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Alimentación de la Vacada de Lidia

Publicado: 12 de mayo de 2014
Por: Daniel José Bartolomé Rodríguez. Doctor Europeo en Veterinaria, Asesor de Ganaderías de Lidia
Resumen

La nutrición de una ganadería brava responde a los mismos criterios básicos de alimentación que cualquier otro vacuno. La diferencia principal respecto a otras razas estriba en que el producto final del proceso que no es la carne ni la leche sino un animal que pueda desarrollar en un espectáculo taurino todas las capacidades físicas y etológicas que genéticamente le han transmitido sus progenitores.

Si bien, es de sobra conocido que el principal responsable de la bravura del toro es el factor genético, éste, como ocurre en otras especies animales, sólo podrá manifestarse en plenitud si el animal es alimentado correctamente a lo largo de todo su período de crianza. En principio, disponer de un toro bien nutrido nos asegurará una mayor viveza, movilidad y fuerza cuando llega el momento de manifestar su potencial bravura en la plaza. Del mismo modo, la mala nutrición es responsable de una menor fertilidad, una mayor incidencia de enfermedades y una menor longevidad de las vacas madres de nuestra vacada e incrementa el riesgo de que los machos manifiesten caídas ó falta de rendimiento en la plaza provocando con ello la depreciación del espectáculo ofrecido al público asistente.

Keywords: nutrición, vacada, toro de lidia

ALIMENTACIÓN DE LAS VACAS MADRES.
No es conveniente que las vacas seleccionadas para la reproducción sean cubiertas antes de los dos años de edad, aunque, bien alimentadas, pueden presentar su primer celo al año ó año y medio de edad. Sin embargo, una cubrición tan temprana podría afectar su normal desarrollo hasta llegar al estado adulto. Así, teniendo en cuenta que el peso medio de una vaca adulta se sitúa en torno a los 350 Kg., se considera que una vaca joven puede ser apta para la reproducción cuando alcanza los 210 Kg. de peso vivo (aproximadamente, el 60% del peso adulto).
La vida productiva de una vaca alimentada adecuadamente puede llegar hasta los dieciséis o dieciocho años. La vaca reproductora pasa entre dos partos consecutivos por varias fases caracterizadas por necesidades nutricionales muy distintas. Una de las características más interesantes de las razas autóctonas, y el ganado bravo es una más, es que se acostumbran a cubrir sus necesidades de acuerdo con el ciclo productivo del pasto y otros alimentos vegetales. Almacenan reservas corporales cuando la alimentación es abundante, primavera y otoño, y las gastan en aquellos periodos donde las necesidades son elevadas, o sea, al final de la gestación, al principio de la lactación y también durante los periodos de escasez: verano e invierno.
 
Tres primeros meses después del parto.
Es el periodo de mayores necesidades en el ciclo productivo de la vaca. La hembra reproductora suma a sus necesidades de mantenimiento las de lactación. En años con inviernos muy fríos, y también si los animales no disponen de refugios, las necesidades de mantenimiento aumentan un 30-40% su valor normal, y una vez cubierta esa demanda, el resto de nutrientes absorbidos por el animal pasan a cubrir las necesidades de lactación.
La vaca brava produce poca leche pero muy rica en grasa y proteína, por lo que tiene un alto valor nutritivo. Su producción media estimada es de unos 4 litros al día, siendo algo más elevada durante el periodo de máxima producción (5-6 litros, segundo mes de lactación), para descender lentamente a partir de ese momento hasta el séptimo o noveno, en los que prácticamente se anula la producción y se destetan los becerros.
La producción de leche exige la ingestión de gran cantidad de alimento de buena calidad. Si éste no tiene la calidad exigida, el animal, debido a su limitada capacidad de ingestión, no cubrirá sus necesidades y terminará utilizando sus reservas corporales para producir leche, siempre y cuando no las hubiese agotado en la última fase de gestación.
Se admite como razonable una pérdida de peso de 250 gr. /día, aproximadamente. La pérdida de entre 30 y 35 Kg. de peso en estos tres primeros meses de lactación debe recuperarse al final de la misma mediante el suministro de algún suplemento concentrado.
Es en esta fase del ciclo productivo de la vaca brava, en la que un adecuado plan de alimentación tiene mayor importancia, no sólo por todo lo que ya hemos comentado, sino también por la fuerte relación existente entre la nutrición y la fertilidad, teniendo en cuenta que a los dos meses del parto la hembra vuelve a estar en perfectas condiciones para ser cubierta.
Una alimentación completa y equilibrada facilita la fecundación y evita retrasos en la aparición del celo e incluso complicaciones en la implantación y anidamiento del óvulo fecundado. Hoy en día uno de los principales problemas de la mayoría de nuestros ganaderos es el bajo nivel de fertilidad de las reses. Por término medio, de 100 vacas sólo unas 50 ó 60 consiguen parir un becerro al año. Las causas que pueden provocar esta baja fertilidad son varias, pero sin duda la malnutrición y la alimentación desequilibrada juegan un papel importantísimo.
 
