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La planeación responsable en el trabajo agrícola

Publicado: 20 de enero de 2015
Por: Carlos Miguel Bórquez Borbón, Ing. Agrónomo Fitotecnista. Sinaloa, México
En materia de rentabilidad de la actividad agrícola hay un  tema innegable, el alza constante del precio de dos insumos inevitables para producir como los son el fertilizante y la semilla, que ha llevado a la actividad al incremento significativo en los costos de cultivo, poniéndola al borde de la incosteabilidad monetaria; Sin embargo, los técnicos en asuntos agrícolas tenemos que reconocer que esta situación no es privativa sólo de la actividad agrícola, pues estamos inmersos en un proceso inflacionario en el que la logística para disponer de muchos de estos insumos se debe cubrir en moneda extranjera, comúnmente en dólares, en tanto el pago que recibe el agricultor por la venta de cosecha es en moneda nacional, pesos mexicanos, esta es una asimetría que tiene mucho que ver con la rentabilidad económica de la agricultura: En el caso de la conducción de la actividad agrícola, corresponde al agricultor aplicar las acciones que correspondan para cambiarla, o encontrar los mecanismos que les permita una posición de desempeño más ventajosa en medio de ella.

Mirando a nuestras propias experiencias como productores agrícolas en el Valle de El Fuerte, en el Estado de Sinaloa, México, las organizativas y las de rentabilidad, podemos constatar una gran cercanía y complementariedad entre el abismo y la dicha, entre el fracaso y la satisfacción, entre el estancamiento y la abundancia, entre el vacío y la plenitud que proporcionan los resultados de un buen ciclo de cultivo. Hay quienes consideran que la actividad agrícola esta como en una especie de rehén de los expendedores y grupos de expendedores de los insumos requeridos para hacer la agricultura, ¿por qué? por  que los ingresos por la venta de la cosecha cada vez alcanzan menos para su adquisición, y porque de manera individual, es decir solos, los agricultores seguirán en iguales circunstancias.

Es realidad suponer que el nivel cognócitivo y de razocinio de los agricultores y ganaderos sea muy heterogéneo y, que por lo mismo, la planeación agropecuaria para que de respuesta satisfactoria, debe se diseñada conforme al tamaño de desarrollo que de esas dos vertientes disponga el productor que se este tratando, de este modo, cada productor en materia de planeación estrategia se convierte un caso especifico a resolver, pues además de esas dos vertientes (conocimientos y entendimiento), también las condiciones físicas disponibles en la unidad de producción, se convierten en un asunto toral para el éxito. 

En la actuación del Gobierno de México en el ámbito del desarrollo agropecuario, se observa que se actúa de una manera que a una experiencia dolorosa de inmediato se difunde algún signo de corrección de lo erróneo. Si la agricultura o la ganadería pasan por una sequía, una helada o se ven afectados por un ciclón, los productores no tardan en recibir las noticias de que se implementó un apoyo para atenuar las consecuencias que el fenómeno provocó. Sin embargo, en muchas de las ocasiones estas correcciones llegan a ser superficiales, pues no atacan de fondo las raíces del problema 

Todo lo anterior nos sugiere que en el tema de la planeación para el trabajo por parte de los agricultores, prevalecen asignaturas pendientes por atender. Como profesional en la agronomía, experimentado en planeación agropecuaria, a lo largo de mi desempeño he sido partidario de que los agricultores y los ganaderos se organicen para el trabajo y en la medida de lo posible trabajen como una sola empresa en la que puedan administrar los insumos que requieren para sus cultivos, para sus hatos ganaderos, vender en grandes volúmenes sus cosechas, leche, carne, etc., se considera que esta medida puede ser un gran apoyo para reducir el impacto que provocan los costos de producción en la rentabilidad económica de la actividad agropecuaria. El contenido de los anteriores esfuerzos hechos para que los productores trabajen en equipo, junto con el corazón, se han ido por poner tantas tildes, y es que muchas de las veces no vemos más allá de nuestras narices. A veces hay gente con la que ninguna negociación es conveniente hacer, pues llegan a producir amargos sinsabores e inclusive reducir a cero los avances logrados en organización.

