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Balance energético negativo en la vaca de alta producción

Publicado: 15 de septiembre de 2013
Por: José Manuel Valle Rueda. SERIVET S.L.
Los mamíferos rumiantes, y especialmente la vaca lechera de alta producción, sufren un brusco incremento de las necesidades nutritivas al final de la gestación, relacionado con el desarrollo fetal y el establecimiento de la lactación, seguido de un aumento repentino de la producción de leche. Este incremento de la demanda de nutrientes no puede ser cubierto, en su totalidad, con la ingesta de alimentos por lo que genera un déficit de nutrientes (déficit de energía) que la vaca trata de cubrir movilizando sus reservas corporales, fundamentalmente tejido graso y tejido muscular. Por tanto, la vaca durante el periodo de transición (tres semanas antes y tres semanas después del parto), no consigue mantener un equilibrio entre la energía ingerida con la dieta y la energía consumida.
Este déficit de energía es lo que conocemos como Balance Energético Negativo (BEN).
Para compensar la falta de nutrientes y aliviar el Balance Energético Negativo, la vaca experimenta una serie de cambios homeorréticos que le permiten mantener la homeostasis y por tanto hacer el déficit energético compatible con la vida. Estos cambios homeorréticos comprenden: un aumento de la neoglucogénesis hepática desde otros nutrientes orgánicos (propionato y aminoácidos), una disminución en la utilización de la glucosa por los tejidos periféricos (resistencia a la insulina) y una mayor movilización de ácidos grasos desde el  tejido adiposo. El único objetivo es proporcionar suficiente glucosa para el feto (durante la gestación) y para la síntesis de la lactosa destinada a la producción de leche. Estos cambios son posibles gracias, tanto a modificaciones en los niveles orgánicos de las principales hormonas metabólicas, como a la variación en la sensibilidad de los diferentes tejidos de las mismas.

HORMONAS IMPLICADAS EN EL BEN
Entre las principales hormonas metabólicas implicadas en el BEN, destacan: la Insulina, la Hormona del Crecimiento (HC), la Leptina, la Ghrelina y la familia de los IGFs. El BEN de inicio de lactación se caracteriza por una disminución en plasma de Insulina, Leptina, IGF1, así como de Glucosa y un incremento de HC, Ghrelina, NEFA y BHBA.
 
INSULINA
La Insulina es un péptido hormonal, cuya estructura básica y principales papeles (Brockman y Laarveld, 1986) son similares en rumiantes y no rumiantes. Es también, la llave reguladora del reparto de nutrientes desde los tejidos periféricos al útero gestante y a la glándula mamaria, durante el periodo de transición (PT).
La Insulina es una hormona anabolizante y su función es el ahorro de nutrientes y posterior almacenamiento bajo diferentes formas. Para ello estimula la glucogénesis, la lipogénesis y la síntesis de glicerol. A la vez que inhibe la gluconeogénesis, la glucogenolisis y la lipolisis (Brockman y Laarveld, 1986). Es, así mismo, un potente regulador de la ingesta de alimentos y del reparto de nutrientes en rumiantes (Laarveld et al.,1981).
La transducción de la señal de la Insulina es un evento intracelular muy complejo y que ocurre en tres fases:
1. Fosforilación del receptor de insulina
2. Señalización intracelular de los mensajeros secundarios
3. Translocación de los transportadores de glucosa (GLUT)
A lo largo de estos pasos es donde se produce la regulación de la acción de la Insulina, principalmente, después de la unión Insulina– receptor, a partir de la cual tiene lugar la señalización. Una vez se produce dicha unión ocurre la internalización de este complejo y, en este proceso de internalización, es donde la obesidad y la hiperinsulinemia causan la baja regulación de los receptores de la insulina, mediante el incremento de la tasa de degradación de la insulina y su receptor. Debido a la complejidad de todo el proceso, sólo nos referiremos a la translocación de los transportadores de glucosa (GLUT). Una de las consecuencias de la reacción intracelular en cascada de la Insulina es la translocación de los GLUT desde el citoplasma a la membrana celular para introducir la glucosa al interior de la célula. Su importancia radica en que la posesión, por parte de los tejidos, de diferentes tipos de GLUT determina la capacidad de respuesta de la Insulina para la captación de glucosa. Por tanto GLUT1 es el tipo predominante en cerebro, glándula mamariay eritrocitos, GLUT2 en hígado y páncreas, GLUT3 en cerebro y placenta, GLUT4 en tejido adiposo, musculo esquelético y músculo cardíaco, y GLUT5 en intestino delgado (DeFronzo et al., 1992). Entre estos sólo GLUT4 se encuentra en los tejidos sensibles a la Insulina (tejido muscular y adiposo) y requieren Insulina para la captación de glucosa (Zhou et al., 1999).
Papel de la Insulina en el metabolismo
La Insulina tiene numerosos papeles en el metabolismo de los carbohidratos, lípidos y proteínas del tejido adiposo, muscular y hepático.
En el metabolismo de los carbohidratos la Insulina facilita la entrada de la glucosa en la célula y la almacena en el interior en forma de glucógeno, es decir, favoreciendo la glucogénesis a la vez que inhibe la glucogenolisis. La Insulina también suprime la gluconeogénesis hepática. Al mismo tiempo que la glucogénesis la Insulina estimula la glucolisis en hígado y tejido muscular. En tejido adiposo la Insulina
facilita la entrada de glucosa en la célula a través de GLUT4, entonces, la glucosa es oxidada para formar 2-glicerofosfato, el cual se usa en la esterificación de ácidos grasos libres durante la lipogénesis.

