Explorar
Comunidades en español
Anunciar en Engormix

Las Micotoxinas. ¿Qué sabemos sobre esta problemática?

Publicado: 30 de junio de 2016
Por: Ing. Agr. Miriam Romagnoli (Cátedra Sistemas de Cultivos Extensivos: Cereales y Oleaginosos. Facultad de Ciencias Agrarias); Ing. Agr. (M. Sc.) Patricia Silva (Instituto de Genética Experimental Facultad Ciencias Médicas), Universidad Nacional de Rosario, Argentina
Las micotoxinas, consideradas los principales contaminantes naturales de diversos alimentos, son definidas como los metabolitos secundarios tóxicos producidos por hongos filamentosos. No obstante, hoy se acepta como la definición más apropiada la dada por Pitt (1996), según la cual se trata de “metabolitos fúngicos cuya ingestión, inhalación o absorción cutánea reduce la actividad, hace enfermar o causa la muerte de animales (sin excluir las aves) y personas”.
Se considera que alrededor del 25% de las cosechas anuales están contaminadas con algún tipo de micotoxinas y que esos valores pueden ser aún mayores, del orden del 80% e incluso del 100%, y corresponden a aquellas regiones cuyos cultivos estuvieron sometidos a condiciones de estrés hídrico, ataque de insectos o fueron cosechados y/o almacenados en condiciones inapropiadas.
Los principales hongos productores de micotoxinas, conocidos como micotoxicogénicos, corresponden a los géneros Aspergillus, Penicillium y Fusarium. Cada uno de estos géneros puede generar diferentes tipos de micotoxinas, de la misma forma que un determinado tipo de micotoxina puede ser producida por diferentes especies de hongos (Figura 1).
Figura 1: Micotoxinas de mayor importancia mundial y los correspondientes hongos toxicogénicos productores. Adaptado de Miller (1994).
Las Micotoxinas. ¿Qué sabemos sobre esta problemática? - Image 1
Bajo determinadas circunstancias las micotoxinas pueden causar en el hombre o en los animales las llamadas micotoxicosis, es decir, intoxicaciones agudas a corto plazo o crónicas, con efectos teratogénicos, carcinogénicos y mutagénicos, consideradas  enfermedades no transmisibles y caracterizadas por presentar efectos análogos a los causados por la exposición a pesticidas o residuos de metales pesados. Esta problemática puede tener su origen en el consumo directo de alimentos contaminados con micotoxinas (micotoxicosis primaria) o bien corresponder a la ingesta de leche, carne u otros productos, derivados de animales que consumieron alimentos contaminados (micotoxicosis secundarias).
Las manifestaciones en el campo son estacionales y están generalmente relacionados con la exposición a alimentos o forrajes contaminados. La estacionalidad está asociada a las condiciones climáticas ya que éstas afectan al desarrollo de los hongos y la consecuente producción de micotoxinas, las que pueden desarrollarse sobre sustratos tales como: granos de cereales y oleaginosas, forraje verde o ensilado y alimentos en general, ricos en hidratos de carbono y lípidos, produciendo el deterioro de los mismos tanto a campo como en el almacenamiento.
Dada la diversidad de condiciones ambientales bajo las cuales pueden proliferar los hongos, la infección fúngica y la contaminación con micotoxinas puede ocurrir en forma directa en cualquier momento dentro de la cadena de producción, transporte y manejo de los alimentos o forrajes en el cultivo (previo a la cosecha), en el caso de micotoxinas como las zearalenonas o, durante el almacenamiento como puede ocurrir en el caso de aflatoxinas.
Es fundamental, para descartar riesgos, la detección e identificación de las micotoxinas porque la presencia de hongos no necesariamente implica la producción de las mismas, por ejemplo, existen cepas de Aspergillus flavus que no producen aflatoxinas. Por otro lado, aunque el hongo haya desaparecido, no existe evidencia suficiente para asegurar que la micotoxina no esté presente en el producto. En este último caso, cuando el hongo toxicogénico que contaminó el sustrato ha desaparecido pero su micotoxina aún persiste se habla de contaminación indirecta.
Es inevitable la presencia de estos microorganismos en el campo ya que sus propágulos perduran año tras año en el rastrojo, en el suelo o suspendidos en el aire, siendo transportados por el agua, el viento, los insectos, etc. No obstante, para que la infección tenga lugar y con ello aumenten las probabilidades del crecimiento fúngico en el campo y la posterior generación de micotoxinas, los cultivos deberán estar expuestos a condiciones ambientales extremas, tales como: estrés térmico o hídrico; daños físicos producidos por granizos, insectos u otros factores bióticos (Fotos 2); prácticas de manejo inapropiadas (fechas de siembra y de cosecha incorrectas, excesivas densidades, ineficientes controles de las malezas y de los insectos, etc.) o presentar características genéticas (susceptibilidad o resistencia) y/o morfológicas (por ej.: maíces con chalas que no recubren la espiga, con falta de compacidad) que le otorguen una mayor o menor protección frente a la invasión fúngica.
