCIA EN LA NUTRICIÓN HUMANA:
La Academia Americana de Pediatría ha recomendado el amamantamiento exclusivo durante los primeros  6 meses de vida y su continuación por 6 meses más, como una práctica de nutrición óptima. Existen múltiples razones para esta recomendación. Primero, la leche materna es el óptimo nutriente para infantes a término y pretérmino con respecto a la composición de proteína, grasa y carbohidratos.

Segundo, las propiedades antiinfecciosas de la leche humana reducen la incidencia de cuadros agudos, así como diarrea infecciosa, enterocolitis necrotizante, otitis media, infecciones respiratorias bajas e infecciones urinarias en infantes. Tercero, se ha sugerido que la incidencia de enfermedades mediadas por un componente inmune, como diabetes mellitus, enfermedad de Crohn, eczema, asma y gastroenteritis alérgica, es baja entre los bebés que reciben lactancia materna. Cuarto, ventajas sicológicas y cognitivas se han observado en niños amamantados, al compararlos con niños alimentados con fórmulas infantiles. (Hall 2000)
 
MICRONUTRIENTES Y LACTANCIA:
El volumen y composición de la leche humana cambia progresivamente durante la lactancia y es influenciada por factores nutricionales maternos. La evidencia indica que la demanda del niño es el mayor determinante de la cantidad de leche  transferida al lactante. Los lípidos son los más variables constituyentes en la leche humana. Los minerales traza no son muy afectados por la dieta materna, con las notables excepciones del yodo y el selenio. (Picciano 1998)
El status de micronutrientes en el periodo periconcepcional y a través de la preñez y lactancia, debe ser visto como una secuencia continua. Sin embargo estos tres estados son muchas veces tratados y discutidos separadamente. Mientras se focaliza la mayor atención en el hierro y ácido fólico, múltiples deficiencias de micronutrientes ocurren simultáneamente cuando existen dietas pobres. Ello obliga a prestar mayor interés en otras vitaminas del complejo B, vitamina D y yodo. Durante la lactancia, el aporte de vitaminas B, vitamina A, selenio y yodo afecta la cantidad de estos nutrientes secretados en la leche materna. Aunque la mejor manera de obtener los micronutrientes, acorde con los requerimientos, es a través de una adecuada dieta, en algunos casos la suplementación viene a ser muy importante. Desafortunadamente, se carece de la información para la óptima formulación de suplementos de micronutrientes para las embarazadas. Además la necesidad  de continuar esta suplementación durante la lactancia no es reconocida en muchas situaciones, donde la madre y el bebé pudieran beneficiarse.
Si se asume en niños menores de 6 meses alimentados con lactancia exclusiva, 110 ug de yodo como una ingesta diaria adecuada, y asignando 9-32 ug/L como el posible contenido de yodo en leche de madres con deficiencia y calculando una ingesta de 7-25 ug de yodo por el bebé, basándose en una producción diaria de 780 ml de leche materna, se estima un 6-23% de adecuación en la ingesta diaria en países en desarrollo. (Allen 2005)
 
REQUERIMIENTOS DE YODO:
En condiciones de suficiencia, se considera un rango de contenido de yodo en leche materna de 150-180 ug/L. Si la producción diaria de leche oscila de 0,5 a 1,1 litros, debe existir un paso de yodo a la leche materna de 75-200 ug/día; consecuentemente los requerimientos de yodo durante la lactancia se estiman en 225-350 ug/día. El Instituto de Medicina de los Estados Unidos recomienda 290 ug/día.
Requerimientos de yodo en recién nacidos: Está bien establecido que el contenido de yodo en la leche, está influenciada por la dieta de la madre embarazada o lactante. Estudios de balance de yodo fueron realizados en Bélgica, con niños sanos pretérmino y a término de aproximadamente un mes de vida, y condujeron a indicar una ingesta de 15 ug/Kg/día en niños a término y de 30 ug/Kg/día en pretérminos. Esto corresponde aproximadamente a 90 ug/día, un valor que casi duplica a las recomendaciones de 40-50 ug/día que se tenían en 1989, en los Estados Unidos. Sin embargo resultan un poco más bajas que las actuales recomendaciones de 110 ug/día establecidas por el Instituto de Medicina de los Estados Unidos (IOM). (Delange 2004)
Como un exceso de yodo puede inhibir la síntesis de tiroxina, el límite superior de yodo en fórmulas infantiles propuesto por la FDA en 1985, fue de 75 ug/100 Kcal (50 ug/dl). (Fisher 1989)
Delange reevalúa los requerimientos de yodo durante la preñez, lactación y periodo neonatal, en 250-300 ug/día, 225-350 ug/día y 90 ug/día respectivamente. Considera además como óptima, una mediana de yodo urinario de 150-230 ug/L.  (Delange 2007)
Las recomendaciones de yodo del Instituto de Medicina de los Estados Unidos, para niños de 0-6 meses son de 110 ug/día y de 130 ug/día para niños de 7-12 meses de edad. (Food and Nutrition Board 2001)
Aunque los datos sugieren que la mayoría de las mujeres en Europa son deficientes en yodo durante el embarazo, menos de la mitad recibe suplementación con yodo.  Leve a moderada deficiencia durante la preñez, afecta adversamente la función tiroidea de la madre, el recién nacido y el desarrollo mental del niño. Estos efectos adversos pueden ser prevenidos  o minimizados  por la suplementación. El contenido de yodo en suplementos prenatales varía ampliamente en Europa y muy comúnmente se usan productos que no contienen yodo. Por ello Zimmermann recomienda a las embarazadas y mujeres que planifican embarazarse, que deben recibir un suplemento que contenga aproximadamente 150 ug de yodo. Productos a base de kelp y algas marinas, deben ser evitados debido a la inaceptable variabilidad en su contenido de yodo. (Zimmermann 2004)
 
