Impactos ambientales de la ganaderia argentina un analisis de oportunidades y amenazas

El conjunto de todas las producciones ganaderas del mundo ocupa un 25 % de la superficie terrestre libre de hielos permanentes, unas 3.400 millones de hectáreas, y consume además aproximadamente el 50 % de los granos producidos (fundamentalmente destinados a producir leche y carnes bovina, porcina y aviar).

Como contrapartida, la ganadería brinda sustento a más de 1.000 millones de personas. En el mundo, la ganadería es proveedora de fuerza de tracción, leche, lana, carne, grasa, cuero y estiércol. Este último se utiliza como fertilizante, material para la construcción de viviendas y fuente de calor. Aproximadamente un 40 % del ganado del mundo cumple un rol social clave.

La ganadería en su conjunto, todas las producciones excepto la acuícola, representa el 40 % del producto bruto agrícola mundial, lo que configura una gran contribución a la nutrición y a la seguridad alimentaria.

A lo largo de los últimos 30 años, la ganadería viene siendo sujeto de críticas crecientes, varias de ellas no fundamentadas adecuadamente o ni siquiera fundamentadas.

Se la acusa de ser un factor importante en los cambios en la composición de la atmósfera y en el aumento de la temperatura del aire, de emplear excesivas cantidades de agua y de incidir en la producción de lluvia ácida. También se la responsabiliza en muchos casos por la degradación de humedales y la eutrofización de cursos o espejos de agua, por causar compactación de suelos, impedir la recarga normal de acuíferos y/o contaminarlos y provocar pérdidas de biodiversidad.

En fecha reciente se han publicado trabajos que consideran a la agricultura en general y a la ganadería en particular como uno de las principales fuentes de generación de material particulado secundario, que afecta a la calidad del aire que respiramos (1).

En nuestro país, la percepción generalizada de la actividad ganadera no es mala respecto de su impacto en el ambiente, si bien las organizaciones ecologistas más importantes consideran que el avance de la frontera agropecuaria es uno de los 2 principales problemas ambientales del país, y que se debe no sólo a la agricultura sino en parte a la ganadería (el otro sería el Cambio climático).

Por otro lado, en el exterior hay señalamientos e imputaciones muy serias respecto de “la ganadería sudamericana”. Este escrito intenta hacer un muy somero análisis sobre esas situaciones, tanto las objetivas como las percepciones de nuestros clientes actuales y potenciales y de grupos u organizaciones con opiniones de peso, tanto nacionales como del exterior.

También intenta presentar elementos que deberían necesariamente incorporarse a una estrategia nacional de desarrollo ganadero, como por ejemplo los argumentos principales del manejo de objeciones (2).

Por externalidad, basado en la ciencia económica, se entiende todo impacto no incorporado a un precio o a una valuación. Es toda cuestión positiva o negativa que al momento del análisis permanece ajena al resultado económico financiero que está generándose (3).

Por huella se entiende el saldo de una variable a lo largo de un lapso, típicamente un año o  un ciclo productivo, o relacionado con las unidades producidas en la actividad analizada.

La externalidad es instantánea, como una fotografía, como un balance, como un análisis financiero marginal. Puede modificarse rápido, por ejemplo por nuevas regulaciones, sanciones o barreras arancelarias, o más lentamente, en el caso de mejoras en la productividad o por el uso de mejores tecnologías. La huella es un proceso, como una película, como un estado de resultados.

Así, en ganadería podemos hablar de externalidades positivas o negativas tanto ambientales como sociales o de otro tipo. La ocupación planificada y correcta del territorio puede ser en varios casos una externalidad social y política positiva, por la que los ganaderos podríamos aspirar a mayores reconocimientos.

El manejo silvopastoril bien ejecutado puede ser considerado en ciertos casos una externalidad ambiental positiva, porque previene incendios no planificados, sin una contraprestación de los beneficiados.

Un feedlot mal emplazado que genera molestias a una población muy cercana podría ser un caso de una externalidad social y ambiental negativa (hasta que sobretasas o impuestos adicionales lo penalicen o regulaciones lo limiten o prohíban).

En ganadería, podemos hablar de huella de carbono o de huella hídrica como las de mayor repercusión. Respecto de la humanidad podemos leer sobre la llamada huella ecológica. Una misma variable puede tener apertura; por ejemplo al hablar de huella hídrica podemos discriminar entre agua verde, agua azul y agua gris (hay comentarios sobre esto en el párrafo que trata el tema).