Resistencia a la Insulina
Como señalamos con anterioridad en la transición desde el final de la gestación al inicio de la lactación sufre una serie de adaptaciones metabólicas encaminadas a asegurar el aporte de glucosa hacia el útero gestante (al final de la gestación) y hacia la glándula mamaria (al inicio de la lactación). Entre las adaptaciones hormonales más importantes destaca el fenómeno conocido como “Resistencia a la Insulina” (RI). La RI describe un estado en el cual un nivel fisiológico de Insulina produce una respuesta biológica menor de lo normal (Kahn, 1978). Berson y Yalow (1970), describen la RI como una condición en la cual se requiere una mayor cantidad de Insulina para producir una respuesta normal. La RI es un término genérico que puede ser evaluado por la capacidad de respuesta de la Insulina (respuesta de la Insulina a la glucosa), por la sensibilidad a la Insulina (capacidad de respuesta de los tejidos a la Insulina) o por ambas  (Kahn, 1978; Sano et al., 1991). El mecanismo molecular de la RI puede ser localizado previo a la unión de la Insulina al receptor, como sucede en caso de disminución de la producción de la Insulina, incremento de su degradación o ambas causas; también puede estar localizado en la fijación de la Insulina al receptor en el caso de una disminución del número de receptores o ante una menor afinidad del receptor por la Insulina y, por último, la RI puede estar asociada a alteraciones en los pasos intracelulares de la acción de la Insulina,
consistentes en dificultades para la señalización intracelular y translocación del GLUT desde el citoplasma a la membrana celular para la captación de glucosa.
Los factores que causan RI en rumiantes están relacionados con lipidosis hepática y cetosis, destacando: gestación avanzada, obesidad, hiperinsulinemia, alimentación con grasas, hiperlipidemia, malnutrición y otras hormonas.
Gestación avanzada.- la RI se observa comúnmente durante el final de la gestación e inicio de la lactación (Prior y Christenson, 1978; Debrass et al., 1989; Faulkner y Pollock, 1990). La utilización de la glucosa por los tejidos periféricos es más baja en animales gestantes que en no gestantes y en lactación (Hai et al., 1988). Esto nos confirma que la RI al final de la gestación está favoreciendo el ahorro en el consumo de glucosa por los tejidos periféricos para destinarlo al mantenimiento de la gestación, de tal manera que la captación de glucosa por el feto, durante el final de la gestación, es aproximadamente el 42-50% de la producción de glucosa en una oveja (Prior y Christenson, 1978). Schlumbohm y colaboradores (1997) demostraron que la captación de glucosa mediada por la Insulina en músculo y tejido adiposo, y la inhibición de la lipolisis mediada por la Insulina, estuvieron disminuidos durante el final de la gestación comparado con los periodos de no preñez y lactación. Guesnet y colaboradores (1991) vieron que la reducida sensibilidad
de los tejidos periféricos a la Insulina en animales gestantes era específica a la utilización de glucosa, no a la utilización de lípidos. Esto sugiere que la administración de insulina puede reducir la lipolisis sin causar hipoglucemia y por tanto prevenir la lipolisis hepática en vacas alrededor del parto.
En resumen, la transferencia de glucosa desde la madre al feto, así como a la glándula mamaria, es un proceso insulina independiente, mientras que el paso de glucosa desde la sangre a los tejidos muscular y adiposo es un proceso insulina dependiente. Esto se debe al GLUT predominante en cada tejido, de tal manera que GLUT1, predominante en útero y glándula mamaria no están sometidos a la regulación de la Insulina, mientras que GLUT4, predominante en los tejidos periféricos, si lo está. La reducida sensibilidad a la Insulina de los tejidos periféricos, durante el final de gestación e inicio de lactación, asegura la adecuada transferencia de glucosa desde la madre al feto y a la glándula mamaria. Si la utilización de glucosa, estimulada por la Insulina, no estuviera limitada en los tejidos sensibles a ésta, el feto podría no sobrevivir por la hipoglucemia y la producción de leche se vería disminuida. Aquí radica la importancia del fenómeno de la RI, proceso homeorrético que posibilita el tránsito desde el final de la gestación al comienzo de la lactación,
haciéndolo compatible con el mantenimiento de la homeostásis y por tanto de la vida del individuo y de la especie.
Obesidad.- un gran número de estudios revelan que la obesidad está asociada con el incremento de la posibilidad de padecer trastornos metabólicos. La RI es un signo metabólico común en rumiantes obesos (Bergman et al., 1998). Los rumiantes obesos tienen disminuida su capacidad de ingesta (Hayirli et al., 2002 b). Por tanto la obesidad en rumiantes está asociada con hipoglucemia e hipoinsulinemia. Hiperinsulinemia.- en general en la hiperinsulinemia disminuye la acción de la Insulina a nivel de receptor y post-receptor (Berne y Levy,
1993). En la RI hepática la hiperinsulinemia está asociada con la incapacidad de la Insulina para suprimir la producción de glucosa hepática. En la RI de los tejidos periféricos la hiperinsulinemia se asocia con dificultad para la captación y oxidación de glucosa por el músculo y adipocito, y por la incapacidad para suprimir la liberación de ácidos grasos desde el tejido adiposo.
Alimentación con grasas.- las dietas altas en grasa aumentan la concentración de NEFA en plasma, debido a la incompleta oxidación de las grasas. Alimentos con grasa (dietas cetogénicas) causan reducida sensibilidad a la Insulina, la cual se caracteriza por una baja tasa de glucosa disponible en músculo esquelético y disminución de la supresión de la producción de glucosa hepática (Oakes et al., 1997). Ruth (1992) comprobó que el mecanismo por el que las dietas altas en grasa reducían la tolerancia a la glucosa se debía a una disminución del número de receptores y de la fijación de la Insulina, así como a una disminución de la oxidación de la glucosa y lipogénesis.
Hiperlipidemia.- los ácidos grasos libres compiten con la glucosa para ser utilizados en los tejidos sensibles a la Insulina (Boden, 1977; Koopmans et al., 1996). La elevada concentración de NEFAs causan inhibición de la captación de glucosa estimulada por la Insulina en los tejidos periféricos, disminuye la cantidad de GLUT4 y altera la vía de señalización intracelular de la Insulina en hígado y tejidos periféricos.
Malnutrición.- la malnutrición causa desequilibrio en la homeostasis de la glucosa e intolerancia a la misma (Okitolonda et al., 1988).
Prolongada malnutrición ocasiona una disminución del número y tamaño de los islotes que puede dar lugar a una baja secreción de Insulina (Tse et al., 1998). La malnutrición y/o la restricción de alimentos reducen la acción glucorregulatoria de la Insulina. Consecuentemente la hiperinsulinemia suprime en tejido adiposo la actividad de la lipoproteinlipasa y por tanto aumenta la concentración de NEFA en sangre. Simultáneamente en ganado lechero la disminución de la concentración de Insulina en plasma puede reflejar regresión del páncreas con resultado de depresión de la ingesta de materia seca previo al parto y durante los primeros meses de lactación. Sin embargo la magnitud y duración de la malnutrición, requerida para desarrollar desordenes metabólicos relacionados con los lípidos en vacas lecheras, son desconocidos. Vacas sujetas a un 30% de restricción de alimentos y aquéllas que reducen el consumo de materia seca sobre un 30% a medida que se acercan al parto se sabe que desarrollan lipidosis hepática en el posparto (Vázquez-Añon et al., 1994; Hayirli y Grummer, 2004) y cetosis (Veenhuizen et al., 1991).
HORMONA DEL CRECIMIENTO
La Hormona del Crecimiento (HC) o Somatotropina Bovina (BST) es un péptido segregado por la pituitaria anterior. Su liberación puede ser inhibida por la somatostatina, encontrada en hipotálamo, páncreas, tracto intestinal y sistema nervioso central. La secreción de la somatotropina es pulsátil y puede ser influenciada por adrenérgicos y colinérgicos agonistas, aminoácidos, magnesio y los niveles de NEFAs. La HC está involucrada en una variedad de procesos biológicos, estos procesos incluyen crecimiento longitudinal del hueso, crecimiento del músculo esquelético, lipolisis, inhibición de la lipogénesis, lactación y reproducción. Una de las acciones más significativas de la HC es la estimulación de la síntesis hepática del IGF-1. La síntesis y secreción de la HC están bajo el control de la hormona liberadora de la HC (estimulatoria) y la somatostatina (inhibitoria) desde el hipotálamo. Las concentraciones circulantes de la HC están elevadas durante el periparto (Bell, 1995) y puede jugar un papel muy importante en la transición metabólica que ocurre desde el final de la gestación hasta el inicio de la lactación (Bauman y Currie, 1980). La HC incrementa la sensibilidad y capacidad de respuesta del tejido adiposo a las catecolaminas (Bauman y Vernon, 1993), resultando en un aumento de la lipolisis y consiguiente incremento de la concentración de NEFAs circulantes. La HC también disminuye la habilidad de la Insulina para estimular la lipogénesis (Bauman y Vernon, 1993) y favorece la síntesis de lactosa, por estimulación de la gluconeogénesis hepática (Lucy et al., 2001) y disminución de la utilización de glucosa por los tejidos periféricos. Por tanto la HC es crítica para el proceso fisiológico involucrado en el inicio de la lactación.
La HC ejerce su acción uniéndose a unos receptores de me mbrana (RHC) localizados en diferentes tejidos a lo largo del cuerpo, permitiendo que la HC tenga una amplia variedad de funciones fisiológicas. Hay tres tipos de receptores, el RHC-1-A, el cual se encuentra exclusivamente en el hígado y los receptores RHC-1-B y 1-C, los cuales se encuentran en muchos órganos incluyendo el hígado.

Papel de la HC sobre la reproducción
La HC ha sido implicada en un número de procesos reproductivos incluyendo el establecimiento de la pubertad, desarrollo folicular, maduración de los ovocitos y ovulación (Chandrashekar et al., 2004). Sin embargo, es difícil evaluar la influencia de la HC sobre el desarrollo folicular, crecimiento del cuerpo lúteo y, en general, sobre todo el tracto reproductivo debido a la imposibilidad de diferenciar sus efectos de los del Factor de Crecimiento Insulínico Tipo 1 (IGF-1).

Factor de Crecimiento Insulínico Tipo 1
El Factor de Crecimiento Insulínico Tipo 1 (IGF-1) es un pequeño péptido formado por 70 aminoácidos, la molécula de IGF 1 consta de dos cadenas A y B, así como de dos dominios C y D de los cuales los últimos faltan en la molécula de Insulina madura (MC Cusker, 1998). La familia IGF contiene dos ligandos: IGF-1 e IGF-II. A pesar de su estructura similar, la producción y secreción de IGF 1 es dependiente de la hormona del crecimiento mientras que el IGF-II no. El IGF 1 juega un importante papel en procesos fisiológicos básicos como el crecimiento, desarrollo, función inmune, reproducción y metabolismo (Jones y Clemmons, 1995; Stewart y Rotwein, 1996). La mayor parte de los tejidos y células son capaces de producir IGF 1 aunque el hígado es el principal sitio para su producción. Bajo condiciones fisiológicas normales, la HC  estimula la producción hepática de IGF-1. Los estados fisiológicos que disminuyen la actividad de la HC (como desnutrición) resultan en una disminución de las concentraciones de IGF-1. Las concentraciones de IGF-1 en plasma alcanzan su punto más bajo durante la primera semana de lactación (Block et al., 2001; Radcliff et al., 2003) coincidiendo con el periodo de grave balance energético negativo (Rhoads et al.,
2004). En este momento las concentraciones de HC en plasma son elevadas y la capacidad de la HC para estimular la síntesis hepática de IGF 1 está atenuada (Vicini et al., 1991) como resultado de una disminución del número de RHC en hígado, especialmente RHC-1. La expresión del RHC-1-A en hígado no comienza a recuperarse hasta la segunda semana de lactación. La depresión en la expresiónde RHC-1-A alrededor del momento del parto limita la capacidad de la HC circulante para favorecer la síntesis y secreción de IGF-1 (Kobayashi et al., 1999; Radcliff et al., 2003). La hormona implicada en este proceso, conocido por algunos como Resistencia a la HC, es la Insulina. Se ha visto que la Insulina es capaz de restablecer la respuesta hepática a la HC.
Papel de la IGF-1 en la reproducción El sistema IGF juega un número importante de papeles en el crecimiento y desarrollo de los folículos ováricos. Quizás el más significante, de todos ellos, es la acción sinérgica entre el IGF-1 y las gonadotropinas. Juntos, las gonadotropinas y el sistema IGF folicular, amplifican la capacidad esteroidogénica del folículo ovárico y aceleran el proceso de maduración. El sistema IGF folicular también parece jugar un papel importante en la selección del folículo dominante, así mismo, se vio que la concentración de IGF-1 libre era mayor en el folículo dominante que en el subordinado (Spicer, 2004). A pesar de los resultados contradictorios obtenidos por las diferentes investigaciones hay un acuerdo general de que el sistema IGF es importante para el mantenimiento, función y quizás regresión del cuerpo lúteo.
En el oviducto también se encuentra el IGF-1. La expresión del RNAm del IGF-1 en el oviducto es más alta durante los cinco primeros días que siguen al estro que al final del ciclo estral (Pushpakumara et al., 2002). Curiosamente el periodo de tiempo durante el cual las concentraciones del IGF-1 en el oviducto son más altas, corresponden con el momento en el que el embrión se encuentraen el oviducto. Estas observaciones sugieren que le sistema del IGF dentro del oviducto tiene el potencial de afectar el desarrollo embrionario.
La secreción del IGF-1 en la luz uterina alcanza su pico en el celo como respuesta a las altas concentraciones de estrógenos en el bovino, en consecuencia las concentraciones de IGF-1 son máximas varios días antes de que el embrión entre en el útero (Wathes et al., 1998 A).