De los tres meses siguientes al parto hasta el destete.
La situación ideal sería que la vaca quedase preñada antes de transcurridos 100 días desde el último parto. Por tanto, este periodo coincidiría en parte con el inicio de la gestación.
Se trata de una fase, a excepción de las primeras semanas de gestación, donde las necesidades y cuidados nutricionales son relativamente menores que en la anterior. A medida que se acerca el destete las necesidades disminuyen, ya que, a pesar de que las necesidades de mantenimiento permanecen constantes, la cantidad de leche producida por vaca y día es menor.
Como las necesidades a partir de este momento se reducen, los niveles de concentrado también deben disminuir e incluso cesar, siempre y cuando la disponibilidad de hierba sobrepase a las necesidades nutricionales. Generalmente, las menores necesidades nutricionales coinciden con las menores disponibilidades de hierba.
Será en la fase final de la lactación –fase de menores necesidades y mayor capacidad de ingestión– cuando las vacas deberán reponer las reservas que tenían al principio de ésta. La recuperación del peso debe hacerse ahora y no en la siguiente, porque la vaca en lactación tiene una mayor eficiencia de transformación de los alimentos en ganancia de peso vivo, lo que deriva en un mayor ahorro energético y económico.
 
Del destete hasta el parto.
No es hasta el último tercio de gestación, cuando las necesidades se hacen más significativas debido a que aproximadamente el 80% del desarrollo fetal se produce durante este periodo. En contrapartida, la capacidad de ingestión disminuye de manera acentuada a medida que se aproxima el parto, debido a que el crecimiento del embrión y los anejos fetales presionan los compartimentos gástricos, sobre todo el rumen, disminuyendo su capacidad.
Si por un lado las necesidades aumentan y por otro disminuye la capacidad de ingestión, resultará más complicado cubrir las necesidades a medida que se aproxima la fecha del parto. La solución pasa por utilizar alimentos que contengan una mayor concentración de nutrientes por unidad de volumen, es decir, forrajes de calidad y, en caso de que fuera necesario, alimentos concentrados. Por eso, es recomendable que las parcelas más productivas en lo que se refiere a pastos, se destinen a las vacas madres durante el último tercio de gestación y principio de la lactación.
En este periodo, más que el suplemento energético, tiene interés la administración de un concentrado rico en proteínas, ya que en caso de déficit energético la vaca puede recurrir a sus reservas corporales de grasa, pero no ocurre lo mismo con las proteínas puesto que el animal no tiene reservas de este tipo.
 
ALIMENTACIÓN DEL TORO.
Para finalizar, es obligatorio mencionar el objetivo final al que nos lleva la cría de reses bravas que no es otro que el de preparar un futuro atleta con todas sus capacidades físicas y etológicas intactas para la lidia. Esta es una labor de al menos cuatro años que comienza con la correcta alimentación de la madre desde la gestación, pasando por todas sus fases de crecimiento hasta llegar a la fase final de preparación para la lidia.
Becerros.
El becerro nace como pseudorumiante y tiene que ser alimentado, al igual que todos los mamíferos recién nacidos, a base de dietas líquidas, transformándose en un corto espacio de tiempo en un rumiante que consumirá solamente alimentos sólidos.
 