Huella y externalidad son conceptos habitualmente relacionados. Por caso, en zonas donde la napa freática ha ascendido excesivamente, la huella hídrica de una ganadería incorporada, adicional, debería ser considerada también por su externalidad ambiental positiva y debería recibir estímulos, bien sea económicos, bien sea incorporando un nuevo ítem en el cálculo de la huella.

Por ejemplo, la huella hídrica de una cierta ganadería en el semiárido es de 3.500 lt por kilo vivo producido; la huella del mismo proceso es cero en Marcos Juárez o Venado Tuerto, porque hemos eliminado de alguna forma la externalidad negativa (el ganado utiliza demasiada agua) y la hemos incorporado al cálculo de la huella (porque el ganado ayuda al descenso de la napa y eso es bueno para la región analizada).

Toda actividad bien diseñada, planificada y ejecutada aspira a resolver sus externalidades positivas logrando reconocimientos concretos y sus externalidades negativas, reduciéndolas, o incorporándolas de alguna manera a un impacto mayor, moderando a este último.

Por huella ecológica suele hacerse referencia al impacto de la humanidad sobre los recursos del planeta o de un determinado ecosistema. Suele leerse que si toda la humanidad tuviera el patrón de consumo estadounidense, sería necesario contar con 4 planetas (correcto).

Se afirma habitualmente que a nivel de toda la humanidad estamos consumiendo el equivalente a 2 planetas (incorrecto, exagerado).

La humanidad progresa y presiona sobre los recursos, aunque estamos lejos del límite en términos generales.

La economía del año 2000 resultó ser 18 veces más grande que la de 1900 y el ingreso per capita fue 5 veces más grande. La economía creció anualmente un 3 % acumulado promedio, desde 1900 hasta 2000.

 

Según varias publicaciones del National Research Council estadounidense, el conocido NRC, hasta un crecimiento de 8 veces en el PB mundial en 2050 respecto de 2000 sería sostenible para el planeta (supone crecer a 4,5 % anual acumulado durante los 50 años, algo que todos los economistas descartan). La mitad de ese crecimiento es el escenario más probable.

Sí habrá una presión muy fuerte, cercana a límites riesgosos, sobre varios recursos. Debemos citar los crecimientos proyectados en las demandas de granos (crecería 70 %), de electricidad (85 %) y de carnes (100 %). Son demandas que previamente ya han crecido mucho.

Por huella de carbono se entiende habitualmente al saldo de carbono liberado por una determinada actividad, producción, región o empresa, bien sea expresado por unidad de tiempo, bien sea expresado por unidad producida (4).

El Panel Científico Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) recopila información publicada y emite informes periódicos. El informe AR5 WGIII (Fifth Assessment Report, Working Group III) contiene, como es habitual, un resumen con recomendaciones para los legisladores, los decisores y formuladores de políticas (SPM, Summary for Policymakers).

El SPM, de abril de 2014, confirma un pronóstico conocido y alentador para la ganadería y el agro en general, en términos comparativos.

Muestra como estima la comunidad científica y técnica la evolución de las emisiones de gases con efecto invernadero debido a la actividad humana. El informe, como es habitual, agrupa a las emisiones no naturales en 1) las emisiones por la generación de electricidad y calor, 2) las de la agricultura, 3) las que generan las viviendas, 4) las que generan todas las formas de uso de energía no incluidas en otro apartado, 5) las de la actividad industrial y 6) las del transporte.

En las emisiones de la agricultura se incluyen todas las causas y todos los gases. Vale decir, entre otras, se consideran las emisiones de CO₂ derivadas de la deforestación y del consumo de la materia orgánica de los suelos con agricultura y con pastizales pastoreados, las de N₂O por el uso de fertilizantes, y las emisiones de CH₄ tanto por parte del ganado rumiante y monogástrico como durante el manejo de efluentes.

Según este informe, comparando el 2040 con la actualidad (son estimaciones a 2030-2050), van a duplicarse las emisiones por generación de electricidad y calor, viviendas y transporte; las emisiones de la agricultura van a disminuir a la mitad (ya han estado disminuyendo en los últimos 20 años); las que generan las formas de uso de energía no incluidas en otro apartado van a triplicarse y las de la actividad industrial van a incrementarse 2,5 veces.

 

Perderá ponderación la incidencia de toda la actividad humana en la agricultura, bajando desde el 24 % al 6 ó 7 % del total. Es razonable suponer que no habrá presiones excesivas hacia la actividad ganadera para que modifique su impacto en la emisión de gases, más allá de que esa disminución ocurre toda vez que los rodeos se vuelven más productivos.

Además, aun considerando que toda la degradación de pastizales se debe a la ganadería, ésta es siempre sólo una fracción del impacto global de la agricultura.