DETERMINACIONES DE YODO EN LECHE HUMANA:
La principal fuente de yodo en niños lactantes, es el presente en la leche humana. A pesar de la importancia del yodo para la salud infantil, son pocos los estudios dirigidos a conocer la concentración de yodo en leche humana. (Semba 2001)
En la Tabla 1 se resumen algunos resultados de las determinaciones de yodo en leche materna.
En una revisión (Dorea 2002) se reporta una mediana de CYLH de 62 ug/L en diversos estudios realizados en el mundo, con rangos de 5,4-2170 ug/L.
El status del yodo fue evaluado en 147 recién nacidos, en 5 diferentes regiones de Dinamarca, en relación al CYLH y la suplementación con yodo a las madres. Aproximadamente dos tercios de las mujeres no recibieron suplementación con yodo, y tuvieron bajo CYLH: mediana de 33,6 ug/L; los neonatos de estas madres no suplementadas presentaron baja yoduria con mediana  de 31,7 ug/L. Valores más altos se obtuvieron en madres que recibieron tabletas con yodo, mediana de 57 ug/L en leche y de 61 ug/L en orina. En general estos valores son bajos comparados con los niveles internacionales recomendados. Sugieren los  autores, que las madres sin patologías tiroideas autoinmunes, deben recibir suplementación en la forma de tabletas de vitaminas y minerales, que contengan 150 microgramos de yodo por tableta. (Nohr 1994)
La situación nutricional del yodo en Norteamérica ha sido analizada recientemente. (Leung 2007)
Al comparar los resultados de las encuestas realizadas en los Estados Unidos entre los años 1971-1974 NAHNES I y 1988-1994 NAHNES II, se halló con base en la mediana de excreción urinaria una adecuada ingesta de yodo en toda la población. Sin embargo la mediana disminuyó en un 50% entre ambos periodos. Igualmente el porcentaje de la población con excreciones menores de 50 ug/L se incrementó en todos los grupos etareos. Se determinó que 7% de las embarazadas y 15% de mujeres lactantes presentaron baja excreción urinaria de yodo. (Hollowell 1998)
Tajtakova midió en Eslovaquia, el contenido de yodo en 44 muestras de leche materna obtenidas entre el cuarto y séptimo día después del parto. La mediana obtenida fue de 55 ug/L, sin diferencia entre primíparas y multíparas. También midieron la yoduria en 75 madres, encontrando una mediana de 61 ug/L, sin diferencias significativas entre primíparas y multíparas, aunque fue más alta en primíparas con una mediana de 103 ug/L comparada con la mediana de multíparas: 84 ug/L. Estos resultados, según los autores, indican la necesidad de suplementar con pequeñas dosis de yoduro. (Tajtakova 1999)
Ares evaluó en España el contenido de yodo en leche materna CYLH de niños pretérmino así como en fórmulas infantiles. La concentración en leche materna: 10 ug/L resultó mayor a la obtenida en fórmulas. Sin embargo la ingesta diaria se consideró menor a la recomendada. (Ares 1994) 
Skeaff estudió la yoduria en 230 niños de 6-24 meses de edad y el contenido de yodo en leche de sus madres, en tres ciudades de South Island en Nueva Zelanda. La mediana de yoduria fue de 67 ug/L y 37% de los niños  presentaron valores de excreción urinaria menores de 50 ug/L. El promedio del CYLH en 39 muestras, fue de 22 ug/L. Sin embargo los niños que se alimentaron corrientemente con fórmulas -que están enriquecidas con yodo- presentaron mediana de yoduria más alta: 99 ug/l en comparación con los niños alimentados corrientemente con leche materna: 44 ug/L, dados los más bajos niveles de yodo presentes en leche materna. (Skeaff 2005) 
Algunos hábitos  de la mujer lactante pueden afectar la transferencia del mineral a la leche materna e incrementar el riesgo de daño cerebral en el bebé inducido por la deficiencia de yodo. Laurberg  demostró que el fumar durante la lactancia, se asocia a una reducción en el CYLH: 26 ug/L, en contraposición al contenido encontrado en mujeres lactantes no fumadoras: 53,8 ug/L. Asimismo la yoduria: 33,3 ug/L de bebés hijos de madres fumadoras resultó menor a la de bebés de madres no fumadoras: 50,4 ug/L. Las madres fumadoras tuvieron niveles de tiocianato significativamente altos, lo cual interfiere el transporte de yodo en la glándula mamaria. Por ello las mujeres en periodo de lactancia no deberían fumar, y en caso de hacerlo un suplemento extra de yodo debe ser considerado. (Laurberg  2004
Dorea ha señalado el efecto protector de la lactancia materna a los infantes, cuyas madres se han expuesto a bociógenos de la yuca (Manihot spp.) o tiocianatos por consumo de tabaco. (Dorea 2004) 
Turner en 1933, midió la concentración de yodo en 295 muestras de leche aportadas por 19 madres, y encontró un promedio mensual que varió de 60 a 230 ug/Kg y un promedio total de 124 ug/Kg.
Bruhn en 1983 estudió el contenido de yodo en leche de 16 madres del área de California, Estados Unidos, en su segundo a cuarto mes de lactación; obtuvo un rango de 21 a 281 ug/Kg y un promedio de 142 ug/Kg.
Gushurst empleando una metodología de análisis con electrodo selectivo,  determinó en Estados Unidos, el contenido de yodo en leche materna de 37 mujeres, encontrándose un promedio de 178 ug/L y un rango de 29 a 490 ug/L, considerado un aporte potencial cuatro veces mayor al recomendado en infantes. Los niveles de CYLH no se correlacionaron con la edad del niño o estado de lactación. Se halló  una significativa correlación entre los niveles de CYLH y el yodo de la dieta, estimado por un cuestionario de frecuencia de consumo de alimentos; la ingesta de sal yodada se relacionó significativamente con el contenido del micronutriente en la leche de la madre. (Gushurst 1984) 
Kirk estudió en Estados Unidos, la variación en la  excreción de perclorato, tiocianato y yodo en la leche de 10 madres lactantes, mediante cromatografía iónica acoplada a espectrometría de masa. Perclorato -un contaminante del agua, alimentos y leche humana-  y tiocianato son conocidos por interferir en la síntesis hormonal tiroidea. En 108 muestras recolectadas a diferentes horas del día y analizadas en su contenido de yodo, se halló un rango de 3,1 a 334 ug/L; un promedio ± SD de 87,9 ± 80,9 ug/L y una mediana de 55,2 ug/L. A semejanza en la excreción de yodo en leche, la excreción de perclorato y tiocianato en leche, no se distribuyó de forma simétrica y el promedio siempre resultó mayor que la mediana. Concluye que una significante fracción de la población presentó inadecuado aporte de yodo y la presencia común de tiocianato y perclorato en leche humana. La presencia de estos químicos amerita investigaciones específicas, que den a conocer el rol de los mismos, en la posible reducción del yodo en la leche humana. (Kirk 2007) 
La mediana del CYLH, de 57 muestras tomadas en mujeres de Boston, fue de 155 ug/L, con un rango de 2,7-1968 ug/L. También se midió el contenido de perclorato en leche humana y orina, y el contenido de yodo en orina. CYLH se correlacionó significativamente con el yodo urinario expresado en gramos de creatinina, pero no con perclorato en orina o leche materna. Asumiendo un promedio de ingesta diaria de 780 ml en niños lactantes, un 47% de las muestras de leche materna no contenían suficiente yodo para garantizar a los bebes una adecuada ingesta de 110-130 ug/día, como lo recomienda el Instituto de Medicina. (Pearce 2007) 
Moon demostró en madres lactantes de Korea, niveles de yodo dietario y  CYLH muy superiores a los encontrados en otros países. La costumbre de proveer a las recién madres y en periodo de lactancia con sopas de algas marinas, una fuente muy rica en yodo, incrementa dramáticamente este elemento. En 50 madres lactantes se midió el aporte de la dieta a través del recordatorio de 24 horas y el contenido de yodo en leche CYLH a través del análisis de activación de neutrones, a los 2-5 días y a las 4 semanas postpartum. El promedio del aporte diario decreció desde 2744 ug a los 2-5 días, a 1295 ug a las cuatro semanas después del parto. La mayor fuente la constituyó la sopa de algas marinas con 87% y la leche de vaca con 7%. El promedio del contenido de yodo en el calostro fue de 2170 ug/L y en leche madura de 892 ug/L. De allí que la frecuencia en el consumo de sopas de algas represente el factor que modifique la cantidad de yodo ingerida y presente en leche materna  de las madres lactantes coreanas. (Moon 1999) 
Un estudio realizado en China, comparó la yoduria obtenida en embarazadas y mujeres lactantes, con la obtenida en escolares de las mismas comunidades. Se encontró valores más bajos en la mediana de yoduria de embarazadas: 50 ug/L y en mujeres lactantes: 40 ug/L, al compararlos con la yoduria en escolares. El CYLH tuvo una mediana de 157,5 ug/L en el área rural y de 135,9 ug/L en el área urbana. Concluye el estudio que aunque un efectivo programa de yodación de la sal en China, ha traído suficiencia de este micronutriente en la mayor parte de este país, las embarazadas en algunas áreas permanecen en riesgo de deficiencia y necesitan suplementos. Los investigadores hacen un enfático llamado a otros países y a las agencias internacionales, a prestar mayor atención a la preñez, donde la carencia de yodo tiene sus peores consecuencias. (Yan YQ 2005)
La deficiencia de yodo en el periodo del  post parto tiene el potencial de afectar el desarrollo neurosicointelectual del neonato. Durante el año 2000, se evaluaron 50 madres y sus niños de Sydney, Australia, determinándose excreción urinaria materna,  CYLH, hormona estimulante de tiroides (TSH) en neonatos y sus interrelaciones. Con base en la yoduria, 58% de las madres presentaron deficiencia moderada o severa. La mediana del CYLH fue de 84 ug/L, con un rango entre 25-234 ug/L. El CYLH se correlacionó significativamente con el yodo en orina expresado en microgramos por gramo de creatinina pero no con el yodo urinario expresado en microgramos por litro. Niveles mayores de 5 mU/L de TSH se hallaron en 6% de los neonatos. Los niveles de TSH neonatales se correlacionaron positivamente  con altos niveles de yodo en leche materna. Consideran el yodo urinario en madres, expresado en microgramos por gramo de creatinina, como un buen predictor del contenido de yodo en leche materna. Concluyen en la necesidad de mayores estudios para conocer el impacto del CYLH en los niveles de TSH neonatales y desarrollo neurosicointelectual. (Chan 2003) 
Bazrafshan evaluó a 100 madres lactantes de Gorgan, Iran. Se consideró valores menores de 100 ug/L en la orina y menores 50 ug/L en leche materna consistentes con deficiencia de yodo. La presencia de bocio se clasificó acorde a la indicada por la OMS. La mediana de excreción urinaria fue 259 ug/L, con 16% de muestras con valores menores a 100 ug/L. Bocios Grado 1 y 2 se hallaron en 8% de madres con yoduria menor de 100 ug/L. La mediana del CYLH fue de 93,5 ug/L, con 19% de las muestras con valores menores de 50 ug/L. Bocio Grado 1 y 2 se presentó en 11% y 8% respectivamente, en madres con valores en la concentración de yodo en leche menores a 50 ug/L. La excreción urinaria de yodo expresad en ug/L se correlacionó significativamente con el CYLH expresado en ug/L. Esta correlación señalada no se encontró en la investigación llevada a cabo por Chan en Australia. Concluye Bazrafshan, que las concentraciones de yodo en orina y CYLH son suficicientes en Iran, aunque un grupo de infantes  se mantienen en riesgo por un bajo aporte de yodo a través de la lactancia materna.
El CYLH se midió en madres de Teherán, una región yodo suficiente, hallándose una mediana de 148 ug/L, con un rango de 45-750 ug/L. La yoduria de los recién nacidos y de sus madres, no se correlacionó con las pruebas séricas de función tiroidea. (Ordookhani 2007) 
Etling encontró un promedio de 47 ng/ml en el CYLH de 183 muestras tomadas de 23 madres jóvenes. Destacan el progresivo incremento en la concentración de yodo desde el calostro, hasta la leche transicional y leche madura. Estos resultados muestran que la leche materna algunas veces contiene una cantidad de yodo  apenas necesaria para elaborar las hormonas tiroideas. Además considera que se debe estar alerta, ante la posibilidad de que madres lactantes excretando más de 50 ug de yodo en la leche por varios consecutivos días, puedan entrar en un balance negativo. (Etling 1986) 
El  CYLH de 84 madres sanas de Kano, en Nigeria, presentó un rango que osciló entre 10 y 110 ug/L (promedio 52,88 ± 22,6 ug/L). El CYLH mostró un progresivo decrecimiento de 60 ± 19,35 ug/L en el calostro hasta 45 ±  21,21 ug/L en leche madura. (Ayodele 2004)
Un caso curioso de hipotiroidismo en un niño pretérmino fue reportado posterior a conocerse resultados normales en la función tiroidea a las dos semanas de edad. La madre estuvo aplicándose gasa mojada con un compuesto yodado en la incisión de la cesárea, resultando un marcado incremento en la concentración de yodo en la leche. El tratamiento con L-tiroxina vía oral, normalizó las pruebas de función tiroidea. (Smith 2006)
Alto contenido de yodo y significante cantidad de aminoácidos yodados, pero no de tironinas, ha sido reportado en la leche de varias especies. (Man 1969)
Van Wassenaer, había estudiado la posibilidad de aliviar los valores bajos de T4  y T3 en niños pretérmino, fenómeno conocido como la hipotiroxinemia transitoria del prematuro, a través del contenido de hormonas tiroideas en la leche. Sin embargo encontraron un máximo suplemento de T4 por vía de la leche materna de 0,3 ug/Kg. No hubo diferencias en las hormonas tiroideas plasmáticas entre los niños alimentados con leche materna y los alimentados con fórmula. Esto permite concluir que la cantidad de T4 presente en la leche materna es demasiado baja para cambiar la hipotiroxinemia  del pretérmino. (Van Wassenaer 2002)