Como la madre no consigue transferir las defensas inmunitarias al feto a través de la placenta, el becerro nace prácticamente desprovisto de la inmunidad necesaria para enfrentarse a las diversas agresiones del nuevo medio. El becerro, desde que nace, tiene la oportunidad de adquirir una primera protección inmunitaria frente a las enfermedades neonatales, sobre todo diarreas y neumonías, por medio de la ingestión de las primeras secreciones lácteas maternas.
El calostro difiere de la leche normal en su composición pues contiene un tipo de proteínas llamadas inmunoglobulinas (anticuerpos), un mayor porcentaje de grasa (elevada fuente energética) y una mayor concentración de vitamina A (la cual aumenta la resistencia del animal frente a las infecciones de la mucosa de los tractos digestivo y respiratorio).
A los tres días del parto la glándula mamaria ya sintetiza la leche propiamente dicha. Durante las cuatro o seis primeras semanas de vida la cría sólo ingiere leche, comportándose como un animal monogástrico. Después del primer mes de vida el becerro comienza a ingerir alimentos sólidos, que determinan el aumento del volumen del rumen, compartimento gástrico responsable de la digestión de la fibra contenida en los alimentos forrajeros y de la producción de energía y proteínas a partir de la flora microbiana que, durante esta fase, se encuentra en constante crecimiento y multiplicación. El aumento en el volumen del rumen es más rápido cuando el becerro come forrajes en lugar de alimentos concentrados.
Es conveniente que a partir de la tercera o cuarta semana de vida, el becerro tenga a su disposición concentrado y heno de buena calidad en comederos selectivos, a los que no tengan acceso las madres. Hasta los 100 Kg. de peso vivo –de los seis a ocho meses de edad, momento del destete–, el contenido en proteína del alimento concentrado debe ser elevado. Este complemento es más necesario cuando la producción de leche en las madres es escasa o cuando los animales se crían bajo condiciones ambientales adversas: frío intenso, falta de refugio, alta humedad con vientos fuertes,...
Se debería administrar el concentrado a discreción hasta los seis o siete meses de edad. A partir de entonces se restringirá para evitar una excesiva deposición de grasa. En cuanto al forraje, debe estar siempre a libre disposición cuando no haya abundancia de pasto o éste sea de baja calidad.
Hay que prestar especial atención también, a las vitaminas y los minerales. Cualquier carencia puede comprometer en gran medida el desarrollo posterior del animal, sobre todo de la cornamenta, aspecto fundamental en este tipo de ganado. Un becerro mal nutrido en esta fase es muy probable que arrastre esa deficiencia a lo largo de toda su vida.
Alimentación de la Vacada de Lidia - Image 1
 
Añojos.
Después del destete, el becerro, convertido ya en perfecto rumiante, tiene que desarrollarse y aumentar de peso. Los animales de menos de un año de vida no podrán sufrir, bajo ningún concepto, una parada en su crecimiento pues nunca se recuperarían. Se destinarán a su alimentación pastos de calidad y se deberá verificar si el forraje, como alimento único, es capaz de cubrir las necesidades totales del animal.
En esta fase, los añojos tienen dos tipos de necesidades: mantenimiento y crecimiento. Las necesidades de mantenimiento son las primeras en ser cubiertas y corresponden a la energía, proteínas, minerales y vitaminas necesarias para que el animal se mantenga con vida pero sin ganar peso. Por otro lado, las necesidades de crecimiento surgen después de haber cubierto las anteriores para producir un determinado aumento de peso. Es la composición química de este aumento de peso lo que determina el valor de las necesidades de crecimiento y, en el caso del becerro/añojo, dicho aumento se hace esencialmente a costa del desarrollo óseo y muscular. Como los huesos están constituidos por minerales y los músculos principalmente por proteínas, las necesidades de crecimiento, en términos relativos, de estos dos parámetros son muy superiores con respecto a la energía.
Cuando un animal pierde peso es señal inequívoca de que los nutrientes absorbidos y retenidos son insuficientes para cubrir las necesidades de mantenimiento, lo que obliga al animal a recurrir a su reserva energética (tejido adiposo) para mantener sus funciones vitales.
Como ya se comentó anteriormente, el animal tiene reservas energéticas, vitamínicas y de minerales, pero en lo relativo a las proteínas, en su mayor parte, solo puede recurrir a los alimentos. Por tanto, como durante esta fase las necesidades proteínicas son muy elevadas, el ganadero tendrá que suplementar los forrajes, muy pobres en este elemento, con un concentrado rico en proteínas en virtud de la constitución muscular y de los forrajes disponibles.
 
