Hacia una ganadería de precisión, mediante investigación y desarrollo

Roberto Guercetti, presidente de Conecar, advierte el resurgimiento de la actividad ganadera y celebra el contexto de apertura de la economía. Explica por qué la clave está en la investigación y el desarrollo.

Roberto Guercetti no tiene el perfil del CEO que no sale de la oficina, siempre pendiente del celular y la computadora. Si bien se dedica de lleno al trabajo empresarial, participa de todas y cada una de las actividades que se realizan en el campo. Para monitorear, pero también porque le gusta.

El grupo empresario que conduce está compuesto por Conecar Nutrición Animal, dedicada a la formulación y comercialización de alimentos balanceados, concentrados y premezclas, con una capacidad de producción instantánea de 20.000 toneladas mensuales; y Conecar Ganadera, un establecimiento especializado en engorde a corral con capacidad para 10.000 animales que brinda una servicio organizado bajo el concepto de hotelería cinco estrellas para ganado bovino.

Conecar, que factura unos 27 millones de dólares al año, cuenta con una casa central y planta en Carcarañá (Santa Fe), a la que sumó en 2008 otra planta de elaboración en Ausonia y un centro de distribución en Villa María (Córdoba). Distingue al grupo la aplicación de la investigación en todos sus procesos, a punto tal que en el feed lot planifican, en cinco años, dejar de lado la faz comercial y convertir al establecimiento en referencia mundial en investigación y desarrollo. En ese camino, con características especiales en cuanto a sustentabilidad y cuidado del medio ambiente, lograron la certificación ISO 14001.

-El parque industrial de Carcarañá era un baldío en 1999 cuando comenzamos a construir nuestra primera planta, que fue inaugurada en 2001, en medio de una situación política, económica y social muy compleja. Fue icónico abrir una fábrica en esos días. Hoy trascendemos la actividad misma para trabajar en función de lo que la Argentina necesita, de cara a una apertura que esperemos que se mantenga, que nos puso nuevamente en el escenario mundial. Argentina siempre estuvo en el momento justo y en el lugar indicado. Pero ahora hay una decisión política de capitalizar ese momento justo y ese lugar indicado. Venimos de un encierro de 12 años en los que creíamos que el autoconsumo era la salida. Es como el cuento del gallego, que cree que todos vienen en contramano, pero los que estábamos a contramano éramos nosotros. Ese cambio se está dando. Quedan las secuelas de una política equivocada que predominó por muchos años, que cuestiona la apertura de las importaciones, sin tener en cuenta que cuando un país se abre importa, pero también exporta. Y hoy las importaciones se concentran mucho en la cobertura de necesidades de maquinaria y tecnología que tenemos para ser más productivos y eficientes.

-Sí, es tal cual. Un productor me había pagado una deuda con ocho terneros, los engordamos y vimos que el feed lot era una posibilidad, cuando ni siquiera sabíamos pronunciar bien el término. Encontramos por esos años que era negocio agregar valor a los cereales, que es lo que hicimos siempre, en toda la historia de Conecar y también en la nuestra antes, ya que mi padre era productor agrícola. Con la fábrica de alimentos balanceados ya entramos en la industria.

-Notamos que hay un empuje muy grande, ya que Argentina va en busca de pasar de ser un país agrícola y ganadero, a uno industrial. No queremos volver a caer en el granero del mundo, sino ser el supermercado del mundo, lo que incluye valor agregado. Con Conecar estamos en esa línea, en ese segmento y en esa filosofía de lo que la Argentina necesita y nos estamos adentrando en una de las mejores épocas, que derivará en la apertura del país y en la consolidación de nuestra empresa.

-Obedece a una pasión, a un interés personal y, a la vez, es la salida de las empresas que, a nuestro entender, innovan o mueren. La innovación viene sí o sí después de la investigación. Hay todo un campo para desarrollar en relación a la ganadería, que no tomó este camino del mismo modo en que lo hizo la agricultura, justamente a raíz una necesidad de innovar motivada por la asfixia a la que el gobierno sometió a la actividad con las retenciones y otras medidas.

La misma tonelada que se producía 20 ó 30 años atrás, hoy se produce con el 30% del costo. Esto marca una huella de sustentabilidad y una eficiencia extraordinarias y pasó en las últimas décadas gracias a Aapresid y a iniciativas privadas que desarrollaron la siembra directa, hoy presente en el 90% de los cultivos en Argentina, y que no llega al 5% en el mundo. Es muestra de lo extraordinario del desarrollo que puede llegar a tener un invento argentino.

Conicet junto con Bioceres –con quienes estamos por firmar un convenio- están desarrollando la soja resistente a la sequía. Se espera que esté en marcha este proyecto en dos o tres años, lo que permitirá aumentar en un 30% la superficie sembrada con soja en el mundo. La solución a la demanda de alimentos en las próximas décadas no va a ser por crecimiento inercial, sino por crecimiento exponencial que, en el caso de los productos agrícolas y pecuarios, se va a dar de la mano de la innovación. La ciencia y la tecnología son la única salida. Queremos ir hacia una ganadería de precisión, que emule la experiencia alcanzada con la agricultura. Hoy la ganadería está resurgiendo en Argentina y permite solventar la investigación para la eficiencia productiva. En cinco años la ganadería, tecnología mediante y con Conecar como pionera, estará a la vanguardia.