TABLA 1.- CONTENIDO DE YODO EN LECHE HUMANA
País
Mediana o Promedio
µg/L ó ug/Kg
 
Referencia
 
Comentarios
Dinamarca
33,6
57
Nohr, 1994
Mayor contenido en madres suplementadas
Eslovaquia
55
Tajtakova, 1999
Suplementación recomendada
España
10
Ares, 1994
Madres niños pretérmino
Alemania
169 ± 88
Bader, 2005
Rango: 33-348 ug/L
Contenido 2 veces mayor al encontrado en 1994 en la misma área
Dinamarca  
26
53,8
Laurberg, 2004
Menor contenido en mujeres lactantes fumadoras
Estados Unidos
142
Bruhn, 1983
Rango: 21-281 ug/Kg
Estados Unidos
178
Gushurst, 1984
Rango: 29-490 ug/L Aporte potencial 4 veces mayor al recomendado en infantes
Estados Unidos
 55,2
Kirk, 2007
Presencia común de tiocianato y perclorato, posiblemente reducen el yodo en leche humana
Estados Unidos
155
Pearce, 2007
Rango: 2,7-1968 ug/L. Correlación yodo en leche con yodo urinario expresado en ug/g creatinina; pero no con perclorato en leche u orina. 47% de las muestras no aportan adecuada cantidad de yodo a los bebes
Korea
2170
892
Moon, 1999
Elevado contenido, mayor en calostro que en leche madura por consumo de sopa de algas marinas en post-partum
Australia
84
Chan, 2003
Rango: 25-234 ug/L Correlación yodo en leche con yodo en orina expresado en ug/g creatinina
Nueva Zelanda
22
Skeaff, 2005
Yoduria mayor en niños alimentados con fórmulas enriquecidas con yodo
Iran
93,5
Bazrafshan, 2005
Correlación yodo en leche con yodo en orina expresado en ug/L
Iran
148
Ordookhani 2007
Rango: 45-750 ug/L. No correlación entre yoduria recién nacidos y yoduria de sus madres con pruebas séricas función tiroidea
Francia
47
Etling, 1986
Progresivo incremento desde el calostro, leche transicional hasta leche madura
Nigeria
52,86 ± 22,6
Ayodele, 2004
Progresivo decrecimiento desde el calostro hasta leche madura
China
135,9
157.5
Yan YQ, 2005
Area urbana: 135,9 ug/L; Area rural: 157,5 ug/L. Yoduria  más baja  en embarazadas: 50 ug/L y mujeres en lactación: 40 ug/L, comparados con escolares. Recomiendan la suplementación.
FUENTE: Datos compilados por Luis Caballero 2008
 
EL YODO EN LA ECONOMÍA DE LA VACA LECHERA: 
Entre 70 y 90% del yodo de la dieta es absorbido en el rumen, retículo y omaso bovino. El abomaso tiene una rata de secreción de yoduro que es 18 veces la rata de absorción. La tiroxina circulante no es secretada en el abomaso pero pasa al intestino delgado a través de la bilis. La mayor cantidad de yoduro secretado en el abomaso, es reabsorbido en el intestino delgado y grueso. La absorción de tiroxina promedia menos del 10%. La glándula tiroides usualmente contiene una cantidad igual a la ingesta diaria; los tejidos extratiroideos concentran solo 0,006-0,04% por unidad de peso. La ingesta normal de yodo es menor a 10 ug/Kg de peso/día, y las pérdidas de yodo promedian 30% de la ingesta a través de las heces, 40% en la orina y 8% a través de la leche. El yodo en la leche está influenciado por la cantidad y forma química del yodo en la dieta, estado de lactación y rendimiento, efectos estacionales, bociógenos y status tiroideo. La vaca secreta menor cantidad de yodo en la leche que la  mayoría  de otras especies y tiene un eficiente sistema de reciclaje en el tracto gastro-intestinal, el cual conserva el yodo y protege al animal en contra de un bajo yodo dietario. (Miller 1975)
El yodo llega a la leche bovina a través de dos rutas principales. La primera es la exposición del ganado lechero al yodo, a través del agua de bebida, forrajes, alimentos, suplementos alimenticios, bloques de sal y la medicación veterinaria.
El yodo atraviesa rápidamente  la barrera mamaria, y consecuentemente el yodo contenido en la leche  está altamente correlacionado con la exposición al yodo del ganado lechero.
La segunda ruta es la exposición de la leche a la contaminación con yodo proveniente de soluciones para la higiene, durante y después del ordeño.
Desinfectantes yodóforos son usados directamente en el ganado, así como en los equipos de ordeño, tanques y otros depósitos de leche.
El yodo es el más ampliamente germicida empleado en la desinfección de pezones antes del ordeño "pre-dipping" y posterior al mismo "dipping" y su impacto en el contenido mineral de la leche ha sido estudiado. (Hemling 2001)
 