GHRELINA
Investigaciones recientes determinaron que la Ghrelina se produce en las glándulas oxínticas, situadas en la zonda fúndica del estómago, desde donde se segrega al torrente circulatorio (Tomasetto et al., 2000). La Ghrelina se produce también en prácticamente todo el tracto intestinal riñones y páncreas. Además de sobre la HC, la Ghrelina, influye sobre otros reguladores del metabolismo y del apetito. La Ghrelina se produce también en el hipotálamo desde donde estimula la secreción de la HC por la pituitaria anterior.
La Ghrelina se segrega en respuesta a periodos de ayuno y bajo contenido de grasa corporal, en cambio su secreción es inhibida por el alto contenido de grasa corporal y obesidad (Nonogaki, 2008). La concentraciones de Ghrelina al inicio de lactación, en vacas lecheras de alta producción, son elevadas tanto en caso de desnutrición crónica como aguda (Roche et al., 2006) (Bradford y Allen, 2008).
Los efectos de la ghrelina sobre la reproducción en vacas de leche, necesita más investigación, pero a juzgar por los que tiene en otras especies podrían ser determinantes.

LEPTINA
La Leptina es una proteína hormonal sintetizada casi exclusivamente en el tejido adiposo blanco (Ingvartsen KL y Bosclair YR, 2001).
En contraste con la mayoría de las otras hormonas actúa directamente sobre las regiones del cerebro involucradas en la regulación del metabolismo energético tales como las situadas en el hipotálamo (Smith MS y Grove KL, 2002). Ahima y Flier, 2000, propusieron que la caída de la Leptina en plasma indicaba al SNC que un estado de insuficiencia energética prevalecía en la periferia. Consistente con tal papel durante el periodo de transición, la Leptina en plasma se reduce en la vaca de leche. Además al inicio de lactación y de otras condiciones en las cuales la Leptina en plasma está baja o ausente, participa en muchas adaptaciones tales como la depresión de la función reproductiva o inmune y en una más alta eficiencia metabólica (Smith MS y Grove KL, 2002).
La hipoleptinemia al inicio de lactación podría ser otro mecanismo para incrementar el ahorro de energía suprimiendo funciones como la reproducción y la inmunidad y promoviendo un incremento de la eficiencia metabólica.