Foto 2: Planta de maíz con daño por granizo (A) y tallo de sorgo (B) dañados por Diatraea saccharalis(barrenador del maíz).
Las Micotoxinas. ¿Qué sabemos sobre esta problemática? - Image 2
Esta problemática puede iniciarse en el cultivo pero también puede originarse o profundizarse a lo largo de la cadena agroalimentaria cuando, los sustratos susceptibles de ser contaminados, son expuestos a condiciones inadecuadas durante la cosecha, el transporte, el almacenamiento y/o el procesado o bien cuando, el modo de conservación y alimentación en el lugar de consumo son defectuosas (Foto 3).
Foto 3: Sitios potenciales de generación de micotoxinas en poscosecha: planta de silo (A); lugar de almacenamiento y elaboración de raciones (B); zona de alimentación (C).
Las Micotoxinas. ¿Qué sabemos sobre esta problemática? - Image 3
Una de las principales características de las micotoxinas es que son tóxicas a bajas concentraciones (hipotóxicas) y su acción es acumulativa, con efectos retardados en el tiempo, propio de las toxinas mutagénicas. Sus efectos son drásticos para la producción animal ya que producen una serie de trastornos tales como:
  • alteración y reducción de la calidad física y nutritiva del cereal empleado en los alimentos: se reduce el contenido energético, de aminoácidos, de vitaminas, de lípidos y de minerales del grano
  • mala absorción y/o la no utilización de los nutrientes (baja la eficiencia de utilización).
  • rechazo del alimento por parte de los animales, lo que se traduce en una disminución de la ingesta y consecuente reducción de la productividad ya que se desmejora la conversión alimenticia y disminuye la velocidad del crecimiento de los animales
  • problemas reproductivos: disminuye la eficiencia reproductiva
  • efecto tóxico sobre el riñón (especialmente en ovinos) y el hígado
  • efectos sobre el sistema nervioso central (fundamentalmente en equinos)
  • reducción de la producción láctea en el ganado lechero
  • incremento de la susceptibilidad a las enfermedades infecciosas: afectan drásticamente al sistema inmunológico, ya que se produce una interferencia en los mecanismos de resistencia natural aumentando la predisposición a infecciones
  • efecto sinérgico con otras toxin
Los efectos de la contaminación por micotoxinas se tornan más drásticos debido, entre otros factores:
  • al hongo toxicogénico que se encuentra presente
  • la micotoxina generada
  • el sinergismo que se produce entre ellas
  • la cantidad (dosis) y duración de la exposición a la micotoxina
  • la edad, el sexo, el estado nutricional y el sanitario del animal expuesto
  • las condiciones de producción y almacenamiento del sustrato susceptible de ser contaminado.
Las especies animales más susceptibles a la acción de las micotoxinas son los cerdos y las aves de corral, atribuible esta susceptibilidad a la rapidez con que dichas toxinas son absorbidas en el tracto gastrointestinal y depositadas en el hígado de estos animales.
Los rumiantes manifiestan una mayor tolerancia a los efectos negativos de las micotoxinas, debido probablemente a la capacidad de la microflora del rumen para desnaturalizar estos metabolitos tóxicos. El grado de degradación ruminal, según Kiessling et al. (1984) es variable y está más vinculado a la actividad de los protozoos que a la de las bacterias del rumen. Por otro lado, esta capacidad detoxificante puede verse reducida por el efecto sinérgico debido a la presencia e interacción de dos o más micotoxinas.
Una vez que el problema está instalado es muy difícil corregirlo e impacta negativamente en la rentabilidad del sistema, al reducir la productividad y aumentar los costos de producción ya que, a los ya existentes, se suman los recursos económicos y técnicos orientados a subsanar sus efectos. Normalmente las medidas se toman después de que los animales manifiestan síntomas de intoxicación por el consumo de alimento contaminado cuando gran parte de daño ya se produjo. Es por ello que es necesario actuar en forma preventiva, aplicando programas de control estrictos y respetando las normas de seguridad a lo largo de toda la cadena de producción, transporte, almacenamiento, procesado e incorporar un adecuado manejo de los sustratos y raciones en el criadero, para poder evitar o reducir con ello la aparición de los hongos.
 
