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Principales prácticas para el control de peso en ponedoras

Publicado: 22 de abril de 2016
Por: Carlos Ronchi, Gerente Técnico de Avicultura de Alltech Brasil
En los últimos años, la industria avícola se ha enfocado en una mayor especialización en la producción de huevos, la cual está orientada hacia una diversificación de huevos en cáscara y/o huevos elaborados.
Así, uno de los principales desafíos en la avicultura moderna es lograr los pesos y uniformidades exigidos en las tablas de las líneas genéticas durante la fase de crianza. Técnicas exigentes de manejo en la fase inicial como el control de la calidad de la materia prima, utilizar materias primas de alta digestibilidad, control del estrés por calor, control de la coccidiosis o evitar excesiva densidad, son fundamentales para obtener un buen peso, conformación corporal y madurez sexual en la fase reproductiva.
El ciclo de producción de las ponedoras se divide convencionalmente en fases de cría, recría, pre postura y postura (Buxade Carbo, 2000; North, 1993). Las dos primeras marcan el futuro productivo ya que el patrón reproductivo ha sido moldeado y es poco lo que puede hacerse de aquí en adelante para influir en el rendimiento del lote (Robinson y Renema, 2003).

PERÍODO DE LA CRÍA 
Alimento y Alimentación
Las nuevas estirpes genéticas se caracterizan por las altas producciones de huevos y los reducidos consumos de alimentos, lo que hace más difícil satisfacer las necesidades de nutrientes de las pollitas. Bajo condiciones de estrés por calor, el consumo de energía es normalmente el nutriente limitante para lograr los pesos corporales óptimos. El consumo de proteína y aminoácidos es obviamente importante, pero incluso con un consumo de alimento bajo es bastante fácil mantener un consumo de aminoácidos adecuado (Leeson, 1996).
Las aves ajustan su consumo de pienso con bastante precisión en respuesta a los cambios en el nivel energético de las dietas. Cuando la concentración energética de las dietas aumenta, los animales comen menos y viceversa con dietas de baja concentración energética. Es bastante difícil convencer al ave de que consuma cantidades de energía distintas a sus “necesidades”. Dietas de alta densidad energética engañan al ave haciendo que consuma más energía, sin embargo, la respuesta es pequeña y el “sobreconsumo” es bajo en relación a las necesidades del animal.
Entonces, hoy no podemos basarnos en dietas de alta concentración energética como el único medio para aumentar el consumo de pienso, sino que es necesario pensar en distintos aspectos del manejo del pienso y de las condiciones ambientales principalmente de la temperatura para estimular el consumo de energía.
Según Leeson 1996, la pollita de recría también ajusta su consumo de pienso al nivel energético de la dieta. Si este mecanismo fuese perfecto, la densidad energética de los piensos no sería importante y los nutricionistas únicamente tendrían que equilibrar el resto de nutrientes respecto al nivel energético de la dieta. Distintos estudios muestran que pollitas criadas a temperaturas altas son más pequeñas que las criadas en condiciones ambientales moderadas y este efecto es independiente de la concentración energética de la dieta. Dietas de densidad energética baja (<2750 kcal EM/kg) dan lugar a pollitas de menos peso a las 20 semanas de edad. Las dietas de este estudio tenían un 18% de proteína bruta, 0,36% de metionina y un 0,90% de lisina.
El crecimiento de la pollita de recría está más influenciado por la concentración energética de la dieta que por su contenido en aminoácidos. Forzar al ave a consumir grandes cantidades de proteína tiene solo un efecto pequeño sobre su crecimiento y desarrollo. Esto no quiere decir que la proteína y el balance de aminoácidos no sea importante para el ave, de hecho, la velocidad de crecimiento inicial (0-8 semanas) es probablemente más sensible al consumo de proteína que al consumo de energía. Pero entre las 14-20 semanas de edad el crecimiento se ve más afectado por el consumo de energía. Esto podría estar relacionado con cambios en la composición corporal entre una y otra edad.
Se estima que la velocidad de crecimiento de las pollitas es óptima cuando consumen 21 Mcal de EM y 1,200 g de PB de 0-20 semanas de edad. A mayor consumo energético, logrado por el medio que fuere, se obtienen pollitas más grandes. Al aumentar el consumo proteico (>1,2 kg) no se logra ningún resultado positivo en cuanto a pesos, pero consumos bajos de proteína a las 20 semanas (<1 kg) dan lugar a pollitas pequeñas y de tarsos cortos.
Niveles altos de proteína (16-18% PB) y adecuados de metionina (2% PB) y lisina (5%PB), junto con concentraciones energéticas altas (2800-3000 kcal/kg) deben ser utilizados en dietas de aves de recría, especialmente en el caso de pollitas Leghorn en condiciones ambientales de calor (Leeson, 1996). 
Hay ocasiones donde es difícil alcanzar el peso óptimo a las 4-6 semanas de edad y las razones son muchas, por ejemplo, la calidad de la materia prima, un alto índice de materia prima de baja digestibilidad, estrés por calor, coccidiosis, excesiva densidad, etc.

