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Cómo producir forrajes en bajos alcalinos con prácticas simples

Publicado: 26 de agosto de 2016
Por: Jonatan N. Camarasa. Ingeniero Zootecnista, Ms. Sc. Grupo Forrajeras EEA INTA Pergamino. Docente de la UNNOBA, Departamento de Producción Animal.
La ganadería vacuna en regiones agrícolo-ganade­ras de la Argentina se enfrenta a dos situaciones que limitan su desarrollo, por un lado los suelos aptos para agricultura están ocupados con soja y en me­nor medida maíz, trigo, girasol y otros cultivos; en segundo lugar los de aptitud ganadera, con el tipo de uso actual, son de bajo potencial de producción, de distribución muy estacional y de baja calidad de forraje. Por ello, se plantea el desafío de producir mayor cantidad de forraje, de mejor valor alimenticio en los suelos bajos, comple­mentados con otros forrajes obtenidos en superfi­cies limitadas, pero en suelos de mejor aptitud.
En la actualidad se observa que las pasturas para suelos bajos han aumentado su importancia con respecto al total de pasturas. Los antecedentes disponibles sobre la acumulación de forraje en estos suelos (capacidad de uso VI y VII) sobre la cual se lleva a cabo la ganadería de cría indican valores bajos. También hay limitantes en su composición botánica, ya que al no haber leguminosas pasan a tener a las gramíneas como especies dominantes.
 Los datos disponibles muestran en pasturas monofíticas sin fertilizantes para festuca alta una producción de 5,4 ± 1,9 t de MS.ha-1.año-1 y para agropiro alargado de 4,2 ± 2,1 t de MS.ha-1.año-1 como media general± desvío estándar. Se debe analizar, con esta nueva base forrajera, como se puede superar la producción de forraje, utilizando adecuadas prácticas de manejo incluido el agregado de leguminosas y/o fertilizante nitrogenado (N).
El primer paso, es necesario evaluar en cada lote: la composición del recurso forrajero y la condición de las especies que lo integran, para saber si es o no necesario su reemplazo. En general, estos recursos son: pastizales naturales o pasturas degradadas. En ambos casos suelen estar compuestos por especies de baja productividad (2,0 a 3,6 t de MS.ha-1.año-1) y/o escaso valor forrajero (gramón, pelo de chancho y espartillos) y malezas de hoja ancha.
Siendo la decisión de reemplazo del recurso y la siembra de una nueva pastura, la germinación y el crecimiento pre y post emergente de especies forrajeras están influenciado por un conjunto de factores físicos y biológicos: características de suelo y clima (textura, estructura, radiación, humedad, precipitaciones, temperatura, fertilidad); características de lecho de siembra (manejo de los residuos, sistema, cultivo antecesor); siembra (profundidad, distribución, fertilización); evolución de las condiciones físicas del lecho de siembra (temperatura y costras) y calidad de la semilla (genética, física y fisiológica).
Una vez definido que se va a implantar la pastura, lo segundo es conocer el o los tipos de suelos existentes para determinar la/s especie/s componente/s de la misma. Los lotes ganaderos presentan alta heterogeneidad y por ello es conveniente identificar y sectorizar por tipo de suelo para tratar a cada uno de ellos en forma particular, usando las siguientes herramientas: cartas de suelo, imágenes satelitales, análisis químicos y de ser necesario físicos de los suelos.
Un punto importante antes y después de la siembra es el control de las malezas. Las más comunes en los pastizales degradados son el gramón y el pelo de chancho, siendo su control muy complejo, debido a su denso sistema radicular. La estrategia es realizar el control previo a la siembra, por lo tanto, se debe iniciar este proceso con la aplicación de herbicidas en la primavera anterior a la siembra. Luego, antes de la siembra otoñal se debe realizar un nuevo control de estas especies.
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El sistema de siembra de uso actual es la siembra directa, aunque en determinadas circunstancias con suelos desparejos por pisoteo, en condiciones de alta humedad o por corridas de agua, se puede recurrir a un laboreo mínimo, normalmente con rastra de disco para hacer posible la siembra de las pasturas.