INTERACCIONES HORMONALES QUE DEFINEN EL BEN
La transición desde la gestación a la lactación es un momento de profundos cambios metabólicos en la vaca de leche. Estos cambios se inician al final de la gestación, donde el desarrollo fetal y la preparación de la glándula mamaria para la lactación, suponen un aumento brusco de las necesidades de nutrientes (principalmente de glucosa). Los requerimientos de glucosa se incrementan en más de un 30% en este momento y continúan aumentando tras el parto, debido al establecimiento de la lactación, hasta un 75% de las necesidades de mantenimiento. Young (1976) determinó que una vaca produciendo 30kg. de leche por día con el 4,9% de lactosa empleaba 2,9 kg. de glucosa para la síntesis de la lactosa. Debido a que los rumiantes ingieren con la dieta muy pequeñas cantidades de glucosa, 2,7kg de esta glucosa deben ser sintetizados a través de la neoglucogénesis. Para poder hacer frente a estas elevadas necesidades de glucosa la vaca, al final de la gestación, sufre una serie de cambios hormonales y metabólicos, perfectamente orquestados, que afectan tanto a los niveles de estas hormonas en sangre como a la sensibilidad de los tejidos a las mismas. Estos cambios los conocemos como cambios homeorréticos (Bauman y Currie, 1980) y tienen un fuerte impacto sobre el estado nutricional (Van Suan, 1991), metabólico (Drackley, 1999) e inmune (Goff y Horst, 1997; Mallard et al., 1998) del ganado de leche.
Al final de la gestación se producen dos hechos claves que pueden precipitar el desencadenamiento de estos cambios homeorréticos.De una parte se produce una disminución de la ingesta de materia seca (Hayirli  et al., 2002) y de otra, empiezan los cambios en las hormonas reproductivas que han de preparar a la vaca para el parto. La concentración de Progesterona (P4) en sangre, empieza a disminuir gradualmente al final de la gestación para caer de forma brusca, inmediatamente antes del parto, con lo que el efecto inhibitorio de la P4 sobre la glándula mamaria desaparece (Bauman y Currie, 1980). Simultáneamente se incrementan los niveles plasmáticos de estrógenos y corticoides. Independientemente de quién sea el primero en desencadenar los cambios homeorréticos, lo cierto es que estos cambios se dirigen a modificar el papel regulatorio central de la insulina sobre el metabolismo de la glucosa.
Como ya dijimos anteriormente la insulina es una hormona anabolizante que se encarga del ahorro y almacenamiento de nutrientes, de tal manera que favorece la lipogénesis en tejido adiposo y frena la lipolisis, favorece el consumo y acúmulo de glucosa en el tejido muscular y frena la gluconeogénesis y glucogenolisis hepática. Todas estas acciones de la insulina son contrarias al aumento de la disponibilidad de cantidades crecientes de glucosa destinadas a finalizar la gestación y afrontar el inicio de la lactación. Por tanto la vaca de alta producción, durante el periodo de transición, necesita disminuir el consumo de glucosa de otros tejidos que no sean el uterino y mamario y disponer de las reservas grasas para ser utilizadas como combustibles en sustitución de la glucosa. Igualmente debe producir grandes cantidades de glucosa para satisfacer la demanda del útero gestante y posteriormente de la lactación (Bauman y Currie,1980; Collier et al., 1984; Reynolds et al., 2003).
La única forma de conseguir todos estos cambios, de una manera coordinada, es debilitando el papel de la insulina de dos formas: (1) disminuyendo los niveles plasmáticos de insulina, como ocurre en el periodo de transición de la vaca de leche; (2) disminuyend  la sensibilidad de los tejidos a la misma, fenómeno que se conoce como Resistencia a la Insulina y que representa la regulación homeorrética, por excelencia, de la vaca en su paso de la gestación a la lactación.
La disminución de la función de la insulina en el periparto, afecta de manera desigual a los diferentes tejidos orgánicos, de forma que el útero gestante, el cerebro y la glándula mamaria no dependen de la insulina para la captación de glucosa; mientras que el tejido muscular esquelético, el tejido adiposo y, en menor medida, el hígado están sometidos a la acción regulatoria de la insulina. Esto posibilita que al final de gestación e inicio de lactación, la disminución de la capacidad regulatoria de la insulina permita que en el tejido adiposo se frene la lipogénesis y aumente la lipolisis, en tejido muscular descienda la oxidación y almacenamiento de glucosa y aumente la utilización de Ácidos Grasos (AG) y Cuerpos Cetónicos como combustibles. La disminución de la acción de la insulina,
en tejido muscular, también favorece la proteólisis proporcionando aminoácidos (aa) para la neoglucogénesis hepática. En hígado la depresión de la acción de la insulina favorece la glucogenolísis y la gluconeogénesis. Estos cambios favorecen el ahorro en el consumo de glucosa en los tejidos periféricos y facilitan la producción de glucosa para ser consumida en aquellos órganos, cuya captación de glucosa no está regulada por la insulina, fundamentalmente, útero y glándula mamaria. Uno de los problemas es saber quién es el responsable de esta depresión en la acción de la insulina. Está claro que la HC juega un
papel importante a la hora de deprimir la acción de la insulina. La Hormona del Crecimiento es un potente inhibidor de la utilización de glucosa estimulada por la insulina y de la lipogénesis en tejido adiposo (Bauman y Vernon, 1993). El tratamiento con BST, causa una reducción de la captación de glucosa en músculo esquelético de la vaca en lactación (Dunshea et al., 1995). La HC favorece también la movilización de aa desde el músculo esquelético al inhibir la acción antiproteolítica de la insulina. Los efectos de la HC sobre los tejidos periféricos se deben a su acción sobre el transportador de glucosa Glut4. Es evidente que el tratamiento de rumiantes en lactación con HC tiene múltiples efectos sobre el metabolismo de la glucosa en hígado, tejido adiposo, músculo esquelético y glándula mamaria. Esto, junto con la capacidad de la hormona para afectar a algunas de estas respuestas, alterando la sensibilidad de los tejidos a la insulina, son enteramente coincidentes con su supuesto papel homeorrético (Bauman y Vernon, 1993). Cuando estos hechos se
consideran junto con su patrón de secreción endógena en rumiantes no tratados, queda puesta de manifiesto la importancia de la hormona del crecimiento como el principal regulador homeorrético del reparto de glucosa, entre la glándula mamaria y los tejidos no mamarios implicados en la producción y utilización de glucosa.
Los ajustes hormonales consiguen modificar el reparto de nutrientes y cubrir las crecientes necesidades energéticas que se producen durante la transición de la gestación al parto, pero lo hacen a partir de las reservas corporales, fundamentalmente tejido adiposo y muscular. Al final de la gestación, paralelamente al incremento de las necesidades nutritivas, se produce una disminución de la ingesta de materia seca (Hayirli, et al., 2002) que alcanza su punto más bajo en el momento del parto para ir recuperándose lentamente después de éste. El nivel máximo de DMI se alcanza semanas después de que la vaca logre su pico de producción (Grummer, 1995).
Esto genera en la vaca en transición, un déficit de nutrientes (energía) que denominamos Balance Energético Negativo (BEN). Como indicamos anteriormente la vaca de leche cubre este déficit energético, movilizando sus reservas corporales y, por tanto, perdiendo peso. De la profundidad de este BEN, dependerá la gravedad de la depresión del sistema inmunitario de la vaca en transición, hecho
clave en el desencadenamiento de las enfermedades posparto, y el reinicio de la ciclicidad ovárica, fundamental para la obtención de unos buenos resultados reproductivos. De lo dicho anteriormente, es fácil deducir que el control que podemos ejercer sobre el desarrollo del BEN en la vaca de leche, durante el periodo de transición, dependerán los resultados económicos de esa lactación.
BEN, SISTEMA INMUNITARIO Y ENFERMEDADES POSPARTO
Durante el periparto, coincidiendo con el BEN, la vaca lechera sufre una marcada depresión de la función inmune (Reinhardt et al., 1988). La función de las células mononucleares en la sangre periférica y neutrófilos declina, a medida que la vaca se acerca al parto y no se recupera hasta dos a tres semanas posparto (Kehrli et al., 1989)
Científicos del Centro Nacional de Enfermedades Animales de EEUU estudiaron la función linfocitaria y neutrofílica, semanas antes y después del parto, en vacas que fueron mastectomizadas comparado con vacas intactas y produciendo leche. La función linfocítica se veía enormemente deprimida, especialmente alrededor del parto, en las vacas produciendo leche. La función neutrofílica declina en los dos tipos de vacas antes del parto, pero rebotaba muy rápidamente en las vacas mastectomizadas después de éste. En las vacas que estaban produciendo leche la función neutrofílica permanecía deprimida durante varias semanas posparto.
Es lógico pensar que el BEN desencadenado al final de la gestación, por la demanda de nutrientes del feto y, el inicio de lactación, por la síntesis de los componentes de la leche, pueden determinar este deterioro del sistema inmune. En este sentido, Scalia et al., (2006) vieron que polimorfonucleares neutrófilos de bovino, incubados con altas concentraciones de NEFA (similares a aquellas que hay en vacas con intensa lipomovilización), aumentaban la generación de especies reactivas del oxígeno que producían una disminución de la viabilidad de estos neutrófilos y un aumento de los procesos de necrosis. Estudios previos habían lanzado la hipótesis de que estos procesos de necrosis y muerte celular, podrían ser los responsables, al menos en parte, del deterioro de la función inmune alrededor del parto y, por tanto, del incremento de enfermedades infecciosas como mastitis y metritis. De manera coincidente Kimura et al., (2002) comprobó que las vacas que iban a tener retención de placenta tenían una reducción de la actividad quimiotáctica de sus leucocitos desde dos semanas antes del parto hasta dos semanas después del mismo. Además tenían reducida la actividad myeloperoxidasa (indicadora de la capacidad matadora de los leucocitos neutrófilos) igualmente antes y después del parto. Por otra parte, Huzzey et al.,(2007) vio que la DMI antes del parto era el mejor método para predecir aquellas vacas que iban a tener metritis después del mismo. Las vacas con metritis grave después del parto, experimentaban una disminución de la DMI, dos semanas antes del parto, muy superior a las vacas con un post-parto saludable y esta diferencia, en la DMI, continuaba al menos cuatro semanas después del parto. Dada la coincidencia en el tiempo de los tres hallazgos descritos, bien se podría pensar que el BEN, mediante sus cambios metabólicos y hormonales, origina un deterioro de la función inmune, en este caso, medida por la actividad de los polimorfonucleares neutrófilos, que favorece la aparición de la RP y de algunas de las enfermedades infecciosas del periparto, como las mastitis y las metritis.
Indirectamente, favoreciendo la presencia de retención de placenta y metritis y, directamente, mediante los niveles de NEFA y BHBA, el BEN facilita el desarrollo del complejo de enfermedades posparto (RP, metritis, cetosis, desplazamiento de abomaso). Una característica importante de estas enfermedades es que cada una puede impulsar el desarrollo del resto, de tal manera que la RP es la causa principal de metritis y la metritis producirá una disminución de la DMI que agravará el BEN desencadenando la cetosis.
Las vacas con cetosis tienen aumentado en siete veces el riesgo de padecer desplazamientos de abomaso. Ni qué decir tiene que el desarrollo de estas enfermedades acarrea enormes pérdidas económicas generadas por los costes de tratamientos, disminución de la producción y merma de la eficiencia reproductiva. La eficiencia reproductiva es la otra gran perjudicada por el BEN, habiendo quedado claro anteriormente que el desarrollo de las metritis posparto, se ve favorecido por el BEN, éstas representan el mayor impedimento para la obtención de unos buenos resultados reproductivos.
Hay otras muchas formas de relacionar el BEN con la reproducción, la pérdida de Condición Corporal (BCS) es una de ellas. Una pérdida de BCS superior a 1 punto (en una escala de 1 a 5) se asoció a una pérdida de 10 puntos en la Tasa de Concepción al primer servicio y un promedio de 11 días abiertos más que las vacas que perdían entre 0,5 y 1 punto de BCS (López-Gatius et al., 2003). También es conocido que la recuperación de la ciclicidad ovárica, ocurre de 10 a 14 días después de que el BEN haya tocado fondo (Butler 2003).
Una explicación de la relación entre el BEN y la reproducción, podría encontrarse en los bajos niveles de insulina e IGF-1 existente en el posparto. Los bajos niveles de insulina producen un desacoplamiento de los receptores hepáticos de la HC, lo que determina una disminución de la producción de IGF-1 hepático, que no se recupera hasta que disminuye el BEN y suben los niveles de insulina, restableciéndose entonces el acoplamiento del eje HC-IGF-1. El IGF-1 juega un papel fundamental en el desarrollo fulicular a través de una acción sinérgica con las gonadotropinas, en el crecimiento y diferenciación folicular (Adashi et al., 1994). Así mismo participa en el desarrollo embrionario y en el mantenimiento de la gestación.
MEDIDA DEL BEN
Todas las vacas entran en BEN, al menos, dos días antes del parto y continúan con este BEN varios días después del mismo, por tanto, lo importante es la profundidad y duración de este BEN. Del grado de intensidad y duración de este BEN depende que la vaca pueda hacerlo compatible con el mantenimiento de sus funciones vitales o que, por el contrario, los mecanismos homeorréticos, puestos en marcha, sean incapaces de evitar el desarrollo de enfermedades metabólicas como cetosis e hígado graso que favorecen el desencadenamiento del complejo de enfermedades posparto.
Lo importante, entonces, es poder medir la intensidad del BEN y así tomar la decisión más adecuada en cada caso. Hay varias formas de medir el BEN como la calorimetría directa e indirecta (muy costosa), el cálculo de la diferencia entre la energía consumida y la gastada para mantenimiento y producción de leche (menos exacta pero más factible) y por último tenemos los métodos indirectos como: los niveles de insulina y glucosa que son bajos, el nivel de grasa en el primer ordeño que será más alto cuanto mayor sea el BEN, los NEFA que estarán altos durante el déficit energético de inicio de lactación y los C. cetónicos que serán más elevados cuanto mayor sea el BEN. De todos ellos, los mejores indicadores del BEN son los NEFA y los Cuerpos Cetónicos (fundamentalmente, Betahidroxibutirato en sangre y leche, y Acetoacetato en orina).

ÁCIDOS GRASOS NO ESTERIFICADOS (NEFA)
Los triglicéridos que componen el tejido graso, mediante lipólisis, dan lugar a glicerina y ácidos grasos libres (NEFA) que por la sangre llegan a otros tejidos, principalmente, al hígado donde pueden ser oxidados, almacenados en forma de triglicéridos o eliminados como lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL). En ese transcurrir desde los depósitos de reserva hacia los diferentes tejidos, vía sanguínea, es cuando podemos medirlos. Por eso los NEFA son un excelente indicador del BEN.