BIBLIOGRAFÍA
  • BAUZA, R. 2007. Las micotoxinas, una amenaza constante en la alimentación animal. IX Encuentro de Nutrición y Producción en Animales Monogástricos. Montevideo, Uruguay.
  • BENNETT, J.W.; KLICH, M. 2003. Mycotoxins. En: Clinical Microbiology Reviews, Vol 16. Nº 3. p. 497-516.
  • DENLI, M.; PÉREZ, J.F. 2006. Contaminación por micotoxinas en los piensos: efectos, tratamiento y prevención. En: XXII Curso de Especialización FEDNA (Fundación Española Para el Desarrollo De La Nutrición Animal). Barcelona, 16 y 17 Octubre de 2006.
  • DIENER, U.L.; COLE, J.C.; SANDERS, T.H.; PAYNE, G.A.; LEE, S.L.; KLICH, M.A. 1987. Epidemiology of aflatoxin formation by Aspergillus flavus. Ann. Rev. Phytopath 25: 249-270.
  • FAO. 2003. Manual sobre la Aplicación del Sistema de Análisis de Peligros y de Puntos Críticos de Control (APPCC) en la prevención y control de las micotoxinas. Cap.1. ISBN 92-304611-2.
  • HAKOISHI, G.R. 2000. Control de hongos en granos almacenados. En Granos & Postcosecha Lationoamericana. Año VI. Nº XXIII. p.78.
  • KIESSLING, K.H.; PATTERSON, H.; SANDHOLM, K.; OLSEN, M. 1984. Metabolism of aflatoxin, ochratoxin, zearalenone and three trichothecenes by intact rumen fluid, rumen protozoa and rumen bacteria. Appl. Environ. Microbiol. 47:1070-1073.
  • MILLER, J.D. 1994. Conference Report: 6th International Working Conference on Stored- product. Protection. Australian Mycotoxin Newsletter 5(2), p. 1- 8.
  • PACIN, A. 2006 ¿Existe un diagnóstico sobre micotoxinas en soja en Argentina? En: Actas 3º Congreso de Soja del MERCOSUR. Mercosoja 2006. p. 285-287.
  • PITT, J.I. 1996. What are mycotoxins? Australian Mycotoxin Newsletter. 7(4).p.1.
  • REQUENA, F.; SAUME E.; LEÓN, A. 2005. Micotoxinas: riesgo y prevención. Zootecnia Tropical 23(4). p. 393-410.
  • SANTURIO, J. 2003. Cuidados con la calidad de los cereales: hongos y micotoxinas. APOSGRAN. Año XVI. N° 83.Volumen 3. p. 49-52.
  • SHARMA, R.P. 2004. Mycotoxins in the food chain: a look and their impact on inmunological responses. Proc. Nutritional Biotechnology in the feed and food industries. 20vo Annual Symposium Altech. p.306-314.
  • STRANGE, R.N. 1991. Natural occurrence of mycotoxins in groundnuts, cottonseed, soya, and cassava. En: Mycotoxins and Animal Foods. p. 341-362. Smith J.E., Henderson R.S., eds. CRC Press, Boca Ratón.
  • WHITLOW, L.W.; HAGLER JR., W.M. 2002. Mycotoxin in feeds. Feedstuffs. Vol. 74. Nº 28. p.1-10.
  • ZAVIEZO, D. 2006. Consideraciones Técnicas sobre la Problemática de las Micotoxinas y las Micotoxicosis Aviares. Cienc. Trab., Oct-Dic.; 8(22): 154-158.
Temas relacionados
Autores:
Miriam Romagnoli
Universidad Nacional de Rosario - UNR
Patricia Silva
Universidad Nacional de Rosario - UNR
Recomendar
Comentar
Compartir
Rene Neftali Marquez Marquez
1 de febrero de 2017