Lo anterior es en referencia al impacto de las actividades agrícolas en el Cambio climático, entendiendo al mismo según la definición del IPCC, esto es todo cambio en el promedio y/o en la dispersión de cualquier variable climática (no sólo la temperatura del aire), tanto debido a causas naturales como eventualmente a la acción humana.

Por huella hídrica en ganadería puede interpretarse al saldo de agua empleada en todo el ciclo de producción incluyendo lo referido a insumos y a bienes empleados, habitualmente referido a la cantidad de carne producida.

Respecto de ganadería, el agua verde es el agua utilizada a partir de la lluvia caída y de lo almacenado en el suelo y usado por las pasturas y granos destinados al ganado.

El agua azul es el agua usada a partir de acuíferos, napas freáticas, lagunas y cursos de agua, tanto para bebida como para riego.

El agua gris es aquella necesaria para evitar el impacto ambiental negativo de los efluentes, cuando estos estuviesen excesivamente concentrados (más allá de que se empleen buenas prácticas o no).

Los famosos 13 ó 14.000 lt de agua utilizada, no gastada, por kilo vivo producido son un dato aproximadamente correcto como promedio mundial mientras no se consideren externalidades. Se compone de 80-85 % de agua verde, y el resto repartido aproximadamente por mitades entre agua azul y gris.

La huella hídrica bien medida, luego de considerar externalidades, es típicamente un concepto regional. La huella hídrica promedio y luego de considerar externalidades de la ganadería de nuestro semiárido puede ser estimada en1.500 a3.000 lt, casi toda compuesta por agua verde. Con igual criterio, la huella hídrica de nuestras zonas húmedas es un valor muy cercano a cero, excepto en feedlots mal emplazados que tienen huella hídrica con agua gris.

La cantidad de agua es constante en el planeta. El agua sólo cambia de estado y de ubicación. En grandes escalas de tiempo y espacio el agua simplemente se utiliza o no se utiliza; ni la que se usa se está consumiendo irreversiblemente ni la que se preserva se está ahorrando. Lo que sí viene creciendo es la proporción de agua contaminada. El uso del agua con fines agropecuarios es adecuado o no según la disponibilidad de cada lugar y la eficiencia del proceso, si bien puede haber señalamientos lógicos que sugieran dedicar más recursos a un rubro y menos a otro.

Los últimos 100 millones de años han estado dominados por la fotosíntesis. Antesde eso el CO₂ atmosférico osciló mayormente entre las 1.000 y 4.000 ppm, mientras que ahora está presente sólo en 400 ppm (más allá de que ha aumentado desde el inicio de la Revolución industrial y el fin dela llamada Mini Era del Hielo, cuando se encontraba en 280 ppm, a mediados del siglo XIX).

Hace 50 millones de años surgieron los rumiantes, y han resultado ser claves en la evolución y equilibrio del planeta, por su capacidad para degradarla celulosa. Convienerecordar que actualmente casi la totalidad de los rumiantes del mundo son especies e individuos domesticados, poco capacitados para la vida libre. La celulosa es el azúcar estructural más abundante del planeta (85 % del total). Aún hoy no existe una forma eficiente, diseñada por el hombre, que permita degradarla.

Como bien cita P J van Soest (por caso, en sus libros Nutrición de rumiantes y Ecología nutricional de rumiantes), en 20 años la atmósfera quedaría sin el CO₂ necesario para la fotosíntesis si faltaran los rumiantes para degradar la celulosa (el O₂ se volvería menos abundante).

Este factor clave del equilibrio planetario es poco conocido y difundido fuera del ámbito académico y es claramente una externalidad positiva (aunque por sí solo no justifica necesariamente que contemos con 1.500 millones de rumiantes mayores consumiendo y usando tantos recursos).

Vivimos en la época en la que todo el poder lo tiene el cliente, sobre todo porque hay más oferta que demanda de bienes y servicios.Una visión moderna del concepto de calidad afirma que es todo aquello que el cliente quiere (son conceptos ampliamente aceptados, basados en Philip Kotler, el marketing 3.0, etc). Si, por caso, el cliente quiere que la producción ganadera tenga mediciones de huella de carbono y que estas mediciones no superen cierto valor máximo, y todo ello configurase objetivos cumplibles y no contrapuestos con la producción, se llevase a cabo con una metodología justa y con un auditor confiable, pues tendría que hacerse o al menos ir considerándose su diseño e implementación (trabajando en conjunto con los clientes actuales y potenciales) .

Adicionalmente, son visiones alineadas con las ideas de marketing social y ambiental, marketing más allá de los objetivos concretos (lo que desde el punto de vista de la empresa con fines de lucro es pensar más en los stakeholders y menos en los shareholders, es decir más en el entorno de empleados, proveedores, clientes, gobiernos y la comunidad; y algo menos en los accionistas).