Determinación de NEFA
La determinación de NEFA se hace en dos momentos diferentes del Periodo de Transición: entre el día catorce y dos preparto (no se pueden muestrear vacas con menos de 48 horas al parto ya que, en ese intervalo, hay una elevación brusca de los NEFA en todas las vacas) y entre el día tres y catorce posparto. Los valores se determinan a partir de una muestra de sangre entera recogida, preferentemente, antes de la comida momento en el que los niveles son más altos. Material y métodos.-tomamos una muestra de sangre, de 10 ml, en la vena coxígea mediante un tubo con vacío y favorecedores de la formación del coágulo. Posteriormente la refrigeramos a 4º C y retiramos el coágulo a las 24 horas para ser analizados antes de las 48 horas. En muchos casos tendremos que congelar las muestras antes de enviarlas al laboratorio, sobre todo, en establos pequeños donde necesitamos un tiempo para reunir el número de muestras necesario para que sean representativas. Cuando son muestras de animales preparto no podremos mandarlas, al laboratorio, sin saber si alguna de las vacas muestreadas parió antes de los días de la recogida de la muestra, en cuyo caso, tendremos que desecharla. Esto nos obliga a congelarlas. También tendremos que eliminar las muestras con hemólisis.
Valores críticos de NEFA en sangre.-se han determinado valores críticos en sangre a partir de los cuales la posibilidad de padecer ciertas enfermedades como cetosis, D. de Abomaso, R. de Placenta y Metritis es más alta y, además, se ve disminuida la eficiencia reproductiva y la producción de leche. Teniendo en cuenta estos planteamientos Ospina et al. (2009) sitúan el umbral crítico para vacas en preparto en 0,3 mEq/l y para vacas en posparto en 0,6 mEq/l. Oetzel (2004) sitúa el umbral de riesgo, para vacas preparto, en 0,4 mEq/l.
CUERPOS CETÓNICOS
Cuando la cantidad de NEFA que llega al hígado es tan alta que supera su capacidad para oxidarlos completamente, o la producción de Acetil-CoA es excesiva, se forman los cuerpos cetónicos. Estos salen de la célula y se vehiculan por la sangre a otros tejidos donde serán utilizados como combustible. Por esa razón, los C.cetónicos son también magníficos indicadores del BEN.
El principal cuerpo cetónico es el ac. acetoacético del cual deriva, por reducción enzimática, el Betahidroxibutirato (BHB) (segundo cuerpo cetónico en importancia). El tercer cuerpo cetónico es la acetona (menos abundante) que procede del Ac. Acetoacético por pérdida espontánea de un átomo de carbono y que no se metaboliza, eliminándose por los pulmones.
El Ac. Acetoacético, una parte, procede de los cuatro últimos átomos de carbono de un ac. graso de cadena larga, después de sucesivas perdidas oxidativas de una molécula de Acetil Coenzima A. Pero la mayor parte se forman por la unión cabeza cola de dos moléculas de Acetil Coenzima A. El Acetoacetato así formado y su homólogo reducido, el Betahidroxibutirato, pueden difundir a través de la membrana celular y llegar al torrente circulatorio, desde donde alcanzarán los tejidos periféricos que los utilizarán como fuente  de energía entrando en el Ciclo de los Ácidos Tricarboxilicos.
La concentración de cuerpos cetónicos en la sangre, normalmente, es baja pero se puede elevar bruscamente, cuando su producción por el hígado supera la capacidad de oxidación de los tejidos periféricos. Los cuerpos cetónicos pueden ser oxidados por el corazón, riñón, músculo esquelético, glándula mamaria y tracto gastrointestinal, de los rumiantes, así como servir de precursores en la síntesis mamaria de los ac.grasos. Por tanto el aumento de la cetogénesis, durante el periodo de transición, puede ser una estrategia para compensar la insuficiente ingesta de precursores de la glucosa y una medida del balance energético.
La cetogénesis hepática está regulada por los siguientes factores:
1. Suministro de NEFA al hígado
2. Actividad de la CPT-1, responsable de la entrada del Acil-CoA en la mitocondria para la producción de Acetil-CoA
3. La actividad mitocondrial de la 3-hidroxi-3-metilglutaril-CoA sintetasa, que regula la conversión de Acetil-CoA a cuerpos cetónicos.
Esta enzima es inhibida por la succinil-CoA y así actúa como un sensor de aporte de carbono al Ciclo de Krebs. De tal manera que, en vacas lecheras, abundante aporte de propionato aumenta la cantidad de succinil-CoA en la mitocondria inhibiendo la actividad de la 3-hidroxi-3-metilglutaril-CoA sintetasa y a la inversa.
Determinación de Cuerpos Cetónicos
Son los metabolitos de elección para determinar la existencia de Cetosis Subclínica (nombre que recibe en este caso el BEN), tanto en la vaca, individualmente, como en el rebaño en general. Estos cuerpos cetónicos son el Acetoacetato y el betahidroxibutirato y se detectan principalmente en sangre, orina y leche.
Acetoacetato.- Es muy inestable en sangre por lo que se determina en orina. Hay varios test diagnósticos pero el más eficiente es el Ketostix de Bayer. Es un test semicuantitativo que nos da los valores de Acetoacetato en mg/dl; se basa en un cambio de color en la tira diagnóstica y nos ofrece cinco niveles de los cuales tres están relacionados con la cetosis subclínica: nivel traza (5mg/dl), nivel leve (15 mg/dl) y nivel moderado (40mg/dl). En general este test tiene una alta sensibilidad y una menor especificidad pero esto varía en función del punto de corte que cojamos. A medida que subimos el punto de corte aumentamos la especificidad (reducimos los falsos positivos) y disminuimos la sensibilidad (habrá más falsos negativos). Carrier et al, 2003 y Oetzel, 2004 compararon la sensibilidad y especificidad del Ketostix con el Betahidroxibutirato en sangre a niveles de 1400μmol/l. Cuando comparábamos con niveles de 5mg/dl la sensibilidad era del 90% y la especificidad del 75% (para Carrier del 85%). Si el punto de corte lo situábamos en 15 mg/dl, entonces la sensibilidad bajaba al 80% y la especificidad subía al 92% (para Carrier al 96%). Por último, cuando subíamos a 40 mg/dl la sensibilidad bajaba al 70% y la especificidad era del 97% (para Carrier del 99%). A pesar que el fabricante recomienda leer el resultado a los 15 segundos, los mayores datos de especificidad se obtuvieron leyendo a los 5 segundos. Algunos falsos positivos pueden darse por un prolongado contacto de la tira con la orina. Si el propósito de la prueba es descubrir vacas con cetosis subclínica para tratarlas, deberíamos tomar un punto de corte más bajo (quizás 15 mg/dl) ya que aunque tengamos un 20% de falsos positivos, lo que nos interesa es descubrir el mayor número posible de vacas con cetosis subclínica para poder tratarlas. El principal problema de esta prueba es lo laborioso que puede ser, algunas veces, obtener la orina.
Betahidroxibutirato.- Es el indicador por excelencia de la cetosis subclínica. Los niveles de Betahidroxibutirato en sangre son la referencia con la que se comparan todas las demás determinaciones. Es una molécula más estable y puede detectarse en sangre y leche.
Betahidroxibutirato en leche.- las pruebas existentes para la determinación de Betahidroxibutirato en leche no son lo suficientemente satisfactorias, tienen una baja sensibilidad comparada con las existentes para Betahidroxibutirato en sangre y no se pueden utilizar como test de rebaño y difícilmente para el diagnóstico en vacas individuales. Hay un test en leche, fabricado en Japón, que recibe diferentes nombres según los países (KetoTest, Ketolac y Sanketopaper) que podría servir para diagnósticos individuales o de rebaño, en función del punto de corte. Si ponemos un punto de corte muy bajo (50μmol/l) entonces su sensibilidad está en el 89% y su especificidad en el 77%. Cuando subimos el nivel a 100μmol/l la sensibilidad baja al 83% y la especificidad sube al 82% y, por último, si ponemos ese punto de corte en 200μmol/l su sensibilidad se reduce al 54% y su especificidad sube al 94%. En este caso podría tener alguna probabilidad como prueba de rebaño aumentando el número de muestras a tomar.
Betahidroxibutirato en sangre.- las muestras de sangre para la determinación del Betahidroxibutirato se recogen igual que en el caso de los NEFA, recalcando que sólo se puede utilizar la vena coxígea ya que en la mamaria los niveles son más bajos puesto que la glándula mamaria utiliza betahidroxibutirato y elimina acetoacetato. Las muestras de sangre, en este caso, no requieren un manejo especial a la hora de enviarlas al laboratorio.
Aquí sí es importante tener en cuenta el momento de recogida de las muestras con respecto a la comida. Los niveles de BHB se elevan a las 4 ó 5 horas del reparto de la comida, momento adecuado para la obtención de la muestra. Este pico se debe, probablemente, a la formación de ac. butírico en el rumen o la ingestión del mismo por ensilados mal conservados.
Actualmente disponemos de un medidor de BHB en sangre portátil (Optium Xceed), que nos permite hacer esta determinación en el mismo establo y cuyos resultados son totalmente comparables a los obtenidos en laboratorio. Los valores de BHB en sangre, normalmente, vienen dados en μmol/l y consideramos los 1400 μmol/l como punto de corte para definir una cetosis subclínica y los2600μmol/l para una cetosis clínica. Estudios más recientes (Ospina et al, 2009) sostienen que a partir de 1000μmol/l, aumenta la probabilidad de padecer enfermedades posparto y disminuyen los resultados productivos y reproductivos. Walsh et al,  (2007) observa disminución de los resultados reproductivos a partir de 1000μmol/l en la primera semana posparto y 1400μmol/l en la segunda.
EFECTO DE LOS NIVELES DE NEFA Y ABHB SOBRE LA SALUD DE LAS VACAS DURANTE EL PERIODO DE TRANSICIÓN
Niveles altos en suero de NEFA y ABHB, son reflejo de un fuerte BEN y, consiguientemente, predisponen a la vaca a padecer una serie de enfermedades como: R. de placenta, Metritis, Cetosis y D. de Abomaso. Además tienen una influencia negativa sobre la producción y la reproducción. Como quiera que estos metabolitos aumentan en sangre con cierta antelación a la aparición de la enfermedad, tienen también una importante capacidad predictiva. Son muchas las investigaciones llevadas a cabo para determinar la relación entre el nivel en suero de NEFA y ABHB y la posterior aparición de las enfermedades posparto. Ospina et al. (2010) plantearon un estudio en el que muestrearon 2758 vacas con el doble objetivo de:
1) Determinar el nivel de NEFA (preparto y posparto) y ABHB (posparto) que mejor predecía la posterior presentación de las distintas enfermedades. A éste nivel lo denominó Umbral Crítico.
2) Establecer el grado de asociación entre estos metabolitos y la ocurrencia de la enfermedad en los primeros 30 DEL.
Para la determinación del umbral crítico de NEFA y ABHB utilizaron las curvas ROC que señalan el valor con mayor sensibilidad y especificidad a la hora de predecir la mayor ocurrencia de la enfermedad. En resumen, para la predicción del desarrollo de alguna enfermedad, el umbral crítico de NEFA preparto era 0,29 mEq/l y para los NEFA posparto era de 0,57 mEq/l. En el caso del ABHB posparto el umbral crítico era 10mg/dl.
En cuanto a la asociación entre NEFA y ABHB y la ocurrencia de las enfermedades posparto fue valorado mediante el Ratio de Riesgo (RR). Los RR fueron calculados a partir de los diferentes umbrales críticos. Todos los RR fueron significativos y >1,8 (Tabla1). En el grupo preparto muestreado para NEFA, todos los RR fueron >1,8 (1,8-2,2) lo que significa, por ejemplo, que el riesgo de padecer más tarde, alguna de las enfermedades era al menos 1,8 veces mayor en vacas con el nivel de NEFA por encima del umbral crítico de 0,29 mEq/l. En las vacas muestreadas posparto para NEFA el RR era >4,4 (4,4-17). Los RR para las vacas muestreadas para ABHB eran >2,3 (2,3-6,9) significando que había un mayor riesgo de desarrollar enfermedad si el animal tenía unos niveles de ABHB por encima del umbral (tabla2).
Tabla 1. RR de enfermedad basado en los umbrales críticos de NEFA obtenidos por las curvas ROC. (Ospina et al., 2010)
Balance energético negativo en la vaca de alta producción - Image 1