El conocimiento actual de las micotoxinas, desde el punto de vista bioquímico, toxicológico, las interacciones entre una o más micotoxinas. incluyendo sus mecanismos de acción de toxicidad, es muy amplio. Pero no ha sido suficiente, en la mayoría de los casos, para tener un control eficiente a nivel de almacenadoras de granos, fábricas de alimento y/o granjas productoras, para evitar la contaminación fungica y las pérdidas económicas por micotoxicosis en la producción animal. Y definitivamente que las medidas preventivas realizadas bajo un programa estricto de control de calidad integral es mejor que la remediación con Adsorbentes. Ya que bajo circunstancias de baja a mediana contaminación algunos Adsorbentes utilizados de manera constante y a las dosis correctas pueden desempeñar un buen papel. Pero cuando el nivel de contaminación es muy alto, los Adsorbentes de micotoxinas, aúnque sus estudios in vitro indiquen valores de eficiencia mayores al 90% TIENEN UNA ACCION MUY LIMITADA, y su efecto proyector no es significativo.

Atte. Rene Marquez. Asesor independiente

Recomendar
Responder
Miriam Romagnoli
Universidad Nacional de Rosario - UNR
1 de agosto de 2016
Estimado Roger Boixeda: ante todo quería comentarte que este artículo, si bien hoy se publica en Engormix, fue publicado en el 2009 en la Revista Agromensajes de la Facultad de Ciencias Agrarias. Esta revista está dirigida al público general, y a los productores y profesionales en particular. En ese momento el objetivo fue visibilizar un problema, que si bien hacía muchísimos años que estaba presente en la bibliografía, no lo era en el campo. Por otro lado, en ningún momento se pretende recomendar el uso de secuestrantes ya que justamente lo que pretendemos es trabajar en la prevención, tal como se expresa en el artículo “..es necesario actuar en forma preventiva, aplicando programas de control estrictos y respetando las normas de seguridad a lo largo de toda la cadena de producción,..”. Tanto yo, como el grupo de trabajo en el que me encuentro, consideramos que es necesario y fundamental impulsar aquellas prácticas de manejo que permitan reducir el riesgo de exposición agronómica a la presencia de micotoxinas en el campo, y para ello estamos trabajando y evaluando, en el cultivo de maíz y con pequeños productores de cerdo, las prácticas de manejo que contribuyen a reducir ese riesgo. Coincido con vos en el hecho de que el uso de secuestrantes no es justamente la solución al problema, no solo porque no son 100% efectivos, sino que además estamos agregando a la dieta del animal un producto cuya residualidad no sabemos exactamente que consecuencias pueden tener, tanto para el animal como para el consumidor, lo que es mucho más grave. Bueno, agradezco tu comentario y aporte, y quedo a disposición para cualquier sugerencia.
Recomendar
Responder
Roger Boixeda
29 de julio de 2016

Los comentarios sobre micotoxinas no esta nada mal cuando se argumenta siempre lo mismo. Considero que no se aporta nuevos datos al respecto. que me van explicar ahora .... utilizar un secuestrante ??? que me dicen despues del secuentrante, el residuo que deja?? lo siento pero....

Recomendar
Responder
Profile picture
¿Quieres comentar sobre otro tema? Crea una nueva publicación para dialogar con expertos de la comunidad.
Súmate a Engormix y forma parte de la red social agropecuaria más grande del mundo.