Alimentación neonatal
Actualmente, la fase de suministro de alimento a la que se le ha dedicado mayor número de investigaciones científicas es la fase pre inicial ya que son evidentes los beneficios que se pueden obtener ahí. Ajustar las exigencias nutricionales específicas durante los primeros días de vida del ave garantiza la normalidad del consumo alimenticio en las fases futuras y, consecuentemente, el desarrollo ideal de los sistemas inmunológico, esquelético, nervioso y gastrointestinal.
La mayoría de autores coincide en que factores relacionados a la fase inicial de la vida del ave –como el patrón de ganancia de peso y peso corporal– son responsables de la madurez sexual, edad cronológica y composición corporal en el inicio de la postura. Las empresas han adoptado estrategias cada vez más complejas para lograr un mejor desempeño en aves de hasta 10 semanas de edad. Con este propósito se han introducido aditivos esenciales en los alimentos pre inicial e inicial como adsorbentes de micotoxinas, adsorbentes de bacterias patogénicas, enzimas que ayudan a la digestión y absorción de nutrientes, y complementos nutricionales (nucleótidos, inositol, ácidos glutámicos, aminoácidos y péptidos).

Ingredientes funcionales
Por otro lado, cada vez más ingredientes funcionales son utilizados para alcanzar un óptimo peso, uniformidad y alta viabilidad en la fase inicial de las aves. Se entiende como ingrediente funcional a un alimento, nutriente o componente de la dieta que pueda proveer beneficios en la salud más allá de la nutrición básica.
Los nucleótidos son unidades precursoras de ADN y ARN que cuando se suministra a través de las dietas, reducen el gasto energético del animal para la metabolización hepática de los mismos; favoreciendo el desarrollo corporal, gastrointestinal y la inmunidad celular y humoral. El inositol, por su lado, es un importante componente de la membrana celular que es esencial para el desarrollo de los sistemas hepático, nervioso y muscular. Y los ácidos glutámicos le aportan mayor palatabilidad a los alimentos, aumentando el consumo de las aves.
Algunos ingredientes tradicionalmente utilizados en los alimentos neonatales contienen proteínas de difícil digestión y absorción. Cuando los aminoácidos y los péptidos son suministrados en el alimento, los recién nacidos los absorben rápidamente evitando cuadros de deficiencia alimenticia o subnutrición.
 
Adsorbentes de micotoxinas
Es fundamental el control de las micotoxinas en los alimentos balanceados. El impacto económico de las micotoxinas sobre un plantel de ponedoras puede calcularse cuantificando el efecto sobre la capacidad de sobrevida, la producción de huevos y la pérdida en la producción futura de huevos a consecuencia de la mortalidad. Los glucomananos derivados de la pared celular de la levadura y los carbohidratos funcionales de las algas son capaces de adsorber una amplia gama de micotoxinas simultáneamente. Las aflatoxinas, toxinas T-2, zeralenona, fumonisinas, ocratoxinas y vomitoxinas están entre las micotoxinas adsorbidas por dicho producto.