Dentro del mismo trabajo, también se evaluó el efecto de los niveles de NEFA preparto y NEFA y ABHB posparto sobre la producción y reproducción (tabla2). El éxito reproductivo fue medido como la gestación dentro de los 70 días posteriores al Periodo de Espera Voluntario (PEV) de cada explotación. Los resultados se recogen en la tabla 3 y agrupan los datos de vacas y novillas ya que no se observaron diferencias al final del estudio. La disminución del riesgo de preñez, cuando los NEFA preparto eran ≥0,27 mEq/l fue del 19%. Cuando se analizaba la influencia de un nivel de NEFA posparto ≥0,72 mEq/l el riesgo de preñez caía en un 16%. Si finalmente lo que se valoraba era el nivel de ABHB posparto, el riesgo de quedar gestantes disminuía un 13% cuando el nivel de este metabolito era ≥10mg/dl.
Para medir la influencia sobre la producción de leche se utilizó la lactación adulta proyectada a 305 días (ME305), calculada con los datos de los primeros 120 DEL. Niveles de NEFA preparto ≥0,33 mEq/l redujeron la producción ME305 en 683kg. Cuando nos referimos a los metabolitos posparto encontramos una diferencia entre vacas y novillas. Al analizar el efecto de los NEFA por encima de 0,72 mEq/l en las vacas suponía una pérdida de 367kg, mientras en las novillas, niveles superiores a 0,57 mEq/l suponían una ganancia de 488kg. En el caso del ABHB niveles superiores a 10mg/dl suponían en las vacas una pérdida de 393kg, mientras que en las novillas había una ganancia de 403kg.
 
Tabla 2. RR de enfermedad basado sobre umbrales críticos de ABHB obtenidos por las curvas ROC. (Ospina et al., 2010)
 
Balance energético negativo en la vaca de alta producción - Image 2
 
Walsh et al. (2007) estudiaron la influencia de los niveles de ABHB sobre la reproducción y vieron que aquellas vacas que tenían >1000 μmol/l, en la primera semana posparto o más de 1400 μmol/l en la segunda semana, tuvieron un 20% menos de probabilidad de quedar gestantes a la primera inseminación artificial. La probabilidad de quedar gestantes se reducía un 50% cuando las vacas superaban los umbrales anteriores durante la primera y segunda semana posparto.
Por último, LeBlanc et al. (2005) diseñaron un estudio para ver la influencia de los diferentes metabolitos (NEFA, ABHB, glucosa, urea, calcio y fósforo) sobre el riesgo del Desplazamiento de Abomaso a la Izquierda (DAI) en el periparto. Finalmente vieron que sólo NEFA y ABHB estaban relacionados con el riesgo de DAI. En el estudio demostraron que las vacas con niveles de NEFA en suero ≥0,5 mEq/l, entre los días 0-6 antes del parto, tenían 3,6 veces más de probabilidad de desarrollar DAI. Igualmente determinaron cómo umbrales críticos para los NEFA en posparto ≥1 mEq/l y para el ABHB ≥1200 μmol/l. A partir de estos puntos de corte vieron que el ABHB tenía una mayor capacidad para predecir DAI (OR=8) que los NEFA (OR=4,8) y tenía ligeramente más alta sensibilidad y especificidad.
 

FACTORES DE RIESGO PARA BEN
 
Los esfuerzos encaminados a la prevención del BEN deben ir enfocados hacia el manejo nutricional de la vaca durante el secado. El objetivo de la dieta en el secado debe ser maximizar el consumo de MS y proporcionar una adecuada densidad energética de la ración (Oetzel, 1998). Hay numerosos factores a los que se les atribuye (con razón) influencia sobre el BEN. Además de la mencionada IMS hay otros factores que podríamos denominar de rebaño, entre los que destacan: espacio suficiente, cubículos confortables (en número un 10% superior al de vacas), espacio de pesebre adecuado (mínimo 60 cm por vaca), cambios de lotes, aporte de agua abundante y de calidad y estrés por calor que deben ser tenidos en cuenta a la hora de prevenir el BEN. También hay otra serie de factores de riesgo para el BEN, relacionados con el secado, como: Condición Corporal (CC), dificultades de locomoción y NEFA preparto. Por último tenemos los factores relacionados con el parto, principalmente: Días de gestación al parto, facilidad de parto, sexo del feto, gemelos, mortinatos, y número de partos. Todos estos factores tienen el mismo hilo conductor y es que condicionan la IMS. Por tanto, al final, el único factor de riesgo primario es la IMS. Un trabajo de Osborne (2003) indica que una IMS menor de 12 kg/vaca y día, en las últimas 3 semanas anteriores al parto, incrementó posteriormente el riesgo de cetosis subclínica en casi 6 veces (OR=5,7).
 
 
Factores que afectan a la IMS durante el preparto
 
La dinámica de consumo de materia seca durante el secado, especialmente durante las últimas 3 semanas, está sujeta a numerosos factores ambientales, animales y nutricionales. Entre los ambientales destaca el confort, entre los factores animales: días al parto, condición corporal y número de partos, y de los nutricionales: nutrientes y estrategias de racionamiento.


Confort
 
El confort en la vaca seca puede ser tan importante o más que la composición de la ración. Espacio suficiente de pesebre, cama seca y confortable y ventilación adecuada son imprescindibles para un consumo óptimo de MS.
Días al parto Hayirli et al. (2002), estudiaron el efecto de los días al parto sobre la IMS y observaron que descendía, de promedio para todos los animales, desde el 1,91% del pv en el día 21 antes del parto al 1,3% del pv el día anterior al parto. La IMS decrecía un 32,2 % durante las tres últimas semanas de gestación y el 88,9% de esa disminución ocurría en la última semana.


Condición corporal (CC)
 
La condición corporal o nivel de engrasamiento de la vaca, es un factor determinante para la IMS tanto antes como después del parto.
Lo primero que tenemos que hacer es medir ese grado de engrasamiento y para ello la técnica más utilizada es la de Edmonson et al. (1989), basada en la observación del animal sin recurrir a la palpación. Los animales se puntúan en una escala del 1 al 5 en la que el 1 corresponde al animal más delgado que nos podemos imaginar y 5 al más obeso. Cada punto equivale a unos 56 kilos de p.v. Actualmente se recomienda que las vacas lleguen al parto con una CC entre 2,75 y 3 y no perder después del parto más de 0,5 puntos (Overton y Waldron, 2004). CC superiores a éstas deprimen la IMS antes y después del parto y pueden dar lugar, tras el parto, a pérdidas superiores a un punto que significa un fuerte BEN y son mal toleradas por la vaca. Hayirli et al. (2002) evaluaron la disminución de la IMS antes del parto para vacas delgadas (1-3 de CC), vacas intermedias (3-4 de CC) y vacas obesas (4-5 de CC) y observaron que el descenso de la IMS era lineal conforme aumentaba la CC. Esta disminución era constante a lo largo de las tres semanas preparto en las vacas obesas, mientras que en las intermedias y delgadas permanecía bastante estable en las semanas 3 y 2, previas al parto, para descender bruscamente la semana anterior al mismo. La disminución de la IMS durante las tres semanas anteriores al parto para las vacas delgadas, intermedias y obesas era del 28, 29 y 40% respectivamente. Queda demostrado que el exceso de CC deprime la IMS antes del parto con las graves consecuencias que esto acarrea.