De eral a utrero: de los dos años de edad a la fase previa a la lidia.
Como ya hemos indicado, la composición tisular del aumento de peso va cambiando con la edad. Se necesita un porcentaje razonable de proteínas en la dieta y un elevado nivel energético, pues, proporcionalmente, cada vez se deposita más tejido adiposo, más grasa. A partir de los dos años el ganadero ya podrá usar la técnica del crecimiento compensatorio sin perjudicar el normal desarrollo del animal, es decir, haciendo corresponder el crecimiento lento con la escasez alimenticia de forrajes y el crecimiento compensatorio con la abundancia de alimento forrajeros.
Un animal que haya sido energéticamente mal alimentado, a pesar de que haya ingerido niveles aconsejables de proteínas, minerales y vitaminas perderá peso, pero recuperará la condición corporal normal si se le somete a un régimen de alimentación compensatoria.
 Alimentación de la Vacada de Lidia - Image 2
Utreros y toros: fase de remate o alimentación previa a la lidia.
En el estado adulto, el aumento de peso de los toros y novillos de 400 Kg. de peso vivo se basa principalmente, no en la masa muscular si no en la deposición de grasa. Ello supone que las necesidades energéticas son más elevadas porque la deposición de grasa requiere de la ingestión de una gran cantidad de energía.
En esta fase esta totalmente desaconsejado el engorde intensivo durante los meses previos a la lidia. Como regla general, esta fase de acabado no debe sobrepasar los 180 días y el incremento medio diario de peso nunca debería superar los 500 gr.
Es la fase donde predomina la utilización del alimento concentrado y en cantidades importantes. Un toro se come como mínimo 8 kilos de pienso/día que tiene un precio en torno a 0,34 €/kilo. Por ello, es muy importante no olvidar el importante valor regulador de los forrajes, cuyas elevadas cantidades de fibra permiten evitar las fermentaciones anormales del rumen, las disbiosis con acidosis, la disminución de la ingesta, la eficacia digestiva y la aparición de desórdenes en la salud del animal. Los forrajes deberán suponer, como mínimo, el 20% del total de la materia seca de la ración diaria y el concentrado se administrará una o dos veces al día, por la mañana y por la tarde, en comederos con espacio suficiente tanto en metros lineales como en distancia entre sí, para conseguir un consumo final homogéneo por parte de los animales. Este dato es muy importante, ya que a la innata agresividad de esta raza se unen las relaciones de dominancia y jerarquización que se producen entre los integrantes de todos lotes y que provocan cuantiosas pérdidas económicas por mermas del desarrollo y lesiones debidas a peleas.
Respecto a la forma de presentación del alimento, en los últimos años ha habido sustanciales mejoras. Así, ya no es nada infrecuente observar en este tipo de explotaciones la técnica de la ración completa, que consiste en añadir forrajes y concentrados de manera conjunta en el interior de una máquina que pica, mezcla y distribuye un alimento mas homogéneamente ingerido, rumiado y digerido. Esta forma de presentar el alimento se ha impuesto y paulatinamente se impondrá más dentro de las ganaderías que superan las 300 vacas reproductoras (umbral mínimo para que sea rentable), ya que mejora ostensiblemente la homogeneidad de peso de los lotes y disminuye los problemas de acidosis ruminal, considerado como el problema mas importante en la última fase de crianza del toro bravo, debido a la variedad de patologías a las que predispone o directamente causa y que pueden repercutir en una mayor manifestación de caídas por parte del toro cuando se lidia en las plazas.
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Autores:
Daniel Bartolome Rodriguez
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Francisco Javier Jimenez Blanco
21 de noviembre de 2017
En primer lugar felicidades por el artículo en cuestión. Sería muy importante que mencionaras en cada estadio fisiológico del animal que cantidad de SS debe ingerir diariamente ya que no debemos olvidar que estamos hablando de un animal rumiantes y es de vital importancia este punto. Un saludo cordial .
Daniel Bartolome Rodriguez
17 de mayo de 2014
Muchas gracias doctor, saludos...¡¡¡
Arturo Hernandez
17 de mayo de 2014
buen articulo felicidades
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