Aunque el  CYLV varía de acuerdo entre otros aspectos al  estado de lactación, el uso y en cantidades variables de yodóforos y EDDI, el yodo contenido en los alimentos suplementados y la medicación veterinaria, son primariamente responsables de la variación en las concentraciones en leche, observadas entre países, regiones dentro de los países y entre explotaciones lecheras en las regiones.
Altas concentraciones (extrema en algunos casos) del  CYLV, se han atribuido al uso de EDDI (Franke, Hillman, Olson, Ruegsegger) y yodóforos (Singh,  Wheeler).
Hace varias décadas, Lengemann cuantificó mediante varios experimentos,  la relación de la ingesta de perclorato y la transferencia  de yodo radioactivo a la leche de vaca. Indicó que el perclorato puede inhibir  el mecanismo de transferencia del yodo a la glándula mamaria de la vaca. (Lengemann 1973)
El requerimiento de yodo en bovinos lecheros en condiciones de pastoreo varía según la edad y el estado productivo, alcanzando a satisfacerse el requerimiento en animales no lactantes cuando la concentración de este mineral en la ración es de 0,3 ppm base seca. Durante la lactancia, la producción de leche incrementa el requerimiento por lo que la concentración de yodo debe elevarse hasta 0,5 ppm.
Las concentraciones sanguíneas de las hormonas T3 y T4 se han empleado para evaluar la actividad tiroidea en bovinos.
En el sur de Chile se hallaron concentraciones disminuidas de Ten vacas lecheras: 41   ± 12 nmol/L, con una frecuencia de 69% de los individuos (n =110) con valores inferiores al mínimo de referencia (57 nmol/L). Esta situación correspondería a un hipotiroidismo subclínico.
 En 1999, en esta misma zona se estudió el contenido de yodo en forrajes, en 25 predios productores de leche, tomándose en cada uno, 20  submuestras en praderas destinadas al consumo de los bovinos en el periodo de otoño y primavera y con una altura de corte de 4-5 centímetros. La extracción y digestión de la materia orgánica se realizó mediante el método del doble álcali y la medición del yodo mediante la técnica de espectroscopia de plasma acoplado inductivamente con detector de masa.
Los resultados revelaron concentraciones no adecuadas de yodo en forrajes: un promedio de 0,20 ± 0,08 ppm. Lo anterior tomando en cuenta los valores de referencia para el contenido de yodo en forraje para bovino en condiciones de pastoreo, que considera una concentración en base materia seca del mineral inferior a 0,2 ppm como deficitaria; entre 0,2 y 0,4 ppm como marginal y superior a 0,4 ppm como adecuada.
Los investigadores sugieren que los valores bajos de T4 en vacas lecheras del  sur de Chile estarían asociados a un escaso consumo de yodo, dado el deficiente contenido del mineral en los forrajes de pastoreo. (Contreras 2003)
 