Número de partos
 
La IMS, con respecto al p.v., es mayor en vacas que en novillas durante las últimas tres semanas de gestación: 1,88% frente a 1,69% respectivamente (Hayirli et al. 2002). Los mismos autores vieron que la IMS de las vacas descendía gradualmente desde el 2,06 al 1,36 % del p.v. durante las 3 últimas semanas preparto, mientras que en las novillas permanecía más constante, entre el 1,8-1,7% del p.v., durante las semanas 3 y 2 antes del parto para caer bruscamente hasta el 1,23% la semana final de gestación. Marquardt et al. (1977) registraron un descenso en la IMS del 25 y 52%, para novillas y vacas respectivamente, las dos semanas anteriores al parto. Esta mayor disminución en la IMS de las vacas con respecto a las novillas en el preparto, sugiere un peor BE. Lo que puede explicar su mayor predisposición a problemas de salud tras el parto.


Nutrientes
 
Así como en la mayor parte de lo dicho hasta ahora hay un importante consenso, en lo referente a estrategias de racionamiento hay una gran disparidad de criterios basados, muchas veces, en investigaciones con resultados dispares. Siguiendo con el trabajo de Hayirli et al. (2002), estudió cómo afectaba a la IMS el contenido en la ración preparto de: FND, EE, Proteína Degradable en Rumen (PDR) y Proteína Indegradable en Rumen (PIR). En conjunto estos cuatro factores son responsables del 24,2% de la disminución de la IMS en las tres últimas semanas de gestación, mientras que los factores animales (BCS y número de partos) lo son del 19,7% y los días al parto del 56,1%.
Según el estudio citado anteriormente el factor nutricional que más influye sobre la IMS en el preaparto es la FND, que lo hace en un 15,3%. La IMS decreció lineal y cuadráticamente conforme se incrementaron los niveles de FND. La IMS fue de 2,03, 1,68 y 1,64% del p.v., para animales que comían una dieta baja, media y alta en FND. No está definida la concentración óptima de FND en vacas en transición pero la energía ingerida fue máxima cuando la relación FND/CNF fue de 0,78 (29,7 FND y 38 CNF). Tampoco podemos olvidar que raciones con insuficiente FND pueden dar problemas de funcionamiento ruminal y permitir D. de abomaso, acidosis, laminitis, edema mamario y paresia posparto.
En el mismo estudio la adición de grasa a la ración afectó negativamente la IMS. Ésta, disminuyó lineal y cuadráticamente un 1,93, 1,71 y 1,72% del p.v. en animales que recibían una ración baja, intermedia y alta en grasa.
Las variaciones en PB, no afectaron de forma significativa la IMS. En cambio la IMS disminuyó linealmente a medida que se incrementó la PIR y aumentó, de la misma forma, cuando aumentó la PDR de la ración (Hayirli et al. 2002).
 

Estrategias de racionamiento
 
Las estrategias de racionamiento influyen decisivamente sobre el consumo de MS. Hay todo tipo de trabajos demostrando las ventajas de los diferentes sistemas de alimentación. Las principales investigaciones se basan en administrar raciones restringidas o a libre disposición y con más o menos fibra (Holcomb et al.,2001), raciones en que la fibra viene toda aportada por el forraje (Drackley et al.,2001), otras, en cambio, donde son los subproductos la principal fuente de fibra, (Ordway et al.,2002) y finalmente, raciones de secas a las que se les añade grasa para entrenar el sistema enzimático del hígado con vistas a la lipomovilización que ocurrirá durante el Periodo de Transición (Douglas et al.,2004).
En el NRC 2001, se establecen dos tipos de raciones para la vaca seca: una para el inicio del secado y otra para las tres últimas semanas de gestación. Nosotros pensamos que la utilización de 2 raciones en el secado, además de no ser necesario, puede resultar contraproducente en algunos casos.
A la ración de secado le debemos pedir que:
• No permita a la vaca engordar o, a todo más, que lo haga de forma ligera
• Se pueda administrar a libre disposición
• Permita a la vaca un alto consumo de materia seca con la que cubra todas sus necesidades nutritivas
• Se pueda dar durante todo el periodo seco sin necesidad de hacer un lote preparto, que en muchos casos es imposible
• Modere en lo posible el descenso del consumo de MS que se produce en las 3 últimas semanas preparto
Para cumplir con todas estas exigencias necesitamos una ración apetecible, con un contenido bajo en nutrientes y en la que podamos controlar, mediante el nivel de FND, el consumo de MS. De esta forma haremos coincidir el límite de la capacidad de consumo de MS de la vaca con el momento en que queden cubiertas todas sus necesidades nutritivas, sin excederlas en demasía.
Las raciones que mejor se ajustan a nuestras exigencias son las Raciones Altas en Paja y Bajas en Energía propuestas por Drackley et al. (2001). Estos autores nos proponen un tipo de ración donde la IE, a lo largo de todo el periodo seco, esté controlada para evitar engrasamiento de las vacas, eso sí, cubriendo las necesidades energéticas de la vaca durante el mismo. La clave es elaborar una ración baja en energía para que la vaca la pueda comer a libre disposición, gracias a que incorpora forrajes poco energéticos y altos en FND como la paja.
Son muchas las ventajas de esta ración para las ganaderías en general y en particular para las pequeñas, entre ellas destacan:
• Damos la misma ración durante todo el periodo seco; por tanto no necesitamos dos lotes de secas
• Restringimos la IE hasta donde queremos, lo cual parece tener efectos positivos en el postparto
• Mantenemos una panza llena y voluminosa durante el secado con efectos posteriores beneficiosos
• Evitamos el estrés por cambios de lote durante el secado
• Podemos suministrar todos los alimentos que la vaca consumirá después del parto, sin que aumente de peso, al poder diluirlos en la paja
• Los principales ingredientes son la paja y el ensilado de maíz, ambos bajos en K
Otros beneficios para la salud de la vaca son:
• Reduce de forma drástica los desplazamientos de abomaso
• Reduce el resto de patologías relacionadas con el periparto: hipocalcemias, retención de placenta, cetosis, etc.
• Tiene efectos favorables sobre la reproducción
• La IMS permanece más constante, a medida que las vacas se acercan al parto, que en vacas alimentadas con dieta de alta energía
Para obtener estos beneficios, debemos observar las siguientes recomendaciones:
• IMS entre 11,4 y 12,2 kgMS
• Densidad de energía entre 1,3 y 1,39 Mcal/kgMS
• Almidón 12-16% sobre MS
• FND procedente del forraje 40-50% de la MS total o 0,7-0,8 % del p.v. (el rango más alto cuando la fuente de fibra tiene más
energía –heno de ray-grass, alfalfa- y el más bajo cuando el forraje es paja).
• Contenido total en MS de la ración inferior al 55%.
• Mg 0,4%
• Sulfuro 0,35-0,4%
• K tan bajo como sea posible
• DCAD cero o negativo
• P 0,27%
• Ca inferior al 0,6%
• Vit E 2000UI
Otras recomendaciones prácticas para el buen funcionamiento de esta ración:
• La paja debe ir muy picada (menos de 5 cm) para evitar el escogido
• Asegurarse de que la vaca tenga acceso continuo a la ración (suficientes cornadizas y arrimado frecuente)
• Seguir cuidadosamente el contenido en MS de la ración. Los cambios de MS de los ingredientes pueden hacer que el contenido en nutrientes de la ración se modifique y aparecer un brote de problemas en el postparto
• La paja debe ser de buena calidad, principalmente de trigo o cebada
 
 
Estas raciones funcionan muy bien cuando la otra fuente de forraje es el ensilado de maíz. Ambos forrajes son bajos en K y se complementan por su contenido en energía y por su capacidad para mejorar la dinámica digestiva del rumen. La lenta digestión de la paja trae como consecuencia un rumen lleno y grande, de enorme importancia para la prevención del D. de abomaso y la falta de capacidad de la panza, en el inicio del posparto. Por otra parte al tener un control sobre la ingesta de energía (clave sobre todo en el inicio del periodo seco), tendremos también una estabilidad en el consumo de energía a lo largo de todo el periodo seco, lo que favorecerá la prevención de las enfermedades relacionadas con el parto.