No es aconsejable, en estos suelos, las labores profundas que producen la elevación de las sales y el sodio a la superficie, generando un fuerte deterioro ambiental. Se recomienda que el suelo quede cubierto con broza o vegetación natural. No se aconseja la siembra al voleo, ya que el nacimiento es más lento y menos eficiente que la siembra en línea. Si bien algunas especies, como lotustenuis y agropiro alargado, se adaptan a este último sistema de siembra las emergencias no son inmediatas y sólo se logran en el mediano plazo.
La densidad de siembra recomendada para la mezcla base festuca alta es de: 400 semillas viables (SV)/m2 para festuca y 200 SV/m2 de lotustenuis. Según la calidad de la semilla esto equivale aproximadamente a: 10 kg/ha de la gramínea y3 kg/ha de lotus. En caso de pasturas de festuca alta pura es recomendable sembrar 450 SV/m2, que equivale a 12 kg/ha. En el caso de las mezclas base agropiro alargado es de 300 SV/m2 para agropiro con 250 SV/m2 de lotustenuis o melilotus (trébol de olor), lo que equivale a 30 kg/ha de la gramínea con 4 kg/ha de lotus o 6 kg/ha demelilotus. Aunque, en el mediano plazo, las especies con posibilidades de resiembra ofrezcan con densidades más bajas una población similar que con las densidades recomendadas, se ha demostrado que se puede perder producción de forraje, en los primeros usos, al reducir los kilos de semillas sembradas de lotustenuis y agropiro alargado.
Dentro de los factores que determinan un establecimiento exitoso, la densidad de siembra es un aspecto productivamente clave en los primeros años de vida de una pastura de agropiro alargado. En suelos con limitaciones severas, luego del primer año de establecimiento, la densidad de siembra con 300 SV/m2 evidencia, con siembra directa o laboreo mínimo, una mejor estructura de la pastura que con densidades de 100 SV/m2 (Cuadro 1). Las diferencias en acumulación de forraje a favor de las densidades intermedias persisten hasta los dos años y medio luego de la implantación.
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La profundidad de la siembra es otro aspecto importante para el nacimiento de las plántulas, de modo que debe ser entre 0,5 y 1,5 cm. En estas pasturas se deben lograr la mayor cobertura del suelo en el menor tiempo posible. Para ello es necesario sembrar con hileras los más estrechas posibles, que en la Argentina es de 17,5-20 cm por el diseño de las sembradoras. Las leguminosas se siembran en la misma línea de siembra de la gramínea o en siembras cruzadas.
Las especies templadas adaptadas a suelos alcalinos son: dentro de las gramíneas la festuca alta y el agropiro alargado y como leguminosas al lotustenuis y el melilotus. Otra alternativa, de menor importancia, para estos ambientes son las especies megatérmicas.
El agropiro alargado se adapta a suelos halo-hidromórficos en condiciones más extremas que la festuca alta (hasta pH 10,5 y 8,5 aprox., respectivamente). El agropiro tiene un crecimiento otoño-inverno-primaveral con una disminución en el periodo estival, que no es tan evidente en ambientes con veranos más fríos.
El agropiro se consocia con el melilotusy en suelos con condiciones no tan extremas en el contenido de sales y sodio con el lotustenuis. Si el pH esta entre 7,5 y 8,5 la gramínea podría ser festuca alta asociada lotustenuis. Frente a decisiones empresariales de uso mínimo o nulo de fertilizante nitrogenado las leguminosas nombradas son una alternativa para mejorar lo producción y calidad del forraje, por lo que la decisión de incorporarlas en la pastura es clave.
En suelos con problemas de alcalinidad elevada por sodio (pH >8,5), el melilotus de flor blanca y el de flor amarilla son las únicas leguminosas, actualmente disponibles en el mercado, que soportan adecuadamente esa condición. Sin embargo, requieren de condiciones de manejo de la defoliación que deben compatibilizar: a- la producción de semilla para permitir la resiembra, b- evitar que pasen rápidamente al estado reproductivo y pierdan calidad, c- controlar el empaste en situaciones de crecimiento vigoroso y d- ser cuidadoso en la confección de heno. Aspectos muchas veces difíciles de compatibilizar.
El uso de otras alternativas forrajeras para suelos ganaderos se debe también considerar, como es el caso de las gramíneas megatérmicas. La grama Rhodes, y el mijo perenne se caracterizan por presentar una marcada estaciona­lidad en su producción, lo que determina una ele­vada cantidad de forraje en el período estival y un déficit en invierno.  