DETERMINACIONES DE YODO EN LECHE DE VACA:
Un resumen con los resultados de estas determinaciones se presentan en la Tabla 2. 
Una encuesta efectuada en escolares durante 1986 en pueblos de la sierra y selva del Perú, donde sus comunidades consumen productos naturales pobres en yodo, halló una prevalencia de bocio de 38% (normal <5%) y la mediana de yodo urinario en 74 ug/L (normal >100 ug/L).
En 2003 se publicó una investigación llevada a cabo para conocer el  CYLV procedentes de la sierra y la costa del Perú. (Cárdenas 2003)
Se recolectaron muestras de 20 ml de leche fresca que luego fueron conservadas a una temperatura de -5oC hasta su análisis y procedentes de los serranos Departamentos de Cajamarca (62 muestras) y Arequipa (44 muestras) y en Lima, ubicada a una altura de 154 msnm (21 muestras). No se tomó en cuenta la edad de los animales ni el estado de lactación. El análisis se realizó mediante el método de Zak modificado por Benotti J y Benotti N (Benotti 1963) y basado en la reacción de Sandell-Kolthoff y empleando la digestión con ácido clórico.
Los resultados mostraron, al comparar la frecuencia de la distribución del CYLV  en 106 muestras de la leche de la sierra (Cajamarca más Arequipa) con la frecuencia de distribución de 27 muestras de la costa, una tendencia opuesta entre ambas regiones, pues mientras en la sierra el 81,1% de los valores están por debajo de 50 ug/L y 28,3% por debajo de 20 ug/L, en la costa contrariamente el 77,8% están sobre los 80 ug/L y 59,2% sobre los 100 ug/L. La mediana obtenida en Cajamarca, Arequipa y Lima, fue de 24ug/L, 34 ug/L y 170 ug/L respectivamente. Esto demuestra un contenido seis veces menor en leches procedentes de la sierra  al compararla con leches de la costa.
Lo anterior indicaría una nutrición subóptima de yodo en las poblaciones vacunas lecheras de la sierra peruana. La leche de vaca no sería suficiente para cubrir las necesidades fisiológicas de yodo en los consumidores humanos de la sierra. 
Sin embargo la situación de los DDY ha sido controlada en el Perú, consecuencia del exitoso programa de salud pública dirigido a la yodación de la sal destinada al consumo humano.
El CYLV, está influenciado principalmente por el yodo añadido a los alimentos y por las soluciones de yodóforos empleadas diariamente en la higiene de la industria láctea. Variaciones en estas prácticas resultan en variaciones en la concentración de yodo en la leche.
Algunas variaciones estacionales y regionales, pueden reflejar la cantidad de alimentos para animales estabulados (muchos de éstos fortificados con yodo) en los meses fríos versus el pastoreo en los meses cálidos.
Esta proporción del consumo de animales estabulados o en pastoreo depende del clima y de particulares áreas geográficas.
La leche y otros productos lácteos, fueron analizados trimestralmente desde 1982 hasta 1990 en el Food and Drug Administration's Total Diet Study.
El CYLV fluída fue evaluada por estación: verano, primavera, invierno y otoño, en la región central, sur, este y oeste de Estados Unidos. El promedio en la leche fluída fue de 23 ug/100 g, con un rango de 16 ug/100 g en el verano y otoño en el este, hasta 34 ug/100 g en el invierno en el este. El yodo estuvo más alto en el invierno (27 ug/100 g) y más bajo en el verano (19 ug/100 g) y más alto en los estados centrales y del oeste (25 y 27 ug/100 g respectivamente) que en los estados del este (18 ug/100 g).(Pennington 1990)
En el Total Diet Study Foods, (Pennington 1991) se tomaron en cuenta la combinación de leche completa, leche descremada, leche baja en grasa y mantequilla para evaluar diferencias estacionales y regionales. Algunos productos lácteos no se tomaron en cuenta para conocer diferencias  estacionales o regionales, por varias razones como contener ingredientes adicionales o han sido sometidos  a procesos que pueden afectar el contenido de yodo, o porque las variables de estacionalidad o regionalizad no son aplicables, como en los quesos, yogur y leche evaporada.
En los Estados Unidos (Pennington JAT 1991), Canadá (Fischer 1987), Gran Bretaña (Wenlock 1982) y Finlandia (Varo P 1982), la ingesta  promedio diaria de yodo excede las recomendaciones, y los productos lácteos son los mayormente contribuyentes a la ingesta diaria de yodo. En los Estados Unidos (Pennington JAT 1991), los productos lácteos representan el 18-20% de la ingesta de yodo en adultos, 25% de los adolescentes, 30% para niños de dos años y 59% para bebés. Estos porcentajes excluyen el yodo de productos lácteos usados en platos principales y postres. Tomando en cuenta todas estas consideraciones, la industria láctea de los Estados Unidos ha recibido las recomendaciones para el uso de EDDI en el alimento para el ganado y para el uso de soluciones de yodóforos en los procesos de ordeño, para que el yodo en los productos lácteos no sea excesivo.
En el área de Boston se analizaron 18 marcas de leche de vaca, recolectadas en el mercado local. Se obtuvo un CYLV como mínimo de 352 ug/L en todas las muestras, con un rango de 352-672 ug/L. El promedio del CYLV fue significativamente mayor en invierno que en verano. Aunque la dieta en los Estados Unidos es generalmente adecuada en yodo, algunos grupos, especialmente mujeres en edad fértil están a riesgo de leve deficiencia. Los niños exhiben yodurias más altas que los adultos. Consideran los investigadores, la necesidad de despertar un mayor interés en el público por una adecuada nutrición,  tomando en consideración el yodo, especialmente durante el embarazo y lactancia. (Pearce 2004)
En Francia, una encuesta basada en 838 muestras de leche, obtenidas de lecherías en un número importante de distritos, reveló también niveles significativamente mayores de yodo en invierno que en verano. Valores muy bajos de yodo, menores de 25 ugI/Kg se encontraron en el este del país, en la región de Jura, Vosges, los Alpes y el macizo central. La sal yodada solo es dirigida a los hogares y no a la industria, por lo que  la leche se convierte en una importante fuente de yodo. Otras fuentes de gran aporte la constituyen el pescado y los huevos. Esta situación podría explicar, según los investigadores, las variaciones estacionales y geográficas de la frecuencia de bocio en Francia. (Lamand 1992)
Als estudió en Suiza las fluctuaciones estacionales del CYLV y de la excreción urinaria de yodo en preescolares, escolares y padres, así como de la excreción urinaria de sodio. Las mayores fluctuaciones en la excreción urinaria de yodo se encontraron en preescolares, seguido del grupo de escolares. La mediana en preescolares fue de 144 ug/L, de 130 ug/L en escolares y 96 ug/L en mujeres. El invierno es una época, con una importante oferta de yodo en niños, mayor que en adultos.  La contribución de la leche en el yodo urinario de los niños durante el invierno representa 40-50%; en los adultos representa alrededor de 20%. Comparado con los niños, los hábitos dietéticos  de los adultos son más complejos, y el aporte de yodo depende principalmente de la sal yodada -introducida en Suiza en 1922- y no de la leche, por lo que el efecto de las variaciones estacionales en la concentración de yodo en leche es menos marcado. Debido a la yodación del alimento para el ganado y los cubos de sal yodada en los lamederos, así como el limitado uso de yodóforos en soluciones para la higiene de las ubres de las vacas y en la industria láctea, la leche de los establos suizos ha llegado a ser una importante fuente de yodo durante los últimos 50 años. Legalmente, el máximo contenido de yodo en leche es de 1 mg/L. Los más altos CYLV durante el invierno, en animales estabulados, comparados con la leche producida en el verano por ganado en pastoreo, ya ha sido señalado por otros autores y en otros países. Se estudiaron 13 niños y 9 padres, durante 2 años, por lo que se convierte en uno de las pocas investigaciones longitudinales diseñadas para relacionar el CYLV y la yoduria en personas. Los sujetos del estudio, consumieron habitualmente diversos tipos de leche: descremada, semidescremada, completa, esterilizada UHT y leche fresca pasteurizada, siendo esta última la mayormente preferida. Más del 90% del CYLV, está asociado a la fase acuosa, por lo que los productos lácteos que no pierden agua durante el procesamiento como la leche descremada, yogur, queso cottage, cuajada muestran semejantes contenidos de yodo a la leche fresca o leche sometida a tratamiento térmico: UHT y pasteurizada. Los quesos fermentados y leche en polvo, tienen valores significativamente más bajos de yodo que la original leche fresca. En el caso de los quesos fermentados, se pierde todo el yodo original en el suero, y su contenido de yodo es aportado por el agregado de sal yodada. El grupo de los preescolares tuvo una ingesta de yodo 2 veces mayor durante el invierno al compararse con el verano. Esta relación decrece a 1,5 en escolares tomadores de leche y a 1,2 en escolares con menor consumo de leche y en adultos. Los investigadores sugieren la determinación de natriuria en estudios epidemiológicos, cuando la dieta fuente de yodo llega a ser cuestionada. (Als 2003).
En Alemania, el aporte de yodo ha aumentado a través de la última década, aunque con grandes diferencias individuales y regionales. En la ciudad de Jena, se vienen realizando desde 1982, análisis del contenido de yodo en leche humana. Se reportaron significativos incrementos en el CYLH y  CYLV.
Se analizó la leche en el quinto día promedio post-partum de 32 mujeres lactantes y se evaluaron los dos últimos meses de preñez mediante un cuestionario de frecuencia de consumo. Asimismo se analizaron 34 muestras de leche de vaca a granel.
El promedio del CYLH fue de 169 ± 88 ug/L, con un rango de 33-348 ug/L. Este contenido es dos veces mayor a los niveles encontrados en 1994 en la misma área. Las muestras de leche de vaca mostraron una concentración promedio de 178 ± 131 ug/L, con un rango de 48 a 661 ug/L. (Bader 2005)
En Gran Bretaña, Phillips reportó valores promedios en el CYLV de consumo en siete ciudades inglesas, mayores al doble, a las encontradas 20 años atrás. Hallaron grandes diferencias entre las ciudades y concentraciones promedio anuales en un rango entre 130 y 200 ug/L. Dentro de las mismas ciudades se observaron variaciones, obteniéndose valores más altos en los meses de Febrero y Marzo, y más bajos en el mes de Junio.
Consideran que la similitud entre las variaciones mensuales de yodo en la leche y la estacionalidad en la aparición de tirotoxicosis, sugiere concentraciones de yodo en leche y productos derivados que pudieran tener niveles perjudiciales. Sin embargo no consideran necesario, el control de altos niveles en invierno, en áreas británicas previamente conocidas como yododeficientes. (Phillips 1988)
Nelson determinó en 1986 el CYLV completa pasteurizada en las mismas siete ciudades británicas del estudio de Phillips. Es conocido que las mayores fuentes  dietarias de yodo en Gran Bretaña son leche y sus productos, pescado, carne y cereales. La mediana anual en todas las ciudades fue de 154 ug/L. la mediana fue significativamente mayor en Febrero: 235 ug/L que en Mayo: 119 ug/L. Se midió también la yoduria  en mujeres, expresada por gramo de creatinina, y la mediana resultó también mayor en Febrero: 106 ug/g que en Mayo: 78 ug/g. Hubo una fuerte correlación, estadísticamente significativa entre el CYLV y orina en las siete ciudades durante el mes de Febrero. Las mayores concentraciones en Febrero reflejan los altos niveles de alimentación del ganado lechero en invierno. Las diferencias estacionales  en el CYLV, fue más pronunciado que las diferencias regionales. Como el consumo de leche muestra pocas variaciones regionales, se puede concluir que las diferencias en la excreción de yodo urinario entre las ciudades en Febrero, es debida a los diferentes  niveles del CYLV. (Nelson 1988)