Factores de riesgo relacionados con el secado y el parto
 
Ante la imposibilidad de medir individualmente el consumo de MS, McArt et al. (2013) diseñaron un estudio para determinar los factores de riesgo, durante el secado y el parto, que nos pudieran predecir la aparición de hipercetonemia en los primeros 3-16 DEL o en el primer test de ABHB entre los días 3-5 posparto. La hipercetonemia se definía como aquellas vacas con niveles de ABHB en sangre ≥ 1200 μmol/l. Una vez tenido en cuenta el factor rebaño, los principales factores de riesgo en secado eran: condición corporal (CC) preparto, dificultades de locomoción y concentración preparto de NEFA en sangre. Los factores de riesgo asociados al parto fueron: días de gestación al parto, facilidad de parto, sexo del ternero, gemelos, mortinato y número de partos.
En este estudio las vacas procedían de 4 rebaños lecheros (2 en Nueva York y 2 en Wisconsin), con la particularidad de que en las vacas procedentes de Nueva York se había hecho determinación de NFEA preparto. Debido a esto, cada modelo de predicción debía ser desarrollado 2 veces: uno con los datos de los 4 rebaños (n=1672) y otro con las vacas de los dos establos de Nueva York (n=544). La importancia de los factores de riesgo, por su capacidad para predecir hipercetonemia, varía si incluimos los 4 rebaños o si lo hacemos para los 2 de Nueva York. También varía si la ocurrencia de la hipercetonemia, que tratamos de predecir, es entre los 3-16 DEL o al primer test desde los 3-5 DEL.
Independientemente de la importancia de cada factor, en los diferentes modelos, comentaremos los principales factores de riesgo que nos pueden ayudar a identificar animales susceptibles de padecer hipercetonemia antes de que ésta ocurra.
Rebaño de procedencia.- es bien conocido que los factores de manejo de un rebaño, son importantes a la hora de predecir hipercetonemia en vacas posparto y, por tanto, el riesgo de que una vaca desarrolle hipercetonemia puede ser mayor, sólo, por el hecho de estar en un rebaño con mayor incidencia.
Condición Corporal.- las vacas de los grupos con Condición Corporal (CC) 1 y 2 fueron menos propensas a desarrollar hipercetonemia que las vacas con CC 3. Había una interacción entre CC y Nº de Partos, de tal manera que las vacas, con un parto, no aumentaron el riesgo de hipercetonemia a mayor CC. Sin embargo vacas de 2 partos con CC 3 y vacas de 3 o más partos con CC 2 ó 3 tenían, aproximadamente, dos veces más de probabilidades de tener hipercetonemia que las vacas de 1 parto con CC 1. Esto sugiere que vacas más viejas con mayor CC, tienen un riesgo más alto de desarrollar hipercetonemia.
NEFA Preparto.- las vacas con una concentración en plasma preparto ≥0,3mEq/l tenían una mayor probabilidad de desarrollar hipercetonemia que las vacas con <0,3mEq/l. Su capacidad predictiva era más fuerte en el modelo del primer test entre 3-5 DEL. Las vacas con NEFA altos en preparto tenían dos veces más de probabilidades de desarrollar hipercetonemia.
Número de Partos.- las vacas con 3 o más partos tenían 2,6 veces más de probabilidades de desarrollar hipercetonemia que las vacas con 1 ó 2 partos. Aunque había una interacción entre Nº de partos y Rebaño, en  casi todos los rebaños cundo el nº de partos era igual o superior a 3 el RR de padecer hipercetonemia era de 2.
Nacimiento de un ternero muerto.- La probabilidad de desarrollar hipercetonemia, al primer test, era 2,2 veces mayor cuando nacía un ternero muerto.
Facilidad de parto.- Las vacas con un parto de dificultad ≥3 tenían 2,6 veces más de probabilidad de desarrollar hipercetonemia al primer test.
Sexo del ternero.- las vacas que parían un macho, tenían 1,4 veces más de probabilidades de desarrollar hipercetonemia que las que traían una hembra. Aunque el mayor tamaño del ternero puede ser una causa de dificultad de parto y mortalidad al nacimiento, también puede ser que el mayor tamaño del feto macho, implique unas mayores necesidades energéticas, al final de la gestación, que resulten en un mayor BEN, al inicio de lactación, con un mayor riesgo de hipercetonemia.
Los factores de riesgo gemelos, días de gestación al parto y dificultades de locomoción, no manifestaron una capacidad predictiva en el posterior desarrollo de hipercetonemia al inicio de lactación.
Los modelos desarrollados para predecir hipercetonemia al primer test, tenían una correlación predictiva más alta (78% - 87%) que los desarrollados para predecir hipercetonemia en cualquier momento entre los 3-16DEL (64%-69%). Esto significa que el modelo elaborado, para predecir el desarrollo de hipercetonemia al primer test, fue capaz de detectar correctamente entre el 78% y 87% de las vacas que desarrollaron hipercetonemia. Podríamos decir que los modelos elaborados para predecir hipercetonemia, al primer test, son más seguros que los elaborados, con el mismo objetivo, pero entre los 3-16DEL. Esta diferencia puede deberse a que la capacidad predictiva de los factores de riesgo del secado y el parto vaya disminuyendo a medida que el tiempo pasa.
Queda claro que el riesgo de una vaca de desarrollar hipercetonemia depende del rebaño del que proceda. Eliminado el factor rebaño, los mayores factores de riesgo capaces de predecir el desarrollo de hipercetonemia, al inicio de lactación, son: Número de partos, NEFA preparto, CC preparto y Nacimiento de un ternero macho. De esto se deduce que se debe incrementar el seguimiento y testaje de vacas paridas con: ≥3 partos, ≥0,3mEq/l de NEFA preparto, más CC que la media del rebaño y vacas que tienen dificultad de parto o parieron terneros machos. Sin embargo estos resultados no descartan que vacas con un parto y/o delgadas, no puedan desarrollar hipercetonemia al inicio de lactación; sólo nos dicen que tienen un riesgo menor.


RESUMEN
 
La vaca supera el BEN mediante modificaciones metabólicas que denominamos Cambios Homeorréticos. Gracias a estos cambios es capaz de destinar, la mayor parte de de la glucosa disponible, hacia el útero gestante (primero) y la producción de leche (después), cubriendo gran parte de las necesidades energéticas con ácidos grasos y proteínas procedentes de las reservas corporales. Los ácidos grasos (NEFA) y sus metabolitos (cuerpos cetónicos) se pueden medir en los fluidos corporales, dándonos una información precisa de la dimensión del BEN. Además estos metabolitos tienen capacidad de predecir el desarrollo de las Enfermedades Posparto. La mejor manera de prevenir el BEN en el periparto, es mediante el manejo adecuado de la vaca durante el periodo seco, tanto desde el punto de visa nutricional como de confort. Damos por hecho que durante el posparto, ración y confort van a ser correctos.
 

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José Manuel Valle Rueda
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Ruben Darío Carrillo Barbosa
13 de junio de 2014
Excelente articulo. El BEN predispone a bastantes problemas metabolicos y productivos. En campo es basico determinar los niveles de BHB al momento de reproduccion al uso de hormonas. Los los biomarcadores del balance energetico en el hato es fundamental como el BHB y Glucosa. En campo uso el El medidor Precision Xtra, con tiras de cetonas para determinar el BE en el hato y tomar desiciones. Este medidor trabaja perfectamente al lado de la vaca, no es necesario llevar las muestras de sangre al interior de una habitación. El empleo del medidor portátil de BHBA puede reemplazar el envío de muestras de sangre a laboratorio para determinación de BHBA. el protocolo implica muestrear 12 o más vacas en lactancia temprana (5 a 25 días). Si más del 10% de las vacas muestreadas resultan con 14.4 mg /dL ó mas de BHBA (1.4 mmol / L ó más) en su sangre, entonces se considera que el grupo tiene un problema de Cetosis.
Alberto Rampone
16 de septiembre de 2013
Estimado Dr. JM Valle Rueda, Excelente Sobresaliente su papper, ademas excelente calidad de escritura. Ha echado luz a muchos de mis interrogantes. Gracias Gente Engormix este nivel de publicaciones por favor necesitamos. Gracias MV A. Rampone - AR
Hugo Marcelo Maldonado Pauta
1 de mayo de 2015
Cree que se pueda categorizar al BEN de acuerdo a indicadores metabólicos, como por ejemplo BHB, Insulina y colesterol, en BEN leve, BEN moderado, BEN severo?
Nicolas Rodriguez
2 de octubre de 2013
muy buen trabajo, sobre todo muy claro.
Joseluis Gomez Bermudez
26 de septiembre de 2013
Excelente articulo felicitaciones Medico j. Valle,por darnos una ilustración bien detallada sobre el BEN en trancision en peripato y pos parto para tener encuenta la nutrición que es lo primordial para la producción y reproducción bovina y dejarnos de pensar tanto en protocolos hormonales.
Federico Guillermo Reyes Munguía
25 de septiembre de 2013
Don José Manuel: Excelente documento, completo claro y escencial para quienes estamos involucrados en la producción bovina. Felicidades!! y ojalá continúe esta proflifica labor de investigación en favor de la producción de alimentos. GRACIAS!
Jose Andres Camacho
20 de septiembre de 2013
FELICITACIONES ES UN EXELENTE TRABAJO MUY COMPLETO Y SOBRE TODO CLARO. SABEMOS QUE HOY EN DIA LA ALIMENTACION DE LAS VACAS LECHERAS HA REVOLUCIONADO AL IGUAL QUE EL MEJORAMIENTO GENETICO POR TANTO TIENE MUCHAS DEMANDAS ENERGETICAS POR TANTO DEBEMOS DE CONOCER EL MANEJO DE LA ALIMENTACION PRINCIPALMENTE EL PERIODO DE TRANSICION. ESPERAMOS CONTAR CON MAS INFORMACION DE CALIDAD COMO ESTE TRABAJO GRACIAS.
julio pazmiño
17 de septiembre de 2013
En mi calidad de Docente, he leído el artículo con mucha atención ya que es parte de un tema en clase, ya que es apasionante y motivante para quienes estamos en esta parte de la producción y a la vez permite una actualización de conocimientos. Por tanto mis felicitaciones al autor del tema y a ustedes que facilitan están información. Quisiera ver si es factible me podrían indicar estando en Ecuador donde hay ganaderías de leche sobe los 3500 msnm, el BEN sería a un más un tema muy complicado de manejar en vacas preparto y posparto, yo he pensado que debe ser en base a suplementación energética en base a balanceados fibrosos y energéticos, pero no conozco valores concretos, no se si me podrían acercar información respecto a este tema. Gracias Ing. Julio Pazmiño M.
Bernardo H. Correa
16 de septiembre de 2013
Dr. José Manuel Valle felicitaciones, excelente trabajo.
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