Por planeación usualmente se entiende a la acción y efecto de trazar un plan general para obtener un objetivo determinado; la planificación es un ejercicio de previsión y toma de decisiones que examina sistemáticamente las propuestas de acciones alternativas para alcanzar determinadas metas y objetivos, y comprende la descripción de la futura situación deseada y de las acciones necesarias para materializar esa situación, y tiene los siguientes atributos: a) es un proceso, es decir, una actividad continua, b) implica la preparación de planes alternativos, c) se orienta al futuro en términos de corto, mediano y largo plazo, y d) da un valor alto al enfoque racional. 

Cuando el proceso de planeación se aplica a la tierra bajo aprovechamiento agrícola, se hace referencia a la evaluación sistemática de los factores físicos, de infraestructura, sociales y económicos que es preciso ponderar, para que el usuario de la tierra disponga de datos sólidos que le ayuden en la definición de los mejores medios para alcanzar un resultado productivo  que le permita un bienestar de carácter duradero, respeto de la sostenibilidad de los recursos naturales, y satisfaciendo las necesidades de la colectividad.

La aplicación de la planeación estratégica en la unidad de producción agrícola o ganadera, considera seleccionar y aplicar los mejores sistemas técnicos, asociaciones de cultivos, mano de obra e insumos cada año agrícola, premisas sujetas a limitantes o restricciones por causas inesperadas; el mejor plan debe ser  versátil, sustentable a largo plazo, no solo en un año; las principales restricciones físicas en la unidad de producción bien pueden ser el clima particular y las características del suelo en la localidad; además, el productor ha desarrollado preferencias de acuerdo con su experiencia, por el cultivo a sembrar, rotaciones de cultivos, sistema de cultivo, siembra y cosecha, dosis de fertilizantes, plaguicidas y otros químicos y las fechas de las labores; la planeación agrícola debe satisfacer tres criterios generales: físicamente factible, económicamente eficiente y culturalmente aceptable. 

En la toma de decisiones, la planeación agrícola considera las siguientes etapas.
 
• Formulación de metas y objetivos;
• Identificación y diseño de las principales acciones alternativas para alcanzar las metas identificadas en el proceso de toma de decisiones;
• Predicción de las principales consecuencias que se esperan al adoptar cada una de las  acciones alternativas diseñadas;
• Evaluación de las consecuencias en relación con los objetivos deseados; 
• Decisión basada en la información proporcionada en las etapas definidas; 
• Implementación de la decisión;
• Valoración a la luz de la nueva situación para la toma de decisiones.
 
En la planificación que suelen hacer los hombres de campo, mayormente los minifundistas, las etapas  anotadas deberán adecuarse a sus condiciones económicas, sociales y de cultura.
 
En este sentido, es importante señalar que se tiene conocimiento de dos tipos básicos de planeación: una planeación intuitiva basada en el pensamiento reflexivo y una planeación formal. La primera usualmente es el trabajo de una sola persona, puede o no resultar en un conjunto de planes escritos y se basa en experiencias pasadas, en un sentido de la intuición; en contraste, la planeación formal se organiza y desarrolla con base en un conjunto de procedimientos, es explícita en el sentido de que la gente conoce lo que se está haciendo, se basa en la investigación, implica el trabajo de mucha gente y típicamente resulta en un conjunto de planes escritos.

Las grandes organizaciones dedicadas al desarrollo agropecuario, entre ellas la FAO, han venido dando cada vez más prioridad a los proyectos que fomentan una mayor participación grupal y que tienen más sensibilidad a las diversas necesidades de los agricultores y las agricultoras. 

Cualesquier intento de planificación para el desarrollo agrícola o ganadero, se forma a partir de la experiencia de los estudios de caso y el ensayo se dirige ante todo a los encargados y los administradores de la ejecución de los trabajos para el desarrollo agrícola, puesto que es del interés de todas las personas involucradas en los propósitos del desarrollo rural. Aun y  a pesar de las dificultades existentes para crear conciencia de las cuestiones de los proyectos y programas de desarrollo agropecuario, desde el punto de vista de la situación que padece la agricultura y la ganadería en la región del Valle del Fuerte, es evidente la falta de un nuevo marco de planificación agropecuaria.  