Todo lo anterior, independientemente de temas científicos, de cuestiones políticas como el principio de precaución, de visiones económicas como las del informe Stern y otras, que consideran el tema de la solidaridad intergeneracional (todos temas muy importantes, pero que exceden el alcance de este escrito).

Nuestros ancestros homínidos comenzaron a alimentarse con carne hace 1,5 millones de años, aprovechando la carroña de grandes animales. Hace unos 750 mil años comenzaron a cazar, sin herramientas, arreando a grandes herbívoros hacia acantilados u otras alturas.

Luego comenzaron a cazar con sus propias armas, hace unos 250 mil años, tal vez más. Descubrieron el fuego, lo que volvió a la carne más palatable y digerible.

 

Todo esto ayudó a la socialización, al desarrollo del lenguaje e influyó en nuestro desarrollo corporal.

La longitud de nuestro intestino es la mitad de la que exige una dieta únicamente herbívora. Nuestro cerebro se vio claramente beneficiado.

La ingesta de carne disminuyó con el desarrollo de la agricultura, llegando a valores mínimos hacia finales de la era preindustrial, pero luego recuperó e incluso superó los niveles anteriores.

Un individuo es ovolactopiscivegetariano cuando consume huevos, leche y sus derivados y pescado, aunque no carnes rojas. En los países desarrollados, la población ovolactopiscivegetariana ha venido descendiendo y es aproximadamente un 4 % del total, siendo que había proyecciones que preveían más de un 7 % para este decenio.

La población que ha persistido en esa dieta por más de 10 años es sólo el 1 %, mientras que el veganismo estricto es sólo el 0,2 %.

Existen sustitutos para la carne, entre los que hay que considerar a la carne artificial y a las proteínas vegetales industrializadas de modo de asemejar su forma, cocción y sabor a las características de la carne verdadera.

Es casi imposible que todos esos sustitutos influyan en la moderación del consumo de carne bovina, porcina y aviar.

La perspectiva es la contraria, un incremento poco manejable de la demanda mundial de carnes, que obligue a considerar restricciones nuevas, vía precios, regulaciones, barreras, etc (en algunos aspectos, el punto de partida de Vaclav Smil).

Si bien los impactos de la ganadería están en ciertos casos exageradamente evaluados, debe tenerse en cuenta que la demanda de carnes porcina, aviar y bovina sumadas podría pasar de las actuales270 aunas470 MTn en 2050 y ello sin duda es un valor muy alto.

En esto influye notablemente el gran avance de la urbanización mundial. Según la ONU, en 1950 había 725 millones de personas viviendo en ciudades (conglomerados mayores a 300.000 habitantes).

Esa cifra ascendió a 3.900 millones en 2010 y estaría superando los 6.000 millones hacia 2050.

No es factible suponer que la demanda vaya a morigerarse sólo por aumentos importantes en los precios promedio de la carne bovina ni de las demás carnes.

En varios países desarrollados el gasto promedio de los hogares dedicado a alimentos disminuyó a menos del 10 % de los ingresos familiares, pero en China aún hoy es mayor a 25 % (la situación es más dura en Pakistán, Nigeria y otros países muy poblados).

Lo que sigue, como un ejercicio, es un listado de las objeciones mencionadas y de los argumentos que deberíamos tener en cuenta para hacer una oposición correcta sobre las mismas.

En algún caso son argumentos que incluyen promesas, por lo que luego deberían cumplirse, implementándolas de diversas formas. En otros casos hay referencias a marcos normativos, los que pueden impulsarse desde el sector, pero claramente dependen de los poderes Ejecutivos y Legislativos, a menos que pueda recurrirse a situaciones de autoregulación.

No fertilizamos con nitrógeno de manera ineficiente, no lo hacemos en exceso sino todo lo contrario, gestionamos razonablemente bien el estiércol, propugnamos un mayor control de vehículos a gasoil, no tenemos centrales térmicas a carbón.

-       Generación de lluvia ácida.

Argumento/s

Vivimos en la era de la innovación y de los cambios vertiginosos. La realidad cambia constantemente. Si bien debemos sortear objeciones muchas veces exageradas o mal intencionadas, que se agregan al conjunto de problemas y adversidades de todo tipo, quedan pocas dudas de la posición claramente favorable de nuestra ganadería nacional, para posicionarse en los distintos mercados internacionales. Depende sobre todo de nuestra habilidad y disciplina para crear un plan acorde y para ejecutarlo meticulosamente.