En el verano de 1998 y el invierno de 1998-1999, se analizaron en su contenido de yodo, 220 muestras de leche pasteurizada -completa, semidescremada y descremada- proveniente de Belfast, Edimburgo, Swansea, Sunderland, Leicester y Londres. La mediana fue de 311 ug/Kg, menor en verano: 200 ug/Kg comparada con el invierno: 430 ug/Kg. Se hacen una serie de recomendaciones, que incluyen la investigación en la biodisponibilidad del yodo proveniente de yodóforos en la leche. (Comitee on Toxicity. 2000)
Se determinó durante el año 2000 en Noruega, el CYLV y productos lácteos, en muestras colectadas en verano e invierno. Leche baja en grasa del verano tuvo significativamente menor mediana en la concentración de yodo 88 ug/L con un rango de 63-122 ug/L, comparada con la mediana de 232 ug/L y un rango 103-272 ug/L obtenida en invierno. En leche orgánica del verano la mediana en la  concentración  de 60 ug/l, resultó significativamente menor comparada con la mediana de 127 ug/L obtenida en invierno. Si se asume para los adultos la recomendación de 150 ug de yodo como aporte diario, la toma diaria de 400 ml de leche, cubre 25% de los requerimientos durante el estío y  60% durante el invierno (Dahl  2003)
Se reportó una encuesta para conocer la ingesta de yodo en adultos y niños de Noruega. En los adultos se empleó un cuestionario de frecuencia de consumo de alimentos, que incluía la dieta habitual durante el año anterior. En los niños se midió la ingesta de alimentos mediante el recordatorio durante cuatro días consecutivos.
El ingreso de yodo se mantuvo en el rango de 100-250 ug/día en la población adulta.
En Noruega, la leche de vaca y derivados contribuyen aproximadamente con el 55% en el aporte de yodo en adultos y con el 70% en niños. El pescado contribuye con más de 20% del aporte de yodo en adultos y alrededor del 10% en niños. El aporte del yodo a través del agua es despreciable. Es por ello, de que a pesar de tener el pescado la mayor concentración natural de yodo y de una excelente fuente, la leche y sus productos derivados son los principales determinantes en el aporte de yodo en la población noruega.
Aunque existen diversas marcas de sal yodada en este país, la yodación no es obligatoria, ni para la sal de consumo directo en hogares o uso industrial. En Noruega, la yodación de la sal con yoduro de potasio es voluntaria, agregándose 5 ppm de yodo, el tenor más bajo de los países europeos. (WHO 2007). Sin embargo desde 1950 está reglamentada la yodación del alimento destinado a las vacas, lo que se convierte en una eficiente alternativa de la yodación universal de la sal. Los resultados indican una adecuada ingesta de yodo en niños pequeños, aunque disminuye entre los adolescentes, especialmente en las niñas adolescentes de Noruega. (Dahl 2004)  
Hejtmánková determinó entre los años 2000 y 2001 el CYLV de tres razas lecheras: Holstein, Czech Pied Cattle y Jersey, en siete explotaciones localizadas en las regiones norte y central de Bohemia. Las muestras de leche fueron analizadas mediante HPLC. La mediana de todas las muestras fue de 225 ± 109 ug/Kg. El rango varió de 147 a 605 ug/Kg (promedio 251 ± 110 ug/Kg) durante el invierno y de 35 a 484 ug/Kg (promedio 212 ± 104 ug/Kg) durante la estación del verano. Reportes previos de bocio endémico en zonas del sur y del oeste de Bohemia, durante los años 1988-1994, indicaban 27% de bocio en becerros  de varias semanas de edad. Igualmente reportes del incremento de abortos, partos prematuros y reducción en 10-20% en el contenido de grasa en leche,  en rebaños mantenidos en ambientes pobres en yodo. Consideran los autores, la importancia de sustancias bociógenas en la dieta de las vacas lecheras y el contenido de yodo en leche, el cual fue significativamente menor en vacas alimentadas con una dieta enriquecida con torta de semillas de colza -una variedad de col- comparado a la dieta de vacas alimentadas sin tortas de colza. La mayor cantidad de yodo en leche se halla en el plasma de la leche y en forma de yoduro. Un porcentaje muy pequeño se halla unido a la grasa de la leche. Por ello los productos lácteos, que han perdido el suero durante su manufactura, por ejemplo quesos blancos frescos y aquellos con alto contenido graso, como la mantequilla no es tan buena fuente de yodo como lo es la leche. La leche, productos lácteos, huevos y cereales son la principal fuente de yodo en la República Checa, dado el bajo consumo de pescado. Se afirma en este estudio que 700 ml de leche o su equivalente en productos lácteos, pueden ser suficientes para cubrir los requerimientos diarios de yodo. (Hejtmánková 2005).
Travnicek reportó una investigación realizada durante el año 2005 en la República Checa, para conocer el CYLV en leche cruda. Se analizaron 169 muestras, tomadas de tanques de transporte con capacidad de 11000-13000 litros, en 14 áreas de recolección de plantas procesadoras. El análisis se efectuó mediante espectrofotometría y con base en la reacción de Sandell-Kolthof.
El promedio del CYLV fue de 442,5 ± 185,6 ug/L; el valor de la mediana fue de 413,5 ug/L; los valores mínimos y máximos fueron de 68,6 y 1000,6 ug/L respectivamente. Más de 250 ug/L estuvo presente en  81,7% de las muestras. Estos valores confirman la continua tendencia en el incremento del CYLV en leche cruda en la República Checa, si se compara con el promedio de 310,4 ug/L obtenido por Kursa en 2003-2004, en muestras de leche de 226 granjas. Esto representa un incremento de 42% en el promedio del CYLV.
Solo 17,7% de las 169 muestras analizadas contenían entre 80 y 250 ugI/L, el cual es considerado por Kursa la óptima saturación de yodo para vacas lecheras. Los más bajos promedios se obtuvieron durante el mes de Septiembre: 290,1 y 307,2 ug/L y el más alto en Abril: 528,6 ug/L y Octubre: 539,9 ug/L. Las diferencias estacionales en el  CYLV, se explican por la alta proporción de alimento conservado durante el invierno y que contiene mayor cantidad de yodo (Dahl  2003). La máxima concentración 1006,6 ug/L obtenida  en Mayo de 2005, es un valor máximo tolerable acorde con la OMS (Bravermann 1994).
En Finlandia, donde tampoco existe una legislación para la yodación universal de la sal, se permite la fortificación voluntaria de la sal con 25 ppm de yodo. Sin embargo se tiene una innovadora forma de incorporar el yodo a la cadena alimentaria, mediante el agregado de yodo al alimento de los animales y en los fertilizantes. (WHO 2007)
La sal yodada se viene empleando en la elaboración del pan en Holanda, desde 1942. La excreción urinaria de yodo estuvo frecuentemente asociada con la ingesta de yodo presente en el pan, lo que confirma en este país la importancia de la sal yodada presente en el pan para el status del yodo. (Brussaard 1997)
En 1968 se instauró la legislación para el uso obligatorio de sal yodada en la elaboración del pan. Pero en 1982 una corte dictaminó inconstitucional la obligación de la sal yodada en el pan. A partir de entonces, varios estudios realizados entre 1987 y 1992, han hallado alta prevalencia  de bocio: 35% en mujeres y 18% en hombres. Esto motivó en 1999, para aumentar a 75-85 ppm el contenido de yodo en sal. (Food Standards 2007)
En muchos países europeos donde el alimento para los animales es yodado, los productos animales como por ejemplo huevos y carne proveen una considerable cantidad de yodo dietario. (Lee 1994)
Estas fuentes de yodo son difíciles de monitorear y regular, dadas las diferencias estacionales en el uso del alimento para el animal y los cambios tecnológicos ocurridos, por ejemplo en el empleo de yodóforos y de equipos sanitarios. (Pennington 1990, Pearce 2004)
En Canadá, el CYLV ha sido medido desde hace varias décadas. Un reporte de 1929, señala un contenido de 40 y 55 partes por billón de yodo en leche de vacas alimentadas con sal yodada y pescado respectivamente. En leche de vacas no alimentadas con sal yodada o pescado, el contenido fue de 10 ppb de yodo. (Shutt 1929)
En Canadá, la leche ha sido una significante fuente de yodo. En 1987, el contenido de yodo varió desde 122 ug/L en Newfoundland hasta 517 en Manitoba. (ICCIDD 2001)
 Esto es debido al empleo de yodóforos en la industria de la leche y también al uso de alimentos para animales con el agregado de yodo, semejante a lo que ocurre en Estados Unidos y Europa.
Un estudio de la dieta de los canadienses en 1987, señaló que la misma provee 1046 microgramos de yodo al día, provenientes en su mayoría de diversos platos, sopas y condimentos, 11,5 gramos de sal yodada diaria, leche y sus productos. Esta cifra representa seis veces más las recomendaciones de 160 ug/persona/día para adultos de Canadá. (Fischer 1987)
En un estudio presentado por El-Sayed, se determinó la prevalencia de bocio y la excreción urinaria de yodo en escolares de Kafr ElSheikh en Egipto, hallándose una mediana de 168 ug/L en niños sin bocio; 67 ug/L y 39 ug/l en niños con bocio grado 1 y 2 respectivamente, lo que significa  deficiencia leve y moderada. Asimismo se analizó el contenido de yodo en agua y en alimentos adquiridos en el mercado local: Pescado, carne, huevos, leche fresca, quesos, vegetales, frutas, pan, granos, sal. Entre los productos de origen animal,  el pescado presentó el mayor contenido con 32 ug/100 g, seguido de huevos, queso, yogur y leche con 26,43 ug/100g; 20,86 ug/100g; 18,61 ug/100g y 18,30 ug/100g respectivamente. El alimento de procedencia vegetal con el mayor contenido resultó ser el pan con 10,20 ug/100g. El contenido de yodo en el agua osciló entre 0,18 y 0,34 ug/dl. (El-Sayed 1997)
Estimaciones de la ingesta de yodo en Nueva Zelanda, apunta a un decrecimiento en las decadas de los 80s y los 90s. A esto se añade una disminución en el uso de yodóforos en la industria lechera. El promedio del CYLV y productos lácteos estuvo en un rango de de 60-200 ug/Kg. La excepción fue la mantequilla con menos de 40 ug/Kg. Los productos de leche fresca tuvieron contenidos significativamente más altos de yodo en invierno, mes de Junio, que en el verano, mes de Octubre. (Cressey  2003)
Un estudio adelantado por Iyengar, organizado por la Agencia Internacional de Energía Atómica, evaluó la ingesta diaria de siete elementos químicos: calcio, cesio, potasio, estroncio, torio, uranio y yodo, en nueve países: Bangladesh, China, India, Indonesia, Japón, Pakistán, Filipinas, Corea del Sur y Vietnam. La ingesta diaria en la población asiática adulta, reveló una mediana de 90 ug de yodo. La baja ingesta de calcio, cesio y yodo por la población en Asia, puede ser debida al significante bajo consumo de leche y sus productos, los cuales son ricos en estos elementos.  (Iyengar 2004)
El aporte promedio de yodo para la población china es de 166 ug/persona/día, considerado dentro del rango recomendado, aunque en las regiones del sur  es considerablemente más bajo. (Hou 1997)
 