Las experiencias llevadas a cabo en el centro y norte de la Provincia de Buenos Aires con materiales como mijo perenne cv “Bambatsi” y “Klein verde” en Pergamino (Scheneiter, Barletta y Codaro, datos no publicados), grama Rhodes (Chlo­risgayana) cv “Pioneer”, “Topcut” y “Finecut” en 9 de julio (Carta y Richmond, datos no publicados) y cv “Pioneer” y “Finecut” en General Villegas (Bandera, datos no publicados), permiten sugerir que se pue­de disponer de 4 o 5 aprovechamientos durante el ciclo de producción, con acumulaciones que pueden variar entre 4 y 6 t MS ha-1 año-1, distribuidos entre diciembre y abril, dependiendo del tipo de suelo, las condiciones climáticas (la temperatura y principal­mente las precipitaciones) y la fertilización nitroge­nada. Se debe continuar evaluando los límites de adaptación de estas especies a suelos extremos.
Dependiendo del año, existen problemas en la calidad comercial de la semilla de agropiro alargado (Bazzigaluppi et al, 2010). En un experimento realizado en la EEA Pergamino (Bazzigalupi y Bertín, inédito) en el cual se evaluó el efecto de insecticidas, solos y en mezcla con fungicidas, se determinó un efecto positivo del tratamiento sobre la productividad de la pastura en el año de implantación
En la implantación de la pastura es conveniente utilizar fertilizantes para favorecer el desarrollo del sistema radicular y foliar que comúnmente son denominados arrancadores (contiene baja proporción de nitrógeno (N), mayor de fósforo (P) y pueden contener algo de azufre).
En general, en suelos muy deficientes en P (menor a 10 ppm) la dosis de P elemento debería ser de 20 a 30 kilos por hectárea, disminuyendo progresivamente cuando aumenta su contenido edáfico. En los suelos con pH muy elevados es necesario desplazar el sodio con enmiendas específicas.
El otoño es la época más favorable para la implantación de las especies templadas, sin embargo la posibilidad de anegamiento y saturación del suelo hacen poco previsible el momento exacto de la siembra.
En el siguiente cuadro se muestra la oportunidad de siembra para agropiro alargado, observándose las ventajas de las siembras tempranas de otoño. A saber: la semilla germina más rápido y en un intervalo de tiempo más corto, con menor riesgo de ataque de insectos y hongos del suelo, se logra una mejor estructura de la pastura, se anticipa el aprovechamiento y se logra un mayor desarrollo radicular.
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Dependiendo del ambiente y del año, las pasturas que se siembran en estos suelos requieren un período de implantación hasta el primer pastoreo mayor que para las de los suelos agrícolas, por lo tanto el primer pastoreo en siembras de otoño debe realizarse a mediados de la primavera y no a fines de invierno. Este debe ser de intensidad moderada, no más allá de los 8 a 10 cm (altura de un puño) de corta duración y fundamentalmente con piso seco, retirando los animales al mínimo pronóstico de lluvias.
En el norte de Buenos Aires se estableció, en doce sitios de la región, ensayos similares en cuanto a su diseño y metodología de evaluación. Se dispuso de un re­curso forrajero propio del establecimiento en suelos bajos, con limitantes principalmente por alto conte­nido de sodio y en algunos casos, los menos, sales y anegamiento temporal (Cuadro 3), comparándose el campo natural o pastura degradada usada por el productor con una pastura de gramínea sembrada con y sin leguminosa acompañante y con y sin ferti­lizante nitrogenado, a razón de 150 kg N. ha.-1año-1 en dos aplicaciones anuales de un tercio en otoño y dos tercios a fines de invierno.
En todos los casos luego del muestreo de forraje se utilizó la totalidad de los tratamientos con los animales del campo, en un pastoreo rápido y tratando de utilizar la misma cantidad del forraje disponible que en el obtenido en forma manual. 
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La acumulación de forraje en un ciclo de evaluación: fue bajo con el recurso original existente en el potrero: 3,6 ± 1,18 t de MS.ha.-1 año-1 (Cuadro 4). El análisis de los resultados del experimento mostró significativa la interacción sitio por tratamien­to y los efectos localidad y tratamiento.