Adsorbentes de bacterias patogénicas
La infección por patógenos entéricos corresponde al problema más generalizado de la avicultura moderna. Prácticamente es imposible mantener a las aves en crecimiento fuera de la posible infección de estos microorganismos por lo que es indispensable aplicar medidas de control durante la crianza. Estos patógenos son responsables de disminuir la digestión y absorción de los nutrientes de las dietas. Los mananoligosacáridos fosforilados, derivados de la pared celular de la levadura, son capaces de adsorber patógenos entéricos que poseen pili o fimbrias (prolongaciones filamentosas de las bacterias, responsables por su adherencia a las células del epitelio intestinal).

Enzimas exógenas
Para mejorar la digestibilidad de los ingredientes de origen vegetal pueden utilizase complejos multienzimáticos capaces de aumentar la digestibilidad de proteínas, energía y aminoácidos, así como eliminar factores anti nutricionales presentes en los ingredientes del alimento.

CONTROL DE LA TEMPERATURA AMBIENTAL  
El confort térmico es otro factor fundamental para un buen desarrollo inicial de las aves ya que está directamente relacionado con el desempeño bioeconómico del lote (Moura, 2002). 
El desarrollo satisfactorio de las aves durante las primeras semanas de vida asegura un óptimo tamaño de la canal, un buen emplume y una madurez de los sistemas orgánicos fundamentales como el digestivo, el cardiovascular, el inmunológico y en el futuro también el reproductivo (Moura, 2002). Para un buen desempeño inicial es fundamental que haya un control ambiental (temperatura, humedad y ventilación) en el interior del galpón.
Un concepto importante es la “temperatura efectiva” o temperatura o sensación térmica del ave. No es posible medir la temperatura efectiva solo con la lectura de la temperatura ambiental, pero sí utilizando la combinación de la temperatura del bulbo seco, la humedad relativa del aire y la velocidad del aire (Barnwell & Rossi, 2003). Existen varios sistemas de calefacción para galpones como los turbo calentadores a gas, campanas del tipo infrarrojo, campanas de alta presión, campanas de baja presión, hornallas a leña con inyección de aire atmosférico previamente calentado, campanas de carbón y calentadores a leña sin renovación de aire.
Al elegir el sistema de calefacción no se debe tener en cuenta solo el costo, hay que considerar también la capacidad de producción de calor y las consecuencias que este sistema acarreará para la calidad del aire y de la cama del galpón. La reproductora de un día es de valor elevado y el costo del sistema de calefacción se torna irrisorio frente a los altos índices de mortalidad o al bajo desempeño reproductivo resultantes de las bajas temperaturas durante las primeras semanas de vida. El galpón deberá calentarse previamente para recibir a las aves y la temperatura, así como la humedad relativa del ambiente, deberán ajustarse a algunas recomendaciones según consta a continuación:

Humedad relativa del aire
El exceso de humedad en el galpón durante la fase inicial de vida de las aves compromete negativamente el desarrollo de los lotes. En esta fase se recomienda mantener la humedad relativa del aire entre 50 y 70%. Una de las formas de controlar la humedad relativa del aire en el interior del galpón es a través de ventilación mínima (Moura, 2002). 
La humedad en el galón se origina a partir de la entrada del aire externo por los bebederos y principalmente por el metabolismo de las propias aves, que al mismo tiempo en que producen calor como resultado de la digestión del alimento, producen humedad a través de la respiración y de la defecación. Las aves excretan aproximadamente un 80% del agua que ingieren y en la primera semana de vida excretan 1,7 g de agua/hora/ave (Moura, 2002).
Los niveles de humedad pueden aumentar con la entrada de aire frío externo, el que generalmente se encuentra saturado de vapor de agua. El aire caliente tiene mayor capacidad de absorber el agua que el aire frío. El exceso de humedad se puede notar por la condensación del vapor en las cortinas y en el techo