TABLA 2.- CONTENIDO DE YODO EN LÁCTEOS DE ORIGEN ANIMAL
 
País
Mediana o Promedio
µg/L ó ug/Kg
 
Referencia
 
Comentarios
Perú
24
34
170
Cárdenas, 2003
Contenido 6 veces menor en 2 localidades de la sierra comparadas con 1 de la costa
Estados Unidos
230
Pennington, 1990
Periodo evaluado: 1982-1990. Contenido más alto en invierno: 270 ug/Kg que en verano: 190 ug/Kg
Estados Unidos
116 ± 22,1
(250 ml)
Pearce, 2004
Rango: 352-672 ug/L.
Todas las muestras tomadas en mercado local de Boston >352 ug/L.
Recomiendan mayor interés por el yodo para una adecuada nutrición en  mujeres embarazadas y  en lactación
Francia
<25
Lamand, 1992
Valores más bajos en el este del país. Mayor contenido en invierno que en verano. Posible relación del bocio en Francia con variaciones estacionales y geográficas
Alemania
178 ± 131
Bader, 2005
Rango: 48-661 ug/ L
Gran Bretaña
 
Phillips, 1988
Rango: 130-200 ug/L. Contenido mayor al doble  en 7 ciudades inglesas, a los encontrados 20 años atrás. Similitud en variaciones mensuales del contenido de yodo en leche y estacionalidad de tirotoxicosis 
 Gran Bretaña
154
Nelson, 1988
Mayor contenido en invierno. Correlación significativa entre concentración de yodo en leche de vaca y yoduria en 7 ciudades
Reino Unido
311
Comittee on Toxicity, 2000
Contenido mayor en invierno: 430 ug/Kg y menor en verano: 200 ug/Kg, en leche pasteurizada en 6 ciudades. Recomienda estudiar biodisponibilidad de yodo proveniente de yodóforos en leche vacuna
Noruega
232
88
Dahl, 2003
Mayor contenido en invierno  Rango: 103-272 ug/L y menor en verano  Rango: 63- 122 ug/L. La toma diaria  de 400 ml de leche, cubre en adultos requerimientos de yodo: 25% en verano y 60% en invierno
República Checa (Bohemia)
225 ± 109
Hejtmánkova, 2005
Rango: en verano 35-484 ug/kg, en invierno 147-605 ug/Kg. Contenido menor de yodo en leche de vacas alimentadas con colza (variedad de col, bociógena). Requerimientos diarios de yodo se cubren con la ingesta de 700 ml de leche o equivalentes lácteos  
República Checa
413,5
Travnicek, 2006
81,7% de las muestras con valores > 250 ug/L. Tendencia al incremento de yodo en leche cruda de vaca
Canadá
10
40
55
Shutt, 1929
Mayor contenido en vacas alimentadas con pescado y sal yodada
Canadá
122
517
ICCIDD, 2001
Mayor contenido en Manitoba: 517 ug/L. En Canadá, la leche es una significante fuente de yodo, debido al uso   en el ganado de yodóforos y alimentos fortificados con yodo
Egipto
183
El-Sayed, 1997
Contenido ligeramente superior del queso y yogourt en comparación a leche fresca
Nueva Zelanda
 
Cressey, 2003
Rango: 60-200 ug/Kg. Disminución en el empleo de yodóforos en la industria lechera. Mayor contenido de yodo en leche fresca durante el invierno
FUENTE: Datos compilados por Luis Caballero 2008
 