El cambio de recurso por gramíneas puras (agropiro alargado o festuca alta según el suelo) permitió un incremen­to significativo en todos los sitios analizados en forma separada, que representó un 45,5 % como promedio de todas las localidades analizadas.
La in­corporación en la siembra de leguminosas (lotuste­nuis o trébol blanco según el sitio) a la gramínea no permitió un incremento significativo pero si lo hizo la aplicación de N (138,5 % respecto al testigo) en todos los sitios analizados.
La presencia de la legu­minosa fue escasa en muchos de los casos, excepto en las localidades de Lobos y Mercedes.
Allí el lotustenuis se mostró como espontáneo en los ensayos en todos los tratamientos, incluso en el testigo, co­locando una fuerte restricción de los experimentos por su presencia y por lo tanto no se incluyó en el análisis. La adaptación de esta leguminosa a suelos más húmedos, cercanos a la cuenca de río Salado fue evidente.
La aplicación de N aumentó el forraje disponible para los animales en forma significativa desde el punto de vista estadístico.
Sin embargo, se debe analizar en primer lugar la muy baja eficiencia del nutriente en acumular forraje en este tipo de pasturas: 4,5 kg MS por kg de N como promedio para estos casos estudiados.
Más importante aún, es plantear la alternativa de uso del N en el marco del establecimiento y la mayor eficiencia de otros cultivos y pasturas para un insu­mo de alto valor actual.
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El agropiro alargado es una especie que requiere sumar más temperatura que festuca alta para expandir una hoja. Esto implica que el intervalo de aparición de hojas resulta mayor en el primero, lo cual se manifiesta claramente en invierno cuando las tasas de acumulación de forraje de la pastura son extremadamente bajas o imperceptibles.
La productividad de agropiro alargado puede ser mejorada por la fertilización nitrogenada, ya que su potencial productivo es limitado por la disponibilidad de N, principalmente a fines de invierno. De allí que la fertilización a fin de invierno ha mostrado una mayor respuesta que en otoño temprano.
Esta última opción, si bien puede resultar atractiva para acumular forraje al final del otoño y en invierno, es muy ineficiente ya que se recupera menos del 20 % del N aplicado, siendo las respuestas muy bajas.
En cambio, el agregado de N en agosto permite a las pasturas de esta especie capturar rápidamente una mayor cantidad de luz y además, convertirla más eficientemente en materia seca. De este modo, entre agosto y noviembre, por cada kg de N ha-1 (2,2 kg. de urea) se obtienen aproximadamente 15 kg MS x kg N-1 en un suelo Natracualf típico.
Este valor puede ser superado en suelos Natracuoles típicos de la cuenca del Salado, en el SE de la provincia de Buenos Aires, donde los experimentos realizados han evidenciado respuestas superiores a las obtenidas en el norte de la región pampeana.
A diferencia de especies que se adaptan rápidamente a cambios en la frecuencia y severidad de la defoliación, cuyo ejemplo clásico es el raigrás perenne, el agropiro alargado no mantiene una masa de forraje relativamente constante en un rango amplio de cargas. Esto sugiere una menor flexibilidad para manejar el pastoreo y al mismo tiempo, mantener la productividad y la persistencia de la especie.
Sin embargo, es recomendable manejar la defoliación con pastoreos frecuentes para que la pastura adquiera un porte cespitoso y no tienda a manifestar una baja densidad de matas de gran tamaño. Aunque se trata de una especie adaptada a ambientes con restricciones severas para el crecimiento, debería pastorearse en forma controlada y evitarse el pastoreo severo a fin de no resentir la persistencia.
El manejo de la defoliación en relación a la calidad del forraje debe contemplar la proporción y calidad de distintos órganos de la planta. En el caso de esta última se conoce que la digestibilidad de la fibra de la hoja disminuye a medida que esta envejece y que compuestos de alta solubilidad son movilizados desde hojas senescentes a hojas en crecimiento.
Por ello, además de posibles efectos estacionales, la calidad está fuertemente relacionada con la proporción de tejido foliar de distintas edades que posee la pastura. Si el período entre aprovechamientos excede la aparición de dos hojas una fracción importante del forraje pasará a tener baja calidad y con ello se puede afectar la productividad animal.  
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