Ventilación y calidad del aire
Además de la temperatura, la calidad del aire debe ser monitoreada debido a su importancia en el buen desarrollo de las aves. En los últimos años, las inversiones han apuntado a la buena estanqueidad de los galpones, pero en muchos casos se ha descuidado la calidad del aire.
Algunos sistemas de calefacción consumen el oxígeno interno aumentando la concentración de CO2. Como el CO2 es más denso que el aire, la tendencia es que permanezca al nivel de las aves, dificultando la actividad respiratoria y causando letargo. Es recomendable que la concentración de CO2 se mantenga por debajo de los 2,000 ppm para recién nacidos (la concentración de CO2 en la atmósfera es de aproximadamente 500 ppm), lo que se logra con el empleo de ventilación mínima. Los niveles de amoníaco para aves jóvenes deben ser de 20 ppm, considerando que el amoníaco se concentra a pocos centímetros por encima de la cama, justamente donde las aves se encuentran (Bakker, 2002). 
La ventilación es quizás el aspecto más problemático en la crianza de las reproductoras pesadas y requiere constante atención. El exceso o la falta de ventilación causan impactos negativos en el desempeño zootécnico de las aves. La falta de ventilación puede ocasionar el aumento de la humedad relativa del aire, aumento en la concentración de gases tóxicos como amoníaco y dióxido de carbono, aumento en la concentración de polvo, y baja concentración de oxígeno disponible. Y el exceso de ventilación puede causar disminución de la temperatura ambiental, exceso de corriente de aire sobre las aves, descompensación metabólica y aumento del costo operativo.

Ventilación mínima
La ventilación mínima es la cantidad de aire necesario por hora para el suministro de oxígeno a las aves y para mantener la calidad del aire. El aire en movimiento no debe incidir directamente sobre las aves pero sí pasar sobre ellas. Esta pequeña corriente de aire es benéfica para el control ambiental durante la fase inicial de vida de los animales. La ventilación mínima es importante por:
  • Suministrar oxígeno para la respiración de las aves. 
  • Extraer el exceso de calor. 
  • Extraer el exceso de humedad. 
  • Reducir la concentración de polvo.
  • Reducir la concentración de gases.
Durante el invierno y las noches frías, la función de la ventilación mínima es muy diferente a su función durante el verano, ya que en la estación fría su propósito es retirar el exceso de humedad sin que ocurra una reducción de la temperatura ambiental. Si la humedad de la cama es extraída a través de una ventilación adecuada, los niveles de amoníaco, polvo y dióxido de carbono raramente le causarán problemas a las aves (Moura, 2002).
La ventilación mínima en las primeras semanas debe ser de alrededor de 0,2 m/s. Básicamente hay 2 tipos de ventilación: ventilación positiva y ventilación negativa. Cuando los ventiladores insuflan aire al interior del galpón se trata de una presión positiva. Y cuando estos retiran el aire del interior del galpón se trata de una ventilación negativa (Czarick & Fairchild, 2002).