VENEZUELA: ALGUNOS ASPECTOS REGIONALES DE SU GANADERÍA, PASTOS, SUELOS Y CONTENIDO MINERAL
Aproximadamente el 60% de la población bovina en Venezuela se encuentra en sabanas con suelos ácidos de pH: 4,5-5,5, bien drenadas y vegetación predominante de Trachypogon sp. y en sabanas sometidas a largos periodos de inundación, con gramíneas como Paspalum spp., Hymenachne amplexicaulis, Leersia hexandra y leguminosas como Centrosema sp., Desmodium sp., Phaseolus sp. El bajo pH limita la disponibilidad de la mayoría de los elementos minerales para la vegetación herbácea, particularmenrte para el fósforo, zinc y cobre. Se reportó en 101 fincas, 90% de muestras de pasto con valores bajos de fósforo. Elevados contenidos de hierro y manganeso se han detectado en pastizales, con niveles tóxicos de hierro en sabanas inundables. Deficiencia de zinc y cobre en los forrajes, pueden deberse en parte a la mayor solubilidad del hierro, a causa del bajo pH del suelo, por tender el hierro a disminuir la capacidad de captura del zinc y cobre por el sistema radicular de las plantas. Sin embargo las concentraciones séricas de zinc y cobre para bovinos en sabanas bien drenadas o inundables presentaron discrepancia con los valores obtenidos en pastizales. Concluyen  Chicco y Godoy, que se requiere mayor  conocimiento del estado nutricional mineral de bovinos en pastoreo para poder corregir  las necesidades reales de los animales. (Chicco 2005)
Este conocimiento es necesario para interpretar los requerimientos de yodo en vacas lecheras y de doble propósito en Venezuela, tomando en consideración la disponibilidad de forraje, fertilidad de los suelos, precipitaciones e inundaciones, sequía, piso altitudinal, oferta de suplementación, empleo de compuestos yodados en la higiene animal y medicación veterinaria, tecnologías aplicadas en la producción, entre otros factores implicados en ecosistemas tropicales.
El ambiente cálido, con vientos reducidos y alta humedad ambiental, característico del área de Perijá, una zona con alto porcentaje de la producción de carne y leche  en Venezuela, dificultan la cría de animales con una alta proporción de razas europeas. En  un 88% de las fincas predomina el "mosaico perijanero", un rebaño producido de cruces indiscriminados y alternos de criollo por Bos taurus y Bos indicus, en donde las razas europeas aportan aditividad para leche, las nativas aportan heterosis  para fertilidad y adaptación al medio, y las razas cebuínas aportan heterosis  para crecimiento. En estas explotaciones el ordeño se realiza manual con apoyo del becerro, dos veces al día. El promedio de producción de leche por vaca masa y en ordeño fue de 4,4 L/vm/día y 6,1 L/vo/día respectivamente, valores superiores a los reportados en investigaciones hechas en el bosque seco tropical. Las especies forrajeras mas frecuentes son Panicum maximum, Brachiaria sp., Digitaria sp., Cynodon sp., Echinochloa sp. En la época seca, el déficit de pasto se solventa con el suministro de heno o silaje y suministro de alimentos concentrados. En muchos casos  los animales solo reciben sal común y no las mezclas minerales de mayor costo. (Peña 1997)
A la situación anterior se sumaría, la administración al ganado de sal común no yodada, por la escasa información y conocimiento de muchos productores pecuarios de la importancia del yodo en la economía animal, aunada a la débil vigilancia sanitaria para hacer cumplir, la legislación que establece como obligatoria la yodación de la sal  para consumo animal.  (Gaceta Oficial de Venezuela 1966)
En el trópico latinoamericano, la producción de carne y leche proviene de explotaciones de doble propósito. En Venezuela, se estima que el 90% de la leche es  producida por ganado de doble propósito. Sin embargo la producción es deficitaria para cubrir la demanda interna. En el suroeste andino, en general, los indicadores de producción no superan los 2-2,5 L/vaca/día y 3 L/Ha/día, con eficiencias reproductivas menores al 50% de pariciones e intervalos entre partos superiores a los 450 días.
Es posible mejorar la productividad de los sistemas de producción de leche actuales, con el uso de tipos raciales de mayor potencial genético y de tecnologías alimentarias apropiadas. Padilla en un estudio de caso, demostraron que mestizos F1 (Holstein x Brahman), en adecuadas condiciones de manejo sanitario, reproductivo y nutricional, pueden producir mas de 14 L de leche/vaca/día y 20 L/Ha/día, con eficiencias reproductivas superiores al 65%, en suelos de mediana a alta fertilidad, con pH entre 4,6-5,7 y deficiencias de fósforo, potasio, calcio y bajos contenidos de nitrógeno y azufre, con periodos de hasta cuatro meses de estrés hídrico climático. Con predominio  de pastos nativos  de gramíneas Paspalum sp., Axonopus sp., Panicum sp., de leguminosas Calopogonium sp., Centrosema sp., Indigofera sp., Desmodium sp., Teramnus sp. y pastos introducidos de los géneros Brachiaria sp., Cynodon sp., Echynochloa sp. (Padilla 2006)
 
LIMITACIONES DE LA SAL YODADA:
Muchas naciones y agencias internacionales recomiendan una ingesta individual diaria  no mayor de 6 g de sal y en algunos casos no mayor de 4 g de sal. Una reducción en el consumo de sal por la población, probablemente haga necesario un incremento en los tenores corrientemente empleados de 20-40 ppm de yodo en sal, especialmente para beneficiar grupos vulnerables como embarazadas y niños pequeños. (WHO 2007)
En España la legislación contempla la yodación de la sal  refinada de mesa en 60 ug/g de sal equivalente a 60 mg/Kg. El uso habitual de esta sal yodada parece suficiente para gran parte de la población. Pero quedan precisamente excluidos los niños prematuros y lactantes y las mujeres embarazadas, que constituyen la parte de la población mas vulnerable; los primeros tendrían que ingerir casi 2 g de sal al día, y sus madres 5 g/día. Como esto no ocurre, por las recomendaciones actuales de evitar o restringir el uso de sal en dichos grupos de población, se impone asegurar las cantidades mínimas de yodo mediante la suplementación diaria controlada. (Morreale de Escobar 2000)
 
NECESIDAD DE INVESTIGACIONES: COMPOSICIÓN MINERAL DE ALIMENTOS Y SUFICIENCIA DE YODO EN EMBARAZADAS Y MUJERES EN LACTACIÓN:
En la mayoría de los países de Latinoamérica y del  Caribe, no se encuentra información sobre el contenido de yodo de los alimentos preparados  para la alimentación de los niños cuando dejan la lactancia y a las embarazadas. Muy pocos estudios se han dedicado a conocer la suficiencia de yodo en embarazadas y mujeres en lactación de centro y Suramérica.
 En Venezuela un equipo de investigadores del Instituto Nacional de Nutrición adelantan durante el 2008, un estudio donde se determinará la concentración de yodo urinario en mujeres gestantes de la zona andina -endémica para los DDY- tomando en cuenta el trimestre del embarazo.
 
RECOMENDACIONES: 
  • Suplementar 
 No existiendo en la mayoría de los países, preparados de yoduro o yodato de potasio en forma de tabletas, grageas o gotas, habrá que recurrir a complejos polivitamínicos y minerales que si lo contengan, cuando existiera la necesidad de suplementar.  Por ello las autoridades de salud, deben propiciar, al tener resultados epidemiológicos inequívocos de carencia de yodo en niños o embarazadas, de la suplementación específica para yodo, con un acceso y disponibilidad adecuado a todos los estratos socioeconómicos afectados.
 
  • Promover consumo de lácteos en grupos poblacionales específicos
Se debe promover en el sector público, en las Universidades y centros de tecnología, asi como en las industrias que procesan alimentos, el análisis del contenido de yodo en  alimentos, como por ejemplo el CYLV y productos lácteos de producción nacional, lo que contribuiría a enriquecer las Tablas de Composición de Alimentos de los diversos países. El mejoramiento genético del rebaño productor lechero o de doble propósito, la adecuación de prácticas sanitarias y de higiene, empleando sustancias yodadas tanto en la finca como en la industria, buenas técnicas de alimentación que incluyan la sal yodada, entre otras, conllevarían en las zonas endémicas por deficiencia de yodo, como lo es la región andina en América, a una mayor producción de leche, de cuyo monitoreo en el contenido de yodo, podría considerarse el consumo local y dirigido, a grupos vulnerables, embarazadas, madres en periodo de lactación, preescolares y escolares, con miras a satisfacer parte de los requerimientos diarios de yodo, calcio y otros nutrientes.
 
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Luis Caballero
17 de marzo de 2012
Hola muchos saludos Hector Dávila (Bachiller en veterinaria: me gusta ...ja ja ). Coordenadas: caracas 04142304457 lunancy@cantv.net 9910294 ¿cómo están tus caballos?, la finquita del yaracuy, la familia, el beto ...
Hector Davila
13 de marzo de 2012
Saludos Luís Tiempo sin saber de ti. Dame tus coordenadas para llamarte.
Luis Caballero
7 de junio de 2011
Gracias por tu comentario Karen Vanessa Morán. He leído el artículo al que se refiere en varias oportunidades, uno de sus autores el Dr. Pretell es el Coordinador del ICCIDD para las Américas y amigo. Estoy a tus órdenes para compartir experiencias en el àrea de la salud pública y los nutrientes. Atte. Luis Caballero
Karen Vanessa Moran Meza
Karen Vanessa Moran Meza
7 de junio de 2011
Muy buen aporte, lo felicito! aca en Peru se hizo un estudio cobre el Contenido de yodo en leche de vacuno procedente de la Sierra y Costa del Perú, y gracias a ese estudio el Zootecnista carlos Gomez y el Dr. ex ministro de salud Eduardo Pretell ganaron premios con esta investigación, tambien hubo un reconocimiento a la Dra. Haydeé Cárdenas, Actualmente me enseña El curso de Bromatología y espero poder hacer este tipo de estudios e investigaciones tan importantes, le agradezco a ella por fomentarnos la curiosidad y perseverancia para poder alcanzar lo que queremos. Gracias por su contribución. Dr. Luis Caballero.
Manuel Saco
Manuel Saco
1 de mayo de 2009
muy bueno el desarrollo de este estudio.
Súmate a Engormix y forma parte de la red social agropecuaria más grande del mundo.
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