De conformidad con la FAO, en las prácticas de gestión adoptadas en el sector privado, cada vez se tiende a tomar más a los agricultores como “clientes” para los que han de crearse los servicios agrícolas p ganaderos a la medida. Si los encargados de la planificación agropecuaria desean que sus proyectos tengan repercusiones, han de asegurarse que éstos satisfagan las necesidades de los agricultores y los ganaderos, que son los beneficiarios principales.

 A esto se alude que los servicios se "orienten a la demanda" o "respondan al cliente", los encargados de la planificación han de estar dispuestos a aprender de los agricultores y los ganaderos, y deben ajustar habitualmente sus recomendaciones para que éstas reflejen los resultados esperados. Además, añade de que necesitan estar seguros de estar prestando atención a todos los que quedan incluidos en la propuesta para el desarrollo: hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, ricos y pobres. Las comunidades rurales no son homogéneas, están formadas por grupos diversos con necesidades distintas. Los encargados de la planificación deben estar preparados para aceptar y abarcar esta complejidad.

Los encargados de la planificación no trabajan en el vacío, sino que forman parte de una visión más amplia. La falta de una política interna efectiva en materia de desarrollo agropecuario puede socavar los esfuerzos para permitir y defender la plena participación de las campesinas en los proyectos de desarrollo. El éxito a los diversos plazos de un proceso participativo entre productores agrupados para un fin específico, depende más de la aptitud y el entusiasmo del personal activo en el terreno que de cualquier otro factor. En aquellas organizaciones dispuestas a aprender, el diagrama de organización forma una pirámide invertida, las personas que están en el terreno ocupan la parte superior, mientras que los supervisores y los encargados de la planificación están por debajo, cumpliendo una función de apoyo y facilitación. Otra conclusión es que para que sean efectivos los programas, los encargados de la planificación situados en todos los niveles de la gestión necesitarán someter a revisión su propia función en el proceso de planificación del desarrollo agrícola y ganadero.

Si el gremio de agricultores o ganaderos le da un sentido planificado más amplio a la conducción de su actividad productiva, obtendrán como recompensa la organización del desarrollo agropecuario desde unos valores más perdurables, más sólidos. Lo fundamental es ordenar las realidades de los problemas que limitan a la agricultura y a la ganadería, no en función  de valores políticos sociales, sino en función de valores políticos productivos; es decir según las necesidades que demande el crecimiento del país y las que demanden quienes se dedican a dicha actividad productiva. Por eso la problemática que sufre la agricultura y la ganadería del norte de Sinaloa, México, no puede quedarse en una simple instrumentación de un apoyo para salir al paso del problema que en ese momento se presenta, ni siquiera en dar a los agricultores o a los ganaderos bienes económicos con una finalidad social,  puesto que a ellos no les gusta actuar como  “pililis”.

El desarrollo planeado que se sugiere de la agricultura y la ganadería regional, no es aplicando “apaga fuegos” como desde hace tiempo se viene haciendo, pide más: Que los productores sean capaces de organizar toda la vida agropecuaria en función de los valores de crecimiento que necesita la actividad. Si reconocemos que falta crecer, es para recobrar nuestra condición de rentabilidad cuando estamos vendiendo la cosecha o la carne: No es posible que habiendo producido enormes volúmenes de producción, el productor se vea obligado a ejercer presión tomando oficinas gubernamentales, puentes de peaje, carreteras, etc., por las ínfimas ganancias económicas que obtienen, y esto sólo cuando las hay. ¡Si un desfalco así no nos mueve, entonces nada nos va a mover!.  Después de eso, el diseño y poner en práctica programas de planeación estratégica a nivel hombre de campo para el desarrollo agropecuario, es una gracia de los técnicos en agricultura y en ganadería, avalados por el ambiente gubernamental.
Autores:
Carlos Miguel Borquez Borbon
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