ESTRÉS POR CALOR Y PRODUCCION DE HUEVOS
El factor más importante en situaciones de estrés por calor. Es la disponibilidad de energía para la producción de huevos (Lesson, 2004). Se puede optimizar la energía disponible de diversas formas:
  • Aumentar el nivel energético de la dieta: Estimula el consumo de energía pero no es la única vía para corregir un balance energético inadecuado. Para elevar la concentración energética de la dieta se debe utilizar grasa. Las grasas aumentan la palatabilidad del pienso y reducen la cantidad de “calor corporal” producido durante su digestión. 
  • Estimular el consumo de alimento: Aumentar la frecuencia de distribución del pienso y suministrarlo a las horas más frescas del día normalmente favorecen el consumo. Bajo condiciones ambientales extremas puede ser necesaria la llamada “alimentación a medianoche” cuando el ambiente es más fresco y las aves están más dispuestas a comer. Cuando las condiciones ambientales son extremas puede ser beneficioso formular dietas más palatables. Prácticas como añadir melazas, aceites vegetales o incluso agua directamente en el pienso de los comederos favorecen el consumo. Cuando se incluye grasa en el pienso o en los comederos debe vigilarse que no llegue a enranciarse. Para ello deben añadirse antioxidantes como el ethoxyquin y evitar que el pienso se quede apelmazado en los depósitos, cintas transportadoras o comederos. El pienso fresco es vital en estas condiciones. 
  • Programa de alimentación: Es esencial durante la recría para optimizar los beneficios económicos durante la fase de puesta. Este aspecto es especialmente importante en condiciones ambientales de calor ya que el ave puede utilizar sus reservas corporales para satisfacer parte de la energía requerida para mantener la producción de huevos. En general, cuanto mayor es el tamaño corporal a la madurez, mayor es el peso del ave durante la fase de puesta y, por tanto, mayores son sus reservas corporales. 
No pretendemos sugerir que es deseable pollitas extremadamente gruesas, pero es evidente que aves con un peso óptimo y unas reservas de grasa razonables soportarán mejor las situaciones de estrés por calor. En estas condiciones, las pollitas que dispongan de menos energía de la necesaria para mantener la producción no tendrán otro recurso que reducir la producción de masa de huevo en términos de peso y/o número de huevos. En programas de alimentación para ponedoras mantenidas en climas cálidos deben considerarse los siguientes factores:*
  • Nunca introducir pollitas con un peso insuficiente en la nave de puesta. Estas pollitas siempre serán pequeñas y no tendrán reservas suficientes para mantener un índice de puesta óptimo.  
  • Aumentar la concentración energética de la dieta (2,850 kcal EM/kg mínimo) mediante la utilización de grasas. Limitar el uso de ingredientes fibrosos si es posible.
  • Reducir el nivel de proteína (17% PB máximo) manteniendo los consumos diarios de metionina (370 mg) y lisina (700 mg). 
  • Aumentar el corrector vitamínico-mineral en función del cambio previsto en el consumo del pienso. Mantener el consumo diario de calcio (3,5 g) y de fósforo disponible (400 mg).
  • Si la calidad de la cáscara es un problema, considerar la incorporación de bicarbonato sódico. Reemplazar un 30% de sal por un 30% de bicarbonato sódico es factible. Vigilar una posible deficiencia en cloro.
  • Suplementar con vitamina C (250 g/Tm) en situaciones de estrés por calor –eliminar de la dieta en condiciones normales–. 
  • Mantener el agua de bebida tan fresca como sea posible. 

Conclusión 
La adopción de técnicas de manejo y nutrición avanzadas forma parte de las decisiones estratégicas de una empresa para obtener el máximo de eficiencia en la producción de huevos comerciales. ¿Usted ya las está considerando?
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Autores:
Carlos Ronchi
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Mario Zumbado Alpizar
5 de mayo de 2016
Estimado Carlos, cual es el criterio para recomendar sustituir 30% de sal x bicarbonato?. En una formula de 0.18% Na se usa aprox. 4.3 kg/TM de sal (con 6% de humedad); cloro 0.31%. El balance electrolítico es de 175. El 30% de bicarbonato (1.3 Kg/TM ) da un BAC de apenas 190, cloro 0.25%. Es suficiente en climas calientes y húmedos?. Me gustaría tu opinión. Saludos cordiales.
Samuel Jaimes
6 de mayo de 2016
Buen articulo colega, basándote en tu experiencia cual es la granulometría correcta del pienso en cada una de las fases que mencionas inicialmente en el presente articulo? Por otra parte me gustaría saber que opinas sobre las selecciones o segregaciones en las fases de cría y recría, cual es la edad recomendable para hacer este tipo de prácticas de manejo?
Dr. Antonio Sosa B.
25 de abril de 2016
Excelente articulo colega, tiene enseñanzas bastante interesantes, felicitaciones lo voy a tener en cuenta, gracias.
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